Las mentiras que nos atan

By LanaCMaddox

1.5M 122K 70.3K

Daphne y Reece han presenciado un asesinato. Salvo porque no hay cuerpo, no hay rastro, y la persona a la que... More

Sinopsis
Capítulo 1 - La familia Barlow
Capítulo 2 - Vida de instituto
Capítulo 3 - Temas del corazón
Capítulo 4 - Partidos y rivales
Capítulo 6 - Un final y un principio
Capítulo 7 - Mentiras y secretos [P1]
Capítulo 8 - Consecuencias y decepciones
Capítulo 9 - Rumores y dramas de instituto
Capítulo 10 - James Zag(er)
Capítulo 11 - Planes
Capítulo 12 - Entrenamientos y reencuentros
Capítulo 13 - Imán para el drama
Capítulo 14 - Castigos
Capítulo 15 - Partidos y colores de equipo
Capítulo 16 - Cambios de actitud
Capítulo 17 - Todo lo que puede salir mal...
Capítulo 18 - Rumores y relaciones
Capítulo 19 - Si pudiéramos volver atrás
Capítulo 20 - La novia del capi
Capítulo 21 - Rumor de una ruptura
Capítulo 22 | Romeo, Romeo
Capítulo 23 - Acampada familiar (I)
Capítulo 24 - Acampada familiar (II)
Capítulo 25 - Aquella noche...
Capítulo 26 - Una víbora en el nido
Capítulo 27 - Día de partido
Capítulo 28 - Colores de equipo
Capítulo 29 - Cosas de familia
Capítulo 29.5 - Nights
Capítulo 30 - La familia que elegimos
Capítulo 31 - Festividades
Capítulo 32 - Lo que un día dejaremos atrás
Capítulo 33 - Partidos y juego de ingenio
Capítulo 34 - Cuestiones del corazón
Capítulo 35 - Cosa de dos
Capítulo 36 - Límites y confesiones
Capítulo 37 - La suerte de Daphne Barlow
Capítulo 38 - Regalos
Capítulo 39 - Una vida de secretos
Capítulo 40 - Planes y alianzas
Capítulo 41 - Recuerdos de una vida
Capítulo 42 - Una familia poco funcional
Capítulo 43 - Cuestión de estrategia
Capítulo 44 - Noche de confesiones
Capítulo 45 - Una vida de elecciones
Capítulo 46 - Hope it never ends
Capítulo 47 - Rey del baile
Capítulo 48.1 - La vida que construimos (I)

Capítulo 5 - Celebración sin compromiso

30.3K 2.7K 698
By LanaCMaddox

⋅༺༻⋅

5 | Celebración sin compromiso

Daphne Barlow

Las buenas noticias son que nadie nos trata mal o diferente por ser parte del instituto rival, aunque tampoco debería sorprenderme cuando reconozco a personas de mi curso entre el grupo. Johanna también los reconoce, porque me hace pedir ir con aquellos a los que conocemos en uno de los coches.

Lo que perjudica ligeramente mis planes.

Cuando llegamos al lugar no puedo decir que esté completamente sorprendida, pero sí que es una de las peores ideas que alguien podría haber tenido. De todos los lugares en los que podrían organizar la celebración han elegido el patio de nuestro instituto.

Celebrarlo en "casa" del equipo que ha perdido.

Quizás por eso hay tantos rostros conocidos por aquí, porque quieren que el mensaje llegue. Si esa es la razón, van por buen camino porque dudo que haya algo que, a James y su equipo, pueda cabrearles más que esta forma de invadir su espacio.

—Podrían arrestarnos. —Johanna se mueve inquieta cerca de la verja de nuestro instituto que los demás han empezado a saltar. Hay una zona, cerca del muro del aparcamiento, por la que es fácil pasar. Claro que eso no evita los intentos fallidos de más de una persona—. Esto está mal.

—No va a pasar nada.

—Si nos pillan aquí...

—Diremos que nos hemos olvidado los apuntes para algún examen importante. —Pongo las manos para que ella pueda usar ese punto de impulso y subir más fácilmente, pero no lo hace—. Hay más posibilidades de que llegue la policía a las fiestas en casas de amigos por quejas de ruido que a que vengan aquí. Estaremos bien.

