Yoongi estuvo en silencio la mayor parte del camino de regreso a su casa. Ni siquiera le preguntó a Jungkook si quería que lo dejaran. Demonios, ni siquiera había preguntado si quería conducir su propio coche. Acababa de arrancar las llaves de la mano de Jungkook, le abrió la puerta del pasajero y se dirigió hacia el lado del conductor. Y Jungkook lo había dejado, no había proferido una sola protesta, solo lo observaba, estudiando a Yoongi de esa manera que lo hacía cuando intentaba evaluar cómo comportarse a su alrededor.
Había algo tranquilizador en la forma en que Jungkook dejaba que Yoongi liderara, dejaba que él hiciera lo que quisiera. Yoongi lo necesitaba. Necesitaba sentir que tenía algo de control en una situación incontrolable.
Una vez que estuvieron en el camino, su mano gruñó hacia el muslo de Jungkook, apretándolo levemente, necesitando el toque de Jungkook para ponerlo en tierra. Después de unas pocas cuadras, sintió que una mano se posaba sobre la suya. No lo reconoció.
No quería hacer nada que pudiera asustar a Jungkook.
El afecto pareció avergonzar a Jungkook. Bueno, no tanto el afecto como el señalar que la acción podría verse como afectuosa. Jungkook quería que lo tocaran, incluso lo necesitaba, pero le avergonzaba pedirlo y le avergonzaba admitirlo. Jungkook aceptaba mucho más la violencia y la venganza. No se inmutó cuando Yoongi estaba destrozando a una persona, pero si Jungkook debía reconocer que había iniciado algún tipo de afecto, Yoongi estaba seguro de que Jungkook se arrojaría del coche en lugar de mirarlo.
Ahora que había conocido a los hermanos de Jungkook, lo entendió. Hizo clic. Ser criado como un psicópata en una casa llena de psicópatas debe haber sido un infierno para alguien tan hambriento de tacto como Jungkook. Yoongi recordó cuando Jungkook le había dicho que era un espejo. ¿Jungkook era un psicópata o simplemente reflejaba a los psicópatas que lo rodeaban? Jungkook era el mayor, pero estaba claro que los demás tenían el hábito de burlarse de él, mofarse de él.
Yoongi sabía muy bien cómo se trataban los niños entre sí. Estaba criando una familia de paganos. Pero había algo especialmente cruel en la forma en que los demás trataban a Jungkook. Yoongi imaginó que Jungkook, con su delicada sensibilidad y su constante necesidad de ser perfecto, probablemente molestaría a sus hermanos menores.
No significaba que a Yoongi le tuviera que gustar la forma en que trataban a Jungkook. Y ciertamente no significaba que lo toleraría en su presencia. ¿Jungkook era un perfeccionista fastidiosamente meticuloso? Sí. Pero era el perfeccionista fastidiosamente meticuloso de Yoongi y protegería lo que era suyo, incluso si eso significaba cortar los apéndices de sus futuros cuñados hasta que entendieran el punto.
¿Futuros cuñados? Yoongi miró de reojo a Jungkook. Sí, se casaría con él. No le importaba si era rápido, si estaba bien, o si una o ambas familias protestaban. Jungkook necesitaba estar protegido, incluso mimado. Había pasado casi cuatro décadas siendo tratado como si solo fuera bueno para una cosa: matar. Lo único que Jungkook parecía odiar más que nada. ¿Cómo nunca se había dado cuenta Jicheol?
Jicheol.
El patriarca de la familia. Yoongi no sabía lo que sentía por Jicheol. Se imaginó que el hombre no siempre era el desastre que había sido hoy. Los artículos sobre él lo describían como un filántropo multimillonario, que dirigía una gran organización benéfica en la que donaba dinero casi tan rápido como lo hacía. Pero ese no era el hombre que había visto.
