Roulette Of Memories

By KurenaiLukia

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[Levi x Lectora] Los soldados de la Legión de Exploración estaban condenados a morir tarde o temprano. Apegar... More

[Prologo] Bienvenida
Minerva & Marte
Reto al Líder
Cartas del Lance Corporal
Invierno
Diamant D'Hiver
Juntos
Blanco & Negro
Nocturno
Diurno
Veteranos
Novia [+18]
Die Hass
Die Lieben [+18]
El Bosque
Batalla Perdida
Sin Alma
La Próxima Vez
Cigarrillo
Compañía
Süßer Regen [+18]
Jäger
Excentrico
Guardían
Agridulce
Dánae
Fotografía
Bala Fantasma
Vogel im Käfig [Final]
[Epilogo] Alas y Garras

Verano

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By KurenaiLukia


-Ya he terminado con la limpieza del piso de arriba, Levi-Hei-...

Eren se detuvo en seco justo bajo el marco de la puerta, observando en silencio la figura del Líder de los Soldados Levi recostada al marco de la ventana del otro lado de aquella habitación. En su mano derecha aún se encontraba la escoba con la que había estado barriendo, su mirada serena fija en un punto del patio dos pisos más abajo, observando ese algo de forma silenciosa, casi admirándolo, pues se notaba concentrado, incapaz de notar como su subordinado se acercaba a la ventana hasta que estuvieron uno junto al otro, el muchachito descubriendo en un segundo aquello que llamaba la atención del Más Fuerte de la Humanidad.

En el patio un grupo de tres o cuatro soldados barría las hojas y cualquier suciedad que molestara en el suelo, siendo una chica bajita, menuda y rubia, una de cabellos castaños que mordisqueaba un pedazo de pan mientras barría, dejando migajas que luego debía limpiar, una de cabello negro y de mirada taciturna que llevaba una bufanda roja al cuello a pesar del sol y una con el pañuelo rojo en el cuello y uno azul amarrando los dos largos mechones y su corto cabello atrás de su cabeza en un moño.

-¿Las chicas y ....-Taichō están barriendo el patio? Creí que hoy era el turno del escuadrón tres.- Eren rompió el silencio justo en el momento en que las cuatro jóvenes detenían las escobas para descansar un segundo, la joven capitana limpiándose el sudor de la frente con la manga de su chaqueta. Levi soltó un chasquido de lengua entonces, llamando la atención de su subordinado.

-Ella no se siente bien.- Afirmó, y Eren se sorprendió ligeramente al notar que apretaba el agarre de la escoba en su mano y fruncía apenas el ceño sin apartar la mirada lejos de ella, un dejo de preocupación que Eren no logró notar surcando su mirada. -Es muy capaz de barrer ese patio ella sola en unos minutos... Tch, eso le pasa por estar saltando comidas.-

-Heichō...- Eren recordó entonces las escena que había visto varios días atrás, aquel beso entre los dos líderes de escuadrón, sintiéndose algo enojado por aquello. No era como si estuviese contento de recordar que la chica que había logrado despertar aquel extraño sentimiento en él en realidad era completa y totalmente inalcanzable.

Mas esa punzada de celos pasó a segundo plano al darse cuenta de que estaba viendo algo bastante peculiar: Al frío Líder de los Soldados demostrando preocupación por otro ser humano.

No era como si Eren creyese que él era un desalmado ni nada por el estilo, sino que, al igual que la mayoría de las personas, creía que solo sentía desinterés hacia los demás a su alrededor. Aquello de verlo demostrar una emoción distante al típico fastidio o enojo que siempre demostraba por alguien era definitivamente algo digno de verse.

-... ¿Usted la conoce tan bien?

-... No del todo.

Eren no se había dado cuenta de la clase de pregunta indiscreta que había hecho hasta escuchar a su Capitán responder, evitando mirarlo mientras fingía barrer algo en el impecable suelo. Pero, para su sorpresa, él ignoró su atrevimiento y continuó hablando, su tono tranquilo y su mirada fija aun en la figura de la Capitana del escuadrón numero siete.

-Cuando la vi la primera vez pensé que era como un vidrio ordinario y corriente. También caí en su engaño de la forma más estúpida, pensé que no había nada en ella que no pudiese ver, que era simple y aburrida como el cristal barato.- Afirmó, poniendo una mano sobre la ventana que lo separaba del vacío. -Pero luego ella me demostró que ese cristal tan solo era un espejo que mostraba lo que la gente quería ver de ella y cubría lo que había detrás...-

Eren se mantuvo observando casi embelesado la imagen del hombre ante él, su mirada afilada como una navaja atravesando la ventana mientras la tenue luz del sol apenas iluminaba su rostro.

No había entendido una mierda de lo que había dicho, pero... -Señor...-

-Luce demasiado joven. Si se dejase crecer el cabello otra vez podría pasar como una quinceañera de nuevo. Pero cuando la ves a los ojos...- Las finas cejas negras volvieron a fruncirse ligeramente. -Notas toda la mierda que ha visto en tan poco tiempo y que logró quedarse dentro de ella. Primero la manchó un poco, pero luego se extendió como el maldito moho que sale en las paredes blancas... Y todo es mi culpa.-

Esta vez Eren no pudo ocultar la sorpresa, abriendo los ojos confundido ante las palabras/acertijo de su superior. -¿Su culpa?-

-Ella hubiese estado mucho mejor si jamás se hubiese unido a este lugar. Si no se hubiese acercado a mí lo suficiente como para hacerme querer tenerla atada a mi lado... O si tan solo se hubiese mantenido oculta bajo el espejo que daba un reflejo ordinario de ella misma a los demás. Hubiese sido un desperdicio de talento para la humanidad y yo me hubiese quedado solo como un jodido perro, pero ella hubiese estado a salvo...

Estaba confundido. No entendía absolutamente nada de lo que Levi intentaba decirle, ¿O tal vez estaba hablando consigo mismo? No podía saberlo.

Pestañeando una vez, regresó la mirada a la figura de la que apodaban Diamant D'Hiver, quien ahora sonreía débilmente hacia Mikasa mientras arreglaba su bufanda, la joven oriental mirándola casi incomoda, avergonzada por algo que ella le decía mientras arreglaba la prenda en su cuello. Pensó en lo que Levi decía... Y sin darse cuenta intentó ponerse en su lugar. Habiendo arrastrado a Mikasa a la lucha con esos monstruos...

"Pero no fue como si yo no se lo advirtiese. Ella quiso seguirme... Ella quiso arriesgarse por mí. ¿No?"

Sonaba cruel, pero era cierto. Si ella moría (Lo cual él dudaba) sería por decisión propia, pues ella bien pudo haber elegido hacer lo que quisiera con su vida en vez de arriesgarla solo para "protegerlo" como una madre... Entonces pensó que si en verdad Mikasa moría, él tendría la culpa de todas formas. Porque él no habría podido protegerla, porque no le había insistido lo suficiente para que eligiese un camino más seguro, porque estaba cegado con un deseo más grande e importante que la vida de ella.

-...Creo que lo entiendo...- Los ojos azulados del Líder de los Soldados se dignaron a mirarlo, pero ahora eran los dorado y turquesa que miraban por la ventana, perdidos. -...Usted también tiene una persona importante a la que arrastró a todo este infierno, Levi-Heichō.-

-Tch...- Fue su única respuesta, retomando su expresión amargada. -¿Qué demonios sabes tú, mocoso idiota?-

Eren rió suavemente a la ventana al escuchar aquella respuesta tan inmadura de un hombre hecho y derecho, pero su sonrisa rápidamente se borró con el paso de los segundos, volviendo a prestar atención a la ventana, hundiéndose de nuevo en sus reflexiones.

-... Tal vez no sepa demasiado. Pero sé que hay personas a las que quiero proteger, al igual que usted... Personas a las que también arrastré conmigo sin darme cuenta. Pero me he prometido a mí mismo defenderlas a cualquier costo, mientras tenga fuerza...

Levantó entonces un puño, bajando la cabeza para verlo al apretarlo, frunciendo ligeramente el ceño... Sus compañeros de escuadrón, sus compañeros de la academia, sus amigos de la infancia, aquel hombre que tenía frente a él y que tanto admiraba...

-...Voy a protegerlos.

Hubo un largo minuto de silencio en la habitación. Los ojos del Capitán mostraron algo que Eren no logró ver al estar sumido en sus pensamientos, una especie de brillo complacido, casi orgulloso... Hasta que Levi rompió ese silencio con una frase no tan profunda.

-...Eres un idiota descomunal, Eren.

Exasperado, el mayor se dio la vuelta y estuvo a punto de irse de la habitación cuando las palabras de Eren, convertidas en susurros descuidados, lo detuvieron.