Más personas pasan al otro lado y cada vez somos menos quienes quedamos aquí. Cerca, uno de los chicos del equipo está pasando botellas hacia otro que espera arriba para dárselas a un tercer chico al otro lado. Tienen más cuidado con el alcohol que con ellos mismos cuando saltan.

Prioridades.

—Vale, pero no me gusta esto.

Johanna apoya por fin el pie en mi mano, se agarra a la verja y le ayudo con algo de impulso para que pueda llegar a la parte más alta. En cuanto lo tiene, pasa al otro lado sin mucho problema.

Llego a su lado poco después.

—¿Quién iba a decirnos que querríamos venir al instituto sin que nos obligaran? —mi comentario cae en saco roto con ella—. Sabes que esto lo han hecho mil personas antes que nosotros, incluyendo los de último curso el año pasado. No pasará nada, Jo.

—Eso no lo sabes.

Echa a andar por delante de mí.

Algo frustrada, voy detrás.

—Puedes quedarte o podemos irnos, no voy a echarte nada en cara, pero elige algo con lo que no vayas a estar de mal humor porque eso solo va a hacer que terminemos las dos de mal humor.

—Quiero quedarme —decide tras unos segundos.

—¿Estás segura?

—Sí.

—Vale, entonces vayamos a pasarlo bien.

Por su forma de dudar realmente espero que haya elegido bien, porque no he mentido al decir que podríamos terminar las dos de mal humor en caso contrario. Lo siento, pero no estoy para aguantar malas expresiones durante horas. No puedo.

Agarro el brazo de Johanna y nos juntamos con el grupo. Al parecer, han decidido que, el mejor lugar para sentarnos, es en el centro del campo de entrenamiento. Por supuesto.

En pocos minutos hacen de ese su lugar. Con botellas, bolsas de comida, y un par de altavoces que conectan y dejan tirados alrededor mientras discuten por quién elige la música.

Poco después el grupo se divide en grupos más pequeños. Algunos pasan entre los grupos según con quién les apetezca hablar en ese momento o la música que les guste más, otros, como Johanna y yo, nos quedamos con personas a las que conocemos. En nuestro caso con una chica de nuestro instituto y dos chicos del equipo rival bastante sociables.

La combinación es extraña, sobre todo cuando miro alrededor buscando a una persona en concreto pero termino dando con esa mezcla de "rivales" con amigos. Es curioso, sobre todo porque dudo que nuestro equipo deje unirse a su celebración a cualquiera del instituto rival.

Ya ha pasado antes.

¿Cómo pueden estar ellos hablando de forma tan animada con nosotras ahora mismo? Porque, cuando vuelvo a la conversación con los dos chicos del equipo, todo lo que nos dan son historias divertidas y sonrisas.

No lo entiendo.

Tampoco pretendo preguntar.

Pasa más de una hora hasta que el ambiente se caldea. El alcohol ha empezado a hacer mella, la música se ha empezado a mezclar en distintos grupos y las conversaciones pueden escucharse desde gran distancia. Es entonces cuando, uno de los jugadores, se pone en pie y busca atención de la forma más ruidosa que consigue.

El número 12.

—¡Vale! ¡Escuchadme! —grita a todo pulmón—. ¡Hemos tenido una idea!

—Igor, no empieces.

Una chica castaña tira de él para que se siente. No sé qué clase de ideas suele tener, pero hay una queja colectiva. Igor no se da por vencido, se deshace del agarre y sigue a lo suyo.

—Es un juego —dice.

Un par de chicas le mandan callar de nuevo, igual que algunos de sus compañeros de equipo. Los "No empieces" se mezclan con los "Igor, cállate".

—Si es un juego de beber, te apoyo —acepta uno de sus compañeros.

La primera chica que había hablado se pone en pie.

—Nunca es un juego divertido de beber. Es Igor —dice.

—Vamos, Camilla, ¿tan malo fue tener que besarme una vez que ahora montas un numerito cada vez que propongo algo? —pregunta él con humor—. Si no recuerdo mal fuiste la primera en apoyar jugar a la botella la última vez.