Sus hijos parecían sorprendidos, y sorprender a un psicópata no podía ser fácil. Aun así,
¿Con qué frecuencia Jicheol había ignorado el trato que los demás habían dado a Jungkook? ¿No vio que Jungkook no se parecía en nada a ellos? ¿Jicheol también sintió algún tipo de desdén por él como ellos parecían sentir? Jungkook parecía pensar que sí. Pero cuando la situación se puso fea, Jicheol había puesto fin a sus burlas.
—¿De verdad vas a dejar que mi familia te ayude a lidiar con esto? —Jungkook preguntó de repente, sacando a Yoongi de sus pensamientos.
Miró a Jungkook y luego volvió a mirar la carretera.
—No sé. Ni siquiera sabemos si este es un trabajo de una sola persona. Estas personas... Podrían no tener nada que ver con la muerte de mi hermana.
—Instintivamente, sin embargo. Sabes que estamos en algo. Tu instinto tiene que decirte que hay algo más grande en juego aquí, ¿No?
Jungkook no se equivocaba. Yoongi quería creer que había otra explicación para la muerte de su hermana. Una parte ingenua de él quería pensar que su hermana se había escapado, que solo necesitaba liberarse de las restricciones de sus padres y que había vivido toda una vida emocionante y satisfactoria antes de terminar en el río. Pero sabía que eso no era cierto. Sabía que Yeji no se habría mantenido alejada tanto tiempo por elección.
—Lo entiendo. Lo hago. Pero ¿De qué estamos hablando aquí? ¿Mi hermana fue traficada y luego sus órganos se vendieron en el mercado negro? ¿Es de eso de lo que estamos hablando? —se atragantó, sintiendo de repente que no podía respirar.
Jungkook le apretó la mano en el muslo.
—No sé. Parece difícil de creer que algo así pudiera estar pasando delante de nuestras narices y ninguna de nuestras... familias lo supiera —Jungkook negó con la cabeza—. Pero la gente tiende a ocuparse de sus asuntos, especialmente cuando no hacerlo podría terminar con la tortura y la muerte, como lo insinuó Bryan.
Yoongi asintió distraídamente, con el estómago revuelto, mientras contemplaba la cantidad de sufrimiento que había soportado su hermana. Estaba tan absorto en sus propios pensamientos que casi pierde su turno para el camino detrás de la tienda. Una vez que estacionó, notó que Jungkook tenía un agarre mortal en su mano
—¿Qué te pasa, Pecas?
—Podría quedarme aquí mientras hablas con ellos si quieres.
—¿Por qué? —Preguntó Yoongi—. Te prometo que son mucho más respetuosos que tus hermanos.
Bueno, la mayoría de ellos. A Hueningkai no le iba a gustar tener a Jungkook de vuelta en su espacio, pero iba a tener que superarlo porque Jungkook no iba a ninguna parte.
Jungkook miró por la ventana, notablemente sin hacer contacto visual.
—No sabía si me querías allí...
Yoongi le frunció el ceño.
—Si no te quisiera aquí, primero te habría dejado en casa.
Jungkook asintió con aire forzado, pero no hizo ningún movimiento para abandonar el asiento del pasajero hasta que Yoongi dio la vuelta y le abrió la puerta. Cuando salió del auto, Yoongi se acercó y lo presionó contra la puerta del auto ahora cerrada. Todo el cuerpo de Jungkook reaccionó, la tensión desapareció de él mientras esperaba a que Yoongi tomara lo que quisiera. ¿Cómo podía Yoongi no querer quedarse con él?
Yoongi tomó su rostro, inclinándose para arrastrar sus labios sobre los suyos en un beso apenas visible. Sus labios eran suaves, su boca relajada, y cuando Yoongi inclinó la cabeza para probar otra vez, Jungkook se abrió para él instantáneamente. Yoongi se tomó su tiempo, se permitió explorar la boca de Jungkook, sus manos se deslizaron alrededor de su cintura para ahuecar su trasero y darle un apretón.
