CAPÍTULO VI : «Simples mortales».
Mis pensamientos viajan de Derek a Ashton, luego se dirigen a Connor y terminan en Christian. No sabía con exactitud la causa de mi nerviosismo al estar con Derek, no sabía por qué Ashton y Connor huyeron aterrados al conocer de mi vinculación con Christian, no sabía qué había hecho mi hermano para inspirar tal temor y tampoco sabía como metían el papelito dentro de las galletitas de la fortuna. Pero bueno, ese ya es otro tema.
El timbre suena indicando el cambio de hora. Todos los alumnos salen presurosos de sus aulas y comienzan a llenar los pasillos. Me quedo de pie viendo al mundo pasar. Me gano varias miradas curiosas de los chicos, el desdén de la población estudiantil femenina y un tipo se atrevió a darme una barra de chicle. Ruedo los ojos cuando veo que su número telefónico está escrito con plumón permanente en la envoltura.
Camino en búsqueda de mi siguiente aula dónde tendré mi clase de Álgebra. Ugh, matemáticas del demonio. Por fortuna logro dar con el salón sin tener que pedir direcciones. Justo cuando voy a entrar al aula, mi teléfono comienza a vibrar. Lo tomo y veo que tengo un nuevo mensaje de mi hermano.
Chris: Tengo una antigua sorpresa para ti ;) .
Chris no es el hermano más detallista del mundo y las pocas veces que ha hecho algo lindo por mi ha sido porque quería un favor o simplemente era una broma pesada. Así que su mensaje definitivamente no me inspira confianza.
Yo: Si no son Pringles o la nariz de Voldemort, no me gustará.
Chris : Créeme, simplemente te encantará.
Guardo el teléfono. Si la sorpresa de mi hermano termina siendo alguna clase de broma, yo misma me encargaré de que no pueda volver a orinar. Si saben a lo que me refiero.
Entro al aula y rápidamente tomo asiento en una de las carpetas más próxima a la ventana. Poco a poco los alumnos comienzan a tomar sus posiciones, yo simplemente me distraigo mirando el paisaje a través de la ventana. Regreso de mi abstracción al sentir que alguien se sienta a mi costado.
Es una chica bastante bonita. De cabellos marrones y tez clara. No es muy alta y tiene ojos café claro. Hay algo en ella que se me hace familiar pero no puedo precisar con exactitud qué es. Ella me mira directamente a los ojos y se le dibuja una enorme sonrisa. Frunzo el ceño, juraría por todas mis latas de Pringles que he visto esa sonrisa antes. ¿Pero dónde?.
Justo cuando abre la boca para presentarse, el profesor irrumpe en el aula. Apenas lo veo puedo augurar que este maestro me sacará canas verdes todo el ciclo. Todos en el aula callan de inmediato por lo que confirmo mi teoría. Este profesor es de temer.
El profesor se da la vuelta para escribir en la pizarra y varios sueltan un suspiro. Vaya, hasta yo estaba conteniendo la respiración.
La misteriosa chica comienza a escribir en su cuaderno sin intercambiar una sola palabra. Imito su acción pero de vez en cuando la miro por el rabillo del ojo. La sonrisa sigue tatuada en su rostro, ¿por qué?, ni idea.
El profesor Harrison empieza a dictar la clase y yo casi colapso por el aburrimiento. ¿Por qué los profesores no hacen sus clases parados de cabeza?. Digo, así sí me darían ganas de escucharlos. La clase se me hace eterna y justo cuando pienso que voy a morir disecada por el tedio, suena la bendita campana. ¡Aleluya!.
Guardo mis cosas con rapidez, ya es hora de rellenar mi estómago. ¡Me muero de hambre!. Me levanto y camino en dirección a la salida pero me detengo cuando alguien sostiene mi muñeca. Es mi misteriosa compañera de carpeta.
— ¿Mackenzie Stuart? — pregunta mientras libera mi muñeca.
Empieza a removerse incómoda en su sitio mientras enrolla un mechón de su cabello con sus dedos. Miro curiosa ese gesto, por un momento me hizo recordar a una de mis mejores amigas. Perdí contacto con ella cuando se mudó con sus tíos a Francia como hace cinco años.
