Capítulo 26

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¡Esto es la guerra!

Sentados alrededor de la mesa estábamos Isa, Leandro y yo disfrutando del desayuno que habíamos preparado juntos. Nuestras caras estaban cubiertas por harina blanca, un poco más y parecíamos mimos. La señora Briands no había llegado en toda la noche y eso me alegraba, supongo que debe estar con su comprometido con ese pensamiento sonreí y le terminé de darle la última mordida a la panqueca, tomé un sorbo del café de Leandro y este renegó, solté una risita y me levanté de la mesa. Debía prepararme para ir al aeropuerto por Marian, pues hoy llegaba mi mejor amiga. La última vez que habíamos hablado por Skype, dijo que quería ver el nacimiento de su ahijada. No he hablado con ninguno de los cuatro para decidir quién será el padrino y la madrina. Aprovecharé su visita para que podamos hablar todos juntos.

Deslicé la playera de Leandro dejándola caer al suelo, mi cuerpo desnudo entró a la regadera, giré el grifo y el agua en forma de lluvia no se demoró en humedecerme el cuerpo, el agua fría relajó cada musculo de mi este, deslizaba en jabón en pasta por mi cuerpo, su aroma a coco me fascinaba, no lavé el cabello pues se me estaba haciendo tarde ya. Cuando estaba por terminar Leandro entró a la regadera de igual forma que yo, saludó como de costumbre primero a la pequeñita que estaba por salir pronto. Luego sus labios estaban unidos con los míos, sus manos acariciaron mi trasero dándole un azote, di un gemido y recordé que Isa debía estar esperando para que la vistiera y esa fue mi excusa perfecta para salir de allí, pero Leandro estaba necesitado de mí, me haló con cuidado y llevó hacer contacto mi espalda con la pared de la regadera, no sé cómo logró penetrarme de pie estando con este enorme abdomen en medio de nosotros, todo pasó en cinco minutos y yo ya estaba debajo del agua que caía en forma de lluvia mientras me besaba con el hombre que más amaba.

—Beth, el teléfono suena. —Escuché el grito de Isa afuera de la habitación.

—Contesta hermosa. Aun no término de colocarme la ropa.

—Está bien. —Escuche sus pequeñas sandalitas alejarse de la puerta, por lo que supongo ya la pequeña Isa se había preparado sola. —Ya está creciendo —Sonreí.

Terminé de colocar mis sandalias rojas que hacían juego con mi vestido blanco. Salí de la habitación y caminé rápido a la sala de estar para continuar con la conversación tras el teléfono. Isa parecía una chica grande, eso pude notar al estar de pie junto a ella, tenía tema de conversación con la persona al otro lado de la línea. Se despidió pronunciando el nombre de Mariana y supuse que era mi mejor amiga, me imagino que habrá rodado los ojos pues odia que la llamen así.

— ¿Ya estás en el aeropuerto? —Dije sin saludarla.

—Tengo treinta minutos desde que el avión aterrizó en Francia. —Habló de manera sarcástica.

—Lo siento, Leandro me ha entretenido. Ya salimos por ti.

— ¡Oh por Dios, ese hombre no se siente saciado, estás en embarazo! Pero no te preocupes, el vuelo fue adelantado.

—No jodas Marian, ningún hombre llega a ese nivel de esperar nueve largos meses sin tener relaciones. Creo que hablé de más, ya iremos por ti. Espéranos no te muevas.

(...)

Bajamos del auto que Leandro había alquilado para poder movilizarnos mejor por la ciudad, así mi mejor amiga podría conocer toda París, Isa iba tomada de mi mano derecha haciéndole un balanceo entre ellas dos, mientras yo sujetaba del brazo a Leandro. A lo lejos la pude ver y le di un grito, todos me voltearon a ver y Marian salió corriendo hacia nosotros.

Contra CorrienteWhere stories live. Discover now