DULCE DESTINO

Autorstwa Sabastu

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[ JERZA ] [ RATED M ] Cuando los hilos rojos del destino se cruzan pueden traer dulces encuentros. Una actríz... Więcej

~La Apuesta~
~El Pastel~
~La Ayuda~
~La Foto~
~El Contacto~
~La Iniciación~
~El Fracaso~
~La Confusión~
~El Orgullo~
~La Incomodidad~
~La Atmósfera~
~La Lluvia~
~La Salida~
~El Hervor~
~El Reto~
~El Consenso~
~La Oscuridad~
~El Despertar~
~La Sorpresa~
~La Propuesta~
~El Consejo~
~El Avance~
~El Antojo~
~La Dificultad~
~El Llanto~
~ El Domingo ~
~La Adicción~
~El Aviso~

~La Lista~

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Autorstwa Sabastu

¡Hola! .o. / Espero les guste el cap. A mi me gustó mucho escribirlo. xD

Al final hay un AVISO IMPORTANTE. Ojalá lo lean. QwQ

Sin más, disfruten... .o. /


Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro :JerZaJerZaJerZa: Mashima.

Referencias De Lectura:

Diálogo.

«Pensamientos»

Narración.

Capitulo Quinto

~La Lista~

El pastelero observaba a la actriz sentado en su cama.

La veía como pasaba de blu-ray a blu-ray y estampaba su firma en cada uno de ellos con una sonrisa pícara en los labios. La verdad es que estaba algo emocionado por tener toda su colección ―edición especial― firmada por ella y en persona ―y en su propia habitación― pero no podía evitar sentir que su actriz favorita no era para nada como la había imaginado.

Él siempre había imaginado a Erza Scarlet, la Titania de las películas de fantasía y acción, como una mujer sería, estricta, apegada a las normas y a la justicia, protectora del desvalido y moralmente impecable e intachable; sin embargo, con lo poco que habían compartido ya, esa imagen ya no calzaba con ella, era como si la imagen de la mujer se estuviese resquebrajando ante sus ojos...

Un ídolo caído.

Pedazo a pedazo...

La mujer que tenía frente a sí, era terca, manipuladora, picara y hasta se podía decir que atrevida.

Sí, claro que lo era...

Los comentarios en la puerta, los de quitarse la camisa, e incluso la manera en que se fue corriendo a su escritorio apenas vio que había un marcador en el y empezó autografiar su colección sin volver a preguntar sobre el asunto.

No, no era la persona que él creía...

Y... ¡El último! ―miró sonriente al peliazul― ¡No puedo creer que tengas la primera edición de Heart Kreuz! Ni siquiera yo la tengo ―miraba asombrada el estuche que sostenía en sus manos―. Eres un fan más maniático de lo que pensé...

El peliazul se volvió a sonrojar. «Y le encanta fastidiar» agregó a la nueva lista de características de la mujer, antes de preguntar ―De cualquier modo ¿Por qué no se fue con su chofer, señorita Scarlet? ―preguntó serio y de pronto recibió un golpe en la frente producto del lanzamiento perfecto del marcador que tenía antes la pelirroja en la mano.

¡ERZA! Y lo siguiente que te lance será algo de tu colección de edición especial. ―amenazó con el objeto en mano.

El peliazul se sobaba la frente con calma «Y agresiva... no, más bien violenta» Suspiró y se levantó de la cama, le quitó los blu-rays y los acomodó como estaban ―En fin, por qué sigue aquí, Erza...

Ves que fácil era. ¡Ja! Pensé que sería necesario más castigo.

Responda mi pregunta ―«Ama burlarse de los demás» añadió a la lista.

¿No es obvio? Vengo a por mi primera clase.

¿Hoy?

Sí, creo que le dije que sería lo más pronto posible. Y como hoy no contaba en su nuevo contrato con el restaurante, no tiene que ir, por lo que... ―sacó alegre una lista del bolsillo de su vestido― me ayudará a comprar las cosas que necesito.

¿Eh? ¿Por qué tengo yo que ayudarle a comprar ―entrecerró los ojos para leer la lista que pendía de la mano de la mujer―, olla arrocera, tostadora, microondas...? ―miró extrañado a la mujer― ¿Qué significa esto?

Oh, bueno... digamos que ha habido accidentes en mi cocina y estas han sido las bajas ―levantó los hombros indiferente―, ya sabe, cosas que pasan.

«Demasiado relajada» agregó a la lista. ―Pero aún no ha respondido lo importante, ¿Por qué yo?

Porque usted es mi tutor y sabe de estas cosas... ¿Quién mejor? ―Se cruzó de brazos contra su pecho y asintió― ¡Y nos vamos ya que hay mucho que comprar! ―y sin darle tiempo de replicar fue hacia la puerta.

«Mandona y aduladora» dos pedazos más se desquebrajaron de la imagen que tenía el peliazul de ella.

¡Oh! ―se detuvo la mujer― No firmé el poster de Benizakura... ―se dio media vuelta para cumplir su objetivo pero el pastelero la detuvo y sujetándola con cordialidad del hombro la guió hasta fuera de su habitación y cerró la puerta.

No es necesario, ya firmó demasiado. Vamos, se le hace tarde. ―«Al menos quiero que esa imagen de usted se mantenga pura y perfecta, antes de que yo descubriera la verdad cruel» pensaba algo decepcionado el peliazul mientras seguía guiando del hombro a la mujer.

Oh, sí... ―se puso la peluca rápidamente y se volvió al peliazul― ¿Está bien puesta? Olvidé que para eso fui a su habitación

Yo le ayudo ―con tranquilidad acomodó bien la peluca mientras agregaba "Olvidadiza" a la creciente e imparable lista.

Gracias ―la mujer le dio una gran sonrisa y cerró los ojos mientras se dejaba hacer por el pastelero.

