El chico llamado LANCE - Klan...

By ShargyD

56.1K 5.7K 4K

Ha pasado un año desde que los padres de Keith murieron. Shiro, su mejor amigo de infancia y de quien secreta... More

Capítulo 1 -¡Comenzando la fricción!
Fragmento CERO - Break
Capítulo 2 -El secreto de Keith
Capítulo 3 - Lazos
Capítulo 4 -Imanes
Capítulo 5 - Conexión
Fragmento UNO - Storm
Capítulo 6 - Nudos
Capítulo 7 - Autodestrucción
Capítulo 8 - Bienvenido a mi corazón
Capítulo 9 - Intermedio
Fragmento DOS - Lost
Capítulo 10 - Mi mar [cumpleaños]
Capítulo 11 - Autocontrol
Capítulo 12 - Indecisión
Capítulo 13 - Remordimiento
Fragmento TRES - Skemmtun
Capítulo 14 - Confusión (parte uno)
Capítulo 14 - Confusión (parte dos)
Capítulo 15 -
Capítulo 16 - Colores
Fragmento CUATRO - Confessione d'amore
Capítulo 17 - Miradas
Capítulo 18 - Falacia
Capítulo 19 - Realidad
Capítulo 20 - Condena
Capítulo 21 - Consciencia
Capítulo 22 - Mi estrella
Fragmento CINCO - Virhe ja vika
Fragmento SEIS - Monster
Capítulo 23 - Humano
Capítulo 24 - Te amo
Capítulo 25 - Calma
Capítulo 26 - Efecto mariposa
Capítulo 27 - Consentimiento
Fragmento SIETE - Keith Kogane
Capítulo 29 - Bashert

Capítulo 28 - Mi verano

160 14 15
By ShargyD

"Estaba en el invierno de mi vida... y luego te conocí."

"Recuerdo que me dijiste que así comenzaba una de tus canciones favoritas, que cada vez que te sentías solo la escuchabas, pero cuando me conociste te atreviste a agregar esa línea en tu mente mientras pensabas en mí. Me dijiste que me había convertido en tu hogar, que me había convertido en tu verano.

Y te creí, siempre te creí."



Keith sabía que era momento de despertar, cada vez se volvía más consciente de su entorno, sin embargo, su perezosa mente se negaba completamente a volver al mundo real. No quería hacerlo, no cuando la calidez que envolvía su cuerpo lo hacía sentir tan completo y protegido. Una calidez que lo había mantenido alejado de las pesadillas y que le había otorgado uno de los mejores sueños profundos como los que no había tenido hace años... sin pesadillas, sin despertadas nocturnas, sin temor, sin vacío, solo paz.

Conforme el tiempo pasaba, era capaz de escuchar con más claridad lo que sucedía fuera de aquellas cuatro paredes, las voces lejanas y distorsionadas de otros inquilinos, el ligero silbar del helado viento contra la ventana e incluso el repiqueteo constante del motor de la calefacción. Pero el sonido más constante y tentador para abrir los ojos era aquella respiración, una respiración tan suave y ligera que golpeaba su rostro.

Los pesados párpados de Keith se abrieron con lentitud, agitando unas cuantas veces sus pestañas hasta acostumbrarse a la tenue iluminación de la habitación, que era decorada por una luz grisácea característica de las mañanas frías en Denver. Y si alguna vez alguien le preguntaba a Keith cuál había sido la cosa más hermosa que había visto en su vida, él definitivamente pensaría en esa mañana, en la que él despertaba entre los brazos de Lance, mientras éste se encontraba de costado frente a él, tan cerca como para que solo bastase moverse unos centímetros y tocar sus labios.

Notó como sus manos se encontraban reposadas contra el pecho desnudo de Lance, creando un bonito contraste de pieles y permitiendo sentir a través de las yemas de sus dedos los latidos tranquilos de su corazón. Keith serpenteo con la mirada cada parte que podía apreciar del cubano; la bonita y cálida piel contra su toque, clavículas resaltadas, mandíbula marcada, cabello castaño desparramado sobre la almohada de manera desordenada, delgadas y largas pestañas que adornaban sus párpados, pecas difuminadas por los años al igual que su cicatriz de infancia... y sus labios; unos labios que ahora provocaban un montón de recuerdos en Keith. Durante unos segundos, el pelinegro recordó la primera y única vez que observó tan detalladamente a Lance mientras dormía, aquella madrugada donde le había mostrado un poco sobre cómo encontrar las constelaciones.

Keith jamás habría imaginado que terminaría despertando entre sus brazos de esta manera.
Entre los brazos de su novio.
Novio.
Lance era ahora su novio.

Al parecer, su corazón tampoco había asimilado las cosas hasta ese momento, volviéndose completamente loco dentro de su pecho ante aquella inminente revelación. Su mejor amigo, el chico con el que había pasado meses viviendo mil cosas, con el que iba a la universidad, bromeaba, compartía el bus, mandaba mensajes y lo molestaba; con quien compartía habitación. Joder, ese Lance que aparecía en sus recuerdos era el mismo chico dormido frente a él que ahora era su novio.

Keith deslizó torpemente su mano derecha hasta la mejilla del cubano, acariciándola con tanta delicadeza, casi temiendo que el contacto lo rompiera... o lo devolviera a una realidad en la que aquello solo fuera un sueño. Keith inmediatamente alejó ese horrible pensamiento, admirando con una devoción silenciosa el rostro de Lance, asegurándose de que era real ese momento.

Lance era jodidamente hermoso, tanto como persona, como físicamente y lo mejor de todo, es que al final Lance también lo había elegido a él por sobre todas las cosas y aquello sólo aumentó su felicidad creciente en el pecho, era todo lo que necesitaba pensar.

–Una fotografía podría durar más... –Keith dirigió su atención hasta los ojos de Lance en cuanto escuchó su voz enronquecida por la mañana repitiendo esa oración tan familiar, sintiendo su corazón reaccionar a su único dueño. El moreno sonreía ligeramente, demostrando que aún se encontraba adormecido mientras lo observaba con un ojo abierto de forma juguetona–. Buenos días, niño bonito...