-También voy a protegerla a ella, aunque jamás pueda ser mi compañera... Yo cumpliré tu sueño, ....-Taichō.

No pasaron dos segundos tras decir eso cuando se vio a si mismo empujado contra el vidrio de la ventana. Levi lo había levantado por la camisa, dejándolo con los pies en el aire con aquella fuerza sobrehumana que lo caracterizaba, sus ojos convertidos en dos plomos al rojo vivo y su expresión en una mueca de ira mientras miraba al jovencito que le devolvió una mirada aterrorizada.

-¡¿...Que mierda estabas insinuando sobre mi mujer, tu, grandísimo pedazo de mierda?!

Estaba echando su puño hacia atrás, disponiéndose a romperle todo lo que se le llamaba cara al joven titán cuando la voz de Christa Renz se elevó en el aire, haciendo que Levi detuviera su puño a mitad de camino.

-¡Levi-Heichō! ¡....-Taichō se ha desmayado!

Sus prioridades cambiaron de un segundo a otro. Soltó a Eren desde aquella altura en que lo tenía, haciendo que cayera sentado al suelo antes de darse media vuelta y desaparecer como el humo por la puerta. Podría romperle la cara a Eren luego... Después de todo, no es como si no fuese él su capitán.



-¡Bien bien!- Observaste desde la cama a Hans Zoë abriendo la puerta, asomando su cabeza fuera y hablándole a los que estaban esperando, suponiendo que no sería más que tu escuadrón y las cuatro cadetes que estaban contigo cuando perdiste el conocimiento. Pero en ese momento solo querías ver a una persona. -La pequeña .... quiere que pases, Levi.-

Hubo murmullos desde el otro lado de la puerta que no fuiste capaz de comprender y Hans salió, cerrando la puerta detrás de si por unos segundos antes de que volviese a abrirla, pasando en fila india todos las cuatro cadetes que habían estado contigo, el Comandante, los Capitanes Mike, Nanaba y Levi, quienes cerraron la puerta detrás de sí. ¿No habías sido lo suficientemente específica con Hans al decirle que solo querías hablar con Levi primero? Tus mejillas tomaron el color del pañuelo que habían desatado de tu cuello y que ahora colgaba en tus hombros, fulminando con la mirada a la científica que sonreía de oreja a oreja, malévola.

Mikasa, sorprendentemente, fue la primera en acercarse a ti para ayudarte cuando te sentaste contra la cabecera de la cama en la que te habían recostado. -¿Se encuentra bien, Taichō?-

-Sí, ya lo estoy. Siento haberlas asustado.- Intentaste calmarla, sonriéndole suavemente a la jovencita, logrando recordar el rostro de horror que había puesto cuando habías caído al suelo justo antes de perder la conciencia.

Levi se acercó silencioso hasta quedarse sentado a tu derecha en la cama, sus ojos diciéndote lo que no se atrevía a decirte frente a tantas personas: Que también estaba muy preocupado.

-Gracias por traerme hasta aquí, chicas. Y siento haberlos interrumpido a ustedes también. No deberían estar aquí.- Dijiste al mirar hacia los cuatro Capitanes dentro de la enfermería, sonriéndoles avergonzada.

-Estábamos preocupados por usted. Estuvo una hora inconsciente.- respondió Sasha Braus, una de las tres cadetes que estaban contigo, haciendo que tus mejillas volvieran a colorearse por sus palabras. ¡¿Una jodida hora?! -¿Qué fue lo que le pasó?-

Hans soltó entonces una risotada repentina, haciendo que te tensaras en la cama y que todos los presentes se giraran a verla con curiosidad o bastante incómodos por la sonrisa loca que recorría su rostro mientras tu volvías a matarla con la mirada, más aun cuando saltó como una niña pequeña hasta ti, deteniéndose a tu izquierda junto a Mikasa, tomándola de los hombros para que se alejara un poco de ti, haciendo que esta la mirara confundida.

Diamant D'Hiver tiene algo que contarte, Levi!

Los nervios te atacaron con fuerza al ver entonces que Levi te miraba con genuina curiosidad, luciendo de pronto mucho más joven mientras se giraba en la cama para enfrentarte, tu tragando duro y comenzando a jugar con tus dedos sobre tu regazo, comenzando a exasperarte por las risillas de Hans desde el fondo de la habitación mientras que todos los demás presentes también te miraban con curiosidad, esperando a que hablaras. Tú bajaste la mirada, observando las alas de la libertad de la chaqueta que habían dejado sobre tu regazo por encima de la sabana... Preocupada por lo que pasaría de ahora en adelante cuando revelaras eso...

Pero después de todo, jamás lo sabrías si no tomabas valor y se lo decías. Respiraste profundo, y determinada a aceptar las consecuencias de lo que aquello podría acarrear, clavaste los ojos en el Soldado Más Fuerte de la Humanidad y lo soltaste, sin miedo.

-...Estoy embarazada, Levi.

...

Hubo alrededor de un minuto de silencio total. Tras eso, una infinidad de reacciones variopintas entre los soldados a tu alrededor. Hans Zoë estalló en carcajadas como si le hubiesen contado el mejor chiste del mundo mientras las cadetes mostraban diferentes versiones del mismo sentimiento de sorpresa, haciendo rostros graciosos en algunos casos mientras que el Comandante Erwin levantaba las cejas antes de sonreír ligeramente, todas las miradas clavándose tras ello en el rostro del Líder de los Soldados, quien permanecía aun observándote de la misma forma en que lo había estado haciendo antes de que lo dijeras como si aún esperara por la noticia. No estaba pestañeando... No estaba respirando.

Los nervios volvieron a atacarte al notar que él parecía no estarlo comprendiendo, mirándolo profundamente afectada. Tal vez aquello no le había gustado... Tal vez se había arrepentido de lo que había dicho unos meses antes. Toda la felicidad que había comenzado a acumularse cuando te habías enterado de que esperabas un hijo se esfumó con su expresión, más aun cuando su primera reacción tras otro largo minuto fue apartar el rostro lejos de ti y bajar la cabeza, haciendo que el flequillo le cubriese los ojos... Tu corazón se detuvo dentro de tu pecho.

-¿Es en serio?

Su tono sonó extraño, imposible de descifrar, y tan solo logró hacer que tu corazón se escarchara y congelara... El brillo de alegría en tus ojos apagándose mientras llevabas por inercia las manos a tu vientre, una mirada fiera surcando tu rostro ahora, tensando los músculos, poniéndote instintivamente a la defensiva incluso con él. No te importaba si él se había arrepentido, no te importaba si él ya no quería esa familia que había prometido... Al fin tendrías alguien que llevaría tu misma sangre, alguien que nunca te abandonaría... Al fin tu sueño comenzaba a cumplirse, y protegerías a ese niño con tu vida de ser necesario.

-Hans, ¿No es una falsa alarma de nuevo?

-No, enano. Esta vez voy en serio.- Fue la respuesta de la científica, que por alguna razón aun sonreía con locura, al igual que Erwin y Mike. ¿Qué acaso no eran capaces de verlo? ¡¿Porque lucían tan tranquilos?!

-Fuera de aquí.- Levi ordenó repentinamente entonces, haciendo que te abrazaras a ti misma cuando el terror amenazó con quebrar el bloque de hielo que contenía tus sentimientos. Levi levantó la mirada y observó a Hans, Erwin, Nanaba y Mike entonces, frío como nunca antes lo habías visto. -Excepto Lentes de Mierda. De resto, largo.-

No necesitaron mucho más, como fantasmas, los soldados rasos, el comandante y los capitanes se esfumaron de la enfermería... Y solo cuando Hans se puso cómoda y Levi estuvo seguro de que no habría nadie además de ellos tres cerca, se giró hasta ti... Demostrándote lo que se había empeñado a ocultar durante todo aquel tiempo. Incredulidad.

-¿Es cierto?- Susurró está vez. Su voz sonó, sorprendentemente, un poco temblorosa, mientras su expresión volvía a lucir como la de un niño de diez años, sus ojos mostrando verdadero asombro. -¿Diamant D'Hiver...?-

Aun tensa, asentiste con la cabeza para él, abrazando tu vientre aun con cierta desconfianza. -...Estaba sospechándolo desde un par de días y hablé con Hans. Me hizo unas pruebas y...-

-Llámalo casualidad, pero los resultados llegaron esta mañana.- La cientifica se acercó y le entregó los papeles que había estado sujetando a Levi, quien los leyó aun con los ojos muy abiertos antes de girarse de regreso hasta ti.

