—¿Lukas?, ¿rayitos eres tú? ¡Pero mírate como estás! —Me abrazó y me dio una vuelta—. Eres un poco más alto.
Ahí estaba él, con un short blanco, una camisa de botones manga corta de color azul pastel y unas gafas de sol en el cabello.
—¿Qué haces aquí?, digo, también me alegra verte, pero, ¿cómo? —Todavía no me la creía.
—Te dije que confiaras en el universo y el destino ¡No estoy diciendo que salgas conmigo, claro que no! Digo, apenas llegaste, sería muy loco y además no es necesario, ya sabes, no nos necesitamos, tú puedes seguir tu vida y yo la mía. —Hizo una sonrisa un poco forzada.
—¿Okay? —Me reí—. Encantado de conocerte nuevamente, Jake.
—Encantado de conocerte nuevamente, Lukas.
—¿Y... A dónde vas? —le pregunté.
—Ahorita voy a mi dormitorio, ¿tú?
—Iba a comprar.
—Bueno, no te quito más tiempo. Bye. —Se despidió con un beso en la mejilla—. Ven con cuidado.
Mis manos comenzaron a sudar, su olor había quedado en mi ropa, mi corazón latía rápido y respiración comenzó a agitarse.
Sus labios se sentían igual, igual que la última vez que me besó.
Me quedé parado ahí unos segundos tratando de procesar lo que había hecho, no me lo esperaba. Me dejó tonto. Volver a ver su rostro, volver a verlo fue impactante. Para nada pensé que lo iba a volver a ver, todo lo que me dijo esa noche lo vi imposible.
...
—Gracias por venir por mí, debí preguntarte primero —le dije a Junseo.
—No te preocupes. —Sonrió—. Te mostraré el comedor, ahí van todos los alumnos que no quieren comprar comida, es gratis.
Asentí. Junseo estaba mostrándome todo el campus para que no me volviera a perder. El lugar era inmenso, cualquiera se podía perder. Lo que sentía al estar ahí era inexplicable, estaba muy feliz, feliz por haber cumplido una meta. Solo quedaba esforzarme más.
Las clases comenzarían hasta tres días después. Ese día habría una fiesta en la residencia donde yo me estaba quedando. Organizada por varios chicos de ahí, todas las residencias tendrían fiestas, la de Clinton House, mi casa, era la más importante.
A veces sentía que esa residencia era mucho para mí, todos los de ahí eran muy populares en la universidad, y no entendía por qué si eran muchos alumnos, de diferentes países. Ser popular ahí era muy grande. Rebecca asistiría también.
Esa día volvía a ver las caras de Lisa y Ximena, estaba muy emocionado por eso. Ellas eran demasiado lindas juntas, no las podía ver separadas desde que supe que eran novias.
—Mira es aquí —dijo Junseo.
El comedor era un edificio que parecía antiguo, era hermoso a la vista y muy grande. Desde afuera se sentía el olor a la comida y también se escuchaba el ruido que provocaban todas las voces ahí adentro.
—Wow, es hermoso. —Estaba impactado.
—Verdad, lo mismo dije yo cuando llegué. Si vienes a comer aquí debes saber que tienen horarios, debes presentarte a la hora que toca cada comida porque si no te quedarás sin comer y además cierran temprano.
—Ya decía yo que era muy bueno para ser real.
—Lo sé. Por cierto, la fiesta de hoy es en la piscina, así que lleva traje de baño y si quieres puedes ir extravagante, créeme todos lo harán.
—¿Tú irás extravagante? —le pregunté.
—Aún no lo sé.
—Yo no sé si quiero ir, probablemente sí, probablemente no.
—Ve, te vas a divertir. —Sonrió.
—Lo pensaré. —Le devolví la sonrisa.
...
—Me gusta tu cuarto —le dije a Rebecca—. Por cierto, ¿dónde están las chicas?
—Están por llegar, no tardan.
Ambos estábamos tirados en la cama con nuestros celulares. Yo tenía mi pierna subida en ella.
—Qué lindo es Junseo —dijo Rebecca.
—Sí, es muy amable.
—Y está bien bueno. —Comenzó a reír.
—Cállate —la regañé.
—¿Qué? Es la verdad, hoy en la mañana iba pasando por la piscina, él iba saliendo. Tiene buenos abdominales, con ropa te juro que no se le nota nada.
—Yo creí que estaba como yo, aguado.
—No estás aguado, pero tampoco estás marcado. Y sí, no se le notaba.
—¿Te gusta Junseo? —le pregunté.
—No, está guapo, pero no, ¿a ti?
—Na, solo lo veo como mi amigo.
—Yo también.
De pronto abrieron la puerta y eran Lisa y Ximena. Ambos nos levantamos, yo me lancé hacia ellas para poder abrazarlas.
—Chicas, ¿cómo están? Siguen igual de hermosas.
—Hola, tú igual —dijeron ambas.
—Al fin juntos otra vez.
—Sí, estuvimos esperándolos con Jake, a ti y Rebecca —dijo Ximena.
—¿Jake ha estado aquí todo este tiempo? —les pregunté.
—Sí, también creímos que Matilda vendría aquí, pero no, creo que se mudó al país donde vive Michael para poder estudiar juntos —dijo Lisa.
Michael.
Los recuerdos comenzaron a llegar a mi cabeza, sus abrazos, sus besos, se suponía que ya lo había olvidado, no había vuelto a pensar en él desde hace mucho tiempo, no sabía por qué escuchar su nombre, me puso así.