— Ammm, sí — elevo una ceja — veo que conoces mi nombre mas yo no sé el tuyo.
Ella suelta una risa triste — No puede ser posible que me hayas olvidado.
— Lo siento pero no entiendo a qué te refi... — ella me interrumpe.
— Cuando hundido estás — comienza a cantar — tan abajo estás.
La miro entrecerrando los ojos. No creo que esto sea lo que creo que es. Ella me mira con emoción como animándome a continuar la letra.
— Que no ves salida del lugar — ella suelta un chillido — bom, bom, bom. No debes moverte de donde estás.
— ¡Y como Brit y Kenzie haz!.
Oh.Santas.Pringles.
No continúo porque ya nos estamos rompiendo las costillas en un fuerte abrazo. No puedo creer que después de cinco años me reencuentro con mi mejor amiga. Britany y yo nos enamoramos de esa canción apenas vimos aquella película. Bueno, yo me enamoré de la canción; Britany, de los músculos de Vin Diesel.
Luego de eso nombramos esa canción como nuestro saludo especial, nuestro código secreto. Y sé que ahora es muy infantil el hacerlo pero sinceramente poco me importa. Tengo a mi compañera de travesuras a mi lado y eso me llena de alegría. ¿Cómo rayos no la reconocí?.
— Britany Woods — nos separamos — ¿qué haces aquí?, ¿no estabas en Francia?.
Ella ríe — Esa pregunta debería hacerte yo — dice observándome de pies a cabeza — ¿y qué rayos te pasó? — bromea resaltando mi nueva apariencia.
— Laura y Sofia son las culpables. Digamos que me usaron como conejillo de indias.
— ¡Pues me encanta!, casi estás igual de guapa que yo — se jacta.
Ruedo los ojos — Pues al menos a ti te gusta. Las chicas de este lugar me miran como si tuviera tres ojos.
Hace una seña con la mano quitándole importancia — Es la envidia. Te ves preciosa y que nadie te haga pensar lo contrario — me sonríe de manera sincera — ahora mueve ese lindo trasero y vamos a comer que muero de hambre.
Sonrío encantada. Es bueno que mi mejor amiga sepa que la comida siempre va primero.
Salimos del aula en dirección a la cafetería. Britany comienza a hablarme de como fue su vida en Francia. Me relata sobre los lugares que visitó, sobre los guapos franceses, la comida y ropa del lugar, de los guapos franceses, de sus tíos, de los guapos franceses, los museos más representativos y, ¿qué más?. Ah sí, los guapos franceses.
Esta chica nunca cambiará.
Justo cuando vamos a entrar a la cafetería unas manos me cubren los ojos. Sonrío divertida.
— ¿Qué quieres , Christian? — pregunto divertida.
-—¿Cómo sabes que soy yo? — inquiere dubitativo.
— El olor a retrasado mental es bien fuerte, se esparce muy rápido — me burlo mientras me giro a verlo.
— Ja, ja, qué graciosa hermanita tengo — revuelve mi cabello — ¿te gustó mi sorpresa?.
— ¿Fuiste tú? — abro los ojos sorprendida y miro a Britany — ¿cómo lo hiciste?.
Mi hermano sonríe — Bueno, tuve que comprar un boleto de avión para poder traerla. Luego conseguí un departamento para que se aloje y luego...
No puede continuar puesto que Britany le propina un buen golpe en la cabeza. Christian chilla como si le hubieran amputado un brazo.
— Nenaza — siseo burlona.
— La verdad es que el idiota de tu hermano — señala a Chris — no se dio cuenta que estudiábamos en el mismo instituto, me transfirieron este año. Me reconoció ayer justo después de derramar soda en mi blusa — alzo una ceja de forma sugerente. Britany rueda los ojos — larga historia. Lo que importa es que me comentó que volvías y pues obviamente quería sorprenderte.
— Ahora todo tiene sentido. Un plan tan bien ideado no podía ser obra de un chico con el cerebro del tamaño de un maní, ¿no crees , hermanito?.
— ¡Hey!, recuerda que mi coeficiente intelectual es más alto que el de muchos — dice haciéndose el ofendido — además, eres mi hermana. Deberías defenderme.
— Papá no quería que te dijera esto pero ya no puedo seguir guardando el secreto — pongo mi mano en su hombro apenada — eres adoptado.