Sus ojos siempre habían sido muy pequeños y obscuros, como si reflejasen el horror que habían presenciado desde que tenía uso de razón. Pero repentinamente, mientras te observaba de pies a cabeza, sus ojos lucían enormes, rebosantes de una emoción imposible de describir para ti, y tan claros que en vez de grsaceos, podías jurar que se habían vuelto azules como el cielo despejado mientras se inclinaba hacia ti... Asombrado.

-¿... Tendremos un hijo...?- Preguntó, su voz incluso había cambiado, suave, amable... Casi dulce...

El bloque de hielo que habías comenzado a crear alrededor de tu corazón se fragmentó hasta romperse... Y la alegría hizo que comenzase a latir de nuevo.

-O hija... No podemos saberlo hasta que nas-...

No te dejó continuar, se abalanzó sobre ti, y te apretó entre sus brazos contra su pecho como si quisiera ahorcarte, incapaz de medir su fuerza mientras hundía el rostro contra tu cuello, soltando un suspiro que sonó más como un sollozo... Como si quisiera comenzar a llorar.

-¡Maldita mocosa de mierda!- Exclamó, y como si fuese incapaz de contenerse comenzó a llenar tu cuello de besos sin suavizar la fuerza de su abrazo, sacándote el aliento... -¡Idiota! ¡Basura inmunda! ¡Cerda asquerosa! ¡Quisiera matarte ahora mismo!-

Hans levantó una ceja al escuchar semejantes groserías salir de la boca del Capitán mientras te abrazaba como si su vida dependiera de ello, partiéndose de risa antes de poder corresponder a su abrazo, sonriendo suavemente mientras tu cabeza traducía aquellas palabras desde aquel loco dialecto que Levi tenía al idioma de los muros: Estaba feliz... Tanto que no era capaz de conseguir las palabras apropiadas para demostrarlo.

-Yo también te amo, Levi.- Bromeaste con él, haciendo que él aflojara un poco aquel abrazo rompe huesos y se atreviera a mirarte, encandilado mientras se aventuraba a bajar una mano hasta dejarla sobre tu vientre, ligeramente abultado. Según los exámenes, tenías alrededor de dos o tres meses de embarazo, así que la panza que había comenzado a salirte no era por la comida...

-... Debes estar jodiendo...- Susurró el Líder los Soldados, la emoción en sus ojos te hizo recordar en cierta forma a un niño pequeño al que le habían cumplido su más grande sueño. -... Yo no... No puedo...-

-¿No puedes qué?- Susurraste con curiosidad, agachándote un poco para poder estar en su campo de visión. Él te miró y por un segundo la sombra de algo que paso por su cabeza opacó el brillo azulado en sus ojos, apartando el rostro lejos de ti en un suspiro. No notaste en que momento Hans se habían ido.

-... Yo solo se acabar con las vidas... No darlas.- Susurró a su vez, mirando al suelo como si estuviese viendo algo que no estaba allí. La sorpresa recorrió tu expresión y entonces comprendiste todo lo que pasaba...

Era imposible para él concebir la idea de dar vida y criar a una persona cuando tan solo había visto muerte y había estado solo desde muy pequeño. Era muy comprensible, no sabía cómo reaccionar a algo que muy pocas veces había visto. Bien lo habías visto reaccionar cuando Snow White había dado a luz... Él probablemente se sentía incluso más perdido y asustado que tú. Te abrazaste suavemente a su espalda, apoyando el rostro contra su cabeza mientras él se tensaba antes de relajarse, dejándose abrazar, sujetando tus brazos con sus manos mientras tú le hablabas conciliadora, como una madre a su hijo asustado.

-Sé que suena muy extraño... Incluso da algo de miedo.

-Tch. No tengo miedo, cobarde. Te dije que te daría una familia y voy a cumplirlo.

-¿Entonces porque pones esa cara? Luces aterrorizado.

-Te digo que no estoy asustado, mierda. Solo estoy... Sorprendido...- Admitió entonces, apretando el agarre en tus muñecas para que le abrazaras más fuerte, complaciéndolo enseguida. -Yo... Me había entregado a la idea de que jamás tendría una mujer o hijos... Que moriría antes de que algo de eso pasara.-

Ahora las cosas habían cambiado de pronto con esa noticia, lo comprendías. Tú también te habías entregado a una idea similar cuando habías entrado a la Legión de Exploración y ahora la cosa había dado una vuelta. Pronto tendrían una familia... Pronto tendrían que encargarse de criar a un niño o niña, de enseñarle, protegerle y amarle... De darle un mundo libre.

-Supongo que solo nos queda continuar luchando... No podemos dejar que él o ella de sus primeros pasos en un sitio lleno de monstruos gigantes que comen personas...- Le recordaste, aflojando el agarre alrededor de Levi. Él levantó la mirada entonces, dejando una caricia en tus brazos mientras miraba hacia adelante, retomando su expresión inmutable.

-Por ahora tú tendrás que abandonar eso. ¿Lo sabes?- Preguntó él, mirándote por sobre el hombro antes de que tu asintieras con la cabeza. Estabas consciente que una soldado embarazada no era más que un estorbo en una expedición dejando de lado el doble riesgo que conllevaba luchar y poner en peligro no solo tu vida sino la de tu hijo.

-Realmente no van a necesitarme. ¿O sí?- Le sonreíste ladinamente para restarle importancia, recibiendo una mirada serena del Líder de los Soldados.

-Tu misma has dicho que apenas te he dejado ir a las expediciones hace unos días.- Respondió con cierto tono burlón tras recordarte la pequeña pelea que habían tenido tras tu regreso de la expedición a la que habías asistido sin avisarle, soltándose de tus brazos solo para acercar su rostro al tuyo, haciéndote ruborizar. -Sabes que si fuese por mí no te dejaría poner un pie fuera del muro... Pero eres terca como una jodida mula.-

-Me conoces.- Susurraste y volviste a rodear su cuello con tus brazos antes de que él se dignase a besarte al fin en los labios, ignorando el "No del todo" que susurró antes de al fin acortar la distancia, su mano metiéndose bajo tu camisa para acariciar tu vientre, donde una nueva vida se gestaba.


Fuiste, como muchas otras veces, testigo del ajetreo de los soldados alrededor de los establos mientras arreglaban todas las provisiones que debían llevar. Aquella expedición era una de las grandes, aun cuando Erwin te regañaba seguido diciendo que todas eran grandes, hasta él sabía que esta era una importante, comenzando a creer que alguien movía los hilos para hacerte faltar de una forma u otra a ese tipo de eventos. Sabías que Levi estaba secretamente aliviado por ello pues una vez había dejado en claro que siempre se había sentido tenso en cada expedición a la que ambos habían ido sin estar juntos y sabias que están en específico lo traía bastante tenso.

-¡....-Taichō!

Te giraste rápidamente al escuchar ser llamada, observando como tus cuatro subordinados se acercaban a ti, montados en sus caballos. Tres de ellos provenían del mismo pueblo cercano a Chlorba: Ivan, Dirtch y Blaid, los tres que se juntaban ahora a tu alrededor. Lucían nerviosos, si, pero al mismo tiempo inflaban sus pechos con valentía, seguramente no querían lucir asustados delante de ti.

Sonriéndoles amablemente a los tres, te acercaste a Ivan, de cabello castaño y rizado, quien estaría encargado de guiar al resto del escuadrón, habiéndose bajado de su caballo solo para acercarse a ti.

A pesar de que todos ellos eran mayores que tú, durante su tiempo contigo habían sido subordinados excepcionales, obedientes y capaces de creer ciegamente en las decisiones que tomabas aun cuando eras, realmente, una mocosa en comparación a ellos.

-Tengan cuidado... No dejen a nadie atrás.

Ivan te mandó una enorme sonrisa, atreviéndose a despeinar un poco tu cabello. A diferencia de otros capitanes, tú dejabas que te trataran como una igual desde que odiabas aquel molesto rango y la distancia que traía para con tus compañeros de escuadrón.

–No te preocupes, Taichō.- Aunque eso del "Capitana" no habías podido cambiárselos. A veces creías que lo decían en son de chiste interno. Muy graciosos.

-Regresaremos en una sola pieza y juntos, Taichō.- Dirtch sonrió socarrón desde su caballo. -Quien debe cuidarse eres tú. No hagas ninguna estupidez mientras no estamos.-

Suspiraste y negaste con la cabeza, sonriéndoles amablemente antes de que Ivan subiese a su caballo, despidiéndose los tres antes de alejarse algunos metros hacia la puerta, preparándose para salir. De nuevo tu corazón pendía de un hilo y te preguntabas porque esas cosas solo te pasaban a ti antes de que volvieses a ser interrumpida por cierto grupo de novatos que llegaron hasta tu lado.

-Armin, Mikasa, Eren...

