Las mentiras que nos atan

By LanaCMaddox

1.5M 123K 70.7K

Daphne y Reece han presenciado un asesinato. Salvo porque no hay cuerpo, no hay rastro, y la persona a la que... More

Sinopsis
Capítulo 1 - La familia Barlow
Capítulo 2 - Vida de instituto
Capítulo 3 - Temas del corazón
Capítulo 4 - Partidos y rivales
Capítulo 5 - Celebración sin compromiso
Capítulo 6 - Un final y un principio
Capítulo 7 - Mentiras y secretos [P1]
Capítulo 8 - Consecuencias y decepciones
Capítulo 9 - Rumores y dramas de instituto
Capítulo 10 - James Zag(er)
Capítulo 12 - Entrenamientos y reencuentros
Capítulo 13 - Imán para el drama
Capítulo 14 - Castigos
Capítulo 15 - Partidos y colores de equipo
Capítulo 16 - Cambios de actitud
Capítulo 17 - Todo lo que puede salir mal...
Capítulo 18 - Rumores y relaciones
Capítulo 19 - Si pudiéramos volver atrás
Capítulo 20 - La novia del capi
Capítulo 21 - Rumor de una ruptura
Capítulo 22 | Romeo, Romeo
Capítulo 23 - Acampada familiar (I)
Capítulo 24 - Acampada familiar (II)
Capítulo 25 - Aquella noche...
Capítulo 26 - Una víbora en el nido
Capítulo 27 - Día de partido
Capítulo 28 - Colores de equipo
Capítulo 29 - Cosas de familia
Capítulo 29.5 - Nights
Capítulo 30 - La familia que elegimos
Capítulo 31 - Festividades
Capítulo 32 - Lo que un día dejaremos atrás
Capítulo 33 - Partidos y juego de ingenio
Capítulo 34 - Cuestiones del corazón
Capítulo 35 - Cosa de dos
Capítulo 36 - Límites y confesiones
Capítulo 37 - La suerte de Daphne Barlow
Capítulo 38 - Regalos
Capítulo 39 - Una vida de secretos
Capítulo 40 - Planes y alianzas
Capítulo 41 - Recuerdos de una vida
Capítulo 42 - Una familia poco funcional
Capítulo 43 - Cuestión de estrategia
Capítulo 44 - Noche de confesiones
Capítulo 45 - Una vida de elecciones
Capítulo 46 - Hope it never ends
Capítulo 47 - Rey del baile
Capítulo 48.1 - La vida que construimos (I)

Capítulo 11 - Planes

28.6K 2.2K 416
By LanaCMaddox

feliz mitad de semana ♥

⋅༺༻⋅

11 | Planes

Daphne Barlow

Me siento entumecida cuando salgo del aula. Paro en la puerta mientras la profesora Hagery habla con una de mis compañeras de clase. Hagery ríe y niega hacia lo que sea que le dicen. Esa es la última imagen que me llevo conmigo antes de salir del instituto.

Estoy tan perdida en mis pensamientos que recupero una vieja manía que creí haber quitado para siempre cuando tenía nueve años; la de morderme las uñas mientras pienso. Al notarlo, echo a un lado la mano antes de estropear la manicura.

Bajo las escaleras de la salida repitiendo la clase en mi cabeza. La forma de la profesora Hagery de sentarse al borde de su mesa, de tirar de sus coloridos collares mientras piensa, y lanzar trozos de tiza si alguien se distrae. Sus pequeñas manías, tan propias que no podría ser ninguna otra persona.

Pero, si no fue ella, ¿a quién vi?

Si fue ella, ¿qué vi?

—¡Daphne! ¡Aquí!

Dereck.

Aparto mis pensamientos y acelero el paso para llegar hasta mi hermano. Es raro que venga a recogerme, especialmente porque, por una vez, el día está despejado. Claro que, teniendo en cuenta las miradas que dio en mi dirección el sábado y esa forma de parecer a punto de decir algo solo para terminar callándose todas las veces, me hace pensar que ha venido porque se siente culpable. Porque hay algo que cree que debe compensar.

Dereck apenas tiene tiempo de apartarse de la puerta del coche cuando envuelvo mis brazos alrededor de su cintura. Cierro los ojos, escondo mis inquietudes, y le abrazo con más fuerza.

—¿Está todo bien? —pregunta.

—No. Ha sido un día horrible.

Dereck me devuelve el gesto.

