4-6. Jungkook

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—¿Me estás aplicando la ley del hielo, terroncito de azúcar? Eso no augura nada bueno para nuestro futuro.

Yoongi no respondió, solo continuó frunciendo el ceño mientras observaba directamente por el parabrisas de la camioneta negra de Jungkook. Había estado en silencio desde que Jungkook había insistido en vigilarlo mientras se duchaba. No es como si hubiese estado intentando excitarse, aunque fácilmente podría haber pasado. Había algo muy atractivo en un Yoongi desnudo y enjabonado. Pero, sinceramente, la verdad es que Jungkook no confiaba en que él no encontraría alguna forma de escaparse mientras no estaba mirando. Yoongi debería sentirse halagado, Jungkook consideraba que la mayoría de la gente era estúpida.

Sin embargo, la situación se había vuelto en contra de Jungkook. Yoongi ya no olía a sudor, a sexo y a semen; ahora olía como el jabón y el champú de Jungkook y, de alguna manera, eso era incluso peor. A Junseop le gustaba bromear diciendo que Jungkook y Junhoe eran más animales que humanos, pero no estaba equivocado. Jungkook realmente prefería confiar en sus instintos más bajos. Cuando se despojaba de todo el escaparate que exigía una sociedad educada, Jungkook era un cazador y poseía los mismos instintos de uno.

Razón por la cual sentarse frente a un Yoongi malhumorado lo estaba volviendo loco. Quería enterrar la cara en su cuello, frotarse en él por todas partes, dejar que el mundo supiera que era suyo, le gustara o no. Pero, eso era una locura. Porque Yoongi no era suyo. Yoongi era un completo extraño. Un desconocido que estaba empeñado en destruir a la familia de Jungkook. Solo eso debería ser un mata-pasión masivo. Pero, no era así. Ni siquiera un poco.

¿Qué pensaría Junhoe de Yoongi? ¿Él también lo notaría? ¿Le daría la bienvenida a su pequeña y acogedora guarida de dos? Era solo cuestión de tiempo antes de que se convirtiera en una guarida de cuatro. Su gemelo podría no estarlo notando, pero Hueningkai ya estaba marcando territorio cuando se trataba de Junhoe. Había estado saboteándolo por meses. No es que Jungkook alguna vez fuera a decir eso. Era demasiado divertido ver a su hermano siendo engañado ante la menor oportunidad, sin que se diera cuenta.

O, al menos, lo había sido. Hasta que su pequeño reportero arrojó una llave inglesa sobre sus planes.

—Vamos, no te enojes, Lois. Solo estaba tratando de asegurarme de que no salieras huyendo antes de que comenzara la dirección. No actúes como si todo esto no te causara curiosidad. Apuesto a que nunca antes te encontraste con una interrogante que no tuviera respuesta.

Yoongi volvió su mirada furiosa hacia Jungkook.

—Me estabas observando mientras me duchaba.

Jungkook bajó la voz, dándole una mirada confusa.

—Intercambiamos ADN. Me corrí en tu interior. Debajo de tus uñas todavía está mi sangre y mi piel. Pensé que hacía mucho ya habíamos dejado de lado la timidez.

—El consentimiento puede ser revocado en cualquier momento —murmuró Yoongi, haciendo a un lado todo su cuerpo con el gesto de un niño malhumorado.

A Jungkook no debería haberle parecido eso tan lindo.

—Tal vez en cuanto al sexo, terroncito, en cuanto a los secuestros, no tanto. La falta de consentimiento es el elemento clave. Aunque... estaría de acuerdo con explorar los límites de tu consentimiento una vez que te convenza de que no me mandes a prisión. Creo que podríamos divertirnos mucho los dos juntos. Además, te encontré anteojos de repuesto, ¿No? Al menos ahora no estás ciego.

Yoongi resopló, pero no dijo nada más.

A Jungkook le gustaban más los marcos con borde de alambre que los gruesos de pasta negros de antes, pero se guardó su opinión para sí mismo, bastante seguro que, si no lo hacía, entonces Yoongi habría bajado la ventana y los habría arrojado solo para fastidiarlo.

M.N. (1-7)Where stories live. Discover now