shots ❨ ykookgi ❩

By daeguyz

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- ̗̀ ❨ donde escribo cosas sucias -y bonitas- de mi otp ❩ ˆ YOONKOOK & KOOKGI ♡︎ 2017 ;;... More

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By daeguyz

"rudimentario"
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Las cosas marcharon mejor después de aquella ocasión. Paradójicamente, la amenaza de Dakho había servido para que las personas ahí comenzaran a interesarse por él como un miembro más de su comunidad. Jeongguk se había encargado de eso.

Se aseguró de que todos tuvieran la descripción y los datos del hombre, que mantuvieran un ojo siempre alerta en caso de cualquier problema que decidiera volver a causar, y estuvo en contacto con las autoridades de la ciudad para el resguardo de la madre de Yoongi, siguiendo el debido protocolo a pesar de haber amenazado a Dakho con lo contrario; no podía hacerlo sin más después de todo, los oficiales de la ciudad debían encargarse de él antes de que ellos pudieran hacer algo con sus propias manos, pero no pensaba retractarse si el tipo se lo buscaba.

Fue agradable, de alguna forma, que algunos miembros se acercaran a él para preguntarle cómo estaba; no es que le gustara causar preocupaciones en la gente, pero fue la primera vez que se sintió bien recibido en el pueblo desde que llegó. Otros omegas se habían animado a hablarle sobre sus experiencias similares, conoció a algunos que incluso venían de regiones lejanas, huyendo de otras manadas o de lugares donde también fueron violentados. Fue reconfortante tener ese apoyo, saber que era comprendido y no juzgado.

Sin embargo, aún fue terriblemente vergonzoso tener que explicar las cosas, especialmente a su madre y a Jimin, pero quiso ser sincero de una vez por todas. Taehyung lo había entendido rápidamente, los otros hermanos de Jeongguk tuvieron la misma reacción, incluso Seokjin, aunque no se lo esperaba de su parte. Ellos no necesitaron de muchos detalles sobre lo que Yoongi intentó justificar, lo único que necesitaron saber era su nombre y que se debía mantener lejos de su sitio.

Casi fue gracioso cómo Yoongi pasó de ser un repudiado incómodo a la persona con más protección dentro de ese lugar. A pesar de los malentendidos del comienzo, la realidad era que ningún miembro de la manada pensó jamás en hacerle daño al hijo de Woohyun, y el hecho de que un desconocido lo estuviera buscando, activó esa especie de instinto rudimentario que tanto los definía.

Yoongi había escuchado cosas terribles de las manadas, algunas historias y cosas de locos. Pero la verdad era que en las grandes ciudades las cosas no eran muy diferentes, a pesar de sus diferentes estilos de vida y organización, también pasaban cosas malas, y había tantos peligros como en un bosque. Solo que ellos representaban una mayoría abrumadora que podía tomarse el derecho de juzgar lo que no conocían y temer de ello. Yoongi podía verlo claramente ahora.

Nunca imaginó que pudiera entenderse con tales sentimientos respecto a una manada, a personas que no conocía de nada pero que estuvieron dispuestos a ver por su seguridad solo por el hecho de tener un lazo a esas tierras, que era invisible para él, pero para ellos era elemental.

A los días le siguieron más acuerdos y contratos, solo que ésta vez sin la incómoda tensión que había sentido al reunirse con la familia de su padre, ahora sentía que podían llevarse bien. Pronto emprendieron la reconstrucción de la cabaña abandonada, aunque Jeongguk no estuvo muy seguro de querer a Yoongi viviendo casi interno al bosque. Cierto que era un pueblo, pero seguía siendo grande con todos sus locales y edificios antiguos, y continuaba creciendo con los años, Yoongi podía conseguir un lugar más céntrico a ellos.

—Los citadinos no avanzan hasta el bosque sin un permiso. — Dijo Taehyung, mientras desmontaba unas cajas de herramientas de la camioneta.

—Ese tipo podría hacerlo. — Jeongguk levantó del suelo unas pilas de madera, cargándolas sobre sus hombros al lugar donde las necesitaba. —Yoongi podría conseguir un sitio cerca de la panadería, tal vez.

—Oh, ¿no quieres que viva en el ayuntamiento también?

—Me encantaría, sí. Ahí es mucho más seguro que el bosque. Gracias por sugerirlo.

Jimin no pudo evitar reír ante el sarcástico duelo entre ambos alfas, Yoongi le sonrió a su lado, recargados contra la camioneta mientras miraban a ambos hombres adelantar algunos arreglos de la cabaña antes de que llegaran los demás.

Era normal que Taehyung se burlara de Jeongguk, y viceversa, pero no dejaba de ser un entretenimiento para los que presenciaban sus pequeñas discusiones sin sentido. En especial cuando se trataba de Yoongi, últimamente. Yoongi seguía instalado en casa del líder, lo habían decidido a pesar de que él había insistido en buscar otro lugar y no abusar de su hospitalidad, pero no tuvo mucho margen para actuar. Nadie quería que fuese a otro lugar de momento, y la casa del alfa líder era el lugar más seguro en todo el pueblo, era un sitio grande y Taehyung vivía solo, no suponía ningún problema.

—Quiero estar aquí... — Yoongi se integró por primera vez a la conversación desde que llegaron, captando la atención de Jeongguk, quién lo analizó con un ceño fruncido, pero genuinamente curioso.

Yoongi no iba a decirlo en voz alta, pero quería ese lugar. Ahora lo hacía. Desde que empezaron los arreglos y los planes para restaurarlo, se sintió ilusionado por poder tener un lugar acorde a sus gustos y preferencias, algo sencillo pero funcional. Así como lo había hecho su padre años atrás, sentía como si pudiera tener eso de él tan siquiera, un ambiente pacífico y hogareño, algo que tal vez los dos hubieran podido compartir.

— ¿Escuchaste? No vas a ser otro alfa idiota que le de órdenes a Yoongi. Él vivirá donde le de la gana.

—No estoy ordenándole nada. — Jeongguk se apresuró a aclarar con franqueza. —Solo pienso que sería más seguro, es todo.

—Siempre puedes mudarte con él, ya sabes. — Jimin soltó al aire, con una simpleza que arrebató una carcajada de Taehyung.