Listo... ―sonrojado el peliazul se alejó de ella con la excusa de buscar las llaves de la casa «Ingenua muy ingenua... como pude mostrarse tan indefensa ante alguien que acaba de conocer y además en una casa ajena» Apenas pudo controlarse al verla con esa sonrisa en sus labios y con los ojos cerrados, no quería ni imaginar lo que pasaría si ella actuase así con algún aprovechado, por un momento había pensado en solo darle el nombre de las mejores marcas para cada electrodoméstico, pero viendo que tan confiada e ingenua era decidió acompañarla. «¿Qué podría pasarle si el vendedor es un aprovechado?» Ante tal pensamiento tomó rápido sus pertenencias y volteó a verla― Vámonos...

Ella con una sonrisa lo siguió y observó mientras este cerraba la puerta.

¿Quiere conducir usted? ―le dijo extendiéndole las llaves de un auto― A Laxus le fastidia que lo vean de copiloto en un auto conducido por una mujer.

¿En serio? ―la miró incrédulo―. No pensé que Laxus tendría problemas con eso...

¿Usted no los tiene?

Para nada. Además, al ser un hombre dedicado a la cocina se lo que es lidiar con esas imposiciones de género ―la miró con una sonrisa―. Si quiere conducir, no tengo problema con que conduzca usted.

Es un hombre muy raro... ―le miró seria para luego seguir caminando dejando a un peliazul intrigado―, el auto está en el parqueo subterráneo cerca del parque, tendremos que caminar un poco.

¿En el parque? ―decidió dejar lo de raro en el aire.

Sí, verá, cuando tomé las llaves no me fije en cual tomé... ―«Y no me devolví por otras porque tenía que llegar acá antes que mi chofer ya que no le había avisado a usted lo del transporte y sabía que habría drama» la mujer se guardó esos pensamientos para ella― y bueno... no quería llamar la atención, así que lo dejé allí y fui caminando hasta su casa.

¿Por qué llamaría la atención un auto frente a mi casa?

La pelirroja iba a contestar pero el móvil le sonó, así que lo sacó y caminando mientras contestaba con cara sería, lo que probablemente eran mensajes de texto, no respondió a la duda del hombre. «Descortés» pensó el pastelero.

Así llegaron hasta el parqueo, donde la pelirroja pagó el importe y por fin guardó el móvil. ―Bueno, no llamará la atención un auto frente a su casa, pero... ―señaló con el dedo al que le pertenecía a ella―, ese tal vez sí...

Jellal Fernandes casi suelta un gemido al verlo.

Un hermoso y reluciente camaro ZL7 del año, de color plateado era a lo que se refería la mujer. No le cabía duda. Ese auto hubiese atraído la atención hasta del pequeño periódico de la comunidad.

La pelirroja veía divertida la cara del pastelero, recordaba que Laxus puso la misma expresión cuando lo vio y le había casi que arrebatado las llaves para probarlo. Después de todo ese auto aún no estaba a la venta, pero ella tenía cierta pasión por los autos y ciertos contactos en la industria por lo que había conseguido el prototipo en exclusiva. Suspiró hondo ante el mutismo en que el azulado había quedado, así que con el control de la llave, quitó la alarma, abrió las puertas, le tomó la mano y le dio las llaves. ―Adelante. Créame, Laxus tampoco se resistió ―y sin esperar respuesta del hombre se subió al auto, se quitó la peluca negra, la metió en una bolsa, abrió la amplia guantera y sacó otra bolsa con una peluca azul claro. Cuando estaba poniéndosela el pastelero llegó a la puerta del conductor extendiéndole las llaves.

Yo, no...

¡Ah, vamos hombre! ―lo miró y puso los hombres en blanco― No me haga rogarle, se le nota en la cara que quiere conducirlo. ―le sonrió traviesa y agregó― o usted es de los que esperan que la mujer les ruegue entre gemidos un "más" antes de dárselo...

Sí Erza hubiese sabido que el peliazul se pondría tan rojo lo hubiese grabado con la cámara de su celular, al final el hombre terminó con la espalda arrecostada al auto, de cuclillas y tapándose la cara.

Erza no se enteraba que al decir eso, él, Jellal Fernandes, había imaginado una escena muy realista de ellos dos en tal situación pecaminosa...

Desnudos, jadeantes, sudorosos, él encima de ella y ella despeinada y casi sin respiración le pedía... más...

Justo en ese momento el pobre hombre trataba de eliminar la imagen y todo lo que la imagen causó en él.

«Demasiado indiscreta... ésta mujer es...» Invocó la paz interior del Dalai Lama. En ese momento de pensamientos de lujuria y pecado no quería recurrir a la paz que le daba pensar en su amada mère.

Necesitó quince minutos para tranquilizarse ―casi― por completo.

Oiga, señor pastelero. ¡Se nos hace tarde! ―lo apuró la pelirroja mientras terminaba de acomodarse la nueva peluca que ésta vez le llegaba por los hombros y se ondulaba en las puntas, con un flequillo dispar al frente. El hombre se levantó y respirando hondo le pasó las llaves. Ella entrecerró los ojos y lo miró―. Así que tendré que rog... ―la mano del hombre le tapó la boca y con la mirada oculta tras el cabello, negó con la cabeza y habló con una voz que a la pelirroja le pareció extrañamente ronca «¿Se estará enfermando?» pensó ingenua.

Yo... creo que no estoy en condiciones de conducir...

Si no conduce usted no vamos a ningún lado... ―decidida contestó la mujer.

¿Por qué tiene que ser tan terca?

¿Por qué usted tiene que hacer de todo un drama? Vamos, ya, sí... ―continuó con un tono conciliador mientras daba dos golpecitos al asiento negro de cuero del conductor― sé que conducir un auto de estos por primera vez pone nerviosa a la gente, yo lo estuve...

El hombre suspiró resignado, sabía que no podría ganar esa batalla, así que se dirigió al lado del chofer y se sentó ante la mirada alegre de la mujer.