El rubor en sus frías mejillas no tardó en aparecer, rodando los ojos como era su costumbre con una sonrisa que mezclaba la diversión con la timidez del halago, le encantaba–. ¿Estabas fingiendo estar dormido, niño bonito? –imitó lo último, rozando con la punta de su dedo índice el lóbulo de la oreja izquierda de Lance.

–Es probable... –murmuró, guiñándole el ojo. Lance acomodó ligeramente su torso, colocando su mano sobre la mano de Keith que anteriormente estaba acariciándolo–. Estoy teniendo un deja-vu justo ahora... o puede que en realidad tenga la habilidad de Dr. Strange y esté viendo todos los finales probables de fingir estar dormido.

–¿Qué? –cuestionó Keith en medio de una carcajada, alzando la ceja derecha mientras abría el espacio entre sus dedos para que Lance deslizara los suyos–, ¿y cuántos supuestos finales hay, entonces?

–Oh... solo dos –Lance sonrió adormilado, acercando más su rostro a Keith, juntando ambas frentes–. Existe un universo en el que tú me golpearías por atraparte mirándome dormir como método de defensa –Keith entrecerró los ojos divertido, sabía que Lance se refería justamente a aquella noche antes de ir a la playa por primera vez. Su estómago se estrujó de manera agradable al ser consciente que Lance también recordaba a detalle esa noche–. Pero, hay otro final donde eso no sucede.

–Imposible –Los violáceos orbes de Keith no podían apartarse de los azulados y profundos ojos de Lance, era imposible que alguno de los dos tuviera la capacidad de dejar de mirarse de esa manera tan... devota. Ambos se quedaron en silencio, dedicándose únicamente a observarse con anhelo, con auténtico amor y admiración, sintiendo casi como si el tiempo se detuviera dentro de aquella habitación–. ¿Qué hay del otro final... ? –Aquella pregunta escapó más como un suspiro ante la cercanía de su novio.

–Uno donde en vez de golpearme, puedo besarte... –Lance entrelazó sus dedos con los de Keith, inclinándose con lentitud–, y es este –murmuró antes acabar con la nula distancia que separaba los labios de ambos.

Ese beso significaba algo mucho más grande que solo besarse y ambos lo sabían. Era una afirmación silenciosa de lo que ambos eran ahora, un beso que afirmaba que lo sucedido la noche anterior seguía fresco en sus mentes y que no correrían, que no fingirían que nada había sucedido.

Keith se presionó casi de inmediato contra Lance, correspondiéndole sin perder un solo segundo. Le encantaba sentir la manera tan tierna y lenta en la que Lance movía sus labios contra los suyos, sentía casi como si la intención de su mejor amigo fuera memorizar cada pequeña parte de sus labios, trazándolos con delicadeza, casi con devoción. Keith llevó sus manos hasta la nuca del cubano, enterrando sus dedos entre la mata castaña y alborotada justo al mismo tiempo que Lance paseaba sus largos dedos por las curvas bien marcadas de la cintura de Keith hasta llegar al centro de su espalda, sosteniéndolo con firmeza.

Besar a Lance se sentía como si el pecho se llenara con una emoción que solo podía ser aliviada cuando él lo tocaba, una necesidad que solo Lance podía satisfacer.

Y  Lance..., Lance estaba tan extasiado con el hecho de poder ser él la persona a la que Keith le permitía aquella cercanía, ser la persona a la que Keith había elegido y de quién necesitaba. Era tan adictiva la manera en la que el pelinegro buscaba su contacto, su calor, su sabor..., probablemente Keith no tenía ni idea de ello, pero Lance sí que podía notar la necesidad del pelinegro por besarlo, por mantenerlo cerca. Y Joder, Lance tenía la misma sed por Keith. Adoraba el calor de su piel, el sonido de su respiración cuando sus labios se separaban, el aroma tan único que desprendía, adoraba cada maldita parte de él y no podía hacer nada al respecto para frenarlo, ni tampoco quería, ya no. Tener a Keith de ese modo entre sus brazos solo sembraba la idea de que él daría absolutamente todo por tener la suerte de despertar cada maldita mañana al lado de su pelinegro favorito. Absolutamente todo, menos su alma, porque esa definitivamente ya le pertenecía a Keith al igual que su corazón y ahora se encontraban en un punto sin retorno.

Ambos sonrieron en medio del beso, separándose solo unos cuantos milimetros antes de dejar salir unas pequeñas y suaves risitas, tímidas, dulces, felices... se sentían como adolescentes emocionados de secundaria. Era maravillosa la sensación de poder expresarse físicamente lo que el corazón de cada uno sentía. Estaba claro que ambos estaban profundamente enamorados, el tacto de sus pieles, los roces de sus manos, las miradas llenas de todo aquello que no podía ser expresado con palabras, las sonrisas... cada parte de ellos gritaba el amor que sentían el uno por el otro, habría sido imposible seguir ocultando algo tan grande, lo que ambos sentían había sido una bomba de tiempo.

Keith deslizó nuevamente su mano hasta la mejilla de Lance, en silencio, solo observando mientras Lance juntaba su frente con la del pelinegro, dejándose llevar por las suaves caricias que le otorgaba sobre su mejilla, su pómulo y la manera en la que contorneaba con su dedo pulgar sus labios–. Gran manera de mantenerme despierto.

–Conmigo ya no necesitas una alarma –Los dedos de Lance paseaban de manera torpe en su espalda, dibujando pequeños circulos que estaban lejos de ser perfectos–. ¿Cómo te sientes? –cuestionó el cubano antes de besar el dedo de Keith que contorneaba sus labios.

Keith inclinó ligeramente la cabeza, hundiendola más contra la almohada con duda y Lance solo deseó haber podido fotografiar a Keith en ese momento, observándolo con una tierna duda, sonrojado, despeinado y tan juntos que podía visualizar a la perfección el brillo de sus ojos violáceos sin problema. Keith era malditamente hermoso–. ¿Te refieres a lo que sucedió anoche...? –La sugerencia en la voz de Keith era clara, él hablaba sobre el hecho de que ambos se habían acostado.