Yoongi pensó en reír también, pero se encontró sintiendo el rostro caliente al imaginar la sugerencia de Jimin. Estaban burlándose de Jeongguk, por supuesto, pero aún así.

— ¿Aceptarías a mi mejor ejecutor, Yoongi? Es un buen tipo si se lo propone, solo necesita motivación. — Taehyung miró hacia el rostro enrojecido del omega, encontrando tentativamente divertido su balbuceo silencioso, abriendo su boca pero sin saber qué responder.

—Ustedes dos están particularmente asociados para molestar esta mañana. — Jeongguk contestó por él, especialmente al notar su repentina timidez ante la burla de Taehyung puesta en él.

—Tu hermanito y yo somos un buen equipo, lo sabes.

—Hablando de hermanitos... — Jimin interrumpió, aprovechando la oportunidad para girar el tema de conversación en algo que tenía guardado en la punta de la lengua desde hacía unos días. —Tengo algo que decirles...

Taehyung y Jeongguk olvidaron por completo la infantil discusión que mantenían y volvieron su atención a Jimin, quien lucía extremadamente emocionado por decir lo que tenía en mente. Yoongi agradeció su interrupción, y se permitió sentirse curioso por lo que Jimin quería decirles.

—Que no sea otro alfa acosador, por favor.

— Es sobre un nuevo pequeño integrante... — Taehyung y Jeongguk dejaron lo que estaban haciendo y fijaron sus ojos inquisidores en el menor, esperando que llegara al punto que estaban sospechando.

— ¿Tú estás... — El rostro de Jeongguk palideció mientras entendía lo que Jimin trataba de decirle.

— ¡No! ¡Yo no! Jeongguk, por favor. — Jimin se apresuró a detener la errónea conclusión de su hermano, casi ofendido porque hubiera llegado hasta ahí. No podía creer que ambos pensaran que él estaba esperando un hijo, era como la última opción entre todos ellos. —No soy yo.

—Eso fue aterrador. — Taehyung soltó el aire que estuvo reteniendo una vez que Jimin lo aclaró, pero ahora ambos. —Pero está bien, ¿no? Los betas pueden concebir, es como algo súper inusual pero, es posible...

— ¡No estoy hablando de mi! — Jimin reiteró, evitando las divagaciones de Taehyung respecto al tema, mientras Jeongguk seguía mirándolo expectante.

—Oh, entonces... — Taehyung trató de pensar a quien se refería, naturalmente sus ojos fueron hasta Yoongi y un brillo de sorpresa inundó su mirada.

— ¡Yo tampoco soy! — Yoongi fue igual de veloz que Jimin al negarlo, ahora con la mirada sombría de Jeongguk fija en él. Jimin quiso reír por las apresuradas y equivocadas conclusiones de ambos alfas, pero no pudo negar la emoción que aún guardaba.

—Dios mío, van a matarme... — Jeongguk jadeó, llevando sus manos a su cabeza ante la tensión que había recorrido su cuerpo ante los escenarios que imaginó.

— ¡Es Seokjin! — Confesó finalmente, recibiendo las miradas sorprendids de las tres personas frente a él. —Su compañero está en cinta, me lo dijo hace unas semanas. No quería contarlo aún, especialmente por lo de papá... — Jimin sonrió melancólico, pero fue auténtico en la felicidad de sus ojos. —Pero ya es hora de que lo compartan. Estuvimos organizando una pequeña reunión para dar la noticia, solo nosotros y sus amigos cercanos. Y será en tu casa, Taehyung.

— ¿Ah, sí? — El alfa rió ante facilidad de tomar decisiones por él que Jimin tenía. No estaba negándose, por supuesto, pero la alegría burbujeante lo dejó pasmado unos segundos. —Mierda, así que Seokjin ganó la competencia.

— ¿Competencia? — Yoongi preguntó con una sonrisa curiosa, aún sintiendo el brote de emoción que Jimin les había compartido.

—Sí, el primero en ser papá y todo eso. Yo había apostado por Namjoon, en serio.

—Yo no aposté una mierda. — Jeongguk habló finalmente, saliendo de la sorpresa de que sería tío. Su corazón aún estaba palpitando contra su pecho, la sensación fue increíblemente satisfactoria; Seokjin había querido ser papá desde hacía un tiempo atrás, estaba seguro de que le volaría la cabeza una vez lo supiera.

—Es porque no te invitamos. Sabemos cómo te pones con los nuevos integrantes. — Taehyung lo empujó del hombro, su sonrisa socarrona instalándose en sus labios abultados.

—Muy gracioso, ¿no?... — Jeongguk respondió el jugueteo sonriendo igual, dejándose llevar por la ligereza que las buenas noticias suelen traer después de ser escuchadas.

—Siguen siendo unos niños a veces. — Jimin murmuró sobre el hombro de Yoongi, riendo a su lado.

Yoongi disfrutó de la sensación de ver rostros felices a su alrededor.

Después de ese día fue arrastrado por Jimin a la organización de la reunión. Se encargó de algunas decoraciones y apoyó con los preparativos del padre gestante, algunas otras personas ya lo sabían también, y estaban ayudándolo a organizar todo. Al parecer lo tenían bien planeado y listo para comenzar.

Fue acordado el día con Taehyung, y decidieron terminar de ajustar los últimos detalles una noche antes, Jimin y Jeongguk llegaron a la casa del alfa líder, para encontrar todo en su lugar, a excepción de unas cosas que aún traían consigo. Sin embargo, fue una sorpresa para Jeongguk encontrarse con un Yoongi sonrojado y tambaleante abriéndole la puerta para recibirlos.

— ¿Estás bien?... — Fue lo primero que preguntó, mirándolo con su habitual seriedad puesta en su expresión.

—Ah, sí. Pasen. — Yoongi le restó importancia a su estado y dejó que ambos entraran a la casa, ayudando con las bolsas que cargaban. —Taehyung y yo jugábamos póquer en su despacho...

Jeongguk pudo notar con claridad el tenue aroma a alcohol en las palabras de Yoongi, de repente poniéndose tenso. Le recordó a la primera vez que lo conoció, llegando a la casa de su padre y detectando la fragancia dulzona de la bebida especial de Dith.