Además aún necesito crear mi personaje... puede quedarse un rato así, por si necesita calmar los nervios por conducir este auto...

«Yo no diría que es a causa del auto, ni tampoco "nervioso" es lo que estoy» negó mentalmente el pastelero que aún trataba de borrar la escena candente de su mente. ― ¿Personaje? ―fue lo que dijo.

Sí. ¿Para que cree que me cambié de peluca?

¿De dónde sacó la peluca? ―la ex pelirroja le señaló la guantera abierta, el hombre observó varias bolsas con pelucas, rubias, rosas, azules, verdes, negras... «¿Cómo podían alcanzar tantas cosas en una guantera?» se preguntó impresionado. «Las mujeres y su magia de convertirlo todo en una bolsa mágica de espacio infinito» negó incrédulo cuando vio a la actriz sacar un blazer negro y una cartera de la misma guantera.

El precio de la fama ―le miró con una sonrisa resignada― la última vez que salí a un sitio público sin disfraz terminé presionando el botón de detención de un elevador y llamando a mi agente para que me sacara, terminó necesitando la ayuda de la policía para hacerlo.

Oh, ya veo... ―fue lo único capaz de decir, recordaba haberlo visto en las noticas cuando aún estaba en Francia, al parecer la habían perseguido por todo el centro comercial y casi termina desnuda por los jalonazos, recordaba muy bien haberse molestado por esos fans tan intensos «Aunque ella no debió ser tan imprudente y andar sola en un lugar así»

Imprudente. Otra palabra para la lista.

Bien, pero fue hace bastante, por eso ahora no salgo sin mis provisiones. ―sonrió divertida y lo miró de pronto emocionada― ¡Lo tengo! Sera mi hermano.

¿¡Qué!?

Sí, mire, se parece a su cabello, aunque el mío es más claro... ―señaló su peluca y continuó―, si preguntan mi nombre será Aoi Fernandes y usted es mi hermano menor... ―terminó con una sonrisa.

¿No creé que sería más factible que yo sea el hermano mayor? ―le miró incrédulo.

Pues si esa es su condición para aceptar... ¡Trato hecho! ¡Todo resuelto! ―contestó con una sonrisa pícara.

«Ahí está de nuevo, acaba de usar su astucia para manipularme»

Bufó fastidiado, cerró la puerta y puso la llave en el contacto y la giró, enseguida el motor ronroneó con sus setecientos caballos de fuerza.

«Una belleza de motor» pensaba fascinado el hombre mientras la mujer se despintaba el color negro de las cejas y las volvía rojizas para luego con algo parecido a un marcador se las volvía a pintar pero estaba vez en azul.

«Las mujeres y el maquillaje» Suspiró de nuevo «¿Y por qué le falta media ceja» aguantó una risa divertida y arrancó el auto rumbo a...

¿A dónde vamos? ―preguntó al darse cuenta que no tenía ni idea de a dónde iba.

¡Al centro comercial de Fiore! ―Indicó emocionada mientras se ponía unas gafas de marco grueso rojo.

Treinta y tres minutos más tarde Jellal terminaba de estacionar el auto en el parqueo subterráneo del centro comercial.

¿Y bien? ¿Qué le pareció el auto? ―lo miró emocionada la mujer.

Un sueño... ―le contestó con una adorable sonrisa el pastelero a lo que la ahora azulina solo pudo sonrojarse.

Ent-entonces... me alegro el haberle insistido«Valió la pena, valió mucho la pena» se decía así misma mientras guardaba una imagen mental de la adorable sonrisa del pastelero.

Sí, gracias por eso ―otra sonrisa se extendió por su rostro y la actriz se aseguró de guardarla también.

Fue... no fue nada... ―y abrió rápidamente la puerta porque de pronto necesitaba de aire fresco.

Algo bastante difícil de conseguir en un parqueo subterráneo.

El hombre salió del auto, colocó la alarma y le pasó las llaves a la mujer. Ella las guardó en su pequeño ―pero espacioso― bolso negro y se lo colocó en el hombro mientras entraban al centro comercial.

Primera parada, tienda de electrodomésticos ―señaló la mujer la escalera eléctrica.

La dichosa tienda, eran dos pisos completos del centro comercial surtida con todo lo que se podía necesitar en un hogar, Jellal observó la increíble variedad de marcas, precios, colores y estilos. Si él no fuese el experto que era en esas cosas, seguramente caería en algún error de novato, como lo era el de escoger siempre lo más caro, por supuesto, nadie debería caer en un truco tan obvio, lo correcto era verificar materiales, extensión del cable de electricidad, el tamaño apropiado, y sin duda la garantía porque...

Este es el más caro ¡Me lo llevó! ―interrumpió sus pensamientos la voz de la mujer que lo acompañaba.

«Oh, sí... sería un día largo» negaba con la cabeza el azulado al ver la emoción de la mujer por sus malas elecciones. La tomó de la mano y la guió por el nuevo mundo de las sabias elecciones.

...Ésta sería la primera gran lección para la actriz...

~°0°~

Batidora, licuadora, microondas, tostadora, exprimidor de jugos, set de ollas de termo cerámica, cucharones, moldes... ―la mujer terminó de tachar el último ítem de la lista sentada donde estaban los muebles en exposición― ¡Parece que todo está listo! Y solo nos tomó...

¡Tres horas y media! ―exaltado contestó el peliazul sentado en un sillón de lectura rojizo.

Oh, vamos... ¡Fue divertido!

¿Divertido? ¿¡Divertido!? ¡Casi logra que una batidora de prueba explote!

¡Hey! ¡Yo solo la encendí y salió humo! ―hizo un puchero con la boca― de seguro que ya tenía sobre uso...

Claro, claro... ¿Y el tostador también? ―la miró con una ceja alzada.

Oh, bueno... ¡Hey, Hibiki! ¡Por aquí! ―la actriz se hizo la desentendida cuando un apuesto chico rubio castaño la saludó.