Los ojos de Lance se agrandaron con inocente sorpresa al tiempo que un agresivo vuelco en su corazón hizo acto de presencia, sin previo aviso las imágenes aparecieron en su mente, los recuerdos de Keith diciendo su nombre, su rostro teñido de carmesí, su expresión de placer, sus jadeos... mierda, mierda, mierda–. ¡No!, no... bueno, sí... quiero decir... me interesa saber cómo te sientes, porque ya sabes... tu y yo... bueno... ¡Agh! –Por primera vez en la vida, Keith tenía la oportunidad de presenciar la actitud tímida de Lance. El moreno se encontraba tan sonrojado y con las cejas tan fruncidas por la timidez que era imposible de ocultar–. ¡Deja de mirarme así! –Lance jaló las cobijas que cubrían la mitad de su cuerpo hasta su rostro, ocultándose detrás de ellas, mientras Keith comenzaba a reírse tan sonoramente que hacía eco en las paredes–. Te odio... –murmuró contra la tela, rendido ante el calor en sus mejillas y orejas.

–No, me quieres demasiado y no lo soportas –Aprovechó Keith aquella oportunidad, llevándose las manos al estómago mientras terminaba de reír–. Jamás olvidaré esto, lo siento –Lance solo soltó un gruñido avergonzado–. Debería tomar una foto.

–¡Ven aquí! –Lance apartó las cobijas, envolviendo el cuerpo entero de Keith nuevamente entre sus brazos para jalarlo contra su cuerpo y ocultar el rostro del pelinegro contra su pecho desnudo, silenciándolo. Podía sentir el cuerpo de Keith retorcerse en un intento en vano por liberarse del agarre, ahogando sus palabras contra su piel–. No podrás escapar de mí.

Un gruñido resignado escapó de la garganta de Keith, abandonando la pelea. Cuando sintió que el agarre de Lance contra su pecho se aflojó, asomó su rostro dejando apoyada su mejilla izquierda contra el pecho del cubano. Cerró los ojos y respiró profundamente el aroma de su piel mientras escuchaba los latidos agitados del corazón de Lance, había encontrado un nuevo sonido favorito–. Estoy bien –Lance comenzó a pasar sus manos sobre el cabello oscuro y enmarañado de Keith, acariciando sin un orden aparente sus hebras, solo sintiéndolo–. Quiero decir, aún duele un poco... pero es soportable. Además, es algo que tarde o temprano iba a pasar y estoy completamente bien de que haya sido contigo.

–Te dije que era una bestia –Lance sonrió antes de soltar un "auch" ante el pellizco juguetón de Keith contra su estómago–. ¡No puedes negarlo!

–Eres un idiota –Keith negó con la cabeza, entrelazando sus piernas con las de Lance bajo las colchas termicas–. Y respecto a lo otro –Keith hizo una pausa, suspirando ante las caricias de su cabello–. Lo que dije allá afuera anoche es verdad, y sí... estoy un poco... muy asustado, pero eso no significa que me retractaré –Keith se apartó del pecho de Lance, tomando un poco de distancia para observarlo directamente–. Te quiero, Lance y nada me va hacer dudar de ello, por muy duras que sean las cosas algunas veces... tú lo vales. Pero, ¿qué hay de ti? –Esta vez fue Lance quién ladeó la cabeza, intentando comprender a que se refería–. Si soy honesto... me siento algo culpable por el modo en el que te acorrale y te obligué a escucharme, cuando te vi tan... asustado; me sentí terrible por hacerte eso, porque yo entiendo lo importante y delicado que es estar en tu posición y sé que es una mierda, y yo solo exploté y cuando me di cuenta de lo que te estaba haciendo... Lo siento mucho, Lance.

–Hey... está bien –Lance reposó una de sus manos contra la mejilla de Keith, sonriendo dulcemente–. Es una mierda, pero también debe serlo para ti... y aunque ciertamente estoy aterrado y no negaré que sigo sintiéndome terriblemente culpable, anoche cuando te diste la vuelta y te alejaste de mí comprendí que yo simplemente no podía dejarte ir. Quizá suena egoísta, no lo sé, soy una persona egoísta, todos lo somos... pero... el pensamiento que tuve fue que podría vivir con la culpa de haber lastimado a Shiro, de poder vivir sin su amistad... pero imaginarme una vida en donde no estarías en mis días, donde no te escucharía, donde no bromeariamos, ni comeriamos juntos... no pude hacerlo, Keith –Lance se encogió de hombros ligeramente culpable–. Sueno como un amigo de mierda honestamente y no significa que no me duela la posibilidad de perder la amistad con Shiro... me destroza. Pero... me mataría el hecho de saber que te dejé ir cuando querías quedarte y yo también lo quería. A veces las personas necesitan ser lastimadas para abrir los ojos y yo soy alguien que muchas veces necesita estar al límite para actuar.

–Lamento mucho haber tenido que ser yo quien te llevara al borde, Lance.

–Eras el único que podría haberlo hecho, jamás puedo huir de ti –Lance se enderezó, sentándose sobre la cama para apoyar la espalda desnuda contra el respaldo, antes de suspirar. Keith se sentó también, con las mantas aun cubriendo su cintura hacia abajo–. Lamento mucho que tuvieras que tomar esa decisión. Es decir, tu también tuviste que tener un momento muy duro al darte cuenta de lo que sentías por... por mí. Y lo hiciste solo y... –Lance sonrió avergonzado–, bueno, yo te lo puse aún más difícil. Estoy seguro que tú deseabas hacer las cosas de la forma más... tranquila, ahora entiendo porque me pediste una cita en el restaurante anoche y de verdad, Keith, agradezco que te hayas puesto en mi lugar y que hayas pensado en mí –La mano morena del cubano se posó sobre el colchón, alcanzando la del pelinegro rozando las puntas de sus dedos–. Pero no quiero que minimices lo que tú también tuviste que pasar, ni lo que sentiste al tomar una decisión. No solo yo me sentí como una mierda, tú también te sentiste así, los dos nos sentimos del mismo modo y lo podemos entender... lamento no haber podido ayudarte esta vez.

