Love in New York. {Justin Bie...

By StratfordJustin

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Love in New York - [Sinopsis]
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.

Capítulo 26.

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By StratfordJustin


"Never in a thousand years."

Como cualquier lunes, deprimido y agotador, empezaba otra vez la semana. Y yo, para no perder mi preciosa costumbre de aguantar unos minutos más en la cama, de nuevo llegaba tarde. Me perfumé rápidamente y salí de casa con prisa, despidiéndome de mi madre, que terminaba de arreglarse para irse también.

Viendo que no podría utilizar la limusina, ya que la usaría mamá, me subí a un taxi rápidamente y le indiqué donde tenía que llevarme. Suspiré alegre, al haber cogido algo de dinero para poder pagarle. Me dejó en la puerta de Constance, le pagué y me despedí con una educada sonrisa. Llegué corriendo a la entrada, y ya tenía mensajes de Lisa en el móvil diciéndome que llegaba muuuuy tarde. Vi como Marco baja las escaleras, así que supuse que él también había llegado tarde y ya no nos dejarían entrar a la primera clase. Al menos estaría con él.

-Hey. -le dije dulcemente, mientras caminaba hacia él.

-Hola. -me dijo.

-¿No te han dejado entrar? -le dije, después de darle un beso en la mejilla.

Nos sentamos en las escaleras de la entrada.

-Me he quedado dormido. -me reí.

A decir verdad, le notaba un poco más seco de lo normal, pero supuse que sería porque todavía estaba medio dormido.

-Voy a beber agua, ¿vienes? -le dije.

-Te espero aquí. -asentí.

Caminé hacia la fuente que había en el patio de atrás, siendo disimulada para que si algún profesor me viese no pensara que me había fugado o algo así.

Presioné el botón del agua y bebí, agradeciéndolo, ya que tenía la boca seca.

Mi móvil comenzó a sonar en el dobladillo de mi falda, era Lisa, ¿me llamaba estando en clase?

-Maldita tardona que eres. -espetó, en un murmuro.

Comencé a reírme.

-¡He tenido que coger un taxi! -me justifique.

-Esta no te la perdono en la vida, no sabes lo mal que lo estoy pasando. -bromeaba, con voz afligida.

-¿Estás en clase? -me reía.

-Que va, he salido un rato al baño sino quería que me echaran por dormirme tío, que puto tostón.

Literalmente me meaba.

-Liss te dejo, estoy con Marco, nos vemos en un rato.

-Zorra. -es lo ultimo que oí.

Volví a las escaleras donde se hallaba un Marco desinteresado mirando su móvil. Me senté a su lado, a esperas de que sacara algún tipo de conversación e incluso me empecé a poner incomoda, pero él no hablaba nada.

-¿Te pasa algo? -le miré.

Él me miró fijamente durante unos segundos.

-¿Te besaste con Justin en la fiesta de sus padres?

Joder, tragué saliva.

¿Como demonios se había enterado? creo que esa era un pregunta fácil.

Agaché unos segundos la mirada.

-Él me besó. -mojé mis labios-. Sabes que no le soporto, eso no fue nada. -le dije, normalmente.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-¿Para qué? -lo obvié, era una tontería contarle algo que no tenía importancia, ¿o sí?

Él agachó la cabeza, asintiendo.

-Está bien. -murmuró.

Segundos después comenzó a sonar el timbre que indicaba la siguiente clase y la cosa se quedó ahí. En cuanto vi a Lisa en clase se lo conté todo, desde mi cita con Marco el viernes hasta lo que acaba de pasar ahora, no ganamos un par de reproches de los alumnos de primera fila y del profesor.

Cuando terminó el primer recreo, no habíamos visto mucho a Becca, pues había pasado gran parte del día junto a Ryan.

Lisa y yo nos cambiamos entre conversaciones y conversaciones, finalmente yendo a la clase de gimnasia que nos tocaba ahora, por desgracia. Nos separamos en grupos de chicas y chicos, y mientras nosotras practicábamos algún deporte, ellos corrían alrededor de la pista, por lo que no pude hablar con Justin. Y lo tenía que hacer con urgencia.

Así pues, en cuanto los chicos se fueron a los vestuarios, fui allí también.

En cuanto entré en el vestuario de los chicos me gané un buen vocerío de silbidos de parte de todos los chicos con hormonas revolucionadas y solo toallas alrededor de sus cuerpos corpulentos. Me planté en medio del vestuario y obviando los comentarios atrevidos hacia mí, me crucé de brazos.