¡La suerte de mis ojos al verla! ―el recién llegado la tomó de la mano y la besó con galantería ante la mirada entrecerrada del peliazul― Mi hermosa niña, espero que no haya esperado mucho...

No, claro que no... ―la actriz retiró rápidamente la mano de la del castaño, cosa que le sacó una sonrisa al peliazul― de hecho apenas acabamos de terminar, te agradezco que vinieses solo para esto.

No tienes que agradecer, iría hasta el fin del mundo por una petición tuya... ―la intentó tomar de la mano de nuevo pero la mujer rápidamente levantó al peliazul del sillón y se puso detrás de él.

Este... emm... él es Jellal Fernandes, me vino a ayudar en la elección y bueno... ―agregó mirando al peliazul― él es Hibiki Lates, el dueño de esta tienda.

Ambos hombres se dieron un tenso apretón de manos.

Gracias por ayudar a MI bella y bien amada dama... ―seguro de sí mismo habló el castaño posesivo provocándole algo de molestia al azulado.

No, gracias a usted por ayudar a MI novia... ―«No, espera, Jellal... ¿¡Qué!? Cést la merde! » se increpó inmediatamente a sí mismo al oírse decir lo que dijo y al sentir las manos de la pelirroja sujetarlo más fuerte. No solo había sido indiscreto e idiota, sí la pelirroja lo desmentía... «Quedaré en ridículo...» se reclamaba sin parar el peliazul.

¿¡No-novia!? ¿Qu-qué significa esto? ―casi gritó el castaño viendo a la mujer incrédulo.

Emm... ―«Tranquila Erza, eres una actriz. Vamos. Improvisar es tu talento» se enderezó tan alta era y tomó cariñosamente del brazo al peliazul― ¿Y desde cuando te debo explicaciones, Hibiki? ―lo miró totalmente seria.

No, claro que no, solo que yo... es decir tú... no sabía que...

Bueno, es obvio, sabes que mantengo mi vida privada... PRI-VA-DA. ―le remarcó cada silaba y el castaño entendió el mensaje.

Sí, yo... tienes razón... yo... ―miró al peliazul con lágrimas contenidas y le extendió la mano sincero― ¡Felicidades! ―«Usted es mi héroe» pensó para él. En todo lo que llevaba de conocer a Erza, ella nunca había presentado a un hombre con ese título.

Hibiki Lates sabía cuándo retirarse de una contienda.

El hombre al que se enfrentaba era más alto, parecía más fuerte y odiaba admitirlo, pero hasta podría ser más apuesto que él mismo... y viendo la manera en que la hermosa mujer se abrazaba al brazo de él y además parecía tan a gusto...

«No tengo oportunidad... bueno, al menos Jenny aún está soltera» ―se animó casi al instante el castaño. ―Bien, Erz... Aoi ―se corrigió rápidamente― ¿Para qué me necesitabas?

Ya sabes, lo de siempre, artefactos nuevos...

¿De nuevo? Pero... ―miró incrédulo el carrito de compras al lado de la mujer― la semana pasada también compraste algunos de esos...

Ya sabes, accidentes pasan... ¡Je!

Aoi, de verdad... deberías ver a un exorcista o algo... ―cada semana esa mujer venía a hacer ese tipo de compras, él estaba empezando a dudar de la calidad de sus propios electrodomésticos.

Mira me ha dicho lo mismo ―puso los ojos en blanco, mientras el azulado se aguantaba una carcajada―, pero no es mi culpa. En fin, vamos, necesito pagar esto. ¿Podrías mandarlos a mi casa? Ya sabes, aún tengo cosas que hacer.

Sí, bien, vamos a mi oficina. ¿Señor Fernandes le da permiso a su novia para que me acompañe? ¿O prefiere revisar y decidir las cosas usted? ―por alguna razón pensó que un novio de Erza Scarlet sería del tipo posesivo, controlador y celoso. Del tipo que le gusta someter a la mujer. Después de todo sabía que la actriz tenía un temperamento fuerte, pero según le había dicho su profesor de seducción, a esas mujeres les gustaba ser tratadas de esa manera.

Pobre hombre engañado.

El peliazul miró con la ceja alzada al castaño. «¿Erza pedir permiso?» Eso no calzaba en lo absoluto con la personalidad imponente de la mujer, así que antes de que ella empezara su reclamo el habló. ―Ella puede hacer y deshacer a su placer. No necesita mi permiso ―se agachó un poco y le besó la frente a la pelirroja―. Ve, yo te espero aquí, mon chéri... ―terminó de hablarle tratando de controlar la vergüenza por lo que acababa de hacer.

Yo, sí... ―trató de hablar la actriz mientras sorprendida seguía al castaño, justo quien no cabía de la incredulidad al ver a esa mujer enrojecer de esa manera. «¡Ese hombre es el maestro de maestros de la seducción! ¡Lograr eso en Erza Scarlet!» Volvió a mirar hacia el hombre y lo vio sentado de nuevo en el sillón de lectura con la cara volteada y el rostro descansando en la palma de su mano, la admiración creció en el Lates «Tan genial y calmado. ¿Me aceptará como su alumno? ¿Tendré que aprender francés?» Esos eran los pensamientos del castaño al entrar a su oficina con la actriz.

Lo que no observaba el chico es que en realidad Jellal Fernandes estaba totalmente rojo y apenado por lo que acababa de hacer.

Al salir de la oficina la actriz y el joven dueño, vieron al peliazul conversar con una rubia de ondulado cabello.

Oh, mira, es Jenny ―la rubia se volteó sonrojada y con una sonrisa ante la mención de su nombre y saludó a la mujer.

Inmediatamente el castaño se puso en guardia y apretó los puños.

«Esa es MI Jenny y estaba sonrojada... este hombre es un verdadero peligro...»