—La última —le recuerda poniéndose el abrigo—, ahora tengo novio así que estos juegos están fuera de mi... —Un par de jugadores se ponen a vitorear y silbar. Pronto me doy cuenta de que no es por ella sino por el jugador número 11, a quien vacilan al oírlo. Probablemente el novio de ella—. ¿Qué tenéis? ¿Cinco años?

—Vale, dos están fuera.

—¿Olvidas que la mitad de aquí tienen pareja? —sigue ella—. Eso sin contar con que la otra mitad simplemente no va a querer. ¿Por qué no organizas un juego de beber de preguntas o algo así?

Camilla estira la mano hacia una de sus amigas para que también se ponga en pie. Al verlo, el número 11 se acerca a ellas y sus amigos vuelven a empezar con los comentarios y silbidos al ver que ha ido a ayudarles a recoger.

—Está bien, entonces tengo algo mejor —dice Igor.

—Dios nos salve —murmura alguien detrás de mí.

Igor frota las manos con una sonrisa orgullosa.

Luego dice:

—Lo de siete minutos en el paraíso.

Las quejas son inmediatas.

—¿Qué? —pregunta.

Uno de sus amigos se pone en pie para quitarle la botella que tiene en la mano y le invita a sentarse como si fuera un niño al que está cuidando porque no para de decir incoherencias.

—Vamos, no es tan malo —se queja Igor.

—Tú siéntate y no bebas mucho más, ¿vale?

Su amigo apoya una mano en su espalda antes de alejarse para volver a su sitio y le veo romper a reír al llegar al pequeño grupo con el que estaba sentado. Vuelven a subir la música pese a los intentos de Igor por promover uno de los juegos y yo retomo la conversación.

(...)

No le cuento a nadie que la puerta de los vestuarios suele quedarse abierta, pero uso ese conocimiento cuando quiero ir al baño un rato después. También me aseguro de que la puerta al interior del instituto siga bien cerrada. No quiero ni saber lo que harían de saber que tienen acceso al instituto, sobre todo después de la victoria del partido de hoy.

Me limpio las manos, retoco mi pelo y termino mandando un mensaje a mi hermano para que me cubra con mis padres. No para que me cubra exactamente, pero para avisar de que llegaré algo tarde y que él prepare el terreno para no terminar castigada por volver después de medianoche.

"Compárteme la ubicación y te ayudo", Dereck.

"¿Celebración por el partido?", Dereck.

"Sí, y ahora te lo mando ♥", Daphne.

"El ♥ guárdatelo para cuando te despierte a las siete mañana para salir a correr", Dereck.

Le mando mi ubicación.

"¿Cómo que salir a correr mañana? Es sábado", Daphne.

"¿Cómo que estás en el instituto? Son las diez de la noche", Dereck.

"Vale, mañana salgo a correr contigo", Daphne.

"Eso pensaba", Dereck.

"♥", Dereck.

—Idiota —murmuro.

Nunca pensé que podría haber sarcasmo en un emoticono, pero Dereck me demuestra lo contrario en este mismo momento. Es eso en lo que estoy pensando cuando empujo la puerta del vestuario.

Lo que no esperaba era ver a alguien aquí.

El número 27, a quien ni siquiera he visto más que una vez y en la distancia desde que Johanna y yo hemos subido a un coche para venir aquí, está apoyado cerca de la puerta mientras juega con el mechero que tiene en su mano.

—Veo que sigues por aquí —digo.

—Podría decirte lo mismo.

Mira hacia la puerta.

—¿Qué hay ahí? —pregunta.

—Nada importante.

—¿Nada? —marca.

—Los vestuarios. La puerta al instituto está cerrada con llave así que puedes olvidarte del vandalismo si es en eso en lo que estabas pensando. —Guardo el móvil en el bolsillo sin querer hacer hincapié en algo que pueda darle más ideas—. ¿Sabes que hay personas que dirían que invitar a alguien a una fiesta y desaparecer es de mala educación?

—De muy mala educación —ofrece con humor.