-¿Donde está Bieber? -dije, firme.

No conocía a la mitad de los que había allí, solo de vista, así no quería mostrarme intimidada, todo lo contrario.

-En las duchas preciosa. -me dijo uno de ellos, al parecer un chuleta de turno, por lo que rodé los ojos. Seguro que era amigo de Justin. Caminé hacia las duchas.

Justin tenía gotitas de agua por todo su cuerpo, una toalla liada en su cintura y una postura jodidamente sexy mientras se recolocaba el pelo frente al espejo.

-Justin. -le llamé.

Él se giro repentinamente con una sonrisa enorme.

-Vaya -esbozó una sonrisa picara-, ¿por eso había tanto alborota ahí fuera? -se lamió los labios-. Les tendré que advertir que ni te miren, que solo lo puedo hacer yo. -guiñó un ojo, sensualmente.

-Tú flipas. -espeté. Después me quedé absorta mirando su pecho, y sus brazos, estaban trabajados, pero no exagerados, era muy, muy atractivo.

-Estás..

Se me escapó.

-¿Apuesto? ¿Precioso? ¿Irresistible?

-Mojado.

-Mojada estás tú, cariño, seguro.

-Justin eres un cerdo. -él solo se río-. Tenemos que hablar.

-No me gusta que las chicas hablen mucho mientras lo hacemos -dijo mientras se apoya en la pared blanca de una de las duchas-, y tú hablas mucho.

-Pues no vas a tener ningún problemas porque no vas a hacer nada conmigo.

-Eso ya lo veremos. -estiró una sonrisa torcida.

-Lo que sea. -rodé los ojos-, ¿Por qué cojones le has contado a Marco que nos besamos en la fiesta de tus padres? ¡Joder, eres un maldito bocazas!

Puso cara de suplicio, y supe que el tema no le hizo mucha gracia, pero menos me hizo a mí.

-¿Qué pasa? ¿Tu novio se ha puesto celoso? -se burló, sin gracia.

-¿Por qué narices has abierto la boca? Estúpido. -me tensé. No me gustaba que me vacilara de mala manera. Había que diferenciar cuando lo hacía de broma o de cachondeo, a cuando se notaba que algo malo rondaba por su mente, que algo no le hacía ni puta gracia, y menos a mí.

-Mira... Bianca, yo no he abierto la puta boca, y si lo hubiera hecho, te aguantas, no me vengas con el cuento de que tú no querías que te besara o mierdas de esas, porque te hubieras apartado, y no lo hiciste. Así que supera el tema. -dijo con desdén-. Y que sepas que había mucha gente allí cuando pasó, así que la próxima vez que quieras venir a verme en una ducha, busca una excusa mejor.

Apretaba los dientes cada vez más y más. De noventa palabras que había dicho, ochenta habían sido para tocarme las narices y vacilarme, y lo odiaba.

-Sé que has sido tú porque te conozco, y eres un mierdas, y estoy harta de que no me dejes en paz y estoy más que harta de que te metas en mi jodida vida. -casi le estaba gritando, mientras gesticulaba con las manos y cada vez me acercaba más a él para intentar intimidarle.

Él comenzó a reírse cuando a penas estaba a un paso de él y eso desató mi rabia.

-Por favor, hablas como si no estuvieras colada por mí, Endell.

-Que asco me das, ojala no estuvieras en mi vida. -estaba totalmente crispada.

-Tú no estas en mi vida querida, no me importas lo más mínimo.

-Te odio. Eres un maldito gilipollas.

Me agarró del brazo y me encontré de un momento a otro bajo una de las duchas del vestuario, el agua comenzó a caer sobre nosotros. Me intenté alejar, pero el cuerpo de Justin me lo impedía. Su sonrisa era inexplicable, tenebrosa y no quería ni pensar lo que se le pasaba por la cabeza. En menos de un segundo, un instante, acercó su rostro al mío, su boca a mi boca, y paró. Respiraba lentamente sobre mis labios. Fue un momento tan intimo que mi corazón comenzó a desbocarse y mis piernas temblaban. Justin agarró mis manos y las subió sobre mi cabeza, pegadas a la pared. Parecía una sumisa, no sabía qué hacer, qué decirle, como pararle. Su mirada era tan intensa sobre mí, sobre mis ojos, que casi me hipnotizaba.