—¿Estar sin móvil te está quitando las ganas de vivir? —pregunta tras unos segundos—. ¿O hay alguien con quien quieres que tenga una poco amigable conversación?

—¿Por qué tu solución para todo es una "poco amigable conversación"? —Me aparto y paso las manos sobre mis mejillas para asegurarme de no haber derramado ni una sola lágrima por culpa de la incertidumbre y tensión—. Es la cuarta vez este año que me lo dices.

—Porque es efectivo.

—No, no lo es.

Dereck golpea mi frente.

—No me corrijas, mocosa.

—Siento lo del sábado —digo de golpe—. Sé que has venido a recogerme porque te sientes mal con cómo fue la conversación, pero tenías razón. He visto a mi profesora. He tenido clase con ella. Está bien. Tenías razón. Todos la teníais.

Todos menos yo.

—Daph...

—Siento cómo reaccioné. Sé que solo querías ayudarme y yo solo... Me agobié. Sabía que lo que decía no tenía sentido, pero eso solo lo hacía peor. Solo lo hace peor. —Miro a mi hermano casi esperando que él sea capaz de solucionarlo todo—. Ella está bien, todo está bien, y yo no lo entiendo.

—Es difícil de entender —ofrece.

Bajo la mirada.

¿Qué está mal conmigo?

—Daph —llama con suavidad—. Venga, sube al coche, vamos a hacer una parada en la pastelería de Luigi. Sé que siempre te anima tener algo rico de comer.

—¿Tú invitas?

—No pongas esa voz de niña afligida para hacer que yo pague, pequeña malcriada. —Aun así no dice que no vaya a hacerlo y yo me meto en el coche—. ¿Hoy no tenemos que llevar a tu otra sombra?

—¿A Mackeyla? No, hoy no hace falta.

—Entonces nos vamos.

Cierra con un portazo que haría que nuestros padres le regañaran, frota sus manos, conecta el móvil a los altavoces y pasa el brazo sobre mi asiento cuando mira hacia atrás para asegurarse de no tener ningún coche detrás.

—¿Quieres que hablemos de lo de tu profesora? —pregunta.

No lo sé ni yo.

Una parte de mí quiere apartarlo hasta que desaparezca, pero está tan presente en mis pensamientos que no soy capaz. Mis hombros caen y me acomodo para poder volverme hacia mi hermano antes de hablar.

—Me siento horrible, ¿sabes? —pregunto—. Creo que pensaba que hoy ella no estaría aquí y entonces podría decirles a los agentes que lo investigasen mejor. Pensaba que podría deciros a todos que no estaba loca. Estaba segura de que ella no estaría, pero estaba.

—¿Puede que vieras a otra persona y no a ella?

—Si la conocieras ni siquiera te lo plantearías. Su pelo, sus collares coloridos, esos abrigos largos de parches que lleva a clase cada vez que hace frío... No podía ser otra persona que no fuera ella.

Paso una mano por mi frente y la clase de hoy vuelve a mi cabeza. No había nada que delatara tener herida alguna ni ha vacilado su sonrisa. Ella se ha sentado al borde de su mesa como tantas veces, ha terminado una de sus explicaciones y se ha distraído hablando de una anécdota que no tenía nada que ver con lo que estaba enseñándonos.

—Ella estaba tan relajada, Dereck —sigo—. No dejo de pensar que lo imaginé, pero mi cabeza está hecha un desastre porque te juro que lo vi. Nada tiene sentido y yo ya no sé qué pensar. No sé qué hacer.

—Tampoco yo, mocosa. Tampoco yo.

Miro hacia la ventanilla y la preocupación que ha estado carcomiéndome desde que he visto a la profesora Hagery se hace tan fuerte que amenaza con ahogarme. Ocupa tanto espacio en este coche que roba el mío y yo tengo que soltarlo.

—¿Crees que estoy perdiendo la cabeza? —pregunto en bajo.

Dereck me da una corta mirada, luego una segunda.

Agarra el volante con una mano y usa la otra para darme un golpe en la frente, más fuerte que antes esta vez. Sin explicación. Solo me golpea antes de devolver ambas manos al volante.

—Au —me quejo.

—Tenía que comprobar que aún había algo ahí dentro —dice—. Deja de decir tonterías. No estás volviéndote loca, Daphne.

—¿No?

—Claro que no. —Más suave, añade—: Esa es la peor parte. Porque eres inteligente y sé que, para que tú estés tan segura de algo, tiene que tener una base real. Eso es lo que me preocupa.