Su tono de voz es tan claro que dudo que haya bebido más de un vaso desde que hemos llegado, somos dos entonces. Le veo trastear un poco más con el mechero antes de cerrarlo y meterlo en el bolsillo de su chaqueta de equipo.

—Supongo que no has venido aquí para arreglarlo.

—¿Quién dice que no lo he hecho?

Su tono es tan firme, tan seguro, que no estoy segura de si su forma de seguirme el juego es solo parte de eso o si realmente está siendo sincero. Parece mezclar ambas cosas hasta el punto de volver su distinción irreconocible.

Empiezo a andar hacia el grupo, perdido en la distancia por lo lejos que están los vestuarios, mientras me decanto por la dirección en la que seguir la conversación.

—¿Intentas arreglar lo mal anfitrión que has sido hasta ahora, número 27?

—Reece —corrige—, y quizás. También puede que solo haya querido asegurarme de que esa chica que ha decidido irse sola a quién sabe dónde estaba bien. Cómo has llamado a eso, ¿buena educación?

No, realmente no puedo saber con certeza cuál es la intención detrás de sus palabras. Ese humor apagado tras el que lo esconde tiene un toque afilado que me tiene dudando sobre si está jugando, molesto, o siguiendo una insinuación a largo plazo. No consigo leerlo.

—No es como que vaya a perderme en mi propio instituto. Sería penoso si en mi último curso aún no supiera dónde están las cosas, ¿no crees? —pregunto.

Me mira, pero no dice nada.

Luego sigue andando, con las manos en sus bolsillos y pasos lentos pero seguros. Mis hombros caen con decepción. A veces ves a un chico que te resulta atractivo, un chico al que no conoces, uno que te invita a ir a algún lado y al que te planteas besar solo porque puedes.

Sin razón.

Sin querer conocerle.

Solo por pasar el rato.

O quizás porque estás enfadada con otra persona.

A veces piensas que esa era la intención de ambos pero luego te das cuenta de que él no está tan receptivo como pensabas. Entonces te das cuenta de que quizás eres tú quien lo ha interpretado mal.

Eso es lo que siento ahora mismo.

¿En qué estaba pensando?

—La próxima vez que quieras asegurarte de que alguien no se pierde deberías cambiar la parte de quedarte en silencio en las sombras con un mechero, da un poco de mal rollo —añado por romper el silencio.

Reece deja de andar y mira hacia atrás con el ceño ligeramente fruncido. No sé por qué, pero eso me hace sentir que estamos teniendo dos conversaciones diferentes porque hay algo que le está confundiendo y, ¿a mí? Podría decir lo mismo.

Puede que ese sea el problema cuando no conoces a alguien, que centrar su carácter es complicado, sobre todo cuando le gusta jugar a esconder la realidad tras sus palabras.

—¿Qué? —pregunto.

—Nada. —Tras unos segundos, su postura se ve más relajada—. ¿Tienes la intención de seguir andando o es aquí donde me pides que te lleve?

Esta vez, a ese tono apagado, le añade una pequeña sonrisa que delata la diversión en su mirada. ¿Por qué entonces suena tan molesto? ¿O solo es que no conocerle me está haciendo malinterpretar todo?

—¿Por qué? ¿Te estás ofreciendo?

—No soy tan buen anfitrión.

No lo entiendo.

No consigo entender.

¿Cuáles son sus intenciones? ¿Me estaba siguiendo el juego? ¿Estaba diseñando él otro? ¿Estaba molesto por mis respuestas? ¿Tiene interés? ¿No lo tiene? Su dichoso tono, nunca antes me ha sido tan difícil saber cuándo ir hacia delante y cuándo retroceder como ahora.

Ladeo la cabeza como si eso fuera a darme más claridad al buscar la respuesta en su impasible expresión. Un chico atractivo que me llama la atención y que aparece cuando estoy pasando un mal momento y tiene que ser alguien cuyas intenciones no consigo leer.

¿Sabes qué? De perdidos al río.

—Una pena, siempre me han gustado los buenos anfitriones. Tienen... algo. —Pongo una sonrisa dulce sobre mis labios y sigo andando para pasarle de largo. Solo entonces miro hacia atrás—. ¿Vienes?