—Gguk, te prometo que Yoongi es lo suficientemente mayor como para manejar unas copas en casa. En especial con Taehyung. — Jimin fue casual, y en efecto tenía razón. No es que le molestara que bebiera, pero no le gustó la noción en realidad, de que estuviera haciéndolo a solas con Taehyung.

Estaba siendo paranoico, probablemente. Taehyung no se atrevería a hacerle cualquier cosa a Yoongi. Lo sabía por completo, y confiaba en él para su protección como si fuera él mismo. Pero aún así la sensación se instaló incómoda en su estómago.

Habían pasado días viviendo juntos, Yoongi ciertamente era un hombre atractivo, se atrevería a decir que entraba justo en la línea de Taehyung, conociéndolo tan bien como lo hacía. Además, era devastadoramente interesante, algunas veces irritante (compartía eso con Jimin) pero podía asegurar, con el tiempo tratándolo, que era una buena persona, un buen omega. Alguien por quien se podría caer fácilmente si no se iba con cuidado.

¿Taehyung podría haberlo hecho?

—No ha sido mucho, unas cuantas... — Yoongi agregó, su voz grave pausada y serena, con ese toque de ebriedad que hizo a Jimin sonreír.

—Dile a Taehyung que lo espero en la cocina, Gi. — Jimin pidió, siguiendo su camino hacia donde iba a trabajar.

—Suena a que unas cuantas son suficientes. — Jeongguk se inclinó sobre su cuerpo para dejar las cosas que cargaba en el suelo, acercándose a Yoongi para mirar sus pupilas dilatadas y el sonrojo extendiéndose en su rostro.

El omega resistió el suave mareo y se apartó, haciendo su camino de regreso por el pasillo hasta el salón que hacía de despacho para Taehyung. Jeongguk lo siguió por detrás. No estaba seguro de qué era esa tensión formándose poco a poco, se sentía como cuando recién se conocieron, capaz de tocarla con la punta de sus dedos. Se sintió nervioso en su presencia, ahora incluso más que antes. Culpó al alcohol por imaginar cosas donde no las había; especialmente el brillo desafiante que tenían los ojos de Jeongguk al mirarlo. Lo imaginó, seguro que lo hizo.

—Jimin te espera... — Yoongi tomó el asiento vacío que dejó en la mesa de madera al centro de la estancia, la estancia estaba oscura, solo unas lámparas de luz cálida dejándolos ver sus juegos de cartas.

—Termina esta ronda. — Taehyung solicitó, dando un trago a su bebida y empujando las cartas en sus manos. —Gguk, ¿gustas?

—No. — Su respuesta fue tajante, pero Taehyung no le prestó atención en ese momento. Se recargó en la pared junto a ellos, sus brazos se cruzaron contra su pecho, observando el intercambio de cartas que comenzaba.

—Yo sí... — Yoongi arrastró su vaso vacío por la mesa, pensando que necesitaba algo con que distraerse si iba a tener la pesada mirada de Jeongguk encima durante la partida.

—Estás borracho, cariño.

—Mm, no. — Yoongi sonrió, algo inusual para él en un momento como ese. Normalmente, cuando se pone ebrio, evita cualquier expresión medianamente parecida a una sonrisa, lo hace sentirse un idiota.

—Ah, por supuesto que no. Tus mejillas solo están rosadas porque tu cara es muy bonita. — Taehyung quizá sabía que no estaba cayendo de ebriedad, pero eso no le impidió molestarlo un poco.

—No lo estoy, de verdad. — Yoongi reclamó.

—Cerca de estarlo, entonces.

Yoongi se inclinó sobre la mesa para tomar la botella de ron que había entre ellos, pero no fue lo suficientemente rápido y el alfa la obtuvo antes. El hecho de que casi estuviera viendo doble no ayudó mucho. Taehyung se recostó sobre el respaldo de la silla con una sonrisa estúpida en su rostro mientras sostenía la botella fuera de su alcance.

—No es divertido... — Yoongi abultó sus labios y frunció su ceño. Ridículamente infantil, pensó Jeongguk, imaginando la vista que Taehyung tenía frente suyo.

—Es un poco divertido.

—Estoy bien, mira... — Le hizo un gesto, mirándolo fijamente los ojos e intentando con todas sus fuerzas no apoyar la cabeza contra su mano en la mesa, su esfuerzo de concentración terminó en un adorable hipar. Taehyung se burló, tomó un trago de la botella y la tapó, eligiendo dejarla en el suelo lejos del omega.

—Toma un poco de esa agua y tal vez te sirva otro trago. — Señaló el cristal intacto con un movimiento de cabeza. 

Yoongi suspiró, se reclinó en su silla y agarró el vaso de agua tibia que había estado allí desde que se sentaron. Taehyung recogió las cartas esparcidas sobre la mesa y empezó a danzar la baraja de nuevo. Yoongi observó, su pulgar deslizándose arriba y abajo por el costado de su vaso, con los ojos fijos en la forma en que se movían los dedos de Taehyung, todavía negándose a beber. 

—Tómatela. — Insistió Taehyung nuevamente, mirando a Yoongi por una fracción de segundo antes de regresar a las cartas. Terminó de barajear y las dejó después de repartir los juegos. Él cedió finalmente, se llevó el vaso a los labios y vació la mitad en unos pocos tragos. A pesar de la falta de hielo, enfrió el calor de su pecho. Se sentía bien, lo quisiera o no, significativamente mejor que el alcohol ardiente. Sin embargo, eso no ayudó mucho a aliviar el calor en sus mejillas. —Muy bien, bebé.

Para ese punto, Jeongguk tuvo suficiente.

—Y una mierda... — maldijo en un murmuro bajo. Despegó su espalda de la pared en la que había estado recargado como si la superficie le quemara, eso explicaría la molestia borboteando en su estómago. Por supuesto, era eso y no estar escuchando los absurdos coqueteos de Taehyung hacia Yoongi. —Quiero jugar.

Yoongi y Taehyung levantaron la mirada ante la figura de Jeongguk acercándose. Yoongi bajó la mirada al juego de cartas en la mesa, tenso ante el extraño ambiente formándose entre ellos. ¿De nuevo lo imaginó?