–Al menos sabemos que ambos estamos sobre el mismo barco –Keith rió levemente, encogiéndose de hombros–. Fui capaz de hacerlo solo porque me esforcé por entender y buscar lo mejor, y lo mejor es la verdad. Incluso si tu no hubieras aceptado mis sentimientos, nada habría cambiado en mis decisiones, porque no es algo que en realidad tenga alguna solución pacífica.

–Enserio haz cambiado... –Keith apartó la vista de los dedos de ambos, dirigiendo su atención con una ceja alzada. Lance lo observaba con una expresión de ternura y orgullo, enganchando su dedo índice con el pálido del pelinegro–. Todavía recuerdo cuando tuviste ese ataque de ansiedad en la playa porque estabas aterrado de cambiar algo, de tomar una decisión que afectara tu zona de confort... estabas tan asustado de vivir y lo que conlleva hacerlo. Y ahora... bueno, estas tomando una de las decisiones más difíciles que te ha tocado, aquí, en Denver.

–Muchas cosas no las habría podido hacer sin ti –Keith apoyó su espalda contra el respaldo, al costado de Lance, dejando caer su cabeza sobre el hombro derecho del moreno.

Lance dejó caer el peso de su cabeza contra la melena oscura de Keith, apoyándose también en él mientras ambos miraban sus dedos rozandose sobre la colcha–. Quizá te empujé a hacer algunas cosas, pero quién al final tuvo la última palabra fuiste tú, Keith. Muchas personas podrán empujarte a tomar alguna decisión, pero al final, quién realmente decide que hacer y que no, eres tú... yo no merezco crédito por la increíble persona en la que te estás convirtiendo.

–Eso que estoy escuchando, ¿es acaso Lance siendo humilde? –Keith llevó su mano libre hasta sus labios, fingiendo sorpresa con una sonrisa burlona–. El mundo se debe estar acabando.

–¿Disculpa? –Lance se llevó la mano libre contra el pecho, fingiendo indignación–. Permíteme decirte que soy de las personas más humildes que jamás conocerás, puede que incluso llegue al grado de humildad de la madre Teresa de Calcuta.

–Estoy comenzando a plantearme si esta relación es sana para mí.

–¡Keith! –Lance graznó, sujetando la mano con la que anteriormente jugueteaba con los dedos del pelinegro, provocando que Keith comenzara a reírse de nuevo antes de besar la mano de Lance.

–De acuerdo, molestarte es divertido así que te daré puntos por eso, es una buena relación si me haces reír constantemente.

Las cejas de Lance se alinearon sobre su frente, haciendo un puchero–. Comienzo a pensar que soy tu payaso personal y no tu novio, quizá está relación no es sana para mí –Keith volvió a soltar una carcajada, permitiéndole a Lance sonreír dulcemente. Amaba poder estar al lado de Keith de ese modo, en ese espacio, en su propio mundo. El cubano suspiró, cambiando el semblante haciendo que Keith inmediatamente pusiera su atención en él.

–¿Lance?

–Solo... me gustaría pedirte una cosa mientras estás conmigo... no me idealices. No quiero que el hecho de que haya estado contigo todo el tiempo sea el motivo de que ahora quieras estar conmigo o más adelante, o de volverme un salvavidas... quiero decir, siempre estaré contigo, pero no por eso soy perfecto para ti. Solo soy Lance y no quiero que eso cambie, quiero que estes enamorado de mí, del chico que se llama Lance y que es un idiota que arrastra mucha mierda y que comete más errores que aciertos. No del chico que bromea todo el tiempo y que siempre te ha hecho compañía.

–Lance –Keith sujetó la barbilla del cubano, alzandola con una tierna sonrisa–. No me enamoré del chico que me consoló en la playa, ni del chico que se la pasa diciendo estupideces todo el tiempo, no me enamoré del chico que es coqueto... me enamoré del chico que le gusta disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, del que habla conmigo por las noches sobre sus pensamientos profundos, del chico que se esfuerza hasta el cansancio por su carrera, del que intenta aprender de sus errores, del que intenta perdonar. No me enamoré de lo que has hecho conmigo, me enamoré del chico que conocí mientras pasaba tiempo con él. Estas tan lejos de que te idealice... y no lo digo porque no seas perfecto, es porque me enamoré de esa versión de ti, no de la máscara. Así que está bien... me gusta el Lance que intenta resolver su mierda mientras lucha por encontrarle un mejor sentido a su propia vida.

–Keith... –Los ojos de Lance claramente estaban humedecidos, sin embargo, sonrió antes de inclinar su cuerpo y llevar sus manos hasta la nuca del pelinegro, atrayéndolo para volverlo a besar. Keith no había dicho lo que quería escuchar, había dicho lo que necesitaba escuchar para sentirse seguro de amarlo, no porque Keith le asustara, sino porque Lance temía de sí mismo.

Era cierto que Lance estaba intentando mejorar algunas cosas, también que evitaba muchas otras. Pero así como Keith había decidido comenzar a enfrentar sus propios miedos y obstáculos, Lance lo haría de una mejor manera. En algún momento le había escupido en la cara a Keith que Shiro era mejor opción, pero si no estaban de acuerdo en soltarse el uno al otro, entonces al menos intentaría ser una mejor versión de sí mismo para no sentirse de ese modo. Sabía que tenía que dejar de correr, lo supo en el momento en el que cuando lo intentó, Keith se atravesó y lo impidió.

Quizá Keith no lo sabía, pero para Lance, Keith también se había vuelto un ejemplo. El hecho de que ambos se conocieran desde los traumas y las imperfecciones de cada uno, logró que su unión se cedimentara en el apoyo y no la dependencia. Ambos se complementaban, ambos se apoyaban y caminaban juntos, pero sin mezclar sus propias metas, sus propios caminos.

Lance deseaba dejar de sentir que tenía que proteger a Keith de él, así que lo haría, lo haría porque lo amaba y deseaba ser amado por Keith también.