Cuando dio un paso atrás, Jungkook parpadeó sorprendido.
—Gracias, Pecas. Necesitaba eso. Vamos.
Yoongi lo tomó de la mano y lo condujo al garaje. La tienda todavía estaba abierta, por lo que Jay y Sunghoon estaban trabajando, Sunghoon detrás del mostrador y Jay debajo de un viejo Jeep Wrangler. Hueningkai, Euijoo y Jungwon estaban sentados en el sofá en la parte de atrás, dos de ellos profundamente arraigados en un videojuego como de costumbre. Jungwon fue el primero en notar a Yoongi y Jungkook. No estaba jugando el juego.
—Hola, jefe.
Hueningkai inmediatamente se dio la vuelta, su astuta mirada aterrizó en Jungkook antes de caer bruscamente a sus manos unidas. La furia en su rostro fue obvia e instantánea. Aun así, no dijo nada, eligiendo hervir silenciosamente.
—¿Dónde están los otros? —Preguntó Yoongi.
—Jaeyoon está en el cine. Heeseung está con su mamá —dijo Jungwon.
Jaeyoon trabajaba en un cine en ruinas que mostraba viejas películas en blanco y negro. No ganaba ningún dinero real con él, pero le encantaba y al anciano que era propietario, así que trabajaba por centavos. La mamá de Heeseung era una alcohólica furiosa y cruel como una serpiente, pero Heeseung todavía iba a casa todos los días para cuidarla. Un trabajo ingrato si alguna vez hubo uno.
—Somos nosotros por ahora —dijo Euijoo.
Yoongi se subió a la mesa de billar, tirando de Jungkook hacia atrás entre sus muslos abiertos, ganándose miradas curiosas de los demás. Nunca antes les había traído a nadie a casa. Jay y Sunghoon contemplaron, Jay se secó las manos con un trapo sucio que luego se guardó en el bolsillo trasero.
—¿Qué pasa? —Preguntó Euijoo.
—Necesito que vayan a interrogar a algunas personas —dijo Yoongi, mirando a cada uno de ellos por turno, con la mirada fija cuando alcanzó a su hermano, cuya mandíbula sobresalía desafiante.
—¿A quién estamos interrogando exactamente y por qué? —Preguntó Hueningkai, tirando del cárdigan raído de su madre alrededor de sí mismo dramáticamente como una chica en una película mirando malhumorada el océano.
Yoongi suspiró internamente.
—Yeji no fue el único cuerpo que apareció con órganos faltantes.
—Eso no es exactamente sorprendente en este vecindario, ¿Verdad? —Preguntó Euijoo—. Las cuadrillas de aquí arrojan cadáveres con regularidad. Es por eso que todavía estamos en el negocio.
—Sí, pero ¿A cuántos de esos cuerpos les faltan órganos internos? —Preguntó Jungkook.
Euijoo se encogió de hombros.
—No muchos, supongo. Entonces, ¿Quieres que preguntemos sobre las personas sin órganos? ¿Quiénes eran?
—No había identificación en los cuerpos —agregó Jungkook.
Yoongi asintió.
—Sí, lo que dijo. No tenemos ningún nombre para continuar, excepto uno, y probablemente sea mejor si mantienen ese nombre fuera de la conversación si quieren que alguien hable con ustedes —Yoongi no les dio el nombre de Carlos. No quería que inadvertidamente delataran a este tipo y salieran lastimados—. Quiero que se dirijan a la 6ta y Broadway
—¿Barrio bajo? —Preguntó Hueningkai, sorprendido.
—Sí. Estas personas que estamos buscando probablemente no observarán la ciudad de carpas tan de cerca como lo harían con las prostitutas y los adictos —dijo Yoongi—. Sean discretos. Ofrezcan dinero si es necesario. Pero tengan... cuidado.
—¿De qué estamos preguntando exactamente? ¿Si oyeron a alguien hablar sobre la sustracción de órganos? —Preguntó Hueningkai, su molestia era obvia.