Aceleró el paso, tomó a la rubia de la mano y sin mediar palabra se la llevó a su oficina, la cuál cerró de un portazo.

El pastelero y la actriz se miraron desconcertados.

¿Qué acaba de pasar?

Bueno, parece que Hibiki acaba de experimentar una alta dosis de celos ―sonrió la mujer―, generalmente se porta como un mujeriego, pero él siempre ha estado enamorado de Jenny. Le apena decírselo y no han llegado a nada.

¿Alta dosis de celos? ―le miró sin comprender.

No sé mucho del tema pero generalmente cuando ves a la persona que te gusta coqueteando y sonriendo sonrojada con otra persona que resulta bastante atractiva... los celos se hacen presentes ―le levantó una ceja.

¿Coqueteando? ―«Me cree "bastante atractivo"» Trató de disimular una sonrisilla satisfactoria.

Así es, novio infiel... ―fingió el tono acusatorio divertida.

Hey, yo nunca te sería infiel ―se calló incomodo al escuchar lo que dijo― es decir, yo no... yo no sería infiel si estuviese en una relación...

Eso imaginé. Sin duda pareces una persona fiel, confiable y leal, Jellal. ―le sonrió sincera y el peliazul no pudo hacer más que sonrojarse.

Perdón por... no seguir el plan de... ser hermanos... Terminó mintiéndole a su amigo.

Oh ―se sonrojó un poco― no se preocupe, igual con Hibiki no hubiese funcionado eso. Además así tal vez deje el acoso un rato, es un chico apuesto, inteligente y amable, pero debería centrarse un poco.

Inmediatamente el pastelero tachó indiscreta y aduladora de la lista que había estado creando.

No, Ezra Scarlet no era eso. Ella solamente era una mujer demasiado sincera que no le daba miedo expresar lo que pensaba sobre las demás personas.

Y ahora, por alguna razón sintió una necesidad irrefrenable de explicarle lo que había pasado con la mujer rubia.

Yo, verás, la chica iba para la oficina y tropezó, pensó que no había nadie y comenzó a reclamarle a gritos a su propio pie, pero cuando me vio se avergonzó, así que le estaba diciendo que no se preocupara...

No tienes por qué explicarte, pastelero. Además no está mal que un idiota como Hibiki se lleve un buen susto, tal vez así actué como debe. Ni planeado me sale mejor. ―le dio una sonrisa divertida y él se la devolvió.

En esta ocasión tachó fastidiosa, burlona y manipuladora de la lista mental.

Al parecer esa mujer usaba esas formas para ayudar a otros, era una extraña manera, pero así lograba de una manera indirecta dar el empujón a los demás. Incluso sus atrevimientos eran debido a esas razones, si no fuese por esas formas el aún estaría pensando en cómo podría pagar las cuentas después de tres meses.

¿Quieres ir a comer? La verdad ya tengo hambre. ―le preguntó con una sonrisa la actriz.

Sí, yo también. Ya casi son más de la una de la tarde.

¿Comemos en el Fairy Tail? Hoy quería comer con Capricorn, hace tiempo que tengo un almuerzo pendiente con él.

¿No cree que sería extraño si llego con usted?

¿Por qué? Soy Aoi ¿No?

Bueno, sí, pero...

Pero nada, vamos hombre que el hambre ataca ―lo tomó del brazo y comenzó a caminar canturreando― ¿No sabe si habrá quedado algo de su pastel?

No, de hecho al final no dimos abasto ―contestó alegre y orgulloso.

Oww... ―se lamentó la actriz― ¿Volverá a hacerlo? ―preguntó esperanzada.

No por el momento, el contrato dice que debo crear un postre diferente por semana durante un año antes de volver a repetir alguna receta. ―la miró inflar las mejillas, se parecía a Meredy y a Wendy cuando iban a empezar con una rabieta. «Aquí se viene, la terca, mandona y manipuladora» pensó divertido.

Será difícil esperar... ―suspiró pesarosa pero no hizo más.

¿¡Eh!? ―se detuvo de pronto y se le quedó mirando― ¿Se siente bien?

Me pone triste no poder volver a comerlo hasta dentro de un año, pero me emocionan los postres nuevos. ―le miró extrañada por la reacción de él.

¿No va a ponerse terca o a tratar de manipularme para que se lo cocine? ¿No me a mandar a hacerle uno?

¡Jajaja! No, claro que no. No voy a obligarlo a nada, ¿Acaso soy su dueña o algo así? Es solo un capricho mío. ¡Oh, mire! ―señaló a una tienda y corrió hacía ella.

Ahora que lo pensaba ella solo se había puesto terca, mandona y manipuladora cuando él se había mostrado a la defensiva, cerrado y un tanto dramático, no era que ella siempre se mostrase así. Solo era otra de sus extrañas maneras de ayudar a los demás.

Tres palabras más se tachaban de su lista.

Cuando se dirigió a la tienda en que la mujer había entrado, ella ya había salido con varias bolsas en las manos.

¡Delantales! ―Le dijo emocionada― Uno para cada día durante toda la tutoría.

¿No cree que es demasiado? ―le preguntó mientras negaba con la cabeza.

Nop, son lindos, evitaran que me ensucie y me sentiré en el papel de alumna, además, podré seguir usándolos luego de que me convierta en una experta. ―levantó los hombros y le restó importancia.

Con un suspiro divertido le quitó las bolsas de las manos y se encaminó al parqueo.

Ella no era "demasiado relajada" tan solo confiaba en sí misma y trataba de no arrepentirse de sus decisiones buscando la mejor salida a cualquier consecuencia.

... ¿Por qué cada defecto que le había encontrado de pronto se convertía en una cualidad envidiable? ...

~°0°~

Eran las dos de la tarde y por fin se sentaban a comer en uno de los reservados, con el menú en las manos y tres copas de agua frente a ellos.

Tuvieron que esperar media hora para que se desocupase uno, según les dijo Capricorn, mucha gente había llegado esperando poder probar el Gâteau de Fée.El peliazul se sentía demasiado orgulloso.