Sus dedos acariciaron el contorno de mi muslo, y ahí sí que sentí mis rodillas aflojarse, así que Justin aprovechó y pegó su cuerpo al mío contra la pared, para sostenerme mejor. Entonces su mano continuó más arriba rozando el borde de mis braguitas, en mi cadera, justo bajo mi falda. Para ese entonces sus carnosos labios respiraban fuertemente sobre mi cuello. Una debilidad.

-Justin, tío, ¡Bieber! salir de ahí, viene el coordinador. -un chico tocó rápidamente la puerta de nuestra ducha. Salimos rápidamente y entonces caí en todo lo que acababa de pasar, y como narices lo había permitido.

El coordinador nos había llevado con él a una sala, en la que Justin y yo no parábamos de discutir.

-Estoy esperando una respuesta chicos. -el coordinador insistió-. ¿Por qué estabais discutiendo de esa forma tan descontrolada?

-Mire, profesor...

-Coordinador. -le corrigió y me burlé de él.

-Coordinador: a mí no me gusta ser chivato ni nada por el estilo, pero Bianca hizo algo que...

-¡Cállate! -salté.

-A ver, ¿qué ha hecho Bianca? Empecemos por ahí.

Justin resopló.

-¡Ni se te ocurra abrir la boca...! -me cortó, señalándome.

-La ultima vez que abrí la boca no te quejabas tanto.

-Eres repugnante. -dije con descaro.

-¿Sí? Pues la próxima vez que me quieras ver mientras me ducho, por favor avísame antes, ¿vale? -el me hizo un gesto chulesco. Solo quería jugar al fútbol con su maldita cabeza.

-¿Qué es eso de mientras se ducha? no entiendo. -el coordinador frotó su frente.

-Yo te lo explico. -le dije, con educación-. Fui a buscarle a los vestuarios de los chicos porque tenía que hablar con él, solo eso.

-Dile la verdad Endell, entraste a las duchas, para ver como me duchaba... -terminó con una sonrisa de lado. Quería matarlo.

-¡No!, eso es mentira, no fui a verte a tus asquerosidades. -me levanté, poniendo fuertemente mis manos sobre la mesa y él hizo lo mismo.

-¿¡Que, qué!?

-A ver a ver, chicos, tengo que recordaros, -me miró a mí-, que entrar a los vestuarios contrarios es motivo de ser expulsados.

Suspiré.

-Ahí lo tienes... -murmuró Justin.

Le ignoré.

-Ya... pero es que yo solo tenía que hablar con él... -mi voz se había dulcificado.

-Bueno, chicos, vamos a dejar esto. Ya veré qué remedio poner. -cogí aire-. Es evidente que no os soportáis. -asentí, conforme. Y él me hizo burla-. Puede ser por dos cosas: Os atraéis descontroladamente.

-Jamás.

-No.

-Ni en mil años.

-No tengo tan mal gusto.

-Es un completo imbécil.

-Niñata.

-¡Basta! -espetó el coordinador-. O eso, o es que no os conocéis lo suficientemente bien. Y por lo tanto, como esto no puede seguir así. Os quedareis aquí un buen rato, conociéndoos.

-¿Qué?

-¿Como?

-Sí, es como un juego: podéis hablar, haceros preguntas, conoceros, aquí, los dos solos.

-Espera, espera, no puedes disfrazar esto de juego, porque obviamente esto no es un juego, yo sé que esto es un castigo, un suplicio.

Justin tocó su barbilla con arrogancia y una diminuta risa falsa.

-Sí, es que ella se da cuenta de todo, es Einstein en versión femenina. Una maquina cerebral. -me miraba a los ojos mientras yo le fulminaba.

El coordinador comenzó a recoger sus cosas.

-Tomar. -nos aportó un folio-. Redactar lo que aprendías el uno del otro.

Empezó a caminar y a salir de la sala y yo no sabía qué hacer para que no se fuera. Le estampé mi folio a Justin en la cara y fui tras el coordinador.

-Pero señor, por favor...

-Lo siento chicos, nos vemos más tarde. -y cerró la puerta.

Me giré, fulminando a Justin, mientras el me miraba mal y me hacía un gesto de burla.


Perdí la cuenta del tiempo que estuvimos allí, mirándonos, poniéndonos caras desagradables y demás. Lo único que no pasaba era el tiempo.

