4-1. Yoongi

135 14 2
                                    

—¿Estás en la oficina? ¿Por qué está todo tan tranquilo?

Yoongi resopló y se pellizcó el puente de la nariz. Min Yoongi no tenía oficina. Ni siquiera tenía un cubículo. Porque no tenía un trabajo. Al menos no uno real, de cualquier forma. No es que su madre estuviera enterada.

—No, mamá. Hoy estoy trabajando desde casa.

Como todos los días.

—¿Te tienen trabajando en alguna historia emocionante? Le conté a todas las damas de mi club de bridge, acerca de mi hijo el reportero. Están todas muy emocionadas por leer tu primera historia.

Yoongi también. Solo tenía que pensar en una.

—Ma, por favor, deja de contarle a la gente sobre mi trabajo. Ser un periodista de investigación requiere investigar mucho. Pasará algo de tiempo antes de que mi primera historia relevante llegue a los periódicos.

Su madre sorbió por la nariz. Luego se escuchó el sonido de ella tomando un gran trago de algo. Ginebra, sin duda. Era mediodía, después de todo.

—Tengo permitido presumir de mi hijo. No estábamos seguros de que alguna vez lograrías algo por ti mismo. Tus grades sueños eran pobres. Absentismo en la escuela. Tu hermano formaba parte de un club deportivo y el club de debates, además que tenía un GPA de 5.32; pero tú... bueno, pensábamos que terminaríamos apoyándote económicamente, como siempre.

Yoongi lo sabía. Cualquiera que conociera a su madre también lo sabía. No era una conversación nueva.

—Gracias, mamá —dijo Yoongi, poniendo los ojos en blanco.

Ella hizo un ruido de disgusto.

—Un escritor. Puaj. Bien podrías ser un instructor de fitness. Al menos ellos tienen la oportunidad de trabajar con celebridades.

Yoongi trabajaba con celebridades. Pero no de una manera de la que su madre quisiera presumir.

—Sí, mamá. Lo sé —dijo, viendo venir el giro en la conversación, pero incapaz de pisar el freno antes de que se descarrilara.

—No lo sabes —dijo su madre—. Cuando perdimos a tu hermano, pensamos que habíamos perdido cualquier oportunidad...

Por mucho que Yoongi intentara armarse de valor en este punto de sus conversaciones, no dolía menos. Su hermano, Geumjae, había sido el heredero, y Yoongi no era más que el repuesto. Al que habían escondido en el armario e ignorado asumiendo que el original era demasiado jodidamente perfecto para morirse. Pero adivinen, Geumjae les demostró que estaban equivocados. Todos ellos.

Yoongi se quedó mirando la foto de una estrella de cine saliendo a escondidas del apartamento de un cantante famoso, antes de mirar el reloj.

—Sí, lo sé, mamá. Solo digo que estoy hasta el cuello en una investigación y estoy en horario de trabajo. Te llamaré a ti y a papá este fin de semana, ¿De acuerdo?

—Está bien, muñeco. Pero no llames el viernes. Vamos a cenar con los Silvers. Y el domingo estaremos en el Country Club. ¿Sabes qué? Mejor te llamo yo, ¿De acuerdo?

Yoongi suspiró internamente.

—Sí, claro, mamá. Te amo.

Su madre le lanzó besos por el teléfono.

—Hablamos pronto.

Yoongi no sabía por qué decía "te amo" cada vez que terminaban una llamada. Su madre nunca se lo había dicho de vuelta. Ni cuando tenía cinco años, ni cuando tenía once, ni cuando tenía diecisiete, de pie junto al ataúd de su hermano. Y ahora tampoco.

M.N. (1-7)Onde histórias criam vida. Descubra agora