Chris se queda lívido por un segundo, Britany y yo estallamos en carcajadas. Ay, Christian, siempre tan ingenuo.
-— Yo sé que te cuesta creer que un ser casi divino como yo sea tu hermano — dice petulante.
— ¡Ja!, ¡divinas mis pantuflas! —refuto sarcástica — bueno ya, en vez de estar perdiendo el tiempo mejor vamos a comer.
— Muero de hambre — agrega Britany — aliméntenme o me comeré la pierna de Chris.
— Bien que quieres comer más que mi pierna — sisea coqueto y le guiña un ojo.
Hago una mueca de asco — Cállate que me vas a hacer vomitar la comida que aún no tengo en el estómago.
— Los más guapos primero — dice Chris mientras se abre paso a la cafetería — ¡APÁRTENSE, SERES INFERIORES!.
— Idiota — susurramos mientras lo seguimos.
Entramos a la gran cafetería y ni dos segundos y ya siento las miradas posadas en nosotros. Es bastante incómodo pero supongo que dentro de unas semanas esto pasará. Ser la nueva tiene sus desventajas.
Nos sentamos en una de las mesas disponibles, no sin antes traer una montaña de comida con nosotros. Unos amigos de Chris se nos unen, se presentan coquetamente como Paul, Marcus y Chad. A primera vista resultan ser chicos bastante amigables y divertidos.
Christian le propina un golpe a Chad por estar coqueteando demasiado con nosotras. Sonrío, mi hermano siendo celoso me irrita pero a la vez me parece bastante tierno. Al rato se ponen a conversar sobre lucha libre así que le doy toda mi atención a mi mejor amiga.
— ¿Y has conocido a alguien nuevo? — pregunta mientras devora su emparedado.
Cojo un racimo de uvas — No a muchos en realidad. Conocí a la secretaria — como una uva — a tres chicos — como otra uva — y una araña a la que llamé Bartolomeo.
— ¿Tres chicos? — me mira coqueta — exijo nombres de inmediato.
— Ashton Grimms — como una uva — Connor Grimms — como otra uva — y Derek Ackerman — como una última uva — simples mortales.
Sí, me gustan las uvas. Lo curioso es que detesto las pasas.
Britany por poco y me escupe toda la comida que estaba digiriendo en la cara. Se atraganta y comienza a toser exageradamente, le doy unas palmaditas en su espalda. Chris nos mira extrañado, le hago una seña con la mano para que entienda que no pasa nada grave. Brit toma un poco de agua y luego me mira como si estuviera loca.
— ¿Y ahora por qué me miras así?.
— ¿Simples mortales? — me señala indignada — llevas menos de seis horas en este instituto y ya te coquetearon tres de los chicos más populares del lugar — bufa frustrada — te envidio. Deberías regalarme un poco de esa buena suerte.
Me preparo para refutar pero me detengo en el preciso instante que las puertas de la cafetería se abren de forma intempestiva. No me sorprende ver entrar a Ashton y Connor, ambos caminando como "modelos" en pasarela. Suelto una risa, parecen monos ebrios.
Luego ingresa a la cafetería una rubia al lado de las que parecen ser sus seguidoras. Ruedo los ojos, ella debe ser la abeja reina de Lion High. Todos los chicos comienzan a babear, miro a mi hermano y este tiene una cara de aburrimiento impresionante. Tal parece que ese grupito no es de su agrado.
Justo cuando pienso que con ella se termina el raro desfile, un muchacho ingresa al comedor.
¡Ay, bendito niño Jesús!.
— ¿Y ese quién es? — pregunto en un susurro sin dejar de observar al chico.
Él se detiene y como si pudiera sentir mi mirada, me observa. Apenas hacemos contacto visual siento una chispa eléctrica recorrer mi columna vertebral. A pesar de estar a metros de distancia, por un momento siento como si lo tuviera a centímetros.
Que bonitos ojos.
El muchacho me mira de una forma intensa y en vez de amilanarme, le sostengo la mirada.
Britany me mira y alza una ceja al ver mi rostro.
— Ese, mi querida amiga — me dice divertida — ese es el famoso Ethan Donovan.
N/A: Britany Woods en multimedia.