-¡Tenga mucho cuidado, ....-Taichō!- Exclamaron los tres al mismo tiempo, y notaste que la mirada de los ellos se posaba en el pequeño bulto de tu vientre, mirándolo con suma curiosidad. Desde que se habían enterado que llevabas dentro de ti al primogénito del Más Fuerte de la Humanidad, los tres te trataban como si estuvieses hecha de papel, curiosos, nerviosos pues jamás habían visto a una mujer embarazada en la milicia, "Debe ser tan duro" habías escuchado en algún momento entre aquel día y este.

-Ustedes también tengan cuidado. Cuiden de sus compañeros y no intenten luchar solos. ¿Entendido?- Te acercaste a los tres y cómo pudiste, los rodeaste con tus brazos impulsada por un sentimiento extraño y repentino, notando como los tres jóvenes se tensaban sorprendidos antes de dejarse abrazar, melancólicos. -Armin, usa esa malévola mentecilla tuya para salir vivo. Mikasa, mantente tan fuerte como eres... Eren... Confió en que lo harás bien.-

-....-Taichō...- Lo escuchaste susurrar contra tu hombro, sintiéndolo apoyar la frente contra esa parte de tu cuerpo y fruncir el ceño, poniendo esa mirada determinada que lo caracterizaba. -... Cumpliremos nuestra promesa.-

-¡Prepárense! ¡Saldremos en unos segundos!- Una voz se alzó entre los murmullos y despedidas antes de que pudieses reaccionar al escuchar al jovencito llamarte con tu sobrenombre, soltándolos de tu abrazo antes de que los tres te saludaran ofreciendo sus corazones como tú lo hiciste con ellos, arrancando a correr hacia sus escuadrones y caballos, dejándote atrás en el patio mientras observabas las alas de la libertad ondeando en sus espaldas... Cuanto querías ir con ellos, protegerlos...

-No puedo prometerte que todo saldrá bien.

Saltaste en tu sitio y observaste hacia tu derecha, encontrándote con la figura del Líder de los Soldados parado a tu lado, en su mano las riendas de Black Jack y su mirada en las espaldas de los soldados que se juntaban en la puerta de la base. Sonriendo con tristeza, enjuagaste las lágrimas que comenzaban a juntarse en tus ojos por esa triste realidad.

-Lo sé. Jamás pedí que lo prometieras... Nunca podemos predecir el futuro y esta expedición no es común...

Levi chasqueó la lengua y palmeó suavemente el hocico de su animal. -No me gusta el plan de Erwin...-

-A mí tampoco, pero confió en que él sabe lo que hace.- Afirmaste sin dejar de mirarlo, dejando entrever la preocupación que sentías desde esa mañana...

¿La tragedia volvería a alcanzarlos? ¿O lograrían una victoria?

-Tch... Tú también confías en él... Bienvenida al club de idiotas.- Susurró enojado y tú no pudiste evitar soltar una risotada, ignorando por completo que eran observados por todos los demás soldados de la Legión, curiosos por ver una despedida por la pareja (secretamente) más famosa de aquella fracción de la milicia.

A pesar de que tú creías que nadie le daba importancia, la curiosidad de los soldados por ver la interacción entre ambos era latente, más ahora que tú estabas embarazada... Una despedida así era digna de verse.

-No puedo asegurarte que todo saldrá acorde al plan... Pero si hay una cosa que puedo prometerte...- Ahora fue la sorpresa lo que surcó tu expresión, más aun cuando él frunció el ceño y apretó ligeramente el agarre en las riendas de Black Jack tras un largo minuto de silencio... Determinado. -Regresaré contigo vivo... Pase lo que pase. ¿Entendido?-

Te quedaste paralizada por sus palabras y sentiste las lágrimas de nuevo intentar llenar tus ojos. Tu corazón latió con fuerza dentro de tu pecho y te abalanzaste a abrazarlo, impulsada por los sentimientos que las hormonas te habían alborotado. Levi se tensó, probablemente consciente de que estaban siendo observados, pero pareció mandar todo a la mierda y te abrazó de vuelta con torpeza, sintiendo su corazón también latir con fuerza contra su pecho...

-Te estaremos esperando aquí hasta que vuelvas entonces...- Susurraste, forzando una sonrisa y enfrentándolo sin dejar de abrazarlo. -...Nuestro mocoso y yo.-

Levi volvió a chasquear la lengua y aparto la mirada, pareciendo avergonzarse por algo, pero sus ojos soltaron un fulgor que no pudo ocultar de ti, soltando una risita y volviendo a abrazarlo fugazmente antes de separarse, notando que él volvía a mirarte, luciendo desolado y deseoso de hacer algo que al parecer estaba conteniéndose de hacer...

-¿Que acaso no va a besarla?- Ambos saltaron y giraron el rostro hacia los establos, el Escuadrón de Operaciones Especiales saliendo de ultimo con las riendas de sus caballos en mano, siendo Erd quien había dicho aquello antes de acercarse a ustedes, tu sonrojándote como un tomate mientras Levi los fulminaba con la mirada. -Heichō, ¿Que no sabe de romance? En una despedida se da un largo y apasionado beso a la chica.

-¡Erd! ¡Cállate!- Chillaste avergonzada, sabiendo que estaba haciendo aquello a propósito para molestarlos, arrancándole unas risotadas a él y a Gunther mientras ignoraban a Auruo que intentaba defender la genialidad de su capitán, diciendo que él no tenía tiempo para romances y otras cosas antes de que Petra le golpeara una costilla, haciéndolo morderse la lengua.

La vergüenza paso a ser risa al verlo sangrar mientras Petra lo regañaba, acercándote a ellos mientras Levi parecía regañar a Erd y a Gunther, aunque no estabas segura de sí estaba realmente regañándolos pues habías escuchado un "Pero si yo he hecho esto con ella y..." Que no venía al caso.

-Ten cuidado, pequeña .... .

Petra sonrió dulcemente, abrazándote con fuerza exagerada mientras suspiraba, mirándote de pies a cabeza con los ojos brillantes de dicha por un largo minuto.

-Estoy muy orgullosa de ti. Te has convertido en una soldado excelente... Ya no eres la niña que jugaba muñecas conmigo en Marhjul... Incluso te me adelantaste, siendo menor que yo ya eres toda una mujer.- Dijo riendo lo último, haciéndote avergonzar. No era como si eso fuese algo de lo que estar muy orgulloso, ese Levi pedófilo y pervertido...

-Ustedes también tengan cuidado, Auruo, Petra.- Susurraste con una sonrisa, recibiendo una mirada amargada del cuarto soldado más fuerte de la Legión antes de que apartara el rostro, avergonzado mientras se atrevía a despeinarte la cabeza, chasqueando la lengua en una mala imitación de Levi. -¡Cuando regresen, prometo hacerles muchos Pies de Manzana para la boda!-

Ahora fue el turno de Petra de sonrojarse, sus ojos brillando aun así mientras asentía con la cabeza. Sabías que el sueño de Petra siempre había sido llevar un vestido blanco y casarse con el hombre a quien amaba de todo corazón en una boda de ensueño, muchas veces te había tocado interpretar el papel del novio en sus juegos infantiles cuando eran pequeñas. Ahora su sueño se cumpliría no con quien tenía planeado originalmente, pero si con alguien a quien amaba de todo corazón, y cuyo amor era correspondido.

-Y cuando regresemos también los llevaré a que conozcan a mi chica. Le propondré matrimonio.- Erd puso un brazo alrededor de tu hombro y te agitó, sonriéndote socarrón antes de dejar un beso sobre tu frente. -Es así como tú, luce como una muñequita y es tan linda y... Aah~ La extraño.-

-Está enamorado el idiota. Pobre muchacha.- Gunther susurró y sujetó tu hombro libre, sonriéndote. -Yo debo ir a ver a mi padre que enfermó hace unos días. Pero cuando regrese de allá quiero estar para cuando des a luz, Diamant D'Hiver... ¿No les pica la curiosidad por saber si será niño o niña?-

-¡Sera niño! ¡Uno tan fuerte como Levi-Heichō y como su tío Auruo!- Chilló en respuesta el autoproclamado Tío, haciendo que Petra rodara los ojos.

-Apostemos. Yo creo que será niño también. ¿Y ustedes dos?- Preguntó Gunther, mirando a Petra y Erd.

-Niño.- Aposto también Erd, en tono de burla. -Necesitamos más hombres fuertes en la Legión y los genes de Levi-Heichō deben saberlo.-

-No seas tonto, Erd.- Petra lo reprendió. -Yo digo que será niña. En la familia de .... , la mayoría son niñas muy bonitas. Lo malo es que si llega a parecerse a Levi-Heichō...-

Incluso tú te estremeciste, imaginándose todos una versión femenina de Levi, con la misma expresión de criminal, el mismo vocabulario y la misma personalidad pero en un cuerpo de mujer... Aterrador.