Jungkook habló entonces.
—Buscamos personas que se disfracen de ayudantes. Bryan mencionó cruces.
—¿Cruces? ¿Ayudantes? Hombre, la iglesia tiene un millón de personas diferentes todos los fines de semana que intentan comprar su camino al cielo fingiendo que les importan una mierda las personas sin hogar. Son el proyecto favorito de todas las iglesias —murmuró Jungwon.
Eso era cierto. Sin falta, todos los sábados un grupo de personas de una iglesia u otra estaría repartiendo bocadillos, mantas o calcetines. No parecería tan falso si no se detuvieran a tomar selfies de cada una de sus buenas acciones y las publicaran con subtítulos como #bendecido. Era tan falso. Pero eso trajo un buen punto.
—Estas personas no serán los arrepentidos promedio de los domingos por la mañana. Busquen a las personas que siempre están ahí fuera. Personas que están demasiado involucradas —dijo Jungkook.
Hueningkai dirigió su mirada hacia Jungkook como un gato moviendo la cola con irritación.
—¿Recibimos órdenes de él ahora?
—Recibes órdenes mías y él es una extensión de mí. No se trata de él, se trata de nuestra hermana. Yeji. ¿La recuerdas?
—Sí, la recuerdo. Estaba planeando su funeral mientras te follabas a tu nuevo novio —Hueningkai gruñó, envolviendo sus brazos con más fuerza alrededor de sí mismo mientras se enfurruñaba.
Yoongi ignoró la rabieta de Hueningkai.
—Revisa los refugios, las clínicas de metadona. Pero de nuevo... discretamente.
No buscamos lastimar a nadie. Si encuentran a alguien que esté dispuesto a hablar, vengan a buscarme. Quiero cuestionarlos yo mismo.
—¿Deberíamos decírselo a los demás? —Euijoo cuestionó.
—Sí, quiero tanta gente en esto como sea posible. Pero no puedo enfatizar esto lo suficiente, sean sutiles. Según nuestro amigo recientemente fallecido, Bryan, sean quienes sean estas personas, no tienen ningún problema en eliminar a cualquiera que pueda señalar con el dedo en su dirección. No buscamos lastimar a nadie. Solo tenemos que averiguar quién está en los oídos de estas personas.
—¿Qué vas a estar haciendo tú? —Preguntó Hueningkai.
—¿Disculpa? —Yoongi respondió.
—Mientras nosotros estamos arriesgando nuestras vidas en la ciudad de carpas,
¿Qué es exactamente lo estás haciendo tú? ¿Hay un baile? ¿Alguna gala? ¿Alguna cena súper urgente a la que simplemente debes asistir? —Hueningkai se burló.
Yoongi podría haberle dicho la verdad, pero no importaba lo que estuviera haciendo. Hueningkai sabía que era mejor no interrogarlo, especialmente frente a los demás. Esto solo funcionaba mientras él tuviera su confianza.
—¿Tienes algún problema con la forma en que manejo las cosas, hermanito? Si tienes algo que decir, dilo.
La furia y el dolor en los ojos de Hueningkai eran obvios, pero Yoongi no iba a dejar que le hablara así.
Euijoo puso una mano en el hombro de Hueningkai.
—Vayamos y hagamos nuestro trabajo.
Hueningkai continuó dándole a Yoongi una mirada dura durante otros treinta segundos antes de finalmente apartar la mirada.
—Lo que sea. Terminemos con esto.
Cuando Jay y Sunghoon regresaron al frente y los demás se habían ido, Jungkook se volvió hacia Yoongi.
—Sí, tu hermano me odia tanto como mis hermanos.
—Eso no es cierto. Hueningkai... simplemente no le va bien con el cambio. Soy todo lo que le queda, y cada vez que se siente amenazado, reacciona... a veces con violencia.
Tiene miedo de que me alejes de él.
