INNOCENT ; YOONMIN : + 21 ( C...

By imbloodyparkdrog

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« Átame a ti a través del miedo, hazme adicto a tu dolor, deja que mi grotesco amor crezca en descontrol. Afé... More

antes de leer.
PRÓLOGO
PARTE I: DE UN INICIO CAÓTICO
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PARTE II: DE UNA RELACIÓN COMPLICADA
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PARTE III: DE UNA OBSESIÓN DESCONTROLADA
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nota.

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La semana había transcurrido lenta para la sublime desgracia de los dos jóvenes que huían de los universitarios que deambulaban en la misma zona que ellos. En el momento se sentían capaces de sobrellevar la situación, pero al distinguirlos entre la multitud o al cruzar miradas la vulnerabilidad acechaba sus cuerpos una vez más.

Jungkook y Taehyung habían sido suspendidos poco más de una semana debido a la pelea y Jimin le tocó quedarse solo ese lapso. Por fortuna, Min Yoongi no lo buscó en lo absoluto y eso en parte comenzó a preocuparlo.

— Jimin —lo llamó Jungkook, el rubio volteó.

— ¿Sí?

— ¿Irás con tu madre en la tarde? —susurró el castaño.

— Eso espero, ¿por qué?

— ¿Crees que podrías ir a la papelería y comprarme más marcadores?

Jimin asintió, Jungkook agradeció en silencio y volvió la vista al pizarrón. Ambos chicos se hallaban golpeando sus cuadernos con sus lapiceras con un semblante incómodo.

Y es que sí, para joder, compartían una clase opcional de idiomas con Min Yoongi, Kim Taehyung y otros universitarios de primer año. ¿Coincidencia? ¡Por supuesto que no!

— Taehyung no deja de verte—Le murmuró Jimin al castaño conforme seguía escribiendo para disimular.

El menor enrojeció y volteó sutil a la derecha a través de su hombro; en efecto el pelirrojo le tenía clavada la mirada sin disimular ni un poco. El de lentes volvió la vista al frente con el corazón latiendo desenfrenado en su interior, aquello sin duda le molestaba. Le molestaba sentir aquel calor y aquel hormigueo en su estómago.

— Yoongi creo que te ignora —acotó el de lentes.

— Lo sé —El rubio evitó mostrarse irritado—. ¿Estás feliz por eso?

—Es mejor que sentirse acechado.

— Buen punto.

El salón se hallaba silencioso y la tormenta que había al exterior le cedía un aspecto frío e inquietante al lugar. La profesora corregía unas actividades en el escritorio y los demás anotaban en silencio.

— Necesito a dos personas que vayan a la biblioteca a recoger unas fotocopias, ¿voluntarios? —preguntó la vieja mujer elevando la mirada.

— Yo, señorita Blanche —se ofreció Jimin levantando la mano al instante.

— Gracias, joven Park. Usted siempre tan servicial —La mujer asintió, Jimin sonrió satisfecho—. Necesito que alguien más te acompañe.

— Yo — Jungkook elevó la mano a su turno.

— Ya parece que permitiré que los dos mejores amigos salgan juntos —acotó la profesora con sutil sarcasmo.

Taehyung golpeó el codo de Yoongi. El mayor dirigió la mirada al adverso con visible molestia, pero al observar la sonrisa del pelirrojo comprendió lo que ocurría. Observó a Jimin y levantó la mano con calma.

— ¿Min? De acuerdo —La profesora le cedió su credencial al rubio—. No tarden. Pueden dividirse en dos la cantidad de copias.

Taehyung esbozó una sonrisa, Jungkook se limitó a morder el interior de su mejilla. Jimin observaba el suelo incapaz de reaccionar, mucho menos al sentir a Yoongi colocarse junto a él. Debido a que el rubio no reaccionaba el azabache tomó la credencial y se acercó a la puerta; el de hebras claras mordió su labio inferior y salió conjunto al mayor.

El aroma a humedad inundó sus fosas nasales con sutil nostalgia, los truenos rugían inquietantes y el cielo se había tornado negro. Ni una pizca de luz asomaba entre las espesas nubes. El menor quedó ensimismado con el paisaje.

— ¿Vas a avanzar? —presionó el mayor visiblemente irritado.