-Tch. Haciendo apuestas sobre un mocoso que aún no ha nacido. Idiotas.- Los cuatro se pusieron firmes al escuchar a Levi, frunciéndoles el ceño. -Mejor preocúpense por sobrevivir hoy y luego apostaran sobre cualquier cosa. Andando.-

Tras gruñir de la misma forma amargada en que siempre lo hacía, subió a su caballo, recibiendo los "Sí, señor" de sus cuatro subordinados antes de que Levi te mandase una última mirada fugaz e hiciera galopar a su caballo.

-¡Nos vemos luego, .... !- Exclamó el resto del Escuadrón de Operaciones Especiales entonces, mandándote sonrisas mientras tú los despedías con la mano, sonriéndoles también. 

Allí iban tus últimos amigos, los recuerdos que te quedaban de aquella época feliz donde tu banda aún permanecía con vida... Donde tú aun no habías conocido por completo el terror de los titanes...

Sintiendo tu pecho oprimido por algo que no pudiste identificar, te diste media vuelta y susurraste un "Ellos regresaran. No te preocupes." A tu vientre mientras lo acariciabas y regresabas al interior de la base. Ellos eran fuertes, los mejores, Levi confiaba en sus fuerzas, en su capacidad de cumplir la misión que se les había sido otorgada. Y tú confiabas en que Levi no dejaría que nada malo les ocurriese...

Entraste al castillo ligeramente aliviada, sin imaginarte el horror que pronto esas personas preciadas para ti vivirían horas después... Sin saber que esa sería la última vez que verías a tus últimos amigos.


  ❄  


El sonido de las campanas del castillo te sobresaltó ligeramente. Levantaste la mirada de aquella taza de té que ahora estaba completamente frío y miraste las mesas vacías a tu alrededor siendo iluminadas por las antorchas, suspirando mientras sentías tu corazón descolgarse de tu pecho y caer a tus pies junto a tu alma, solo un dejo de tristeza surcando tu mirada, que se vació en un instante.

"Se suponía que llegarían a Shiganshina..." Pensaste cada vez más decepcionada, y observaste el reflejo de ti misma que daba el té con una sensación terrible de Deja-Vu. Te viste transportada a casi cinco años antes, a un momento demasiado similar a ese...

"Chicos..."

Tu corazón pareció detenerse por un instante y todo tu cuerpo palpito, haciéndote abrir los ojos y mirar al suelo por un segundo mientras el sonido de gritos, pasos y alaridos dolorosos se hacían cada vez más fuerte, haciéndote apretar el agarre alrededor de la taza mientras luchabas contra el irrefrenable deseo de llorar al recordar a tus cinco queridos amigos. No debías ser adivina para saber qué había ocurrido. La misión había fallado, no habían logrado capturar al titán infiltrado en la Legión, muchos habían muerto.

-¡Las tropas han vuelto!

Tan solo deseaste con todo, todo tu corazón que esas personas preciadas para ti estuviesen con vida. Pero sabías que esa era un deseo absurdo, nunca lo dudaste. Te levantaste de la silla lentamente, pues algo en ti te decía que era más seguro ocultarte en aquel solitario comedor que ir a enfrentar la realidad fuera. El caos que sobrevenía a cada misión te recibió de brazos abiertos en los pasillos, los heridos siendo llevados rápidamente para ser tratados, notando a más de uno en estado crítico, con miembros amputados, huesos rotos, sangre manchando sus ropas, nada nuevo para ti...

"Para nada."

De pronto los rostros y las figuras de las personas que te esquivaban mientras corrían al lado contrario hacia donde tu ibas se volvieron borrosas, como si ellos fuesen a mayor velocidad que tú, dirigiéndote a paso calmado hacia el patio, y de allí, arreglándotelas para pararte en un sitio alto y así observar a aquellos que aún estaban en él. Los rostros derrotados, abiertos como si aún estuviesen sorprendidos por el horror que habían presenciado, los carruajes aun llenos de heridos pero ningún cadáver por alguna razón... 

Buscaste rostros familiares, encontrándote con que todos los novatos del escuadrón ciento cuatro habían logrado sobrevivir, Eren, Mikasa y Armin entre ellos. Una ligera sensación de alivio paso fugazmente por tu pecho pues era la primera vez que un grupo tan grande de novatos lograba sobrevivir a la primera expedición. Eran muchachos fuertes.

... Pero la felicidad no te duró demasiado. Observaste el rostro lloroso de Eren, quien miraba hacia los establos entre lágrimas y sollozos... El Escuadrón de Operaciones Especiales no estaba con él.

Frunciste el ceño ligeramente y tu corazón se estremeció, preocupado. Se suponía que el escuadrón de Levi estaría al cuidado de Eren a todo momento, pero Auruo, Petra, Gunther y Erd no estaban allí. Inconscientemente buscaste entre la multitud de rostros algún rasgo que te fuese familiar, algunos ojos color ámbar, un cravat blanco, cabello negro en punta, una sonrisa socarrona, pero nada apareció ante tus ojos, ni siquiera cuando, de forma inconsciente te acercaste a la carreta de heridos de la que Mikasa y Armin bajaban a Eren.

-Ustedes...- Susurraste bajito, haciendo que los tres se giraran hacia ti. 

Eren abrió los ojos de par en par entonces al notar tu presencia, sus ojos mostrando terror antes de romper a llorar aun más fuerte, pidiendo perdón en voz alta por algo que ya imaginabas de que se trataba, notando como Armin apartaba la mirada y Mikasa bajaba la cabeza, intentando mantener la compostura... Oh, no, pensaste en lo peor. 

-¿...Levi...?- Susurraste, siendo él lo primero en lo que pensaste al ser confirmado tus temores.

La oriental pareció hundirse en sí misma, apuntando hacia los establos. Otra vez la sensación de alivio paso rápido por tu corazón mientras asentías con la cabeza y te adelantabas a ellos, entrando a los establos, observando en uno de los pasillos vacíos como Levi había metido en sus respectivos cubículos a cinco caballos, siendo el ultimo uno de pelo marrón... El caballo de Petra.

... Sin jinetes...

Sentiste tu pecho oprimirse y las lágrimas intentando llenar tus ojos, pero todo sufrimiento se hizo peor aún al notar la expresión vacía del Líder de los Soldados mientras terminaba de quitarle la silla al caballo de Petra, sus ojos convertidos en un acero sólido, frío, obscuro, impenetrable incluso para ti. 

No necesitabas demasiadas pistas para saber qué había ocurrido. La expedición había sido más que un fracaso, un suicidio.

"Del Escuadrón de Operaciones Especiales ocurrieron cuatro bajas..." Pensaste, recordando la forma en que Levi te había informado la muerte de tus amigos la primera vez que ocurrió una tragedia así. "...Correspondientes al fallecimiento de Erd Gin, Gunther Schulz, Auruo Bozzard y Petra Ral."

Al parecer, no serían capaces de saber los resultados de aquella apuesta que habían hecho entorno al hijo que esperabas...

Lentamente, cruzaste el pasillo hasta llegar cerca de él, aun sin dignarse a mirarte aunque sabías que estaba consciente de tu presencia, la cabeza gacha mientras cerraba el establo. ¿A dónde se habían ido las lágrimas que debías derramar? ¿...En donde estaban las de él? 

Lograste sujetar suavemente su brazo y hacerlo girarse hasta enfrentarte, sus ojos ahora mirando hacia ti, impasible al mismo tiempo en que un huracán parecía desatarse en el interior de sus orbes nublados, mientras las sombras cubrían sus parpados. Esa era la mirada de quien había presenciado las desgracias que los titanes traían consigo. Los que habían presenciado la muerte de sus compañeros en una guerra una y otra vez.

La misma mirada que había puesto al enfrentarte tras la muerte de Lucius, Dimitri y Peter.

-... Tu escuadrón...- También había muerto. No fue una pregunta, estabas segura de ello. Tan solo habías logrado ubicar a Dirtch en una camilla con los heridos mientras te deslizabas como una sombra entre el caos del patio. Él pareció leer tu mente. -... Tuvimos que dejar los cadáveres atrás... Todo falló.-

Seguía mirándote con esos ojos convertidos en tormentas espesas. Lo que había dentro de ellos no era tristeza simplemente, sino algo mucho peor, mucho más grande que eso. Como si su corazón gritara agónico pero él fuese incapaz de demostrarlo.

Lo entendías, claro que lo hacías... Porque tú también te habías sentido igual. Pensaste en que, cuando tus ojos también gritaban lo que tú no podías gritar, él había estado allí para hacerte reaccionar. 

Lógicamente, tú debías estar allí para él.

- .... , yo...