Es cierto que Jeongguk había empezado esa cosa de protección a su alrededor desde el altercado en el bar, pero Yoongi pensó que era llevarlo demasiado lejos si incluso incluía a Taehyung en la lista de posibles agresores. No estaba corriendo ningún riesgo a su lado y aún así no había podido deshacerse de Jeongguk en ningún momento después de eso, incluso cuando no había ningún peligro, siempre atento y con su pesada mirada taladrando.

Taehyung, por otro lado, que había estado esperando algo como eso desde hacía unos días (lo buscó), formó una sonrisa arrogante en sus afilados labios y se dejó caer sobre la silla para alzar el rostro hacia Jeongguk.

—Estamos divirtiéndonos aquí.

—Bueno, es mi turno.

—Creí que odiabas los juegos de apuestas.

—No, de hecho soy muy bueno.

— ¿En serio? Cada vez que te invité me mandaste por un tubo... — Taehyung miró en dirección al omega sonrojado frente a él, quien aún trataba de esquivar la tensión que brillaba entre ambos alfas. — ¿Hay algo que te hizo cambiar de opinión hoy?

—Tu estúpida boca. Se te da muy bien hablarle cariñosamente a todos. — Jeongguk escupió con sinceridad.

Ni siquiera pensó lo mal que eso sonó, no midió su cruda honestidad, de hecho fue incapaz de retener el pensamiento, simplemente quiso decirlo. Y era lo suficientemente cercano a Taehyung como para que sospechara de qué se trataba. Aunque también sabía que él no tenía ningún jodido derecho en reclamar algo ahí. Para ese punto, en realidad sabía que Taehyung  lo sabía aún más que él, era su amigo y su alfa líder. Todas esas provocaciones, esas incitaciones en torno a Yoongi, lo tenían con los nervios de punta desde hacía días, y Taehyung tenía métodos poco ortodoxos para actuar.

Es cierto, él mismo había estado alrededor de Yoongi por un tiempo, pero nunca había terminado de acercarse o de acentarse en un cortejo, siquiera en un interés explícito... Todo ese tiempo lo había estado ahuyentando o evitando, pero la atracción estaba ahí. Viva y latente, como desde el primer maldito día en el que lo miró. Sus ganas de cuidarlo y estar tras su huella, de evitarle cualquier riesgo, y ese esfuerzo inútil de reprimir todo su deseo, solo se habían disparado de un momento a otro. Era una tontería, y había tocado fondo.

—Sabes que sí. Y si te pones celoso ya no es divertido. — Taehyung recogió las cartas frente a él, ignorando con éxito la sugerente rabia a la que Yoongi no era ajeno. Había obtenido lo que quería, después de muchos esfuerzos a lo largo del tiempo de Yoongi en el pueblo: una reacción de Jeongguk. —Deberías decirlas por tu cuenta si no quieres que otro te haga el trabajo.

Taehyung levantó su mano derecha con el juego de cartas, se puso de pie y las estampó contra el pecho de su amigo, asintió con la cabeza después de una mirada significativa, sus labios se curvaron en una sonrisa que le decía algo más sin siquiera intentarlo.

Jeongguk le cedió el paso y finalmente quedaron solo él y Yoongi en el pequeño salón. Taehyung salió cerrando la puerta y desapareció por el pasillo en busca de Jimin. Yoongi se sintió en una nube de nervios en medio de su trance.

¿Qué fue eso? Se preguntó con torpeza, analizando cada una de las palabras que escuchó. Jeongguk enfrentando a Taehyung por darle apodos cariñosos. No iba a decir que la emoción no se abrió paso en sus entrañas, porque sería una mentira descarada para sí mismo, y estaba lo suficientemente ebrio como para eso. ¿Jeongguk lo celaba? ¿Después del tiempo haciéndole sentir que le desagradaba y que lo quería tan lejos como fuera posible?

—Todavía no entiendo bien esta mierda... — Murmuró Yoongi, bebiendo lo último de su agua ante los nervios que lo invadieron. Movió sus fichas al centro de la mesa y trató de relajarse, el alcohol le ayudó a su meta, lo suficientemente impulsado por las revelaciones de la noche. Miró curioso a Jeongguk, quien tomó lugar en la silla vacía frente a él. 

Jeongguk evitó hábilmente su mirada y hizo su apuesta. Cuando finalmente levantó la vista para encontrar la mirada de Yoongi, se inclinó hacia adelante sobre sus codos, acortando ligeramente la distancia entre ambos.

—Lo dominarás. No ayuda que hayas estado bebiendo.

—Lo necesitaba. — Yoongi desplazó sus cartas, ignorando los ojos de Jeongguk fijos en él.

Le molestaba la forma en que Jeongguk encendía sus alarmas, la forma en que sus sentidos se exaltaban por la sola presencia de ese alfa complicado. Le gustaba, pero no podía admitirlo, casi se sentía masoquista por haberse tenido que fijar en el hombre que peor lo había tratado desde que puso su primer pie en el pueblo. Pero también había sido el primero en dejarlo decir cómo se sentía y apoyarlo. El contraste de ambas situaciones aún lo hacía sentir confundido.

Siguieron así por un tiempo, Yoongi perdiendo ante Jeongguk; Jeongguk se regodeó agitando desgastadas fichas de póquer en su cara. Cuando se dio cuenta, ya estaba mucho más coherente que hacía una hora. Supuso que eso era lo que sucedía cuando usabas toda tu capacidad cerebral para tratar de ser más astuto que la persona a la que quieres besar en lugar de retar.

—Tu turno, no me eches una mano de mierda. — Reprendió Jeongguk con el indicio de una sonrisa traviesa en sus comisuras. —Quiero algo de qué presumir.

—Tal vez se te esté acabando la suerte. — Yoongi tomó las cartas, las golpeó sobre la mesa varias veces antes de dividir la baraja.

—No. Todavía tengo algunos trucos bajo la manga. — Tomó un sorbo lento del vaso que se había servido hace unos momentos, haciendo rodar el licor dorado sobre su lengua antes de sacar un cigarrillo de Dios sabe dónde. Luego sacó su encendedor y Yoongi tuvo la intención de mirar hacia otro lado. 