El postre de su madre había sido un éxito. «¿Lo estás viendo, mère? Tu hijo aprendió bien la receta» Le pareció escuchar la voz de su madre felicitándolo como siempre lo hacia cuando él le cocinaba.

¿Pensando en alguna mujer? ―le preguntó la actriz al verlo sonreír de esa manera. Ese día ya lo había visto sonreír varias veces, pero le causaba curiosidad la amplia gama de sonrisas que tenía ese hombre. Cuando le había conocido la tarde noche anterior pensó que era un hombre que no sonreía mucho. Se alegraba de estar equivocada, ese rostro sonriendo se le hacia algo digno de observar continuamente.

Sí, así es ―contestó sincero y miró el menú, para luego volver a mirar la cara sorprendida de ella―. Y antes de que se haga ideas, le digo qué en quien pesaba era en mi madre ―volvió de nuevo la vista al menú. Menú que se sabía de memoria, pero era efectivo para enviar el mensaje de "Y no quiero hablar de ese tema"

Y al parecer la actriz entendió porque no le preguntó más.

Señorita Aoi... ―habló el gerente de servicio que llegaba al reservado y se sentaba junto a ellos.

Es Erza... ―reclamaba la pelirroja.

Es Aoi... ―corregía el peliazul.

Aoi ―repitió divertido el señor.

¿Cómo saben que en este momento eres Aoi sí tienes tantas pelucas? ―por fin el peliazul preguntaba una duda que tenía desde que se toparon con el tal Hibiki.

Oh, es que ésta es una de las pelucas que más uso, y la que siempre utilizó cuando voy al centro comercial. Es muy útil, con ella me hago pasar como mi asistente personal y así puedo cargar todo a mi nombre sin preocuparme de que me persigan por todo el lugar ―le cerró un ojo al peliazul y este volvió de nuevo su vista al menú.

Por mi parte me alegra que se preocupe por eso, Aoi, la otra vez...

Con permiso, voy al tocador ―cortó la pelirroja― ¿Capricorn, podrías ordenar por mí?

Por supuesto, será un placer.

La mujer se levantó y cuando se había alejado unas tres mesas se devolvió.

No órdenes mi postre, de eso me encargo yo. ―lo señaló muy seria y al verlo asentir se fue.

Es una mujer muy extraña ―opinó el pastelero aún viendo el menú.

A la señorita Aoi no le gusta que se preocupen por ella, sabía lo que iba a recordarle y se sintió incomoda ―sonrió el señor.

¿Y qué iba a recordarle? ―interesado bajó el menú― Digo, si se puede saber...

No veo porque no ―«Le conté a ella de usted, ahora debo nivelar las cosas contándole a usted de ella» sonrió misterioso y llamó a una de las meseras, pidió su orden y la de la actriz. Jellal terminó pidiendo lo mismo que ellos―. Verá, una vez ella quedó atrapada en un ascensor con una horda de fans enloquecidos al acecho, salió en todos los noticiarios, incluso hubo muchos heridos a causa de la estampida que se provocó cuando la vieron.

Sí, también lo pasaron en los noticieros en Francia. ―afirmó el peliazul.

Pues bien, lo que no saben es que la señorita Erza ya estaba en su auto y se había quitado el disfraz porque había terminado con sus compras, pero su amiga Mirajane llegó asustada porque su hermanita se había bajado del auto y estaba perdida en el centro comercial, y Erza, perdón, Aoi, no lo pensó dos veces para bajarse y salir corriendo para buscarla, y bueno... terminó como terminó... pero igual gracias a qué casi todos los presentes la perseguían pudieron encontrar fácilmente a la señorita Lisanna.

Interesante historia ―fue lo único que dijo el peliazul.

Lo es, y de esas hay muchas. La señorita suele tomarse la labor de ayuda muy en serio, por ejemplo, ayer en lo que me tomó llamarlo a usted y a usted acudir a la oficina, la señorita revisó su expediente, tomó en cuenta todas las opciones probables, llamó a recursos humanos y junto con contaduría, consultó todo lo referente a su nueva posición, horario y aumento. Incluso hoy en la mañana estuvo coordinando vía mensajes y correos la publicidad para los postres especiales entre semana. A veces pienso que trabaja demasiado, desde hace un año y medio no tenía vacaciones, estuvo entrenando para las escenas de lucha de la última película y además aprendiendo un nuevo idioma para otra que rodará en el extranjero el próximo año. Es bueno que sea seria en lo que decide hacer pero, debería relajarse un poco, aunque bueno, las peleas con el Joven Laxus siempre la relajan, al igual que a él ―bebió agua de su copa y continuó―, desde que los conozco se llevan como gatos y perros pero no me cabe duda que es cuando más se divierten ―rió divertido al recordar como la noche anterior vio como la pelirroja abría de una patada la puerta del rubio y minutos ―y contundentes sonidos después― lo sacaba apoyado en sus hombros mientras ambos reían adoloridos.

El peliazul se llevó la copa de agua a los labios y sonrió rendido.

La había llamado agresiva y violenta pero esa era la manera que tenía de relajarse, la llamó olvidadiza y luego descortés cuando no respondió su pregunta pero ella estaba ocupada y preocupada de que todo lo que tenía que ver con él y su nuevo puesto para ayudar a él y su familia, incluso había cedido a su chofer para el transporte de su hermana y del hijo del mismo chofer , le había creído imprudente pero ella se había arriesgado para salvar a la hermana de su amiga...

La estúpida lista de defectos que había creado para desvirtuarla a causa del vacío y ridículo concepto idealizado que tenía de ella se iba destruyendo ante sus ojos.

Se sentía un idiota por estar buscando defectos en una persona que al igual que cualquier otra podía tenerlos.