Jimin apartó la vista de la lluvia y avanzó junto al pálido azabache resintiendo el aire pesado. Jugueteó con sus manos conforme bajaban las escaleras y cruzaban por un pasillo para así evitar salir por el patio y mojarse. El rubio se tensó porque sabía que en ese pasillo a esta hora no había nadie ya que eran las aulas de biología, aquellos laboratorios que únicamente se usaban en la mañana.

Avanzó con terror procurando acelerar el paso. Yoongi por su parte se hallaba entretenido, admirando la tensión creciente de su acompañante que no dudaba en avanzar más rápido. Aquello exhibía a claridad que el menor no era ingenuo y se daba una idea de lo que podía llegar a ocurrir. 

Esperó a que llegaran casi al final del pasillo. Si el pequeño rubio creía que se hallaba a salvo sin duda estaba muy equivocado. El menor iba a dar vuelta a la derecha para bajar las escaleras, pero fue tomado del brazo y jaloneado con tosquedad. Ahogó un grito y apenas pudo reaccionar cuando de soslayo vio a Yoongi abrir la puerta del aula junto a ellos, tirar de él para que ingresara y así aventarlo contra un escritorio y cerrar con llave.

Jimin crispó sus músculos y comenzó a alejarse conforme observaba a Min Yoongi intentar acortar sus distancias sin emitir sonido alguno. Retrocedió apresurado, pero no transcurrió mucho hasta que sintió la pared chocar contra su espalda. Examinó a su derecha, pero no tenía a dónde huir. ¿Saltar por la ventana o enfrentar a Yoongi? Ninguna sonaba bien.

— ¿Tienes miedo? —Le preguntó el azabache colocando sus brazos a los costados del menor e inclinándose hacia adelante para acorralarlo contra la pared.

— Min... —suplicó Jimin—. P-por favor no hagas esto, no deseo regresar a ello.

— ¿Te gustan los animales, Jimin?

— Todo menos eso, por favor.

— Te pregunté algo.

El rubio se sacudió en su lugar sintiendo el aire faltarle. Sin duda la proximidad adversa lo ponía nervioso, incluso podía distinguir aquellas pequeñas heridas que adornaban la pálida tez de su atacante.

— Sí. Me gustan los animales, Yoongi —logró hablar tras unos cortos segundos en silencio.

— Podemos jugar a eso, como cuando éramos niños, ¿recuerdas?

— Yoongi, debemos ir a la biblioteca.

— Le diré que te golpeaste y te llevé a la enfermería, así no le miento en su totalidad.

El menor trató de empujarlo, pero Yoongi no se lo permitió. Degustaba fascinado el miedo de Jimin incrementar en sus orbes. Sabía que pelear era inútil, así que cogió a Yoongi de la camiseta con vehemente súplica.

— Yoongi, por favor.

— Yo extraño jugar contigo, ¿tú no? — Yoongi acarició su mejilla y lo obligó a elevar la mirada. — Extraño tus preciosas lágrimas rodando por tus mejillas, extraño tu dolor —Se acercó a su rostro, suavizando su tono—. ¿Tienes idea de qué tan excitante era para mí verte así? ¿Lo importante que fuiste en mi vida? Jamás encontré a nadie parecido a ti, eres único e irrepetible.

El de hebras doradas pasó saliva y un atisbo de emoción adornó sus pupilas. Sí, por supuesto que había miedo, pero oh, era como si el mayor lo hubiese dicho lo exacto para hacerlo derretir y ceder a su perversión.

— Recuerda, no puedes salir de esta aula — Yoongi dirigió su zurda al pantalón—. Puedes correr, los azotes dependerá de qué cuánto tiempo dures en pie. Serán en total diez, con cada minuto que transcurra será uno menos. Cuando te atrape, veremos cuántos deberé cederte.

— No hablas en serio... — Jimin pasó saliva y sintió su respiración agitarse.

— Hablo muy en serio. Ah es más, te azotaré con tu propio cinturón, así cada que lo veas te acordarás de mí.

— ¡Haré lo que sea, pero por favor, esto no!

El menor se asustó al distinguir un brillo enfermizo que se desprendió de las orbes grisáceas del mayor.

— ¿Lo que sea? — Repitió Yoongi.

Jimin calló sintiendo su corazón estrujarse.

— Lo que sea...

El más alto frotó su barbilla y tomó distancia. Le pidió que se acercara, petición que el rubio obedeció suspicaz. El azabache comenzó a dar vueltas alrededor suyo mientras lo escrutaba de pies a cabeza, pensando y pensando. Tras un breve lapso, se detuvo frente a Jimin y habló con un tono gélido que estremeció al menor.