Pero no lo hizo. No pudo. Sucedía siempre; el encendedor salía y Jeongguk jugaba con él. Lo pasaba sin pensar entre sus dedos, lo encendía y apagaba antes de guardarlo en uno de sus bolsillos. Esta vez lo encendió, lo acercó al cigarrillo que colgaba de sus labios y tiró hasta que se formó una cereza en el extremo. Yoongi no fumaba, pero mentiría si dijera que no le gustaba la forma en que se formaban las nubes con cada exhalación del hombre al otro lado de la mesa. 

— ¿Gustas? Puedo dejarte fumar uno. — Jeongguk se permitió ser descarado, a sabiendas de que el omega no consumía, pero fue divertido el brillo incrédulo en los ojos de Yoongi ante su evidente muestra de dominio.

— ¿Tu puedes dejarme? No es que necesite tu permiso, en realidad. — Yoongi rió flojo, recuperando un poco del valor que el alcohol otorga para hacer cosas inadecuadas. Yoongi se inclinó sobre la mesa de madera, afortunadamente no era lo suficiente grande como para mantener una gran distancia entre ambos, y estuvo lo debidamente cerca de él como para tomar el cigarrillo de entre sus dedos y llevarlo a sus propios labios. Dio una calada y el desagradable sabor invadió sus sentidos, sin embargo, disfrutó de la calidez y sobre todo, de los ojos de Jeongguk devorándolo a través del humo. Yoongi sonrió arrogante, satisfecho con la sensación que le recorrió el cuerpo, como una llamarada. — ¿Te gusta lo que ves?

Su risa fue interrumpida por otro lento sorbo de ron. Bromas como esa eran fáciles de ignorar con mayor distancia entre ambos. Le resultó más difícil hacerlo cuando no había ojos sobre ellos, cuando las puertas y las persianas estaban cerradas. Tal vez era el humo de segunda mano, tal vez era el mismo licor que lo recorría, pero lo que solía decir y lo que debía decir, quedaron dando vueltas en su cabeza.

—Quizás lo haga.

La expresión excesivamente confiada de Yoongi vaciló por un breve momento, las cejas se juntaron rápidamente antes de que regresara la sonrisa nerviosa en sus labios. Dejó el vaso sobre la mesa, caló el cigarrillo y puso las cartas boca abajo. 

—No deberías... — advirtió el omega, ofreciendo de regreso el cigarrillo.

— ¿Por qué? — Jeongguk lo recuperó, sintiendo un choque ante el roce de sus dedos; cautivado por la idea de los labios de Yoongi sobre los suyos, dio otra calada, otra bocanada de humo soplada cuidadosamente.

—Porque quizás tengas que comerte tus palabras. No eres bueno en ello, ya lo haz demostrado antes.

El aire a su alrededor estaba cargado de algo tangible, algo espeso y descarado. El alfa optó por llevarse de nuevo el cigarrillo a los labios. Sus ojos nunca dejaron los de Yoongi, ni cuando inhaló, ni cuando soltó el humo por su nariz. Es cierto, era malo admitiendo sus errores pero siempre encontraba las formas adecuadas de enmendarlos. ¿Cómo iba a solucionar Yoongi?

— ¿Eso es una promesa? — Preguntó Jeongguk, golpeando con impaciencia el borde de su vaso de ron.

—Es un desafío para tí. — Yoongi sonrió, movió sus caderas hacia adelante, recostándose en su silla. —Tu turno.

Yoongi fingió ignorancia del tema, echó un vistazo a sus cartas y suspiró serenamente. No hay necesidad de exponer ideas y pensamientos vergonzosos aún. No cuando se siente casi irritado por la sensualidad del hombre frente suyo.

—Ah. Qué pena... — Se lamentó del resultado del juego. Jeongguk volvió a apagar su cigarrillo, atrayendo la mirada de Yoongi hacia sus dedos.

—Nunca me ha interesado mucho el póquer — dijo, mirándolo de cerca. Tratando de obtener una lectura precisa de los labios carnosos de Jeongguk, del sutil rebote de su rodilla debajo de la pequeña mesa redonda. —No es realmente lo mío.

— ¿Y qué es lo tuyo? — presionó Jeongguk, palabras mezcladas con un tono meloso. 

Ambos seguían jugando con la negación, desafiando al otro a cruzar la línea por la que habían estado caminando de puntillas. Era fácil fingir que su relación era estrictamente formal cuando había otras personas cerca. Era fácil esconderse detrás de la apariencia del negocio y el testamento. Pero cuando Yoongi encontraba formas de acercarse a la fina línea que habían dibujado mutuamente, las cosas se balanceaban, él se asustaba y no quería abordar el tema. 

Más no estaba asustado ahora, no del todo. Quizá una vez que saliera de ese salón lo estaría de nuevo y pensaría en sus impulsivas decisiones. Pero ahora, sin miradas indiscretas, podía deleitarse con ello. Podría alcanzarlo si realmente quisiera. Y vaya, ¿quería hacerlo de verdad? Jeongguk no lo rechazaría, el hombre lo cazaba con la mirada cada vez que podía, con miradas indiscretas o no. 

Quizá aún le tenía miedo a la idea de ser rechazado. Lo había sido una vez. Cuando Jeongguk le gruñó que se fuera lejos del pueblo y se apartara de su familia. Quizá aún sentía un resentimiento empolvado por aquella ocasión; detestó sentirse tan mínimo e indeseado, especialmente viniendo de alguien por quien él sintió eventualmente todo lo contrario. Se negaba rotundamente a regresar a ese sentimiento.

—Trabajar. Mi madre. Las cosas que debo hacer y mis responsabilidades. — Jeongguk puso los ojos en blanco e hizo un sonido parecido al disgusto. Eso sonaba más como una respuesta que él daría, pero sabía que Yoongi tenía prioridades parecidas a las suyas, desde un principio, esa había sido la razón por la que había llegado al pueblo, en primer lugar.

—Trabajo... — Chasqueó la lengua contra los dientes. Yoongi se encogió de hombros.

—Es fácil hacer lo que debo hacer.

—Discrepo. — Sacó otro cigarrillo y lo encendió apresuradamente. Como si el humo en sus pulmones pudiera de alguna manera sofocar la tentación ante la que estaba perdiendo. Yoongi, tan testarudo como bonito, golpeó su vaso vacío contra la mesa, frente a Jeongguk, pidiendo más ron. Jeongguk simplemente negó con la cabeza, recordando la botella en el suelo, apartada del omega. —Creo que ya fue suficiente por esta noche.