Ninguno de los dos era consciente del tiempo que había transcurrido desde que despertaron y tampoco era como que sintieran demasiado interés en saberlo. Lo único que les importaba ahora era su momento.
A diferencia de la noche anterior, ésta vez era más... diferente. La sensación que predominaba entre ellos no era la desesperación de tenerse, tampoco la necesidad de tocarse con la sed de jamás haberlo hecho. Esta vez era más íntima, más delicada, más profunda... ésta vez no solo estaban teniendo sexo y podían sentirlo.

Lance acariciaba con delicadeza cada rincón del cuerpo de Keith, balanceándose sobre su cuerpo con un ritmo lento y suave cada vez que entraba y salía del interior del pelinegro. Sujetaba su cadera, paseaba sus labios con pasión y lentitud sobre la blanquecina piel de su cuello, sus roces con los dientes apenas eran sutiles, pero provocaban una electricidad adictiva en Keith.

Keith sujetaba la espalda baja de Lance con fuerza, recibiendo entre jadeos y suaves gemidos al cubano en su interior, entrelazando sus piernas con las de su mejor amigo, mencionando su nombre una y otra vez.

Lance rozó su mejilla y sus labios contra la mejilla de Keith hasta que colocó su frente contra la pálida y sudorosa frente del pelinegro, sonriendo–. Hazlo de nuevo, Keith... –Los ojos violáceos del pelinegro se enfocaron en los azules profundos de Lance en busca de una respuesta–. Di mi nombre de nuevo... llamame –jadeó el cubano sin apartar la vista y sin dejar de moverse en el interior del pelinegro.

–Lance... Lance... –Keith lo miraba fijamente, sintiendo el calor sobre sus mejillas por el sonrojo y en sus orejas. Sintiendo como la cadera del moreno chocaba contra su cuerpo cada que llegaba al fondo y lo hacía llamarlo–. tú también... dilo –jadeó el pelinegro, encorvando ligeramente el cuello debido al placer de las embestidas–. Di mi nombre... Lance...

El cubano jadeaba pesadamente mientras lo miraba, asintiendo. Sujetó la pierna de Keith levantándola hasta la altura de su codo para sostenerla, mientras que la otra mano libre la apoyaba contra el respaldo de la cama, encima de la cabeza de Keith para tomar más fuerza–. Keith... Keith... –Lance ocultó su rostro entre la oreja y el cuello del pelinegro, respirando contra su oído y susurrando su nombre casi en un gruñido, yendo más profundo y lento en su interior, dejándose llevar por la sensación envolvente y apretada alrededor de él cada que acariciaba su interior hasta el límite–. Dios... Keith, me haces perder la cabeza...

Keith sintió como la mano de Lance que estaba sobre su cabeza se hundió entre su maraña oscura al mismo tiempo que el cuerpo de Lance se apegaba por completo a él, perdiéndose entre sus embestidas, su voz extasiada, sus palabras contra su oído y su respiración caliente. Keith ya no podía soportar más, aquella sensación tan íntima e intensa lo estaba llevando al límite–. Lance... Lance, voy a... –Un sonoro gemido escapó de sus labios cuando Lance levantó con la mano que sostenía su pierna, la cadera cambiando la dirección de golpeteo justo contra su próstata.

–Hazlo... hazlo para mí, Keith –La ronca voz de Lance fue suficiente para hacer sentir al pelinegro que perdía la fuerza. Su cuerpo hervía con el contacto de sus pieles, haciéndole temblar de placer hasta llegar al clímax. Keith gimió una vez más el nombre de Lance antes de abrazarlo, aferrándose a la espalda arañada del moreno, sintiendo como las oleadas de placer incrementaban una tras otra después de sentir como Lance también terminaba, sin tener tiempo de alejarse de su interior.

Keith podía sentir como la cabeza le daba vueltas y sus ojos se humedecían, mientras su cuerpo comenzaba a relajarse debajo del peso agitado y cálido de Lance. Ambos se observaron, aún jadeando antes de reírse dulcemente, con un tinte avergonzado en sus rostros. Esto definitivamente seguía siendo nuevo para ellos, pero les gustaba lo diferente que podía sentirse sin dejar de ser intenso, de ser real.

Se habían quedado recostados un tiempo considerable, hablando de algunas cosas personales, anécdotas y por supuesto, cosas lindas que llevaban tiempo deseando decirse. Pero sabían que el tiempo para estar simplemente haciendo nada en compañía del otro había terminado y había llegado la hora de comenzar a prepararse para salir de su escondite temporal y enfrentar nuevamente la realidad tan pesada que los esperaba. El tío de Keith llegaría en cualquier momento, eso era lo que había dicho durante la llamada; así que optaron por finalmente levantarse de la cama y tomar un baño.

Un baño juntos.

En realidad, había sido lindo y divertido, pero les costó toda la fuerza de voluntad disponible en su interior para que ambos no cedieran al terrible impulso de besar al otro y dejarse llevar, tenían el tiempo contado.

Keith fue el primero en terminar de alistarse y peinarse, dejando que su cabello se secara lo suficiente antes de salir al frío clima que los esperaba–. ¿Sabes cuándo volverán los chicos del seminario? –cuestionó, observando de manera desinteresada la pantalla de su teléfono sentado en la orilla de la cama.

Lance se encontraba frente al espejo, terminando de peinar su cabello y de secarlo lo suficiente, mirando algunas zonas de su cara que parecía tener más resecas que de costumbre–. Pues... si no estoy mal en cálculos, creo que falta que terminen esta semana y para la próxima deberían estar llegando, quizá a principios o mediados de la semana–. ¿Por qué no le preguntas a alguno de los chicos?

Keith se encogió de hombros, suspirando–. No quiero molestarlos demasiado, deben estar ocupados entre estar asistiendo a sus propios seminarios y también divirtiéndose en la ciudad, si no mal recuerdo, Matt había mencionado que saldrían todos los días.

–Probablemente sea así, Matt se lleva muy bien con los chicos de nuestra clase, especialmente con Romelle. El año pasado ni siquiera dormían, no entiendo cómo es que fueron capaces de sobrevivir, además... MIERDA, ¿¡Qué es esto!? –El grito de Lance provocó que Keith diera un brinco en el colchón, alarmado se levantó de la cama yendo directamente hasta él, en el baño.