Suspiraste y tomaste su mano delicadamente, como si tuvieses miedo de romperlo, halándolo suavemente hacia ti e interrumpiendo sus palabras. 

-Ven.- Susurraste, y tras mostrar cierta sorpresa, obedientemente, como nunca lo había sido en su vida, Levi te siguió como si no fuese más que una marioneta mientras lo sacabas de los establos, llevándolo por el patio en completo silencio, ignorando por completo lo que pasaba alrededor de ambos, cualquier mirada o palabra que alguien pudiese decir, llevándolo hasta el interior del castillo sin decir una miserable palabra.

Él comenzó a hablar de pronto, contándote todo lo que había ocurrido mientras cruzaban pasillos y subían escaleras hasta detenerte en tu habitación, abriendo la puerta y haciéndolo pasar mientras aun hablaba para luego cerrarla detrás de ti. Soltando su mano tras dejarlo sentado sobre la cama y escuchando como caía en silencio, encendiste rápidamente varias velas pues ya la noche habían caído horas antes y luego entraste al baño, encendiendo velas en ella antes de comenzar a llenar la bañera con agua no tibia sino caliente, saliendo del baño solo cuando dicha bañera estuvo llena.

Levi permanecía exactamente en la misma posición en que lo habías dejado, como si fuese una estatua de mármol, mirando hacia la nada, impasible. 

Sin decir nada, sacaste dos toallas blancas como nubes y la dejaste junto a él en la cama antes de, sin mediar palabra, desabrochar la capa de la Legión de sus hombros, dejándola caer sobre las sabanas. El Líder de los Soldados ni siquiera se inmutó aun cuando comenzaste a quitar el cravat de su cuello, deslizándolo hasta dejarlo caer junto a la capa. La chaqueta y las correas superiores siguiéndolos segundos después.

Él no te dedicó ni una sola mirada mientras hacías aquello, y tu corazón se estrujó dentro de tu pecho, afligida por el estado de tu compañero. Era la primera vez que lo veías ponerse de esa forma, tan vacío y distante incluso contigo, y te preguntaste si así lucías tu cuando tus amigos habían muerto. Si Levi se había sentido de la misma forma que tú al notarte tan distante...

Sin dedicarle una mirada, te arrodillaste y sacaste primero su bota derecha sin problema pues él tan solo se movía a tu voluntad. Pero las cosas cambiaron cuando intentaste quitar su bota izquierda, escuchándolo sisear cuando accidentalmente apretaste su tobillo para sacarle la bota, tú frunciendo el ceño ligeramente. Sorprendida, sacaste la bota con sumo cuidado, jadeando al notar su tobillo rojo e hinchado antes de levantar la mirada de sopetón hacia él.

-Estás herido.- Él no dijo ni una miserable palabra, sumergido en un estado catatónico. 

De nuevo la aflicción llenó tu pecho y no te quedó de otra que continuar desvistiéndolo, sacándole las correas de las piernas y la cintura con cuidado antes de quitarle la faja. Estabas dándote la vuelta para ir a buscar a Hans y que te ayudara a curar las heridas de Levi cuando...

-No te vayas.

Su voz sonó como un susurro bajo el aliento, apenas audible. Pero para ti fue suficiente como para detenerte, mirándolo desde donde estabas. Su cabeza aun gacha, evitando mirarte a toda costa. 

-¿Levi?

Pero él no volvió a responder, apenas si pestañeó al suelo. Hundiste ligeramente las cejas con el corazón a los pies antes de suspirar y arrodillarte entre sus piernas, comenzando a quitarle la camisa manchada con sangre lentamente, dejándola sobre la cama antes de que los pantalones algo rasgados y la ropa interior le siguieran, ignorando por completo aquel cuerpo que tantas otras veces habías visto, concentrándote en los pequeños rasguños y heridas en su cuerpo. 

Como si de un simple muñeco de trapo se tratase, lo hiciste rodear tus hombros con un brazo y lo ayudaste a ponerse de pie, obligándolo a mantener aquel tobillo lastimado suspendido antes de llevarlo a duras penas al baño, luchando al notar cuan pesado era a pesar de su tamaño. Con cuidado, lo metiste dentro del agua, escuchándolo suspirar ante la temperatura cálida mientras se sentaba obediente en el fondo de la tina, tú enrollando las mangas de tu pijama y comenzando a mojar sus hombros y cabello con las manos, tal cual lo habías hecho cuando estaba enfermo.

Lo habías llevado a tu habitación porque en aquel nuevo castillo la habitación de Levi tenía una ducha en vez de una bañera cuando en la antigua base era él quien tenía una bañera en vez de una ducha. No sabías como levantarle el ánimo, era la primera vez que lo veías tan vulnerable, pero no por ello dejarías de intentarlo.

Ligeras manchas de sangre comenzaron a disolverse en el agua. Tras un par de minutos silenciosos dentro, le pediste que saliera, él poniéndose de pie y parándose fuera de la tina con una obediencia perturbadora. Cuando se sentó en el borde de la bañera, tomaste el jabón y comenzases a frotarlo por su pecho, luego su cuello y hombros con completa calma, continuando con tu trabajo sin apartar la mirada de tus manos, incapaz de mirarlo a los ojos mientras lo hacías... No querías continuar observando aquellos orbes vacíos.

"Levi... Creo que se en lo que estás pensando ahora mismo."

Pensaste mientras tus manos bajaban hacia su torso y sus costados tras haber enjabonado sus brazos, haciendo que la espuma del jabón comenzase a dejar rastros blancos en su piel y limpiase la sangre seca en su cuerpo y sus heridas, entregándole rápidamente dicho jabón para que limpiase sus partes íntimas antes de que te lo regresara. Aun cuando él se bañaba rápidamente en situaciones normales, tú lo conocías lo suficiente para saber que él en realidad gustaba de los baños largos con agua caliente. 

"...Crees que fue tu culpa. Aun cuando dices que sus muertes no serán en vano, sientes que en verdad lo fueron... Sientes que pudiste hacer algo por cambiar lo que ocurrió, cualquier cosa."

Te diste cuenta de que tal vez Levi y tú no tuviesen demasiadas cosas en común, pero si había algo que ambos compartían era que, aunque él dijese que ese no era su caso a esas alturas, ambos seguían siendo humanos. Se arrepentían, se sentían dolidos al perder a personas queridas, impotentes por no lograr ser capaces de cambiar las cosas. Él era tan humano como tu... Tenía un corazón igual que el tuyo, uno terco y estúpido que seguía sufriendo a pesar de ver tragedias a diario...

Te agachaste y enjabonaste sus piernas, amarrándote la falda del vestido a los muslos para arrodillarte y hacerlo apoyar un pie sobre una rodilla tuya, limpiándolo a la perfección.

-¿Qué demonios estás...?- Levi intentó detenerte al verte bañarlo de esa forma tan humillante para su opinión, pero tu solo le siseaste antes de pasar a la otra pierna, aquella con el tobillo hinchado, haciéndolo callar.

Frunciste el ceño en un intento de recordar cual era aquel método que tenía tu madre para aliviar hinchazones, recordando el hielo y las vendas frías... Joder, ¿De dónde demonios ibas a sacar hielo en verano? Con extremo cuidado pasaste las yemas de tus dedos por la carne enrojecida.

-Eren fue secuestrado. Su amiga intentó salvarlo, pero solo logró ponerse a si misma en peligro... Fue accidental.- Susurró Levi desde donde estaba, recibiendo tu mirada.

-No tienes que explicarme nada, Levi.

-Quiero hacerlo...- Fue su única respuesta. -... Necesito hacerlo, pero sabes que soy una mierda hablando.-

Tú suspiraste, y sin decir mucho más continuaste enjabonando su torneada pierna y su pie, inexpresiva. -Escúpelo.-

-Erwin me ordenó llenar mis tanques y cambiar las cuchillas. Yo les dije que intentasen escapar del bosque solos... Use al escuadrón como carnada, como Erwin quería.

Te mantuviste callada mientras enjabonabas ahora entre los dedos de sus pies, mirando la espuma con los ojos entornados mientras escuchabas sus palabras. El plan desde un principio había sido usar al Escuadrón de Operaciones Especiales como carne de cañón para que aquel titan infiltrado apareciese. Aquello solo era sabido por unas pocas personas, los mas allegados al comandante, entre ellos tu. Era un plan descabellado, pero podía funcionar...

Pero claro, había la misma cantidad de probabilidades de que fallara y eso justamente había ocurrido.

-¿Estás enojado con Erwin?- Preguntaste, dejando su pie en paz, sin mirarle aun.

-... Bien pude desobedecer su orden y regresar con ellos, pero yo decidí confiar en él... Como Eren confió en ellos y decidió no convertirse en titan cuando esa maldita perra intentó atraparnos al entrar al bosque.