—Tu todavía estás bebiendo.

—No soy yo quien pierde el control de mi boca.

—Lo entiendo. Te pongo nervioso. — Estaba siendo abiertamente audaz ahora, al diablo con la negación. 

Bailar en torno a tus deseos solo es divertido por un tiempo limitado. Llega un punto en el que es casi doloroso tener lo que necesitas fuera de tu alcance, frente tuyo y no poder tenerlo. Jeongguk no mordió el anzuelo por consideración a Yoongi. Una parte de él estaba agradecida por ello, pero otra parte quería rodear el cuello del alfa con sus manos y enredar sus dedos en esos mechones de cabello.

—Me pones muchas cosas, nervioso no es una de ellas. Pero si sigues hablando así seré yo quien tenga que dejar de tomar, y aún es muy temprano.

—Déjame servirte uno, entonces... — Una corriente de humo lo rodeó, entró en sus pulmones y lo estimuló. 

Esto impulsó a Jeongguk a bajar el cigarrillo, colocándolo con cuidado en la ranura del cenicero a su derecha. Se lamió los labios, tratando de medir las intenciones de Yoongi. No sabía qué tenía planeado exactamente, pero el arrastre perezoso en su melosa voz no podía significar nada sano.

—Seguro. Adelante. — Desafió. —Ven a buscar la botella por tu cuenta.

Yoongi no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Jeongguk mordió el anzuelo, o lo hizo él primero, quizá ambos, ya no tenía importancia. Se habían enganchado y todo lo que tenían que hacer era enrollarse hasta la superficie. Ver hasta dónde llegarían.

Yoongi se levantó lentamente, arrastrando sus dedos sobre la mesa mientras la rodeaba. Jeongguk se empujó hacia atrás y la silla de madera crujió al deslizarse contra el suelo. Yoongi fingió no darse cuenta de lo jodidamente emocionado que le ponía ver el no tan sutil ajuste en los pantalones del alfa. Vio la botella junto a su pierna y se movió para deslizarse entre éste y el borde de la mesa. 

Se inclinó para alcanzar el ron y sus ojos marrones se encontraron con los que estaban analizándolo. Los dedos de Jeongguk se enredaron alrededor de su muñeca, deteniéndolo en esa posición, inclinado frente a él. Allí estaba por fin; el contacto que prácticamente había estado rogando durante la última media hora, los últimos meses. Yoongi no dijo nada mientras actuaba en automático y levantaba una de sus piernas, ya no buscando la botella de alcohol, sino el regazo de Jeongguk, sentándose a horcajadas sobre él antes de pensarlo mejor y arrepentirse.

—Bien entonces. Dame la botella. — Había un tono confiado en su voz, uno que borró la sonrisa del rostro de Jeongguk. 

Jeongguk le sostuvo la mirada mientras se inclinaba para recoger la botella del suelo, aún manteniéndolo sobre sus piernas, justo donde lo quería tener. La destapó y la tendió entre ellos.

Yoongi la tomó y acercó la abertura a sus labios antes de que la parte racional de su cerebro pudiera detener lo que estaba a punto de hacer. Podía sentir la mirada de desaprobación que le lanzaba antes de terminar de verter el licor en su boca. Y justo cuando Jeongguk estaba a punto de regañarlo adecuadamente, lo hizo guardar silencio con una mano sobre sus labios. Sacudió la cabeza y señaló su boca, golpeándose los labios con un dedo. 

Jeongguk asintió, sus ojos coloreándose de un denso marrón oscuro que hizo dar vueltas la cabeza del omega. Fue un alfa paciente, comprendiendo y dispuesto a recibir lo que Yoongi estuviera impulsado a darle. El omega retiró la mano de sus labios y enganchó un dedo debajo de la barbilla de Jeongguk para inclinar su cabeza hacia atrás. Sin pensarlo dos veces, Jeongguk se encontró abriendo la boca, su pecho subía y bajaba rápidamente con anticipación. Yoongi se inclinó hacia adelante, con el ceño fruncido y su pulgar deslizándose por el labio inferior de Jeongguk, jugando con la tersa carne. 

Medio segundo después, un chorro de licor color miel estaba llegando a la lengua de Jeongguk. Hubo un sonido profano que rogaba por salir de su garganta, pero Jeongguk se le adelantó, desatando un bonito gemido propio, que se dirigió directamente hacia el vientre de Yoongi. Involuntariamente movió sus caderas, lo que le valió otro igual de agradable. Yoongi tenía una mano en la barbilla del hombre, la otra detrás de su cabeza, los dedos se curvaban alrededor del cabello en la nuca, tal y como minutos atrás había fantaseado.

Las manos de Jeongguk se apoderaron de las caderas de Yoongi, apretando más fuerte de lo que pretendía cada vez que el omega se presionaba contra el bulto obvio en sus pantalones. El roce de los jeans de Yoongi contra los suyos hizo que su cabeza diera vueltas; el sonido de sus cremalleras al engancharse le hizo querer tumbar al omega sobre la mesa y tomarlo en ese mismo momento. Cuando el alcohol se acumuló exitosamente en la boca de Jeongguk, Yoongi se tomó la libertad de besarlo con avidez, lo que incitó a Jeongguk a tragar.

No estaba seguro de por qué, pero no fue suficiente. Su beso fue áspero, movió sus caderas con más fervor, tiró de su largo cabello negro con más fuerza hasta que la rudeza de Jeongguk coincidió con lo que estaba buscando. Así es como él lo quería: implacable, doloroso hasta el punto del placer. 

—Eres tan jodidamente bonito, ¿lo sabías? ¿Sabes lo que me haces?...

Yoongi gimió encantado por el cumplido, sintiendo esa clase de placer construyéndose como un nuevo delirio: Jeongguk recitándole elogios. Sintió que podría correrse con solo escucharlo susurrar cosas así al oído. Respondió deslizando sus labios por el costado del cuello de Jeongguk, mordiéndolo y besándolo, disculpándose cuando pensaba que dolería. Jeongguk nunca se quejó, simplemente hundió sus dedos más profundamente en la piel de Yoongi, dejando que sus uñas crearan líneas rojas en su abdomen, los costados de su cadera y el inicio de su espalda baja. Yoongi se echó hacia atrás el tiempo suficiente para quitarse la camisa, el otro hombre observaba atentamente mientras se la levantaba por encima de la cabeza y la arrojaba a un lado. 