Cuando la mujer volvió se sintió tan avergonzado que no pudo mirarla a la cara y si no fuese por la amena plática de Capricorn hubiese sido un almuerzo incómodo y silencioso.

Muy silencioso.

Tan silencioso como el viaje de regreso hasta la casa del peliazul.

Cuando llegaron al parqueo del parque, el peliazul intentó despedirse pero la pelirroja le dijo que le había prometido a la pequeña Wendy estar allí cuando volviese de la escuela para firmarle el poster que ella tenía en la habitación. Obviamente la pelirroja no desistió y terminaron ambos encaminándose a casa del peliazul.

De nuevo el silencio formó parte de cada paso. Por suerte el parque estaba llenó de niños correteando y algunos adultos jugando futbol, por lo que ruido ambiental no faltaba, como el ruido de una fuerte patada y el de una bola a toda velocidad que se dirigía hacia ella.

Luego se escuchó un paff y luego un puff...

Alguien golpeado y caído al piso.

En una historia normal, de las que Erza leía en los guiones de dorama, si algo así pasaba, por lo general la mujer era golpeada, cayendo inconsciente en brazos del chico de turno o era salvada heroicamente por ese chico de turno. Pero como la vida no es un guión de dorama, ―ni un manga shoujo― en ésta ocasión la mujer había evitado ágilmente la bola, pero la bola había golpeado contundentemente al peliazul quien iba metido en sus propios pensamientos de auto castigo y haciendo que éste se torciera el pie y cayera de cara al piso.

Para suerte del chico y alivio de la chica, le dio tiempo de poner las manos y así no lastimarse el ―apuesto― rostro.

Por cierto, en los doramas te extendían la mano.

En la vida real te toman una foto o se ríen de tu desgracia.

Erza hacía ambas cosas.

¡JAJAJAJAJAJA! Se ve tan gracioso... ¡JAJAJAJAJA!

Tsk... ―respondió este mientras se sentaba para recuperarse del golpe en la cabeza― si la vio venir debió desviarla... ―reclamaba el hombre.

Oh, vamos... ¡JAJAJA! A la velocidad que iba me podría haber quebrado la mano...

Los dueños del balón se acercaron y pidieron disculpas totalmente apenados, para sorpresa de la pelirroja el pastelero sonrió y las aceptó amablemente.

«Es un hombre muy gentil...»

Ella suspiró hondo y se acercó a él extendiéndole la mano ―Bien, lo siento... ¡Le juro que lo protegeré la próxima! ¡Por mi honor de mujer caballero! ―le dijo sería llevándose una mano al pecho en señal de promesa.

¡Ja! ―rió divertido y le dio la mano― ¡Eso quiero verlo! ―se intentó levantar pero el dolor en su pie derecho se lo impidió, con una mueca de dolor se volvió a sentar en el piso― Par un demón! ―espetó fastidiado― Creo que me torcí el pie... ―se removió el cabello frustrado.

¿Quiero que lo lleve en la espalda? ―le preguntó divertida la pelirroja, él se limitó a fulminarla con la mirada haciendo que la mujer volviera a reírse― ¡Oh, vamos! Bien que dijo que no le importaban esas cosas de género... ―le reclamó traviesa.

Una cosa es que usted conduzca y otra cosa es permitir que una per-so-na, y no estoy dando distinción de genero ―le recalcó―, que apenas alcanza los cincuenta kilos y el metro setenta me lleven a mi cargando...

Oh, oigan al fanático obsesivo, hasta mi peso y altura sabe... ―lo vio enrojecer y agregó― Apuesto a que se sabe todas mis demás medidas... ―le levantó una ceja picara.

Tsk... por supuesto que no... ¡Fue una suposición! ―miró hacia otro lado nervioso mientras pensaba sin poder evitarlo «97-59-91» y enrojeció más.

¡Jajaja! Apuesto que lo sabe. ¿No le han dicho qué es un mal mentiroso?

El silencio fue su respuesta y la afirmación de la misma.

Bueno, bueno... Wendy llegará en un rato, más nos vale apresurarnos ―intentó volverse a levantar pero le volvió a doler.

¡Deje de hacer eso, puede empeorarlo! ―se agachó junto a los pies del chico y le quitó el zapato del pie afectado, cuando estaba por quitarle la media él la detuvo.

¿Qué cree que hace?

Viendo que pasó.

¿Acaso va a curarlo con magia?

No, pero necesito saber si no es una fractura.

No me va a quitar la media aquí, además ya estoy completamente bien y ¡AYYYYY! ―miró incrédulo como la pelirroja le apretaba el pie lastimado.

Eso no me parece un pie en buen estado ―y aprovechando el dolor del pastelero le quitó la media―. No tenga pena, a todos nos huelen los pies...

¡A mí no me huelen los pies!

¡Jajaja! Es una broma, agradezca a su talco, hace bien el trabajo ―y con una sonrisa comenzó a revisar con cuidado el pie, lo palpó, lo movió de lado a lado y de arriba abajo y después sacó de su cartera un rollito de vendas y comenzó a vendarle el pie.

Jellal había escuchado y conocido a mujeres que llevaban banditas con ellas todo el tiempo, pero una que llevara en su bolso de mano un rollo de vendas, le parecía toda una novedad y extrañeza.

Listo, con esto no le dolerá tanto ―le volvió a colocar la media pero el zapato se lo dejó ella en la mano―, el pie está muy hinchado será mejor que no se lo ponga ―explicó antes de que él le reclamase―. Ahora apóyese en mi hombro y llegaremos más rápido.

Y con la sonrisa que le dio, Jellal no se pudo resistir.

Con cuidado se levantó y colocó un brazo por sobre los hombros de ella y ella pasó su brazo por la cintura de él.

Envuelto en esa calidez y entre brinquitos llegaron a la casa del peliazul.

La pelirroja sentó al hombre en el sofá grande y luego se quitó la peluca por el calor del esfuerzo. ―Parece que llegamos antes que su hermana. ―comentó al ver que aún faltaban diez minutos para las cuatro de la tarde.