Te levantaste del suelo, comenzando ahora a enjabonar su cabello con una de esas cremas que usabas para lavar el tuyo, notando sus ojos azulados perdidos en algún punto de tu vestido mientras le limpiabas, algo de tierra y sangre entre las hebras negras como la noche... 

-¿Quieres decirme cómo te sientes?- Le preguntaste amable, masajeando su cabello hasta que la espuma apareció.

-Tch... No sé suficientes palabras para decirlo...- Respondió en voz baja, pero tras un segundo levantó la cabeza, mirándote desde su altura. -... ¿Cómo te sientes tú?-

-Yo no soy importante ahora.- Le restaste importancia sin mirarlo, sin notar como cierta expresión dolida pasaba por su rostro al ver como estabas reaccionando a aquella situación. -Entra.-

Obediente, Levi se metió a la bañera y tomó aire cuando lo hiciste sumergirse por completo dentro del agua, la espuma en su cuerpo disolviéndose y enturbiando el cristalino liquido con tierra y sangre. No. En ese momento poco te valía lo que sentías, tan solo podías sentir el dolor que Levi se negaba a mostrar, la tristeza y las lágrimas que él se negaba a derramar.

-Quiero estar con ellos.

Al salir del agua, fue lo primero que dijo, y la sorpresa se mostró en tu expresión. Levi mandándote una rápida mirada antes de volverla a perder en el agua cálida, como si se sintiese muy culpable de haberlo dicho. Sin decir absolutamente nada, te limitaste a terminar de enjuagar su cuerpo, tu mirada perdiéndose en el agua.

-No puedes.

Levi no levantó la vista.

-No puedes ir con ellos.- Egoísta, saltaste a decir aquello, sin dar cavidad a réplica alguna. -No te dejaré ir...-

-Lo sé.- Él respondió apenas, y sentiste tu corazón romperse en pedazos cuando el dolor recorrió su expresión por un segundo y sus puños se cerraron bajo el agua. -Joder... Realmente lo sé...-

"Con que así se siente." Pensaste con el corazón oprimido en el pecho, levantándote y dándole la espalda para buscar las toallas en la habitación, regresando segundos después y encontrándote con que Levi se había vuelto a sumergir en el agua... Sin salir.

"... Así te sentiste tú cuando te dije que quería estar con mis amigos... ¿Levi?"

Te sentaste al borde de la bañera y lo observaste soltar todo el aire en sus pulmones bajo el agua, los ojos cerrados, la expresión calmada, como un muerto. Él quería abandonarte. Él quería dejar de sufrir, dejar de ver como todos a los que apreciaba desaparecían... Quería descansar y dejarte sola en aquel mundo cruel.

Y lo entendiste. Lo entendiste muchísimo, más de lo que hubieses deseado. Porque tú también te sentías así, porque Gunther, Petra, Erd y Auruo eran lo mismo para él que los gemelos, Alex, Peter y Dimitri... Porque tú también eras cercana a ellos, y también sufrías por su perdida... Porque comprendías aunque fuera solo un poco lo que se sentía que todas las personas a las que apreciabas, terminaban abandonándote.

"Si buscamos a un monstruo, ambos lo somos desde un principio, o un culpable, ambos tenemos la culpa de haber llegado hasta aquí... Si buscamos a un asesino, las manos de ambos están manchadas de sangre... Ambos deberíamos morir..."

Pero no lo merecían. Metiste las manos dentro de la bañera y halaste a Levi fuera del agua, haciendo que jadeara y abriera los ojos con sorpresa, habiendo estado sin respirar por demasiado tiempo.

-¿Acaso no me escuchaste?- Preguntaste, entornando los ojos hacia él, en un tono de furia contenida. -No puedes irte... Tú no mereces ir a donde ellos han ido.-

Palabras tan crueles que salieron de tus labios parecieron sorprender al Líder de los Soldados, cuyos ojos atormentados te miraron por un largo minuto mientras tu mirada se endurecía y se volvía fría y cruel como el invierno.

-Somos monstruos... Tú y yo... Y los monstruos jamás irán al mismo sitio a dónde van los héroes.- Afirmaste, apretando los puños con impotencia, intentando no llorar con todas tus fuerzas. -... A nosotros solo nos espera aun mas sufrimiento. Y no creas que te dejaré acabar con tu infierno y dejarme aquí viviendo el mío sola, Levi.-

Pero si ser capaz de decir cosas tan crueles a alguien que sufría una tragedia era para sorprenderse, aun más sorprendente fue la reacción del Soldado Más Fuerte de la Humanidad, quien tras un segundo se limitó a sonreír; una sonrisa extraña, que no era forzada pero tampoco feliz... 

Sincera y triste...

-Algo tan cierto viniendo de ti... ¿En qué momento te volviste tan madura, Diamant D'Hiver?- Masculló bajo, el cabello goteándole en el rostro. -Aun cuando intenté de todo para mantenerte lejos, fuiste tan idiota como siempre y decidiste seguirme a ese infierno que nos merecemos... Te condené a ser un monstruo cuando bien pude haberte salvado.-

En silencio, Levi se levantó de la bañera, goteando agua mientras tú lo ayudabas a salir, chorreando el suelo de madera del baño antes de que tú lo cubrieras de pies a cabeza con la gran blanca toalla en tus brazos, escondiendo su cuerpo bajo ella por un segundo, como si fuese él un niño pequeño y frágil...

-No, Levi... Siempre fuimos iguales.- Respondiste, abrazándolo entonces contra tu pecho. -Cuando me conociste, yo ya era igual que tu...-

-... Tch...

No hubo más palabras por varios minutos interminables. Tan solo te limitaste a abrazarlo contra ti, acariciando su espalda suavemente por encima de la toalla, escuchando su respiración.

-Estamos condenados. Siempre lo estuvimos... Pero nunca me dio miedo arder en el infierno si tú estabas a mi lado.

Probablemente él no logró recordar en que momento decidieron salir del baño, en que momento lo recostaste en tu cama, algunas gotas de agua aun cayendo de su cabello. Sin decir demasiado tomaste vendas y un ungüento para las hinchazones, arrodillándote de nuevo frente a él para curar aquellas heridas pequeñas en sus brazos y piernas, sintiendo como, tras un minuto tenso, él comenzó a relajarse antes de inclinar la cabeza en tu dirección, apoyándola contra la tuya mientras tratabas las cortadas y magullones.

-... A ellos, incluyendo a tus amigos, tampoco les importó arder por mí... Y mira como terminaron.

Por un segundo, detuviste los movimientos de tus manos al estar vendando su tobillo lastimado para que dejase de sangrar e hincharse. Si tú eras cruel, él era tu contrincante más reñido.

-... Todo lo que en algún punto se vuelve importante para mi... Termina convertido en pedazos.- Levi susurró, y como si te hubiese ordenado que continuaras, terminaste de vendar su tobillo, manteniéndote arrodillada, observando sus hermosas piernas blancas como porcelana cuarteada por cicatrices, inexpresiva. -... Y no dudo en que tú terminaras igual que ellos si continúas por más tiempo a mi lado. Sé que en algún momento yo voy a hacer que termin-...-

Frunciste el ceño repentinamente y sin decir nada te levantaste de sopetón. 

-Cállate- Le ordenaste, haciendo que te mirase sorprendido, tus ojos mostrando flamas de rabia. -... No vuelvas nunca a decir eso, Levi. Ni siquiera te atrevas a insinuarlo, ¡¿Entendido?!-

- .... ...

No lo dejaste terminar. Sin una palabra quitaste la toalla de su cabeza y la ropa sucia la lanzaste al suelo antes de hacerlo recostarse en la cama, abalanzándote sobre él para besarlo. No fue un beso tierno como los que tú acostumbrabas a darle, ni apasionado, sino rudo, violento, doloroso como la situación en la que estaban. 

No lo besabas porque quisieras premiarlo o porque sintieses la necesidad... Lo besabas porque necesitabas hacerlo reaccionar.

"Sé que duele mucho. Sé que te sientes solo, que no tienes esperanza... Pero no puedes caer por ello... Tú eres el Más Fuerte de la Humanidad, ¿No? Tú no puedes... ¡No puedes caer de la misma forma que yo! ¡Levi!"

Como si tu beso pudiese transmitirle tus pensamientos, el Líder de los Soldados correspondió repentinamente, tomando de pronto tu cabello con una mano y apegándote más contra él, besándote con vehemencia, con desesperación. Sin darte cuenta te hizo rodar en la cama hasta que estuviste debajo de él, quien tuvo cuidado de no apoyar su peso en tu vientre y así no lastimar a aquel que crecía en tu interior antes de separarse ambos tras un largo minuto, jadeando por aire.