— Quítate la ropa.

De todas las cosas que el angelical rubio esperó escuchar aquella lo tomó por sorpresa. Observó a Yoongi con una ceja alzada, creyendo haber escuchado mal.

— Quítate la ropa — Repitió ante la mirada de confusión del adverso —. Puedes quedarte en ropa interior si gustas, o desnudarte, por mí no hay problema.

— ¿Es en serio?

— ¿Quieres jugar al venado entonces?

Jimin negó vehemente, Yoongi sonrió entretenido.

— Bien, entonces hazlo —ordenó el mayor mientras se apoyaba en la pared de brazos cruzados.

El rubio comprendió que el mayor hablaba muy en serio, pero no se atrevía a preguntar el porqué. El jamás se había expuesto así a alguien, ¿por qué ahora? ¿Por qué con él? Muchas preguntaban rondaban en su cabeza y el miedo de poco a poco se convertía en incomodidad y hasta cierto punto, vergüenza. Le dio la espalda a Yoongi y dirigió con temor las manos a sus pantalones, pero el azabache lo volvió a interrumpir.

— Quiero que me veas mientras lo haces.

Jimin mordió su lengua y un extraño sentimiento de adrenalina comenzó a recorrer cada fibra de su cuerpo erizando sus vellos. Vaciló, y finalmente se volteó para encarar al sádico mayor que seguía en la misma posición.

— Yoongi...

— No tenemos todo el día.

Sin decir más y sintiendo el nudo en su pecho incrementar, dirigió las manos al inicio de su camiseta, y después de contar hasta tres, comenzó a retirarla de su cuerpo dejando poco a poco su piel al descubierto. La desprendió con vergüenza y buscó con la mirada dónde dejarla, pero como no había muchas opciones, la aventó sobre la mesa que se hallaba a un par de pasos de donde estaba.

Examinó a Yoongi una vez más, quien no admiraba su anatomía, sino buscaba su mirada. Era aterrador porque no exhibía emoción alguna a través de sus orbes ceniza, Jimin sentía estar frente a una piedra o un vil fantasma. Se agachó para retirar su calzado y cuando iba a retirar sus pantalones distinguió de soslayo a Yoongi moverse.

— Bien, esto es un fastidio, eres muy lento —susurró molesto el azabache conforme se acercaba con un aura peligrosa a él.

Jimin sintió que ardió cuando el ajeno lo jaló del borde de sus jeans y él mismo comenzó a desnudarlo hasta dejarlo en ropa interior. Al sentirse tan expuesto no pudo evitar cruzarse de brazos y bajar la mirada, cubriendo su cuerpo y rostro que se hallaba sonrojado. Yoongi retiró sus brazos con brusquedad, Jimin no se atrevió a desprender su mirada del suelo. Al sentir la mano de su sádico acompañante en su barbilla y obligar a que lo viese, se estremeció. El azabache negó con la cabeza y comenzó a dar vueltas alrededor suyo, observando su cuerpo casi desnudo a detalle, perdiéndose en la blanca y virgen piel del muchacho.

Tras unos segundos se detuvo y esbozó una gatuna sonrisa.

— No va a dolerte mucho —Se mofó Yoongi con cinismo—. Si haces exactamente lo que yo te pido, prometo que no seré muy cruel.

El rubio observó a su compañero sacar una navaja suiza de sus pantalones. Pensó en huir, salir corriendo, pero por alguna extraña razón, su cuerpo no respondía. Se mantuvo firme, viendo aquel objeto punzante con cierto brillo curioso en sus pupilas.

— Si te relajas, puede que incluso llegues a disfrutarlo — El azabache se colocó detrás suyo y acortó sus distancias.

El menor se mantuvo inmóvil y sintió la punta de la navaja en su nuca, bajando por el largo de su espalda, provocando que se sacudiera y sintiera un escalofrío debido al estímulo en su zona nerviosa.

Le había gustado. Lo admitía.

