Capítulo 31

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Como la primera vez


No puedo negar que Federico se ha portado como todo un caballero conmigo. Tenemos dos meses casados y no me ha obligado a tener relaciones con él, no tuvimos luna de miel por el simple hecho de que no quería estar lejos de mi hija y no quería estar a solas con él. No he sabido nada de ninguno de mis amigos, Marian no me ha respondido mis llamadas y Aaron siempre tiene una excusa para negarse a venir a casa; en una charla por Skype con Julieta me habló que Ibu estaba saliendo con un chico, él no me quiso dar la cara cuando le mande la solicitud de vídeo llamada al siguiente día de haber hablado con Julieta. Supongo que debía estar nervioso por decírmelo, sabía muy bien que me enojaría con él, no por el hecho de que se haya declarado gay, sino porque no fui yo la primera en saberlo.

Me conecté una vez a Facebook y Leandro había actualizado su foto de perfil unos minutos antes de yo entrar, por lo que pude ver estaba mejor de lo que yo me podía imaginar. Una chica estaba colgada por su espalda y esas sonrisas con que se dejaron fotografiar eran mejores de las que yo pude tener con él. Me imaginaba que al final de todo Leandro nunca me amó tanto como yo él. Dirigí mi dedo a su perfil y lo eliminé de inmediato de mis contactos. No quería saber nada más de su vida.

La casa en la que estuvimos viviendo con mi hija y Federico era realmente hermosa; sus colores pasteles, la pequeña zona verdad en la parte delantera de la casa, el gigantesco árbol, los muebles y suelos de madera fina hacían ver la casa como la mejor del vecindario, solo que no era la mejor; aquí el amor de familia no estaba, Federico sabía muy bien que yo no lo amaba y mucho menos que lo iba hacer, que todo era por tener una vida tranquila para mi hija y para mi.

Mi madre no había salido del hospital. A los dos días de haberme casado, el doctor detecto un tumor que estaba creciendo en sus pulmones, es una rareza que esto le haya pasado, en todo lo que la conozco ella nunca faltó a una de sus consultas de rutina con el doctor, y los exámenes demostraban que estaba en perfecta condiciones tanto así que el mismo medico le declaraba una larga vida. Mi padre no había salido de la habitación, no la dejaba un instante sola a menos de que yo pudiera estar con ella; pero eso era casi imposible, al hospital no podía llevar a mi hija ya que es muy pequeña y puede atrapar cualquier enfermedad allí, fui dos veces a cuidarla cuando Federico pudo cuidar de la pequeña Zoé.

Pasaron dos años y mi madre había empeorado, estaba sobre una silla de ruedas y es muy poco lo que puede hablar. A pesar de todo lo que me había hecho y la mala persona que fue conmigo mi corazón se me partía en mil pedazos cada vez que la tenia que ver en esas condiciones. Una noche estaba tirada en mi cama, Zoé ya dormía plácidamente en su cama justo en el cuarto de al lado, y luego de la visita a mi madre, quería llorar, sentí que mi vida se acabó por completo. Mi madre estaba en una silla de ruedas sin poder hablar mucho, yo estaba casada con un hombre que no amaba, mis amigos no me volvieron hablar, y mis estudios quedaron en el olvido, Leandro se había perdido los mejores momentos de su hija; cuando dio sus primeros pasos, sus dientes floreciendo en sus encías, cuando dijo por primera vez papá y no fue exactamente para él, sino para Federico, luego de haberla escuchado decirlo tuve una pequeña conversación con ella, y  explicarle todo lo pasó con su realmente padre. Esa noche Federico entró a la habitación y me vio envuelta en llanto, me preguntó si me encontraba bien y no pude negar, se notaba a simple vista que estaba destrozada. Recuerdo que había llegado con un ramo de rosas rojas tan iguales al que Leandro me había dejado el día que lo vi por última vez. Me traía una invitación para ir a la opera que se daría esa misma noche en un para de minutos, y acepté en ir con él; pues había contratado una niñera para Zoé y claro ya no quería estar más así. Debo buscar un nuevo horizonte, mi vida no podía llegar a un final como ese al que me estaba acostumbrando ya.

La opera terminó y todo el público se coloco en pie para aplaudir lo hermoso que estuvo todo, me acomodé de nuevo en la silla y esperé a que las personas comenzaran a salir. Le dije a Federico que si podíamos ir por unos tragos, él me miró con rareza pero aceptó en medio de risas.

Un pequeño bar irlandés estaba frente a nosotros, atravesamos la calle y nos adentramos allí, la música estaba en perfectas condiciones, no era ni muy alto ni muy baja, algunas personas ocupaban unas mesas, Federico me llevó a una que estaba libre justo al lado de la ventana que daba a la calle, era buena idea, pues si me cansaba de ver dentro podía recrearme con los autos y personas que pasaban por allí. Luego de terminar la quinta copa de la noche, miré el reloj de pulso que tenia y marcaban las dos y trece minutos de la madrugada, expandí mis ojos por la sorpresa y le pedí a mi esposo que nos marcháramos de nuevo, él como de costumbre no se negaba a lo que yo pedía, me encamine para salir mientras Federico pagaba la cuenta; al halar la puerta, me estrellé justo con la persona que más tenia culpa de todo lo que tenía en mi triste vida, Leandro.

A pesar de la opaca luz que alumbraba a la entrada, aquellos ojos cristal que me miraron con la misma sorpresa que yo los vi; reconocí que era él. Mi primer impulso, estrellar mi mano sobre su mejilla y luego lanzar mis labios sobre aquellos labios carnosos que solo quería probar desde hace dos años. Y cómo olvidar esa hermosa locura que quería volver a vivir como la primera vez que nos conocimos, lo empujé con delicadeza afuera con mis manos sobre su pecho y estando afuera lo tomé de la mano invitándolo a correr a ese hermoso sueño.

Huimos de ese lugar como un par de ladrones luego de cometer un robo, eramos como niños corriendo a un horizonte que dibujaba el mejor parque de diversiones. Ninguno dijo nada, solo nos mirábamos y reíamos de lo que estuvimos haciendo en ese momento. Mis pies se tropezaron y fuimos a parar al suelo los dos, allí tirados sus manos se reposaron sobre mis mejillas, su mirada no dejaba de recorrer cada parte de mi rostro; me corrí más cerca de él y de nuevo subí al cielo al sentir sus labios junto a los míos. 






***Últimos capítulos.***

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