Sí, apenas debe de estar por salir. ―intentó levantarse de nuevo pero el dolor se lo volvió a impedir.

¿Qué cree que hace?

Iba a calentar agua para ponerme algo caliente en el pie...

No sea ridículo, es un esguince, necesita frío no calor. ¿Tiene alguna palangana grande? Oh, esa de ahí me viene bien... ―señaló el objeto alargado y profundo junto al lado del sofá― ¿Qué es?

Eso ―miró el objeto―, es donde bañamos a Charle, la gata de Wen.

¿Tiene una gatita? ―preguntó entusiasmada.

Sí, pero es muy calmada, así que debe de estar tranquila en la cama de Wen.

Me encantará verla luego ―y sin decir más fue a la cocina, llenó una gran olla con agua, acercó la piscina de la gatita, la llenó y volvió a la cocina para sacar hielo del surtidor de cubitos, cuando tuvo una buena cantidad, regresó a la sala, le quitó la media y las vendas al peliazul y con cuidado le sumergió el pie en el agua para después echar de a poco el hielo que había traído. El peliazul la miraba cálidamente mientras ella hacía todo eso.

Ni siquiera notó que el pie le había dejado de doler.

Listo. Déjelo unos minutos allí y verá como mejora rápidamente. ―habló satisfecha de sí misma.

Parece que sabe mucho del tema, señori... Erza ―se corrigió al recibir la mirada de advertencia de ella.

La mayoría de mis películas son de acción, suelo lesionarme en las tomas y aún más en los entrenamientos. He aprendido mucho con eso... ―se sentó junto a él, observando el pie hinchado― antes no sabía ni colocar bien una bandita, y mucho menos unas vendas ―se rió al recordar sus primeros y tremendamente fallidos intentos de vendaje.

¿Por eso carga con vendas?

Ya sabe lo que dicen, mujer prevenida vale por dos...

Sí, eso dicen. Por cierto... ¿No sé supone qué en las tomas usan dobles?

Se supone, sí...

Entiendo, usted es tan terca que no los usa... ―la vio enrojecer y voltear a ver a otro lado, ya había escuchado rumores de eso, pero no les daba crédito.― Me sorprende que le permitan hacerlo... ―«¿Cómo permiten que ella se arriesgue, la estrella, la protagonista?» les recriminaba a todos los involucrados en el mundo del cine y la televisión.

Es mi culpa...

Debería cuidarse más, ¿Qué pasaría si...?

¿Dónde están las toallas? Necesitaremos una para cuando tenga que sacar el pie ―cortó lo que decía el peliazul y se levantó del sofá.

«Lo mismo que hizo con Capricorn» entendió el peliazul y dejó el tema. ―Al fondo del pasillo está un armario en donde se guardan. ―la vio ir rápidamente y regresar con una, ponerla en el piso y ayudarlo a sacar el pie.

En unos minutos lo volverá a sumergir, de hecho, ya parece un poco mejor... Luego de repetir esto unas cinco veces más, le vendaré el pie y verá como mañana estará mejor ―le sonrió esperanzada y él no pudo evitar devolverle la sonrisa.

Ella era una mujer que se preocupaba genuinamente por los demás.

Tal vez no usaba espada, o armaduras o poderes mágicos, pero usaba todo lo que tenía a su alcance por ayudar a la gente, no era confiada ni ingenua, ni terca, ni manipuladora ni nada de esas cosas... o tal vez sí era todos eso, pero al fin y al cabo, ella, solo era ella... la verdadera...

Erza Scarlet.

Se agachó un poco y la tomó de la mano.

Erza, ¿Quiere quedarse a tomar el café con Wen y conmigo? Sabe, traje un Gâteau de Fée a casa ayer, aún queda, me encantaría compartirlo con usted en agradecimiento ―vio los ojos de la mujer brillar y se sintió en las nubes.

¡Por supuesto que sí! ¡Con todo el placer del mundo!

Aunque le advierto que mi otra hermana puede que esté por llegar, y no sé si quiere que más personas conozcan nuestro trato.

¡Oh, vamos! Es su hermana, si usted confía en ella, yo también.

«Confía en la gente porque tiene un gran corazón»

Erza, ¿Podría... podría pedirle otro favor? ―preguntó nervioso.

Claro que sí, ese pastel vale cualquier esfuerzo ―contestó sincera y emocionada haciendo sonrojar al pastelero.

Cuando... cuando firme el póster de Wen... ¿Podría luego... podría... ―respiró hondo y la miró decidido― podría también firmar el mío?

En ese momento la lista de defectos había quedado totalmente olvidada.

La sonrisa encantadora de ella hizo que la imagen de la antigua Erza se despedazara, dando paso a una nueva...

...Una más humana, más cálida y más cercana...

¿Comentarios? ¿Estrellitas?

:D Sus comentarios y estrellitas hacen que la historia no quede pausada D:

Aclaraciones:

Camaro ZL7: Basado en el Camaro ZL1. Es un hermoso auto, solo le agregue seis números más. xD

Mon Chéri: Cariño. Mi Cariño. Básicamente un apelativo cariñoso.

C'est La Merde: ¡Vaya Mierda! O ¡Mierda! O ¡Que Mierda!

Par Un Demón: ¡Por un demonio!

Jellalcito maldice sensualmente en francés. xDD

Rincón De La Escritora:

Espero les haya gustado el cap. XD ¡Gracias por leer!

Aviso Importante.

Debido que en unas horas seré sometida a una operación de la vista es probable que no actualice pronto mis demás historias, es probable que incluso tarde un mes en recuperarme. Así que...

TODAS MIS HISTORIAS QUEDAN PAUSADAS MOMENTÁNEAMENTE

me disculpo por eso, pero es algo inevitable. Gracias por ser un apoyo.


¡Gracias por leer estás locuras! QwQ7


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