—Yo-yo no haría eso —dijo Jungkook—. La familia es importante. Incluso familias como la mía. Por mucho que a mis hermanos no les guste, me necesitan —Jungkook se encogió de hombros—. Y los necesito —admitió.
—¿Qué vamos a hacer mientras interrogan a la gente en las calles? —Preguntó Jungkook, mientras Yoongi lo conducía arriba.
Yoongi hizo una mueca.
—Vamos a ir a hablar con alguien que podría arrojar algo de luz sobre lo que sea con lo que estamos tratando.
Jungkook arqueó una ceja.
—¿Por qué parece que prefieres someterte a una endodoncia?
Yoongi suspiró.
—Porque una endodoncia es menos dolorosa que pedirle ayuda a mi exnovio.
—¿Vas a ir a hablar con él?
La forma en que Jungkook lo dijo lo decía todo, y disparó chispas a lo largo de las terminaciones nerviosas de Yoongi. Jungkook estaba celoso.
—Relájate, Pecas. Sabes que para mí no hay nadie más que tú.
Jungkook se puso rígido.
—Ni siquiera estaba pensando en eso.
Mentiroso.
—¿No? Entonces, ¿En qué estabas pensando? —Yoongi bromeó.
Jungkook capturó la boca de Yoongi, llevándolo hacia atrás hasta que su espalda golpeó las ventanas de vidrio que daban a la tienda de abajo.
Oh sí. Definitivamente estaba celoso. Eso probablemente no debería encender a Yoongi, pero definitivamente lo hizo. Lo necesitaba desesperado y lo amaba cuando estaba necesitado. Ya estaba medio duro cuando Jungkook se arrodilló frente a él.
Yoongi miró por encima del hombro, aliviado al ver que los de abajo no les prestaban atención.
Jungkook mordió el contorno de su polla a través de sus jeans. Yoongi gimió.
—Siempre te ves tan bien de rodillas para mí, Pecas. No puedo tener suficiente.
Jungkook hizo un ruido con la garganta que podría haber significado cualquier cosa o nada en absoluto. Yoongi abrió sus jeans, apartándolos del camino y empujando sus caderas lejos del vidrio, su mano atrapando el cabello de Jungkook mientras forzaba su cabeza hacia su entrepierna. Esta vez, el sonido que hizo Jungkook fue definitivamente un gemido. Le encantaba que lo maltrataran.
—¿Qué quieres, Pecas? ¿Quieres mi polla en tu boca? ¿Quieres chuparme aquí mismo, donde cualquiera pueda vernos? —Jungkook continuó mordiendo su erección a través de su ropa interior hasta que Yoongi echó la cabeza hacia atrás—. Te hice una pregunta. ¿Quieres chuparme?
—Sí —dijo Jungkook con voz ronca—. Sabes que lo quiero. Yoongi le sonrió, metiendo la mano en su cabello una vez más.
—Simplemente me gusta oírte decirlo. Di por favor.
Jungkook no vaciló.
—Por favor.
—Por favor, Yoongi.
Jungkook dejó escapar un suspiro tembloroso.
—Por favor, Yoongi.
—Joder, me encanta cuando dices mi nombre, Pecas. Es tan jodidamente caliente
—Yoongi se liberó de su ropa interior, sonriendo satisfecho al pensar en la vista que podrían tener desde abajo y agradecido de que su hermano se hubiera ido hace mucho tiempo—. Abre para mí.
Jungkook hizo lo que le dijo. Yoongi deslizó su polla en el calor húmedo de su boca, entrando y saliendo un par de veces.
—Joder, tu lengua es increíble. Chúpame. Hazme llegar.
Los ojos de Yoongi se pusieron en blanco de placer, sus músculos se tensaron cuando los labios de Jungkook se cerraron a su alrededor, envolviéndolo en esa succión apretada de su boca.
—Cristo.
