Se recomienda escuchar música triste en este capítulo.
—¡No los veas y corre! —Max me jaló con fuerza...
—¿Qué demonios está pasando? —dije al aire.
Sentía pesados mis pies y se me estaba dificultando seguir corriendo, un sentimiento de asfixia se estaba apoderando de mí, apenas y podía escuchar la voz de Max por la adrenalina y miedo que esos extraños estaban provocando en mí.
—Max... Yo...
—No, Lukas. Ahora no, corre, ya estamos por llegar —dijo mientras apretaban con fuerza mi mano dándome a entender que no me iba a dejar.
Volví a ver atrás y ellos seguían corriendo.
—Lukas, vamos a hacer algo, confía en mí. Entra por allá... —señaló una ruta a la derecha—. Y yo me iré por el otro lado, tú solo sigue el camino. ¿Me entiendes?
No respondí.
—¿Lukas me entiendes? —volvió a preguntar, con firmeza y rigidez.
—Sí.
—¡Ahora!
Corrí con todas mis fuerzas. El aire me faltaba y un músculo de la pierna me estaba doliendo, como cuando te los desgarras. Cada vez había menos luz. Volví a ver atrás y ya no había nadie. Aun así seguí con mi meta.
Rogaba porque Jake apareciera y me salvara. Quien diría que un simple trabajo terminaría en una persecución de la que no tenía ni la más mínima idea.
La noche provocaba que la escena fuera de todo menos agradable. El sudor se estaba apoderando de mí, y no estuviera tan deshidratado si hubiera dignado a tomar algo de agua en el día.
Ese era el motivo por el que sentía que me iba a desmayar. Spoiler, me desmayé. Recuerdo que caí sobre unas bolsas de basura en una completa oscuridad y mal olor.
No tuve noción del tiempo, obvio estaba desmayado. Fue como un abrir y cerrar de ojos. Cuando los volví a abrir pude notar que un chico con muchas pecas en su rostro y cabello rojizo me estaba cargando con sus grandes brazos. Al instante supe que era Max.
—Te tengo. Ya nadie te hará daño. —Me recogió los mechones que tenía húmedos por el sudor y que se me metían al rostro.
—¿Max? —pregunté casi moribundo.
—Ya estamos en el edificio. Ya llamé a Jake, viene bajando.
No estábamos en el edificio, estaba caminado. Supuse que lo decía para no provocarme miedo o algo.
—Malditos hijos de perra —dijo mientras caminaba—. Debemos salir de aquí lo más antes posible.
—Max, creo que ya puedes bajarme —le dije, me sentía débil, pero iba recuperando la lucidez.
—No. —Ni siquiera se preocupó en pensarlo.
Ah, bueno.
Caminaba tan rápido que llegamos al edificio en menos de dos minutos. Pude escuchar a Jake cerca de nosotros y parpadeé varias veces tratando de volver.
—¿¡Cómo está!? —Estaba alarmado—. ¡Lukas! Ten, toma agua de esta botella.
Max me bajó y me tomé el agua. Era como si la vida volviera a mi cuerpo. Luego de un rato comenzaron las preguntas por parte de Jake.
—¿Era la misma camioneta? ¿Dónde estaban? ¿Por qué tan tarde? —Cambió su mirada de mí a Max—. Sabes lo que está pasando, Max. ¿Eres idiota o te haces? Esto pudo ser grave. —Se frotó los ojos con los dedos—. Ni creas que Lukas volverá a...
—¡Jake por favor! —le pedí alzando la voz como él se la había alzado—. Max no tiene la culpa de nada, esto simplemente está pasando. Además, no soy un niño, soy un adulto como tú y como él, no soy un niño y me siento mal cuando me tratas como inútil. Sé que estás preocupado, pero las cosas no son así. Me voy a dar un baño para terminar de despertar.
Le pedí mi mochila a Max con un gesto y este obedeció.
—Gracias por salvarme de los locos. Te debo una. —Golpeé su hombro.
—No me debes nada.
—Jake, vámonos. Es tarde. —Le pedí.
No contestó.
—¿Jake? —Volteé a atrás y él no se movía—. ¿Es en serio? Sabes que, te amo y no haré que esto se convierta en una pelea. Te espero en nuestra habitación, no tardes—. Agaché mi mirada y caminé.
Llámenme un tonto sensible, pero quería llorar. Me sentía horrible cuando algo pasaba así entre nosotros. Lo que sentía por él era tan grande que hasta cuando tenía la razón me sentía mal, porque siempre terminaba alzándole la voz, era muy necio.
Sabía que nos pondríamos a hablar cuando llegara, porque si algo teníamos, era que siempre terminábamos arreglando todo tipo de problemas, sin importar que tan grande fuera.
Luego de bañarme y ponerme la pijama. Me metí a la cama y esperé que la puerta se abriera y poder ver a Jake, entrando, llegando a la cama postrándose a mi lado y regalándome un gran abrazo, porque si soy sincero, era lo que necesitaba.
Me di la vuelta. Quería llorar, todo se había acumulado en un abrir y cerrar de ojos. Quería ver a mi madre, extrañaba a mi padre, verlo sonreír y darle un gran abrazo. Todo eso dolía de una forma que no podía explicar.
Estaba en una etapa de mi vida que solo me dejaba cosas malas y algunas cosas buenas. La tristeza se apoderaba de mí por las noches, aunque Jake estuviera ahí, yo casi siempre quería llorar.
Mi cama quedaba pegada a la venta en la que siempre me sentaba, por lo que cuando me daba la vuelta podía ver los edificios y algunos árboles y cuando eran días de luna, la tristeza se intensificaba.