–¿¡Qué!?, ¿¡qué pasa!? –Lance se giró sobre sus talones, haciendo un puchero mientras giraba su cabeza hacia el costado izquierdo para dejar la vista libre de su cuello. Keith jadeó en cuanto lo vió.

–¡Dímelo tú, Drácula! –Sobre la piel de Lance había una gran mordida de un color bastante oscuro, resaltando de su piel. A su alrededor, había ligeros, casi inexistentes círculos rojizos, prueba de mordidas más suaves –, ¿por qué no me habías dicho que me habías dejado una marca?

–¡Wow, alto!, ¡ni siquiera estaba allí cuando nos estábamos bañando! –Keith hizo una mueca avergonzada. Fue entonces que recordó aquél ligero desliz en la ducha, Lance lo había puesto contra la pared de la regadera mientras se besaban, Keith había comenzado a besar su cuello y... –Oh, mierda.

–¿Qué se supone que significa eso? –Lance se cruzó de brazos, sorprendido–. ¡Lo hiciste a propósito!

El sonrojo de Keith solo se intensificó más, exaltandose–. ¿¡Qué!?, ¡no! –Keith sujetó de la barbilla a Lance, haciendo que mirase hacia el lado de la ducha, donde lo había puesto contra la pared bajo el chorro de agua caliente–. ¿Recuerdas nuestra ducha?

–Oh... –Un evidente sonrojo comenzó a entintar las mejillas de Lance, avergonzandose–. De acuerdo, quizá debemos ser más cuidadosos estando solos –Keith lo observó con ironía, alzando la ceja derecha–. Bien, lo admito, yo lo empecé, ahora estamos a mano con las marcas que te deje en los muslos y el trasero.

–¿¡Qué tú, qué?! –Keith se puso frente al espejo, girando el torso y levantándose la camisa para dejar a la vista la línea de su cadera y el comienzo de su trasero. Sí, había unas cuantas marcas de mordidas de la noche anterior– ¡Lance!

Lance alzó las manos frente a él, liberándose de culpas–. Lo admito, no lo pude evitar –El pelinegro revoleó los ojos, apoyando su cadera contra el lavabo–. Pero al menos yo lo hice en lugares no tan visibles para otros –El cubano sonrió de manera traviesa, acercándose hasta Keith colocando sus brazos a los costados de la cadera del pelinegro, sujetando el lavabo para aprisionarlo con su cuerpo–. Aunque no me molesta que me marques...

Keith observó los labios de Lance, acercándose peligrosamente hasta él. Sintió como su corazón comenzó a latir como loco, con una necesidad casi incontrolable de lanzarse encima de él y besarlo–. Olvídalo, no, tenemos que ver cómo quitarte eso antes de que llegue mi tío –sentenció el pelinegro, colocando sus dedos sobre los labios de Lance para evitar que siguiera avanzando.

–Cierto, me preocupa que tu abuela lo vea, ¿qué va decir? "Oh, Lance, nosotros te dimos la confianza de dormir aquí y terminaste ensartándosela a mi nieto, fuera, vete, no podrás entrar a Denver nunca más" –imitó el cubano la voz de la abuela de Keith–. ¡Yo no quiero que mi nueva abuela me odie, Keith!

–¿¡Por qué diría ensartar!? –bufó Keith–. ¡No soy una maldita banderilla!

–Bueno...

–¡No te atrevas o juro que es la última vez que la ensartas! –amenazó Keith, apuntándole con el dedo índice mientras fruncía las cejas, aún bastante sonrojado. Lance por su parte dejó escapar una sonora carcajada, debido a la reacción de su novio, asintiendo.

–No llevamos ni una semana de novios y ya me estás amenazando con la abstinencia, insensible, estamos en nuestra etapa de luna de miel –Lance se acercó, besando la comisura de sus labios de manera lenta antes de alejarse de manera traviesa. Sabía que Keith no podría resistirse tampoco demasiado tiempo–, ¿y cómo planeas que lo quitemos? Aquí no hay maquillaje.

–¿Con el truco del peine? no tenemos cucharas, pero el peine también puede ayudar o el truco de la moneda, podemos ponerla sobre la nieve un tiempo para que enfríe y... –El pelinegro no logró terminar su oración, pues Lance ya lo estaba interrumpiendo.

–¿Cómo es que conoces esos trucos? –Lance entrecerró los ojos de manera acusatoria–, ¿donde los aprendiste?, eso también me recuerda una pregunta... ¿Cómo sabías de este lugar?

Keith alzó las cejas con una sonrisa divertida y retadora–. Oh, ¿enserio me estás preguntando eso?, parece que ni siquiera te importa quitarte esa marca del cuello.

–Bueno, no me importa, la hizo mi novio después de todo –Lance volvió a acercarse a Keith, haciendo que el pelinegro se presionara contra el lavabo sin poder retroceder–. Y a mi me gusta que me reclamen como suyo.

Keith revoleó los ojos, golpeándole el pecho de manera retadora–. Sí, me he dado cuenta que no te importa que te marquen –Aquél comentario que estaba más destinado al contraataque y la broma, surgió con un ligero toque de celos. El pelinegro inmediatamente desvió la mirada, avergonzado.

Lance inmediatamente captó aquella indirecta, abriendo los ojos con sorpresa antes de sonreír de manera traviesa y coqueta–. Si te molestó, me hubieras marcado tú... –La voz ronca y provocadora del cubano no tardó en hacer efecto en Keith. Ambos se observaron con una chispa de diversión y de deseo, observándose los labios mutuamente.

Tan cerca...
Tan solos...

O eso era lo que creían, pues el teléfono de Keith comenzó a sonar con el nombre de su tío grabado sobre la pantalla. Aquello solo les recordó el verdadero problema y que su tiempo había terminado, observaron el teléfono con los ojos bien abiertos y después se observaron mutuamente.

–Mierda –dijeron al mismo tiempo en un murmuro. 