-No tienes que hacerte el fuerte conmigo... Puedes llorar, gritar y romper cosas si eso quieres. No voy a asustarme, ni me pondré a llorar. Soy una adulta igual que tú ahora... Pero por favor, reacciona, Levi... Este no eres tú.

Sus ojos azules se fijaron en tu rostro desde su altura por un minuto antes de que se inclinase y apoyase su cabeza contra tu pecho, justo sobre tu corazón, cerrando los ojos al escucharlo latir fuerte. Suspirando tras un largo minuto, frunció el ceño como si estuviese adolorido mientras tú lo rodeabas de nuevo con tus brazos, protegiéndolo de aquel dolor invisible mientras acariciabas su cabello.

-... ¿En verdad crees que no quiero hacer todo eso?- Preguntó, y la sorpresa recorrió tu rostro por un segundo. –Ellos eran personas preciadas para mí. Como Isabel y Farlan, como cejas, Lentes de Mierda. Como tú... En verdad esto se siente como la mierda, pero no soy capaz... De hacer nada.-


-¿De verdad crees que alguien que no puede llorar por sus camaradas puede considerarse un humano?



Mientras tu perdías la mirada en el techo, recordaste aquella frase suya, poniéndote en su lugar... Ser incapaz de llorar de alegría o de tristeza, tener que guardar todas esas emociones, de tan solo imaginarlo te sentiste ahogada, impotente, a punto de estallar.

-Tu que puedes desahogarte... No sabes cuanta envidia te tengo. Puedes llorar todo lo que yo debo tragarme.- Él admitió, y lo sentiste hundirse más contra tu pecho, escondiendo su rostro contra la piel suave de tu escote y mirando el tono de tu piel de forma taciturna... Hasta que sintió el ligero sollozo brotar desde el interior de tu pecho. -¡¿ .... ?!- 

Preocupado, te llamó al levantar la cabeza y verte llorando en silencio, mirando el techo sin dejar de abrazarlo. Intentaste acallar, aunque fuera, el ruido lastimero que salía de tu garganta tragando duro, pero no intentaste detener las lágrimas... No pudiste hacerlo, como si el peso de una tristeza que no era la tuya se hubiese adueñado de tu corazón.

"¿Cuantas cargas llevas en tu espalda?" Le preguntaste en tu cabeza. "No importa cuán grande sea... Compártela conmigo, Levi... Déjame cargar con lo que tú no puedes."

-No se puede ser completamente fuerte...- Tu boca se torció en el amago de una sonrisa hacia el techo mientras Levi intentaba comprender lo que te ocurría. -Pero eso es bueno... Al menos tendré la certeza de que si yo llego a morir... Tú no llorarás por mi culpa...-

La mirada de asombro que surcaba su rostro se mantuvo tras tus palabras por un largo rato. Una parte de ti, aquella egoísta y estúpida parte de ti, esperó a que te dijese que eras una idiota por pensar eso... Pero no lo hizo.

-No hay manera de comprobar eso, jodida mocosa... Puede que termines hecha pedazos como todos los demás... Pero no dejaré que te apartes tú también de mi lado, pase lo que pase.- Levi susurró y volvió a abrazarse a tu pecho mientras tú te aferrabas a su espalda desnuda y llorabas por él y por ti. Él cerrando los puños con impotencia al escuchar como te quebrabas.


  ❄  



-Es hora de levantarse, Levi.

Pestañé rapidamente cuando una persona abrió la ventana de la habitación, dejando entrar los rayos del sol que me golpearon directo a los ojos, obligándome a entrecerrarlos. 

Maldito sol de verano. No tenía ningunas ganas de levantarme, el tobillo me dolía como el infierno aun cuando mi mujer lo había vendado con tanto esmero... Tampoco era como si tuviese los jodidos ánimos de levantarme. El recuerdo de aquellos cuatro rostros ensangrentados tampoco ayudó.

"Tch..."

-Has dormido mucho.

Me giré en la cama y observé de pies a cabeza a la mujer que se acercaba a mí, una sonrisa de oreja a oreja a pesar de que se había quedado dormida la noche anterior entre lágrimas. Por alguna razón lucía más atractiva de lo normal, estúpidamente radiante como el jodido sol que me había quemado los ojos. Su cabello lucía más suave y brillante de lo que recordaba, su piel más tersa y llena de color, la pequeña panza que nuestro mocoso comenzaba a hacerle oculta bajo un sencillo vestido blanco... Aunque yo estaba seguro de que estando vestida como una pordiosera luciría igual de bien. 

-¿Te sientes mejor?

-Diamant D'Hiver...

-He ido a Karanese.- Dijo de pronto, mientras me sentaba en la cama y ella se sentaba a mi lado, sonriendo dulcemente hacia mí. -...He ido a visitar a los Ral. Su padre me recordaba... Tu no les habías dicho nada, ¿Cierto?-

Mi corazón se detuvo en mi pecho, mirándola primero sorprendido y luego entre preocupado y enojado. ¿Esa maldita mujer había hecho algo tan desagradable aun cuando no le correspondía? Quise matarla, se estaba exponiendo a demasiadas emociones que tal vez le harían daño a ese mocoso que llevaba en el estómago, pero antes de siquiera poder decir una palabra, ella continuó.

-Sus padres estaban destrozados. Era hija única. Preguntaban por qué no les habías dicho nada a pesar de haber hablado contigo ayer... 

Una sonrisa melancólica recorrió su rostro y sentí un puñal clavarse directo en mi pecho al notar la tristeza en él. Esa jodida moco-... Fue cuando noté el cesto de frutas a un lado de la cama. 

–Ellos dicen que están felices de que al menos su hija murió siendo alguien de utilidad para la humanidad, como una heroína que cumplió con su deber hasta el final.

¿Qué...? No pude evitar mirarla sorprendido por sus palabras. ¿Los padres de Petra en verdad...?

Sus ojos dulces se perdieron en la ventana, mirando el cielo despejado. 

-Levi... Aun debo esperar un poco más... Este bebé que llevo dentro de mí me necesita viva más que nunca, más que la humanidad... 

Susurró, bajando la cabeza antes de acariciarse el vientre, su sonrisa volviéndose amorosa y tierna... Haciéndome recordar por un ínfimo segundo a mi propia madre... 

-Yo sé que tal vez estoy pidiéndote mucho... Pero, yo puedo prometerte que cuidaré de este hijo nuestro con mi vida de ser necesario, si tú puedes atrapar a esa persona que se llevó a nuestros camaradas por mí. ... Al menos hasta que sea capaz de ponerme los pantalones de la Legión sin hacer volar el botón con mi panza.

Reí por dentro ante su mal chiste, pero mi expresión no cambio mientras me inclinaba hacia ella, juntando mi frente contra la suya. A estas alturas, ser cursi y débil ante ella me importaba poco, incluso me gustaba. Ella que todo me lo había dado... Dejarle ver una parte débil de mi era demasiado poco en comparación a todo lo que ella había hecho por mí sin darse cuenta.

-Tch... ¿Qué acaso no juré que te daría el mundo que tanto sueñas?- Le pregunté, frunciendo ligeramente el ceño para que lo recordara. Hablaba en serio esa noche cuando dije semejante cursilada, ¿O es que acaso ella estaba más pendiente de que la hiciese mía por primera vez en vez de prestar atención a las cosas que le dije? Jodida mocosa... -Capturaremos a esa persona, .... . Y la haré sufrir tanto como desees.-

-Sufrir...- Sus palabras me hicieron callar, mirándola confundido. -Yo solo... Quiero saber quién y por qué mató a nuestras personas preciadas. Es todo lo que deseo ahora. Realmente estoy cansada de ver a todos sufrir.-

¿Cansada, eh? Tan solo tenía cuatro años en la Legión y se sentía cansada... Cierta impotencia recorrió mi cuerpo, incapaz de decirle que ese era solo el principio...

-... Yo también estoy cansado, mujer.- Susurré, y pasando una mano por su vientre y otra por su espalda, la abracé contra mí, sintiéndome completo como nunca me había sentido, como si al fin hubiese encontrado una parte faltante de mi mismo... Siempre sintiéndome fuerte y capaz de hacer lo que sea ahora que está a salvo, conmigo. -Pero aún hay mucha mierda por delante... Y muchas promesas que cumplir.-

-Lo sé... Pero creo que puedo soportarlo un poco mas si te quedas a mi lado.- Respondió ella, y mi corazón se encendió al escucharla. Suspirando y estrechándola mas... Sosteniendo entre mis brazos a esas dos personas sumamente importantes contra mí.

Pensando que tal vez, aunque esos cuatro me habían dejado atrás, se habían ido con la certeza de que ella me ayudaría a no dejar que sus muertes fuesen en vano.

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