—Tan lindo... — Murmuró, pasando las yemas de los dedos por la curva de su cintura, bajando por su estómago y pasando por la bonita "v" sobre su cinturón.

—Hablas demasiado... — Reclamó Yoongi. 

— ¿Por qué no le decías eso a Taehyung? Me hubiera gustado que le callaras la boca desde el primer "cariño" que te dijo.

Con toda honestidad, se sentía débil ante la dulzura en la voz de Jeongguk, sentía el calor constante de sus mejillas cuando sabía que estaba cantando sus alabanzas. Es cierto que Taehyung era cariñoso al hablarle, y era parte de su personalidad, pero no se sentía de la misma forma. Con Jeongguk era diferente, era como en encendedor dentro de su cuerpo, que lo calentaba hasta la punta de los pies y lo hacía sentir tembloroso y deseoso.

—Cállate de una vez. — Yoongi volvió a besarlo, saboreando el sabor amargo del ron en la lengua de Jeongguk. Para ese punto, sabía que Jeongguk no le haría caso, porque podía darse cuenta del efecto que tenía en él y se aprovecharía de ello.

Rompió el beso con un jadeo ahogado al sentir los dedos de Jeongguk tirando de su cinturón, deshaciéndolo con una rapidez que Yoongi encontró insoportable. Se bajaría los pantalones en ese momento si no quisiera alargarlo tanto. Y él quería alargarlo. Quería que durara el mayor tiempo físicamente posible. Después de todo, era sólo un hombre. 

El sudor comenzó a gotear en su frente, mechones solitarios de cabello pegados a sus sienes. Le tomó todo lo que tenía para mantener las manos quietas. Observó a Jeongguk desabrocharse el botón de sus jeans, observó cómo bajaba la cremallera, sin molestarse en contener el escalofrío que recorrió su columna y las terribles ganas de mirar más de lo que se le presentaba.

Si se permitiera algo en el mundo, se permitiría el placer fugaz de una aventura de una noche con alguien que había estado anhelando desde que se conocieron, pero mentiría si dijera que podría tener suficiente de ello. La idea le pareció terrible al principio. Pero después de la sensación inicial de los dedos de Jeongguk hundiéndose en el frente de sus boxers, pensó que era la idea más brillante que jamás había tenido en la vida. Sí, había cosas que pensar, pero ese no era el momento, y la tensión sexual se había terminado de desbordar. No había vuelta atrás para ninguno de los dos.

Se mantuvo erguido con las manos apoyadas sobre los hombros de Jeongguk, dejando que su cabeza rodara hacia atrás mientras el alfa apretaba experimentalmente a su alrededor. 

—Eso es. Diviértete. Puedes decirme lo mucho que te gusta al oído, no queremos que los demás escuchen.

Yoongi no tuvo la destreza de preocuparse por la incapacidad del hombre para guardar silencio. No es que importara, estaba en el punto en que cualquier cosa que saliera de la boca de Jeongguk era música para sus oídos. Cada palabra, cada gemido destrozado cuando movía sus caderas, instando a Jeongguk a seguir adelante. Su mano era áspera, podía sentir los anillos plateados de Jeongguk contra su pene con cada golpe. 

Y entonces, la mano desapareció y una fuerza lo levantó. Jeongguk golpeó ciegamente detrás de él, arrojando fuera de la mesa pequeñas torres de fichas y las cartas de póquer al suelo, junto con el cenicero y el vaso de Yoongi. Esperó el sonido de cristales rotos, pero nunca llegó. Afortunados. 

Cuando estuvo seguro de que no habría nada debajo de la espalda de Yoongi, Jeongguk lo colocó sobre la pequeña mesa. Marcó el cuello de Yoongi, lanzando besos hasta su clavícula mientras le bajaba los pantalones, dejándolos amontonarse en sus tobillos. Estaba completamente expuesto: Jeongguk todavía completamente vestido y mirándolo con un hambre que no podía identificar. 

Yoongi intentó estabilizarse sobre sus codos, repentinamente nervioso por estar desnudo sobre la mesa del pequeño salón, pero Jeongguk lo empujó hacia abajo con una mano apoyada en su pecho. Se quedó agachado y escuchó. El sonido familiar de la silla de madera raspando el suelo; Jeongguk había acercado su asiento a la mesa, como si estuviera listo para sentarse a comer. Sus manos escalaron la extensión de los muslos de Yoongi, sintiendo la carne suave mientras le separaba las piernas. 

En poco tiempo, una boca caliente y húmeda lo envolvió completamente. El sonido que salió de su garganta fue casi irreconocible para sus propios oídos. Tono ahogado y necesitado. Empujó superficialmente, sin importarle lo desesperado que parecía. Jeongguk no intentó detenerlo, no intentó sujetar sus caderas a la mesa, lo dejó libre con su placer. Relajó su mandíbula y sus manos simplemente acariciaron las piernas del omega, subieron hasta su cintura y volvieron a bajar mientras su lengua hacía todo el trabajo. Yoongi se contuvo, sobre todo por el ligero matiz de vergüenza que aún persistía en el fondo de su mente ante el escenario que habían creado. Estaba tan expuesto, tan vulnerable debajo de un hombre que enviaba chispas por su espalda con cada lamida, con cada presión de sus dedos en su piel.

Estaba destrozado, retorciéndose sobre algunas cartas desplazadas, sus manos derribando cualquier montón de fichas que Jeongguk no alcanzó la primera vez. En algún momento Jeongguk había sujetado sus caderas a la mesa y movido la cabeza con tanto rigor que Yoongi juró que se había sonrojado como un mojigato ante el placer que atravesó su ser. 

La lengua de Jeongguk lo acariciaba en la punta, jugando con las contracciones de su cuerpo, para de nuevo deslizarlo por completo entre sus labios y tocar el fondo de su garganta, ejerciendo una presión abrumadora con sus labios. Las manos en su cadera, acariciando y presionando lo hacían recordar qué tan real era lo que estaba pasando. Un calor familiar comenzó a acumularse en la boca de su estómago, tan cerca del cielo.