—Lukas. —Rebecca me sacudía.
—¿Sí?
—Estabas ido —dijo Ximena.
—Perdón. Estaba pensando en la fiesta de hoy.
—¡O sí, la fiesta! —dijo Lisa—. Obvio nos vamos a maquillar.
—Yo nunca he usado maquillaje —les dije.
Las tres se voltearon a ver e hicieron una sonrisa malvada.
»¿Qué traman? —Me puse nervioso.
—¿Te gustaría que te maquilláramos? —me preguntó Rebecca.
—Nunca he utilizado maquillaje, digo, siempre quise, pero nunca lo hice. ¿No se va a quitar? Vamos a estar en la piscina.
—Tengo maquillaje contra el agua —dijo Lisa—. O bueno, todas tenemos.
—Está bien. —Me reí—. Quiero algo extravagante, pero no tanto.
—Ya tengo la idea —me dijo Ximena—. Ven a las siete, a esa hora para irnos temprano, no tomará mucho tiempo, son seis manos.
Suspiré.
—Bueno.
...
Tenía mensajes que no había visto de Junseo.
Junseo
«Lukas tu roomie ya está en tu habitación»
Lukas
«Está bien, voy para allá»
Estaba casi llegando a mi cuarto. Abrí la puerta y lo primero que vi fue una maleta abierta con varias prendas extendidas. La regadera estaba encendida, se escuchaba el silbido de alguien. Sabía que mi roomie había llegado.
Me acerqué para ver si él estaba en el baño o había dejado la regadera abierta. Me acerqué lentamente, pasito a pasito. La puerta del baño estaba abierta. Había un espejo grande que reflejaba la parte de la regadera. Una espalda grande comparada a la mía. Abrí la boca por lo que había visto, tenía un buen trasero. Dejé salir un pequeño ruido de susto, él lo notó.
Salí rápido de ahí y no sabía qué hacer, esconderme o darle la cara. Me quedé sentado en la cama par decirle que solo revisaba quién había entrado, me dio miedo que me hiciera algo, que pensara que era un raro y enfermo.
Salió, pero cerré los ojos y comencé a hablar.
—¡Perdón no quería verte lo juro! Solo quería ver si había alguien ahí, perdón, no fue mi intención.
—¡Lukas eres tú! —dijo el chico.
Se me hizo muy extraño abrí los ojos y quedé impactado, era Jake.
Me levantó de la cama, me abrazó fuerte. Sus grandes brazos alrededor de mi cuerpo. Me alzó y me sacudió. Me dejo mojado porque él acaba de salir de bañarse.
—Perdona sigo en toalla, perdona soy un imbécil. —Tomó su ropa y volvió a entrar al baño.
No tardó mucho. Abrió la puerta ya con ropa. Tenía su cabello mojado, caía en su frente, se veía... Lindo.
Y de golpe me di cuenta de que Jake era mi roomie.
Jake es mi roomie, ¡Jake es mi roomie!
No sabía si eso era bueno o malo, me gustaba la idea porque lo iba a tener cerca, pero al mismo tiempo no quería, no quería tenerlo cerca.
—Listo. Soy tu roomie. Me cambié a esta casa, me gustó más la verdad, el semestre pasado estaba en otra.
—A mí me trajeron aquí, estaba en la lista.
—Vaya, qué suerte. —Se sentó a mi lado.
Sentía una gran presión en mi pecho, nervios, y la respiración un poco agitada.
Bésalo, bésalo.
Mi yo interior quería besarlo, se veía tan atractivo con el cabello mojado y gotas de agua en su rostro.
»Me alegra volver a verte Lukas. —Me sonrió.
—Igual Jake, igual. ¿Vas a ir a la fiesta?
—Sí, ¿tú?
—También.
—¿Nos vamos juntos? —No paraba de sonreír.
Maldita sea.
—Perdón, no puedo, me iré con Lisa, Ximena y Rebecca.
—¿Ya llegó Rebecca?
—Sí, ayer.
—Voy a verla ahorita mismo y no te preocupes, está bien, entiendo. Ya regreso —me dijo y se fue.
Me tiré en la cama de nuevo. Aún sentía el pecho pesado. Volví a sentir su piel y fue... Maravilloso.
Lo sigo amando. ¡No! Cállate, solo seremos amigos y punto.
Yo sabía que aún me encantaba y mucho, sabía que no iba a ser capaz de resistirme a él. Él sabía cómo jugar con mi mente, sabía cómo traerme loco.
Había dejado una camiseta blanca en la cama afuera de su maleta. La tomé, olía a él.
Huele tan bien.
Me quité la mía y me puse la de él, me vi en el espejo y me sentí bien, me sentía bien trayéndola. Me quedaba grande.
La puerta se abrió y me vio, Jake me vio, me vio con su camiseta puesta...
Holaaa ¿Cómo están? ¿Me extrañaron? Jajaja
Mucha tensión en este capítulo, al parecer Lukas solo se engañó a él mismo durante todo el tiempo atrás.
Pero bueno, volvieron las Limena, pronto su libro también estará disponible en mi perfil. Por cierto, perdón si ven algún error, escribí este capítulo rápido porque ya se los había prometido y además ando bien ocupado jajaja.
Junseo nuestro patrón y se sabe 💋 jajajaja nos vemos la próxima semana.