˚ ༘ ⋆。˚ ✧ ˚ ༘ ⋆。˚⋆。゚☁︎。⋆。 ゚☾ ゚。⋆:·゚✧:·.☽˚。·゚✧:·.:


Azul, mullida, enorme y con capacidad de cubrir al menos el 30% de su rostro además de todo su cuello por completo. Lance había pensado que era demasiado cuando la abuela de Keith le había recomendado comprar esa bufanda para los días que se quedaran en Denver, ahora entendía dos puntos: que la abuela de Keith era un ángel caído del cielo que indirectamente le ayudaba a cubrir sus pecados y que el clima de Denver era insoportablemente helado después de una "ligera" nevada.

Tanto Keith como Lance habían salido casi de inmediato de la habitación, después de haberse arreglado lo suficiente y de haber asegurado la bufanda de Lance alrededor de su cuello. Para encontrarse con su tío, quién se encontraba apoyado contra su propio auto como si estuvieran a treinta grados, mientras fumaba.

–Hey chicos, ¿qué tal la pasaron? –Fue lo primero que preguntó cuando llegaron hasta donde él se encontraba, sonriéndoles y tirando su cigarrillo al suelo para apagarlo contra la humedad de la nieve derretida.

En el estacionamiento todo parecía estar tranquilo, el sol asomaba unos cuantos rayos a través de las densas y grises nubes del lugar; pero incluso esos escasos rayos de luz eran nada contra el helado ambiente que reinaba junto al viento húmedo de Octubre. Lance inmediatamente ocultó sus manos en los bolsillos de su chaqueta en busca de calor, comenzaban a dolerle las yemas de los dedos incluso con guantes.

–Bien, quiero decir... terrible, pero al menos sobrevivimos –respondió Keith de la manera más natural posible, apoyándose a su lado también contra el auto–, ¿la abuela está preocupada?

–Bueno, cuando le conté sobre lo que sucedió y que habían tenido que quedarse aquí para resguardarse comenzó a reírse como si le hubiera contado un chiste y me dijo que estarían bien. Al principio no le creí, pero creo que tenía razón –Eddy observó alrededor, encontrando con la mirada a una familia que parecía llegar al lugar para comer algo después de estacionar su auto–. Este lugar ha cambiado mucho, así que solo me preocupé demás yo.

–Lamento que haya tenido que venir hasta aquí por nosotros, pensé que había revisado bien la camioneta –Lance se encogió de hombros, ligeramente avergonzado–. Ustedes confiaron en mí para manejar la camioneta y mantener seguro a Keith, pero terminamos atrapados aquí.

–No te preocupes demasiado por eso, Lance –El tío de Keith palmeó el hombro de Lance de manera alegre, restándole importancia a lo sucedido–. En realidad era responsabilidad mía tener en excelentes condiciones la camioneta, pero al ser piloto, a veces es complicado tener demasiado tiempo y se me hizo fácil sacar el algunas cosas de la camioneta. Pero actuaron de la mejor manera, eso ya dice suficiente de ambos. Pero si ven el lado positivo de las cosas, ahora tienen más anécdotas que contar –soltó de manera divertida.

Lance desvió discretamente la mirada hasta Keith, quien ya se encontraba observándolo también. Quizá no tenían una anécdota precisamente que contar, pero negar que el hecho de haberse quedado solos esa noche había sido vital para que ambos estuvieran juntos era imposible.

–Por cierto, Keith, sobre la grúa –Al mencionar esto, Eddy se alejó del hombro de Lance, ignorando como la correa de su reloj se había enredado en la parte suelta de la bufanda del moreno, jalandola, provocando que se aflojara del cuello del cubano hasta caer a la mitad de su pecho–. Oh, lo siento, mi reloj se enredó en la bu... fanda... –En cuanto Eddy se giró para desenredar su reloj notó la mordida que Lance tenía en el cuello, quedándose con la boca abierta.

Lance y Keith se quedaron momentáneamente helados. Era evidente que Eddy había visto la mordida en el cuello de Lance y, por supuesto que Lance sabía que el tío de Keith era consciente que no tenía esa marca, porque Lance literalmente había andado sin bufanda casi todos los días en su casa, solo se la ponía para salir (cuando no la olvidaba).

El moreno sujetó la bufanda suelta y la volvió a colocar en su lugar alrededor del cuello, casi de forma mecánica.

Joder, estaba frito.
Era la peor forma de dar a conocer que algo sucedía con su sobrino.

Es decir, estaba bien si los atrapaban tomados de la mano, abrazados o incluso besándose; pero que su abuela y su tío descubrieran lo suyo porque Keith había mordido su cuello mientras hacían de todo en una cama... mierda, terrible manera de entrar a la familia.

El pánico se apoderó de Lance, su cerebro pareció freirse con el frío–. Cierto, falta ir a dejar la llave de la habitación, así que... iré, ah, ya saben, entregarla y eso –Lance apuntaba con sus dedos en dirección al establecimiento donde tenía que entregar la llave de la habitación, retrocediendo con una sonrisa nerviosa y forzada–. Ya vengo, los veo, con permiso –Y sin más, Lance huyó hasta el interior del establecimiento, perdiéndose.

Al menos le daría a Keith la oportunidad de negarlo si eso era lo que quería hacer, lo entendería.

Keith se encontraba totalmente quieto y en silencio, su piel se veía más pálida de lo normal y su cuerpo parecía completamente rígido. Eddy se llevó la mano hasta la boca, sorprendido mientras una nube de humo escapaba de entre sus dedos–. Esa marca... esa marca no la tenía ayer que comimos todos juntos... –Su tío giró el rostro hasta su sobrino, sorprendido–. Keith, ustedes...

Las mejillas de Keith comenzaron a teñirse de carmesí casi de inmediato, girando al lado contrario de su tío para evitarle la mirada–. Por favor... no digas nada... –murmuró contra la bufanda que cubría sus helados labios, avergonzado.

–Iba a preguntar... si ustedes habían ido a uno de esos lugares con... chicas y chicos... –Keith abrió los ojos con sorpresa, girando para ver a su tío quién le sonreía de manera traviesa, exactamente aquella misma sonrisa que ponía su abuela–. Pero tu reacción me ha dicho otra cosa... ustedes...