Veía las estrellas y solo podía pensar en mi padre. Me daba cuenta de lo mucho que lo extrañaba, me arrepentía de no haber disfrutado todo lo posible con él. Aunque me decía a mí mismo que no fue mi culpa, y esa era la realidad.
Pero en esos momentos donde tu mente se encuentra nublada, no puedes pensar en otras cosas. Por más que sabía que mi madre, Steven, Jake, Rebecca y mis amigos estaban ahí, me sentía solo.
Nunca había experimentado un dolor tan grande como el de perder a mi padre. No se imaginan lo mucho que anhelaba poder volver a verlos, poder volver a sentirlo en este plano.
En mi teléfono tenía como fondo de pantalla una fotografía que mamá nos había tomado cuando yo aún era pequeño, estábamos en la nieve, mi papá me traía cargado en sus hombros y yo tenía su gorro lleno de ella.
Nunca imaginé que perdería a mi padre tan rápido, tan poco imaginé que dolería tanto y que me costaría tanto vivir con ello, porque no me entraba en la cabeza, que él ya no estaba.
Para mí era como si a él se le hubiera ocurrido salir a dar un paseo, un paseo del cual aún no había regresado. Era consciente de que ni a la persona que más odiara podría desearle lo que me pasó.
Y es que en esos momentos de soledad, en la oscuridad de mi habitación, mi mente trabajaba más que en el día. Se ponía a repasar todas las vivencias que compartí con él, todo lo bueno que hizo por mí, omitiendo todo lo demás. Ya no me importaba lo que pasó, ya había cerrado la página, ya lo había perdonado y era un lugar al que no quería volver.
Mi cabeza era un laberinto, un laberinto del que necesitaba ser rescatado, porque cada vez que avanzaba me perdía más en mis pensamientos y recuerdos.
Traía puesto mis audífonos, escuchando música triste para desahogarme. Era mi terapia, y un secreto que compartiré, es que dejé de ir a mis sesiones con mi psicóloga, simplemente las abandoné, no hubo un motivo como tal. Creo que la presión de muchas cosas me quitó el tiempo y las ganas.
Todos los días trataba de ser yo mismo, de no fallar en mi relación, de dar lo mejor de mí y no ser consumido por ese vacío que mi padre había dejado.
Pasé mi mano por la almohada y ya estaba mojada por las lágrimas. Lo extrañaba con toda mi alma, quería gritar, pensaba que si gritaba ese dolor y peso que había en mi pecho se iría.
Anhelaba poder volver a mi infancia donde nada malo pasaba aún, donde mi familia seguía unida. Era feliz, muy feliz y no lo sabía.
Había contenido mi llanto a solo lágrimas, pero ya no soportaba tanto, terminé quebrándome, solo. Creí que Jake llegaría a tiempo, para salvarle y consolarme. No estaba obligado, lo sé. Simplemente necesitaba un abrazo. Estuve así por un largo rato.
Mi llanto llenaba el vacío de la habitación. Me limpiaba las lágrimas y volvían a salir.
—¿Por qué me dejaste, papá? —Apenas y se me entendía por el llanto—. Te extraño y mucho.
Noté que la puerta de la habitación se abrió, no quise verlo, por lo que le di la espalda.
—¿¡Lukas!? —No dudó en acercarse de forma rápida—. ¿Qué pasa? No llores, por favor.
Me abrazó con fuerzas. Yo no me contuve y mis lágrimas salieron cada vez más.
—Jake, ya no puedo con esto. Lo extraño, lo extraño demasiado, no puedo vivir sin él.
—Lukas, no me digas eso. —Por la luz exterior pude notar que sus ojos estaban brillosos por las lágrimas—. Pueda que él ya no esté físicamente... —Se detuvo un momento para poder tomar fuerzas—. Pero sé, muy en el corazón y porque él me lo dijo antes de morir, que sea donde sea, que estuviera, iba a hacer lo posible por encontrarte y cuidarte desde el más allá.
Lo abracé como si lo tuviera a él enfrente de mí.
—Me dijo que cuando te viera de esta forma, te dijera que no te preocuparas, porque él siempre iba a estar guiándote por el camino correcto, y que siempre te iba a llevar de la mano para que todo te saliera bien.
Pude sentir sus lágrimas en mi piel.
—¿Qué más te dijo? —pedí en un sollozo profundo.
—Que nunca te abandonara, y déjame decirte algo... Nunca lo haré, ni aunque muera. —Me dio un beso largo en la frente—. Quiero que te grabes esto en la cabeza... Jamás, nunca, podría abandonarte y dejarte. Te amo y te amaré siempre y nunca sería capaz de perdonarme si lo hago. Y no porque crea que seas débil y tampoco un niño, sino porque tú eres mi complemento, sin ti jamás podría funcionar de forma correcta, eres mi otra mitad y si algo te pasa y en mis posibilidades estaba poder evitarlo, nunca me lo perdonaría.
Se metió a la cama, nos acostamos y nos abrazamos. Aún seguíamos llorando, pero al menos ya me sentía seguro.
Holaaa, espero que todos encuentren bien. ¿Les gustó el capítulo de hoy? A mí me encanto, me gusta mucho que los personajes se abran, ya que eso ayuda a su desarrollo. Y hablando de la persecución ¿Qué piensas ustedes?
Si tienen teorías cuéntenmelas que quiero saberlas. Ah, y si publican algo del capítulo en sus historias, no olviden etiquetarme para repostearlas. Nos vemos la siguiente semana, chicos. Los quiero.