En cualquier otro momento, le habría restregado por la cara haberme llamado inteligente, pero ahora tiro del cinturón en busca de más espacio porque siento que me estoy quedando sin aire. No me gusta todo esto, no me gusta cómo ocupa todos y cada uno de mis pensamientos. Paso la mano por mi pelo por tercera vez desde que he subido a este coche.

Los nervios tiran de mí, me consumen. Casi como una bola de energía que no puedo quitarme de encima, y es entonces cuando me doy cuenta de que, haber dejado de salir a correr a las mañanas aunque solo haya sido por un par de días, sí está afectándome.

—¿Crees que debería hablarlo con ella? ¿Con mi profesora? —pregunto.

—No lo sé. Realmente no sé qué deberías hacer. Nunca he estado en una posición similar. Lo que sí puedo decirte es que, si quieres que te respalde, estoy aquí. Sé que no reaccioné como esperabas, pero mantengo lo que dije. Sé que tú crees lo que dices y eso es suficiente. Estoy de tu parte en esto.

Al contrario que la convicción que yo sentía los primeros días, ahora ni siquiera yo misma sé en qué creer. Por eso, al contrario que el sábado, hoy tomo su ofrenda y la guardo con gran aprecio.

Muevo los dedos contra la ventanilla.

—¿Puedo usar tu móvil? —pido.

—¿Quieres cambiar de canción?

—No, quiero buscar algo. Serán solo cinco minutos. No te preocupes, no contaré nada de lo que vea a otras personas. Tus secretos y mensajes sucios están a salvo conmigo.

Dereck alcanza su móvil y lo lanza en mi dirección con un sarcástico "Ja-ja". Mientras conduce, entro a su cuenta de Instagram. Escribo el nombre de una chica de nuestro curso a la que reconocí en la salida del viernes y busco entre las personas a las que sigue un nombre familiar o una foto que llame mi atención.

Sé que ella conocía a varios de los jugadores. Abrazó a un par de ellos cuando aún no habíamos subido a los coches así que tiene que seguir a alguno. En cuanto encuentro una foto de perfil con los colores de uniforme de ese equipo, entro en el perfil del chico y empiezo a curiosear. Reviso el nombre, Nathaniel, sus fotos, sus historias, y, cuando me cercioro de que es parte del equipo contra el que jugó nuestro instituto el viernes, paso a la ubicación de las fotos por si alguna dice cuál es su instituto.

Luego entro en sus historias destacadas e ignoro el "¿Qué haces?" de mi hermano porque doy con algo de utilidad. Encuentro el nombre del instituto al que van.

—¿Tienes algo para escribir? —pregunto.

—¿No tienes la mochila a tus pies?

—Cierto. —Con el móvil de mi hermano en una mano, uso la otra para sacar como puedo el primer cuaderno a mi alcance y un bolígrafo—. Solo voy a tardar un minuto más. Estaba buscando una dirección, pero mamá y papá me han quitado el móvil. Eso sin contar con no poder usar el ordenador sin su supervisión.

Más haberme prohibido conducir su coche o el de mi hermano.

Y salir los fines de semana.

Durante tres semanas.

Meto la ubicación en Google Maps y apenas puedo ahogar la queja al ver dónde está. Queda a más de una hora desde mi casa. ¡Una hora y media en transporte público! Cuando busco cómo queda desde el instituto, el tiempo pasa a cincuenta minutos. No es lo mejor, pero es algo.

Anoto las indicaciones, el número de los autobuses, dibujos cortos con la dirección que tomar entre la primera y segunda parada, y los nombres de las paradas finales. Luego hago lo mismo con la vuelta, pero, en ese caso, miro cómo llegar hasta mi casa. Lo único que me queda al terminar es volver a revisar la cuenta de Nathaniel para intentar centrar qué días se quedan a entrenar por las tardes.

Y esperar que su horario no cambie.

—¿Vas a decirme qué estás haciendo? —insiste mi hermano.

—Necesito hablar con alguien y estoy intentando dar con él.

Él —marca.

—Oh, no empieces.

Dereck aprovecha un semáforo para ojear sobre mi hombro y, lo siguiente que oigo, es su forma de alargar el nombre de "Nathaniel" como si intentara insinuar algo. Cosa que hace. Muy descaradamente.

Arranco la página del cuaderno y la guardo en el bolsillo pequeño de mi mochila para no perderlo antes de devolverle el móvil. Su mirada sigue ahí, presionando con un toque de humor.