–¡Ah, por favor, tío Eddy! –Keith se llevó las manos al rostro, cubriéndolo. Había tenido la oportunidad de negar el evidente hecho de que había sucedido algo entre Lance y él aquella noche y la había perdido.

–¡Entonces ustedes están saliendo! –El hombre lo apuntó con emoción, dando saltitos sobre la nieve casi derretida–¡No puede ser, Keith finalmente tiene novio!, ¡esto lo tiene que saber mamá!

–¡No! –Keith se abalanzó sobre su tío, robándole el teléfono celular– ¡Yo se lo tengo que decir en persona! y definitivamente no de la manera en que lo supiste tú, ¡tienes que prometer que no le dirás a la abuela nada!

–¿Sobre qué?, ¿sobre que te volviste Drácula con tu nuevo novio? Ustedes definitivamente tuvieron que divertirse anoche, comienzo a pensar que fue una excusa lo de la camioneta –Eddy alzaba las cejas divertido, picándole las costillas a Keith–, ¿entonces ya le puedo decir sobrino a Lance?

Keith frunció las cejas, un tanto avergonzado antes de regresarle el celular y desviar la mirada hasta el lugar al que había ido Lance–. Sí... supongo que sí... por favor no le digas a la abuela lo que viste, no me va a dejar en paz, es vergonzoso.

–Claro, pero mi silencio tendrá un costo –El tío Eddy hizo un mini baile de un lado a otro, festejando por su sobrino–. Me alegro mucho de que finalmente tengas a alguien con quien compartir tus días, Lance parece un buen chico, Keith.

El pecho de Keith se sintió tibio al escuchar el cariño con el que su tío había hablado de Lance, estaba siendo totalmente honesto con lo feliz que sentía por ambos, por él. Sabía que su abuela se había encargado de decirle la orientación de Keith, pero jamás imaginó que llegaría el día en que conocieran a su pareja... y se sentía... bien. Se sentía bien que conocieran a Lance y lo hicieran parte de su pequeña familia.

–Lance... realmente es un chico increíble –murmuró orgulloso y con una pizca de felicidad en su voz. Felicidad y ternura que solo su tío fue capaz de percibir, sabía que la relación de ambos chicos probablemente no tenía mucho, pues notaba como Lance miraba a Keith con anhelo y amor silencioso... tuvo que haber sucedido muy recientemente.

–Ahora que estamos hablando sobre presentaciones e integraciones familiares... sé a donde ibas anoche, pero... ¿no has pensado que quizá era el camino equivocado? –Keith se giró sobre sus talones para observar a su tío, entendiendo a lo que se refería.

–¿Debería...? –La duda en la voz de Keith era genuina, por lo que su tío colocó una mano sobre el cabello oscuro de su sobrino, despeinándolo ligeramente.

– Ya casi regresas a California, ¿quizá sea un buen momento para compartir la noticia antes de que te vayas? Estoy seguro de que ellos se alegrarán de conocer a Lance, después de todo, tenías planeado llevarlo antes de volver, ¿no? La abuela me contó.

–La abuela a veces cuenta demasiadas cosas –Una sonrisa de lado se dibujó, sintiendo como el teléfono vibraba en su bolsillo anunciando un mensaje. Estaba casi seguro que era de Lance.

–Podría decirse que era algo obvio, Lance parece ser una excepción muy interesante en tu vida y dudo que solo esté aquí porque el viaje era gratis, Keith –Eddy colocó las llaves de su auto encima de la mano de Keith, sonriente–. Mi hermano me mataría si permito que te vayas de aquí sin presentarle a tu chico, la grúa llegará en veinte minutos aproximadamente, yo me quedaré aquí y me iré en ella... así que adelante.

Keith observó las llaves sobre la palma de su mano, cerrándola alrededor de ellas antes de asentir–. Gracias y gracias por no decirle nada a la abuela.

–Está bien –Eddy apuntó de manera divertida el auto–. Pero no se atrevan a ensuciar mi auto o lo van a lamentar, precoces.

–¡Por dios, tío! –bufó avergonzado Keith, golpeando el hombro de su tío.

Las carcajadas por parte de su tío no se hicieron esperar y Keith adoraba aquello. En su momento, Keith había sido muy grosero y agresivo con su familia, especialmente con su abuela y su tío; y aún así, jamás se alejaron de él. Fueron las únicas dos personas (además de Shiro) que no se alejaron por muy difícil que fue tratar con él y que, a pesar de todo, seguían tratándolo con genuino amor, haciendo una tarea que no correspondía hacer con un huérfano como Keith solía decir.

Su tío y su abuela se encargaron de jamás hacerlo sentir sin familia y siempre estaría agradecido por eso, jamás encontraría la manera de pagarles todo ese amor y paciencia que tuvieron para él.

Y pensar que Lance ahora también tendría esa familia y la compartirían, le llenaba de una forma extraña el corazón. 




˚ ༘ ⋆。˚ ✧ ˚ ༘ ⋆。˚⋆。゚☁︎。⋆。 ゚☾ ゚。⋆:·゚✧:·.☽˚。·゚✧:·.:

¡Les recomiendo mucho que escuchen la canción de la portada con los subtítulos! 
Por favor, espero que se encuentren bien y saludables.
Que estén llenos de energía, que estén llenos de felicidad. 

¡Tengo que seguir escribiendo!
Estoy yendo a terapia y lo maravilloso que ha sido es... indescriptible, 
y hay algo que encontré por ahí que sonó justo en el momento preciso mientras estoy 
en este proceso y quería compartirlo. 
Algunas cosas me están doliendo demasiado, así que esta frase dice:

"Si te duele, conviertelo en arte." 

Así que si les duele, busquen su arte. Creanme que las cosas hechas con estos sentimientos son las cosas más hermosas que uno puede crear y sana, sana muy bien. 

Continue Reading

You'll Also Like

139K 8.2K 23
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...
104K 2.7K 28
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
436K 44.4K 112
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
62.4K 5.4K 38
Ella llega al Área sin saber nada de si misma. Sin recuerdos. Vacía. Su primer instinto fue buscar el cielo al verse en una caja encerrada. Luego -po...