Capítulo 15

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¿Qué mierda acabo de decir?


Lo observé llegar desde mi ventana. Bajé las escaleras de dos en dos, con la ansiedad rebosando en mi rostro. Al llegar a la última grada, emprendí un leve trote desde estas hasta la puerta, giré la perilla, desplegué una sonrisa al joven frente a mí y él no tardó en responder a mi amable gesto.

—¿Señorita Tomas? —dijo el joven.

—Sí, soy yo —respondí con la mirada en sus ojos.

—Tengo una carta para usted —el chico extendió hacia mí un sobre blanco, con una estampilla en el borde—. Es de la Universidad de París Descartes.

—¡Oh por Dios! —estrellé mis manos sobre mi boca, y mis ojos se humedecieron. Dentro de pocos minutos sabría si fui aceptada para estudiar medicina en esa maravillosa universidad.

—Por favor, firma acá —el joven me ofreció una delgada tabla que contenía un par de papeles y un bolígrafo, mientras señalaba con su índice la línea donde debía firmar. Seguí sus indicaciones y sonreí a manera de agradecimiento. Él me devolvió la sonrisa y se giró sobre sus talones para retirarse. Esperé que saliera del jardín para cerrar la puerta y corrí escaleras arriba.

No lo podía creer. Había esperado todo este año para recibir ese pedazo de papel, y ahora, por fin sabría la respuesta a mi pregunta.

Estaba sentada en el borde de la ventana de mi habitación, con los nervios de punta y mis manos temblando de la emoción. Moví un poco el sobre frente a mi cara intentando darme aire. Me bajé de allí buscando más comodidad, y caminé frente a mi cama para luego tumbarme de espaldas sobre ella. Mi mirada se perdió en el tejado pensando en la respuesta. Sería rápido, sí o no. Simple pero definitivo. Para no darle más rodeos al asunto y salir de eso de una vez, rompí con cuidado un extremo del sobre, saqué con delicadeza el papel y al intentar abrirlo, su afilado orillo hizo un corte en mi dedo índice, que de inmediato comenzó a expulsar sangre.

Dejé a un lado el papel para no macharlo y llevé el dedo a mi boca para que mi saliva hiciera de cura. Caminé al baño y me enjuagué la herida para asegurarme de mantenerla limpia. Abrí la gaveta del lavamanos y saqué una cura del botiquín de medicinas que mi madre ponía en cada baño. Me puse el parche en la herida y levanté la mirada. Busqué mi reflejo en el espejo y observé mis ojos, llenos dudas.

—¿Esto podría ser una señal? —me pregunté en un susurró. Fruncí mi ceño de inmediato, negándome rotundamente a la idea— ¡Qué poco positiva eres! —me reprendí mirándome los ojos en el reflejo.

Me aseguré de que el grifo del agua estuviese bien cerrado y salí del baño. Me senté de nuevo en el lugar que estaba antes, agaché la mirada y la dejé fija en el culpable de mi cortada.

Tomé el papel, dejando una pequeña mancha de sangre sobre él, y comencé a leer el texto que traía impreso en tinta negra.


Noviembre 30 del 2005

Universidad de París Descartes

Señorita Elizabeth Thomas

Primeramente le queremos desear un día lleno de éxitos.

Cordial saludo.

Es para nosotros gratificante haber recibido su solicitud de ingreso a nuestra maravillosa casa del saber Universidad de París Descartes, en la modalidad presencial de la carrera escogida Medicina. Sus excelentes calificaciones, sus buenas referencias sociales, su estatus social y las buenas recomendaciones recibidas por sus maestros y tutores le otorgan el acceso inmediato a nuestra gran familia en dicha carrera.

Contra CorrienteWhere stories live. Discover now