—Estoy buscando al chico que estuvo conmigo cuando pasó lo del aparcamiento —explico—. Quiero contarle que he visto a mi profesora y que está bien. Y no, no se llama "Nathaniel", pero juegan en el mismo equipo y necesitaba a uno de ellos para encontrar el nombre de su instituto.

—Así que, si le escribo a ese tal Nathaniel, no va a...

—No escribas a Nathaniel —me quejo.

Dereck pasa el semáforo con esa sonrisa que me hiela la sangre. Madre mía, él realmente va a escribir a ese desconocido para preguntar quién sabe qué. Presiono mi frente con una conocida exasperación.

—Dereck, no le conozco, por favor, no le escribas —pido.

—No he dicho que vaya a hacerlo.

—Tampoco que no vayas a hacerlo.

No responde.

—¡Dereck!

—¡No he dicho nada!

—¡Pero lo estás pensando! —marco.

—¿Puedes dejar de gritar? Intento encontrar un hueco para aparcar. —Antes de poder quejarme una vez más, él me manda callar con un sonoro "shhh"—. No me desconcentres, no queremos que golpee el coche y que mamá y papá nos castiguen a los dos. De esa sí que no saldríamos.

—Deja de buscar excusas para que no insista. No puedes escribir a un desconocido. Ni yo sé quién es. —Me ignora—. Dereck, por favor.

Aparca, me mira, y sale del coche sin darme una respuesta.

—Oh, por el amor de... —empiezo a murmurar.

Luego salgo tras él.

Con suerte se olvidará de esto pronto, con suerte ignorará su idea en cuanto encuentre otra cosa en la que centrar su atención. Como hizo con el nombre de Reece después de que se lo diera el sábado. Lo ha empujado fuera de su cabeza y yo no tengo intención de recordárselo. Ruego que eso pase una vez más y alcanzo a Dereck antes de que cruce la puerta de la pastelería de Luigi.

—Me encanta cómo huele siempre al entrar —me encuentro diciendo.

—Sí, la verdad que huele increíble. —Dereck mete las manos en los bolsillos y hace un gesto de reconocimiento hacia la nueva dependienta de la tienda—. ¿Cuándo tienes pensado ir a hablar con Nathaniel?

—Primero, no es Nathaniel y, segundo, aún no lo sé. Pronto.

—Sabes que estás castigada sin poder hacer nada que no sea ir de clases a casa y de casa a clases, ¿no? —pregunta. Nota mi expresión y no se esfuerza en esconder la sonrisa—. Solo preguntaba.

—Por suerte tú me quieres suficiente como para ayudarme con eso.

—¡Ja!

Dereck grita tan alto que la atención del resto de clientes cae en nosotros, solo un instante, luego la fila avanza y nuestra conversación vuelve a ser solo nuestra.

—Solo tendrías que decir a nuestros padres que vendrás a buscarme a clases porque llevo días insistiendo en acompañarte al gimnasio. Les diremos que siento curiosidad por ver cómo son tus entrenamientos y que, ahora que no tengo móvil, no tengo nada mejor que hacer para matar el aburrimiento.

—Primero, me preocupa lo pensado que lo tienes, y, segundo, no van a dejarte. De casa a clase y de clase a casa, ¿recuerdas?

—Lo harán si me ayudas a convencerles. —La fila avanza de nuevo y uso ese espacio para ponerme frente a él. Junto las manos cerca de mi rostro con una súplica más dramática que real—. A ti te harán caso aunque solo sea porque saben que harás lo que quieras digan lo que digan. Por favor, Dereck.

—No sé, Daphne. ¿Por qué no le envías un mensaje?

—Porque no es algo que quiera hablar por mensaje.

Eso sin contar con que todavía no he encontrado la forma de devolverle a Reece su sudadera de equipo. Me pregunto si estará buscándola, o puede que maldiciendo habérmela dejado en primer lugar. Probablemente lo segundo.

—Digamos que te ayudo con eso. ¿Cómo lo harías para ir y venir? —pregunta.

—Autobús. He escrito las indicaciones en el coche. Está lejos, pero podría estar de vuelta en casa para las cinco. Seis por si acaso. Esa es la hora a la que sueles volver tú por las tardes. Ni siquiera tendrías que salirte de tu horario.

Dereck me echa a un lado cuando la fila vuelve a avanzar y sé que se lo está pensando mientras pide un par de napolitanas para nosotros y un café para él. Al salir de la tienda, todavía mantiene un tenso silencio que nos acompaña de vuelta hasta el coche.

