Capítulo 11

219 30 12
                                    

El mensaje


Era momento de volver a casa. Yo no quería volver, pero mis dos amigas pensaban que era lo que debía hacer ahora, así que después de haberme negado rotundamente al menos unas cinco veces, Ariadna y Marian me hicieron subir al carro a regañadientes. Ariadna iba en el piloto, Marian en el copiloto y yo iba tirada en la parte de atrás del auto.

El ambiente era casi silencioso, siendo interrumpido por las chicas, que susurraban cosas que desde mi posición no alcanzaba a entender muy bien. Las ignoré por un rato, pero la curiosidad me ganó no me quedó de otra que enderezar mi columna para acercarme a ellas y tratar de comprender lo que estaban hablando.

-No será buena idea -susurró Ariadna, sin apartar su mirada de la carretera.

-¿Qué no es buena idea? -pregunté, y miré a Ari por el retrovisor.

-Que... Ehmm... ¿Qué? ¿De qué hablas? -sus palabras entrecortadas me daban a entender que estaba nerviosa.

-Se suponía que estabas durmiendo -soltó Marian.

-Se suponía... -hablé con ironía-. Esperen,¿a dónde vamos? -miré extrañada por las ventanas, sin poder reconocer el lugar por donde el auto andaba.

-Solo disfruta el viaje -Marian se giró para sonreírme de manera extraña.

-¡Ariadna! ¿A dónde me llevan? -golpeé su asiento con mi mano.

-Nada de esto es mi idea -miró directo a los ojos de Marian.

-¿Qué locura tienes en esa cabeza? -penetré los ojos de Mariancon mi mirada-Esa salida a la disco, no fue la mejor. Resulté en la casa de un extraño, en su cama y usando su camiseta. ¿Ahora a dónde me llevas? -comenzaba a alterarme.

Marian no respondió a ninguna de las preguntas que continué haciendo, simplemente se acomodó en su asiento de cuero negro, llevó su mirada a la hermosa panorámica que se dibujaba en el parabrisas, subió el volumen del mp3 conectado al radio del auto y me ignoró.

Me crucé de brazos y renegué un poco, ya que ninguna de las dos quería decirme a dónde íbamos ¿Qué podía pasar si me decían, me lanzaría del auto o qué? Claro que no, ya estaba en movimiento y sería inútil que me lanzara a la carretera, prefiero un amargo momento a estar bajo tierra.

Simplemente me tiré de nuevo en el asiento. La radio comenzó a reproducir "Sexy Bitch". Me dejé llevar por la melodía que inundaba mis oídos, comencé a llevar el ritmo con mi pie derecho. Marian se giró, y al verme soltó una risita y negó con la cabeza.

-¡Sabía que esto te prendería de inmediato! -dio dos aplausos mientas sacudía su cabellera.

-¿Me dirán a dónde vamos?

-No. Tírate en el asiento y deja que este par de amigas arreglen todo -dijo Marian y siguió con su movimiento de cabello.

(...)

El auto comenzaba a detenerse. Acomodé mi cabello, retomé mi posición erguida, y me acomodé la camisa que traía de Marian. Al sentarme, observé que avanzábamos por un camino de tierra con campos verdes a ambos lados. A nuestras espaldas, un hombre cerraba una gran reja negra, que hacía de puerta.

Luego de unos cuantos metros, nos detuvimos frente a una gran casa.

-¿Llegamos? -pregunté a Ariadna.

-Así es, un lindo fin de semana nos espera.

«¿Un fin de semana?»pregunté para mis adentros.

Contra CorrienteWhere stories live. Discover now