—Joder, Jeongguk... Tienes que parar, tienes que...

Con un pop obsceno se despegó, colocándose sobre Yoongi mientras sus dedos jugaban entre sus piernas, tanteando la humedad creada por el omega, provocando al anillo de músculos mientras Yoongi arqueaba su espalda y clavaba sus uñas en los hombros de Jeongguk, finalmente a su alcance. No quería correrse, no aún. Sentía que si lo hacía, entonces todo eso terminaría para siempre, y no quería imaginarse perdiendo esa sensación.

—Déjame seguir... — Uno de los dedos de Jeongguk se empujó, más allá del nudillo, lo suficientemente profundo como para provocarle un corte en la respiración. Sacudió la cabeza en medio de su trance, escuchando la dulce súplica del alfa sobre él. —Déjame hacerte sentir bien.

Yoongi no estaba dispuesto a discutir con él cuando tenía dos dedos abriéndose paso profundamente en su interior, causándole un manojo de nervios que debilitaban sus piernas. Gimió contra la boca de Jeongguk y se encontró con el empuje superficial de sus dedos. Esos dedos que había visto tantas veces jugar con el encendedor, sostener el cigarro...

—Entonces date prisa y fóllame. — Yoongi pidió, reacio a no tener a Jeongguk como quería antes de que acabara esa noche.

Jeongguk retiró los dedos, provocando un maullido de insatisfacción en Yoongi. Besó y chupó cada trozo de piel que pudo poner en su boca, el sabor salado del sudor en la piel de Yoongi era mejor que el licor amargo que habían tomado. 

Acarició los costados de los muslos a modo de disculpa mientras levantaba ambas piernas para descansarlas sobre sus antebrazos. Estaban muy por encima del límite de la modestia, demasiado ido para que la vergüenza desempeñara un papel vital en cualquier cosa que estuvieran haciendo. 

Jeongguk terminó de bajarse los pantalones, liberó su polla y se arrastró a sí mismo por lo largo de la parte inferior de la rígida longitud de Yoongi, hasta que besó con su punta la entrada preparada. Jeongguk empujó y Yoongi cerró los ojos con fuerza. 

Al principio el tramo estaba ardiendo; hasta que se transformó en algo tan placentero que se olvidó de lo absurdo de la situación en su conjunto. Jeongguk gimió en el hueco del cuello de Yoongi, quien tenía los brazos fuertemente alrededor de su abdomen. Retrocedió lo suficiente para hacer que los ojos de Yoongi se pusieran en blanco cuando volvió a golpear, enterrándose hasta la empuñadura. 

Formó un ritmo, saliendo y empujando, estableciendo un vaivén brutal que era demasiado lento para complacerlo del todo pero lo suficientemente fuerte como para hacer lloriquear al omega. Jeongguk se sintió inspirado únicamente por la dificultad en la respiración de Yoongi, por la forma en que sus tobillos se cruzaban alrededor de su cintura y lo acurrucaban entre sus piernas.

—Jeongguk... — Se quejó dulcemente, enredando sus dedos en el cabello del otro hombre y tirando lo suficientemente cerca como para ganarse una estocada particularmente fuerte que le arrancó un gemido ahogado.

—Mierda. Dilo otra vez.

—Jeongguk.

—De nuevo.

—Jódete, Jeongguk...  — Estaba empujando sin piedad, moviendo descaradamente sus caderas al ritmo de Jeongguk, su codicia tenía prioridad sobre cualquier otro sentimiento que recorría su cuerpo. 

La mesa crujió contra el suelo y sus patas fueron víctimas de la fuerza que había encima. Yoongi ni siquiera se dio cuenta de que había soltado a Jeongguk, sus dedos agarraron el borde de la mesa de madera hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Sólo podía sentir la forma en que la polla de Jeongguk lo llenaba por completo, la forma en que cada embestida lo hacía intentar recuperar el aliento sin éxito alguno.

Jeongguk besó su cuello, chupó su clavícula y mordisqueó la sensible carne de su pecho. Todo lo que Yoongi pudo hacer fue recibirlo, levantar las caderas y dejar que Jeongguk lo golpeara hasta que su visión se oscureció. Jeongguk le susurraba cosas al oído, pero Yoongi ya no escuchaba nada. Su cabeza estaba nublada, inundada por la sensación de una lengua caliente lamiendo su cuello, llena con el calor siempre presente de la polla golpeándose maravillosamente contra él. 

Cuanto más se acercaba, más difícil le resultaba hablar. Sus súplicas se convirtieron en gemidos lastimeros, un coro confuso de su nombre y varios otros dulces balbuceos. Por supuesto, fue un hermoso canto de elogio al alfa, un cóctel perfecto de finalidad. 

Jodió a Yoongi hasta que ambos quedaron jadeantes, nada más que una mezcla de cuerpos y sudor. Cuando llegaron, fue casi simultáneo; Jeongguk se derramó sobre Yoongi primero, y Yoongi lo siguió poco después. Una vez que sintió el asqueroso arrastre de la polla de Jeongguk saliendo de él, notó su propia humedad cubriendo la extensión de su vientre. 

Jeongguk lo acicaló primero, dándole cálidos besos en su cuello y hombros mientras recuperaba la cordura y aterrizaba, se lamió los labios después y miró a Yoongi como una droga esperando a ser inyectada en sus venas. Se quedaron allí, respirando obscenamente y sin ningún remordimiento. Yoongi agarró a Jeongguk por la nuca y lo obligó a darle un beso, uno que el hombre rápidamente recibió y correspondió. 

—Eres hermoso.

—Cállate la boca.

— ¿O qué? ¿Vas a llenarme la boca de ron otra vez ? — Jeongguk puso una sonrisa arrogante, acurrucándose en su cuello, su lengua rozando el lóbulo de la oreja de Yoongi. 

—Eso te gustaría, ¿no? No quiero que te acostumbres a ser complacido. — Su amenaza era vacía, mezclada con una necesidad que era irreconocible hasta antes de esa noche, pero que desde ese momento, fue innegable.

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