—Digamos que acepto, ¿estás segura de que podrías estar de vuelta antes de las seis? —pregunta—. Porque, sin móvil, es un poco complicado seguirte la pista. Lo que menos quiero es que no sepas cómo volver o que pase cualquier cosa en el último momento.

—Sé cómo ir y venir y, si me pierdo, siempre puedo pedir indicaciones. No está tan lejos. Además, miles de personas hacen recorridos mucho más complicados sin móvil todos los días. Tú lo has dicho antes; soy inteligente. Puedo hacer esto.

—Eres inteligente para lo que quieres y un desastre para otras cosas. Incluyendo la orientación. ¿O quieres que te recuerde que te encontré llorando cunado fuimos de camping porque no podías encontrar nuestra tienda? Estabas a veinte pasos. Literalmente —puntúa.

—Tenía cinco años.

—Cinco, diecisiete, ¿qué más da?

Dereck me hace sujetar su café cuando vuelve a arrancar. Esta vez, cuando me devuelve la mirada antes de devolvernos a la carretera, noto esa duda desvanecerse. Aparta la mirada con un par de palabras cortas que deja ir bajo su respiración.

—Avísame con al menos dos días de antelación —pide.

Sonrío. Ampliamente.

Cosa que hace que Dereck ruede los ojos.

—Si sale mal pienso echarte a ti toda la culpa —dice.

—Claro. —Me echo hacia atrás en mi asiento—. Gracias, Dereck.

—No, "gracias" no. A cambio vas a volver a salir a correr conmigo aunque estés castigada y vendrás un día de verdad al gimnasio. Dentro de dos semanas semanas. Thomas tiene una competición y necesito que alguien me ayude con algunos de las series.

—¿Me vas a tener ayudándote a levantar pesas y esas cosas?

Dereck rompe a reír.

Cuando parece que va a parar, ríe más fuerte.

—Me sorprendería que pudieras levantar las de diez libras, no quiero ni pensar lo que sería de mí si fueras tú quien me vigilara. —Niega, su sonrisa todavía impoluta—. Solo quiero que lleves la cuenta y no me dejes irme antes de terminar todas las repeticiones. Sabes que, si puedo librarme de algo, lo haré. ¿Por qué crees que no he ido a correr cuando tú no lo has hecho?

Eso no lo había notado.

Aunque lo sospechaba.

—Hecho. Tú me cubres y yo voy un día a verte entrenar.

Abro el bolsillo de la mochila donde he metido las indicaciones y lo desdoblo. No tengo pensado ir de forma inmediata, pero sí que quiero hablar con Reece. Solo quiero darme unos días antes para centrar mis ideas, pero necesito hablarlo. Necesito saber que no estoy perdiendo la cabeza.

⋅༺༻⋅

Próximo capítulo: (ahora sí) el sábado

⋅༺༻⋅

Daphne va a ir a ver a Reece, yo ya soy feliz con eso

(le verá en el próximo capítulo - FIESTA!)

Tengo que preguntar, ¿cómo creéis que irá el encuentro?

# daphne se perderá para ir lol - adiós encuentro

# daphne se perderá para ir lol - reece la verá cual turista perdida

# daphne llegará bien - pero se equivocará de día de entrenamiento/instituto

# TODO IRÁ BIEN, LANA, RESPIRA UN POCO


Y omg, amo mucho los momentos de Dereck&Daphne. Si me habéis leído antes sabréis que rara vez escribo a dos hermanos que se lleven realmente bien y no he tenido oportunidad de hacer algo así todavía así que ESTOY MUY FELIZ MUY MUY FELIZ

Un abrazo muy fuerte, y nos leemos en 3 días con REECEEEEEEE!!

Lana 🐾

Continue Reading

You'll Also Like

42.4K 2.8K 40
después de lo ocurrido en la mina MC , queda en shock respecto a lo que se entera por otro lado los chicos exigen muchas cosas a MC , pero una person...
6.3M 650K 20
Tercer libro en la Saga Darks (2021) Portada: BetiBup33 design studio.
413K 23.9K 36
Te ví por primera vez en una fotografía, quien diría, quien diría Anastasia que me enamoraría tan perdidamente de tí, que asesinaría a todas esas per...
83.5K 9K 84
Vanesa Ramírez Malasaña se enfrenta al peor caso de su corta carrera como inspectora de policía. Aparecerá el cuerpo de una joven que llevaba seis me...