-¡Deja de hacer ese maldito ruido, me estás desquiciando! -le grité.

-Y tú, puedes dejar de respirar, me molesta. -espetó tranquilamente.

-Mira ya basta, Justin, vamos a acabar con esto.

-Perfecto, pero tú tienes la culpa por haber entrado a las duchas.

-Pero por favor, -bufé-, ni que hubiera visto gran cosa.

-Lo que no sé es como sigues aquí después de haberte derretido allí por mí.

-¿Pero qué dices? asqueroso.

-Lo que oyes.

-Mira, lo que tienes que hacer es dejar de meterte en mis cosas con Marco. ¿Te queda claro?

-Yo me meto en lo que me da la gana, te he dicho mil veces que nadie me manda, menos una niñata como tú. -me miraba fijamente a los ojos.

-No quiero que te metas en mis cosas. -hablé pausadamente, acercándome a él, quien estaba apoyado sobre la mesa.

-Nadie me da ordenes.

Entrecerré los ojos.

-¿Por qué te metes tanto en mi vida? -le miré-. Ah... -sonreí-, ya sé lo que te pasa... -agarré su corbata cuando me encontraba justo enfrente de él-. Estas... -me acerqué más a él-. completamente loco... por mí. -susurré.

Sus ojos eran tan suaves ahora, tan cautivadores: me examinaba detenidamente, solo me miraba a los ojos, pero sentía que ahora mismo me podría ver el alma, y yo a él. Algo pasaba por su mente... ¿pero qué?

Él agarró mi corbata también, estábamos tan jodidamente cerca que por un segundo creí que iba a perder el control de la situación. Sus labios mojados, y rosas... sabía que besaba tan bien. Estaba perdiendo la cabeza.

-Sí, Bianca, me tienes loco... -murmuró. Le miré a los ojos-, pero del jodido dolor de cabeza que me provocas.

Solté una bocanada de aire.

-Y quítate la idea de la cabeza de que me interesas, o de que estoy loco por ti y gilipolleces de esas. No me interesas en lo absoluto, eres insoportable a parte de ser una niñata. No eres mi tipo querida, me gustan las mujeres.

No sé por qué, pero toda su confesión llegó a afectarme más de lo que yo hubiera creído.

-Dime Endell, ¿no serás tú la está loca por mí?

-No, Bieber, no. Jamás me fijaría en alguien como tú. -quise herirle de la misma forma que él había hecho conmigo-. Por otra parte, yo ya tengo a alguien que me aporta todo lo que necesito, él es un chico increíble que sabe como tratarme y cuidarme. No necesito a nadie más que él. Él sí es un hombre.

Notaba los músculos de su mandíbula tensos y evité mirar sus ojos cuando él comenzó a hablar.

-Perfecto, hagamos el trabajo entonces.

Por un momento se me olvidó que teníamos que entregarle aquel folio completo al coordinador.

Solté el aire que había acumulado tras esa fuerte escena y me senté en una de las muchas sillas que había en la sala, comenzando a escribir alguna sarta de mentiras sobre Justin, para que el coordinador finalmente nos dejara tranquilos.

Me sentía hasta ridícula por la cantidad de barbaridades que había escrito sobre ese folio media hora después, "Justin es un buen chico, atento y educado que sabe escuchar..." quería explotar de la risa, por lo irónico que sonaba eso. "Es amable y muy agradable, me ha encantado poder conocerle mejor..." y un párrafo más lleno de absolutas mentiras sobre el individuo que tenía enfrente.

Un rato después dejamos los papeles sobre la mesa y nos levantamos para irnos, Justin salió primero, y abrió la puerta de aquella sala, quedándose parado, sin dejarme pasar.

-Te apartas y dejas pasar a una dama, por favor.

-¿Dama? ¿Donde?

Oh Dios, esto era insoportable, me bajaba la tensión ya de escucharle.

-Justin, quítate ya de la maldita puerta y déjame tranquila. -mi voz era contenida a pesar de las muchas ganas que tenía de gritarle.

Esbozó una escasa sonrisa irónica, alzando la ceja a su vez, con rapidez. Entonces se puso bien la corbata y salió antes que yo, desapareciendo de mi lado de una vez en todo el día.

Era la segunda vez que llegaba a casa más tarde de lo normal porque Justin Bieber me metía en algún jaleo. Y ya estaba harta de él.





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