Yoongi miró a Jungkook mientras su cabeza se inclinaba. Realmente era sexy como la mierda. Había algo tan obsceno en su controlado pequeño doctor estando de rodillas, sus manos agarrando el trasero de Yoongi como si no pudiera conseguirlo lo suficientemente profundo como para saciarlo.
Yoongi hizo un nudo con los dedos en esos mechones castaños, manteniéndolo en su lugar para que pudiera follar en su boca lo suficientemente profundo como para vomitar, con los ojos llorosos, pero, aun así, no soltó a Yoongi. Jungkook quería esto: que Yoongi tomara lo que él quería.
Eso estaba bien para él.
—Te encanta esto, ¿No? Amas atragantarte con mi polla. No puedes tener suficiente, ¿Eh? Joder. Eres tan bueno para mí. Eso es, relájate y déjame hacer el trabajo. Bien —Jungkook buscó a tientas ligeramente y Yoongi se dio cuenta de que estaba tratando de meterse la mano en los pantalones para masturbarse. Yoongi reprimió un gemido, todo su cuerpo enrojeció—. Oh, mierda. Oh sí. Tócate para mí.
Jungkook gimió obscenamente mientras su mano se cerraba alrededor de su enrojecida polla. La sensación envió escalofríos a lo largo de la columna de Yoongi.
—Joder, sí. Haz eso de nuevo. Gime por mí.
Jungkook movió la mirada hacia arriba, las lágrimas brotaron de las esquinas de sus bonitos ojos azules mientras hacía lo que Yoongi le pedía.
—Eso es, Pecas. Sigue mirándome así. Estoy tan cerca. Quiero verte tragar mi carga.
Una vez más, Jungkook gimió y Yoongi se dio cuenta de que se estaba viniendo en su puño. Santa mierda. Eso fue todo lo que necesitó. El orgasmo de Yoongi lo golpeó con la fuerza suficiente para que casi se doblara, dando un grito ronco mientras inundó la boca de Jungkook. Se lo tragó todo, chupándolo como si no quisiera perder ni una gota.
Yoongi lo apartó cuando su cuerpo no pudo soportarlo más, arrastrándolo de nuevo a sus pies para besarlo profundamente, chupando el sabor de sí mismo de su lengua, antes de dejar caer besos en sus mejillas, su nariz, su frente. A cualquier lugar al que pudiera llegar.
—Mierda, pecas. Debería ponerte celoso más a menudo.
—No estaba celoso —murmuró Jungkook con tono malhumorado.
—Lo que digas —lo tranquilizó Yoongi—. Vamos. Vamos a limpiarnos e ir a buscar a Gabriel.
Jungkook emitió un sonido sospechosamente parecido a un gruñido.
—¿Estás seguro de que no estás celoso, Pecas?
—Quizás simplemente no me gusta la aplicación de la ley.
Yoongi se rió disimuladamente, acomodando su ropa. Miró hacia la tienda una vez más para ver a Jay mirándolo con una sonrisa en su rostro. Yoongi se hizo a un lado, bloqueándolo de la vista de Jungkook. Lo último que necesitaba era que Jungkook se sintiera cohibido.
Con suerte, Jay mantenía la boca cerrada, pero esa era la menor de sus preocupaciones.
Presentar a Jungkook a Gabe fue un movimiento arriesgado pero necesario. Jungkook no iba a dejarlo ir solo, y Yoongi realmente no quería, de todos modos. Una parte de él quería que Gabriel viera a Jungkook tanto como quería que Jungkook odiara a Gabriel. Tal vez eso lo convirtió en un idiota, pero no le importaba. Necesitaba saber que Jungkook era tan territorial como él, tan jodido por él como él lo estaba por Jungkook. Que mataría por él.
Moriría por él. Que esta obsesiva compulsión era una calle de doble sentido. Que había algún tipo de acuerdo tácito de que la única forma de salir de esta relación –sin importar lo jodida que fuera– era si uno de ellos dejaba de respirar.