Siguió degustando la navaja moverse por su dermis y brazos, sin realizar ningún corte únicamente rozando su suave piel. Recorrió sus hombros, clavículas, pecho. Yoongi se fue acomodando para quedar frente a él. Colocó la navaja en la zona púbica del menor y allí fue ascendiendo con calma. Jimin observaba a la pared, sin osar ver al mayor a los ojos, pero cuando sintió el frío metal contra uno de sus pezones, pegó un pequeño respingo. Mordió sus labios al sentir el helado filo contra aquella zona sensible y un jadeo casi escapa de su boca cuando Yoongi comenzó a trazar pequeños círculos alrededor de su aureola, haciendo a Jimin morder más fuerte sus labios y respirar pesado. Las cosquillas invadieron su nuca.

El azabache sonrió ante la reacción corporal del menor y acarició con el filo el cuello del pequeño rubio, recorriendo de lo largo hasta su mentón. Jimin sentía aquellos escalofríos y cosquilleos intensificarse con cada roce, su cuerpo se relajó y reaccionar a aquel estímulo de forma tan positiva le resultaba bizarro y placentero — pese a que sabía que podía morir en cualquier segundo si Yoongi realizaba un corte profundo— .

— Pareces disfrutarlo —comentó el de ojos ceniza—. Ah, ¿mi muñeco se excita al sentir las cosas filosas recorriendo su cuerpo?

El menor no pudo evitar sonrojarse.

— Yo no... — Comenzó, pero Yoongi se había vuelto a colocar detrás suyo, interrumpiendo.

— Deja de engañarte a ti mismo —murmuró Yoongi acercándose a su oído. Jimin al sentir aquel tibio aliento apretó sus labios—. Te gusta.

— Mentira.

— ¿Apuestas?

— Estás enfermo.

— Y tú también por gozarlo. Mira qué masoquista me saliste.

Jimin volvió a tensarse al sentir un corte en su hombro muy próximo a su cuello, no pudo evitar liberar un jadeo de dolor. Apretó sus puños al sentir el picor y nuevamente la navaja volver a abrir la piel, realizando un segundo corte sobre el primero que le arrancó un suave chillido adolorido.

— ¡Basta, detente Yoongi! — reclamó, pero al sentir los cálidos labios del azabache besar la zona, se tensó en su totalidad, olvidándose de su reclamo.

El mayor lo abrazó por detrás afirmando el agarre en su cintura y allí entrelazó sus dedos para no permitirle huida. Jimin sintió su aire ser arrancado cuando la lengua de Yoongi lamió su hombro y succionó la piel, haciéndolo ahora soltar un gruñido, pero no precisamente de dolor.

Aquel ardor era algo que sin duda le incomodaba, pero la lengua de Yoongi y su contacto contra su piel comenzaba a confundirlo a él y a su cerebro. Pudo sentir aquella excitación recorrerlo, el calor y los golpes de su cuerpo. El ardor se hallaba presente, pero conforme más intenso sentía el picor de la herida, la electricidad recorría su cuerpo con mayor intensidad. Una sensación única que lo relajó al instante y le hizo ladear su cabeza a un costado para permitirle a Yoongi un mejor acceso. El mayor sonrió satisfecho.

— ¿Te gusta? —interrogó acercándose a su cuello.

— Mh — Jimin apretó sus labios para no dejar escapar aquellos jadeos de su boca. Eso fascinó al azabache quien dirigió su tacto a los pezones del menor y los apretó con fuerza.

— ¡Ah!

Un jadeo de dolor placentero fue nuevamente liberado de sus labios. ¿Cómo podía? ¿Cómo aquella tormentosa combinación se había apoderado de su cuerpo? ¿Disfrutar el dolor? ¿Realmente estaba disfrutando el dolor?

Cuando las manos del enfermizo azabache recorrieron su torso y aquellos labios volvieron a posarse sobre sus heridas, sintió un colapso mental y corporal inédito. La marea de la confusión lo arrastró al borde de la vesania, directo al dolor abrazado a las chispas del deseo.

Lo supo. Supo que jamás había escapado.

Y ahora corría más peligro que antes porque lo estaba disfrutando, incluso excitando. Aquel ardor ansiaba sentirlo de nuevo y por eso no se quejó cuando Yoongi comenzó a realizar pequeños cortes sobre su piel para después degustar la sangre que escurría, limpiando las heridas que él mismo ocasionaba. Cerró sus ojos y separó sus labios para jadear en voz baja, sintiendo el delirio de la lengua magistral del mayor acariciar su cuerpo...

Mientras era drenado lenta y dolorosamente.



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Esta gente con sus fetiches extravagantes, dónde está Dios.

BLOODYPARKDROG

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