—¿Podemos hablar claro? —pregunta.

Lo sabía.

Tenía que haber dejado ese tono insinuante a un lado, haber dejado de jugar con la conversación, con él. ¡No tiene interés! He cruzado la línea y le ha molestado. Fantástico. Simplemente fantástico.

Asiento.

Y espero la reprimenda.

—¿Cómo reaccionarías si te besara? —pregunta.

—¿Qué? —Necesito unos segundos para asimilarlo—. Estás bromeando.

—Es una pregunta, llámalo curiosidad.

—Curiosidad —repito.

Ya no entiendo nada, pero tampoco tengo ganas de entender.

Estoy cansada, he bebido un poco, tengo a un chico que no quiere tener una relación cerrada permanentemente en mi cabeza y el dolor de tantas traiciones que se ha acumulado en mi corazón hasta aplastarlo. También tengo a un chico atractivo delante.

Sí, a veces aceptas ir a una fiesta solo porque alguien te ha llamado la atención y, cuando miras hacia él pensando que solo estaba siendo cordial, te planteas que quizás, los chicos, también invitan a chicas a fiestas solo porque han llamado su atención.

Porque quieren besarlas.

De nuevo, sin razón.

Sin querer conocerlas.

Dejo toda pretensión a un lado y tiro con eso mi orgullo. Simplemente deja de importarme. Con la libertad con la que él ha hablado, hago lo mismo.

—Mi reacción sería preguntar por qué has tardado tanto. ¿Es una respuesta suficientemente clara?

Silencio.

Dos, tres segundos.

Luego Reece pasa una mano por su pelo.

—Sí —dice.

Entiendo en este momento por qué tantas personas hablan de lo importante que es la buena comunicación, sobre todo cuando encuentro sus pasos alcanzarme. En el instante en el que veo sus intenciones tan marcadas me pregunto por qué no he dicho lo que quería de forma tan directa más a menudo porque, definitivamente, tiene sus ventajas.

Le encuentro a medio camino.

Agarro su sudadera de equipo y cierro los ojos al sentir sus labios contra los míos. En un suspiro se hace con el control de ese beso. De forma algo agresiva, a decir verdad. Puede que sea porque le ha costado tanto leer mis intenciones como a mí las suyas y eso le ha frustrado, pero me acerca a él hasta casi robarme el equilibrio profundizando el beso con una intensidad que no había previsto.

Tampoco es que me queje.

—Deberíamos haber hablado claro hace rato.

Se lleva las palabras de mis labios.

Mis intenciones no podían ser más claras, tampoco las suyas.

Solo dos personas que están celebrando, dos personas que no van a volver a verse y que simplemente han llamado la atención del otro. Dos personas sin ataduras que quieren pasar el rato.

Me aferro a su uniforme con tanta fuerza que dudo que quede color en mis nudillos, pero, sin nada en lo que apoyarme, eso es lo único que me separa de terminar de perder el equilibrio. Puede que Reece tenga un brazo alrededor de mi cintura, puede que me mantenga contra él, pero hay ciertas formas de besar que no están hechas para mantenerte sobre tus pies.

Besos que se llevan todo por delante, incluso tu aliento.

Mentiría de decir que no disfruto de cada segundo.

⋅༺༻⋅

Próximo capítulo: el sábado

llega el drama <3

⋅༺༻⋅

Me encanta porque ni se entienden ni tienen paciencia,

pero son más directos que Olivia 😂

Esperemos que no sea nada malo...

Love u y hasta pronto,

Lana 🐾

Continue Reading

You'll Also Like

3.5M 224K 58
Hunter Thompson tiene el rostro que todos quieren tener y el trabajo que mas de una persona desea. Con 17 años es modelo y jugador estrella de la pre...
6.7K 951 29
Entre sombras y escombros unas manos se hundieron con insistencia, ocultando un pasado que no tardaría en resurgir y volver a por ella. Una historia...
131K 21.3K 63
En la Era Interestelar, Wen Mingyu es un Omega que cruzó inesperadamente a la antigua Estrella Azul y fue ofrecido como sacrificio al tirano.﹝🍑﹞ ═══...
91.4M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...