4-8. Jungkook

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Jungkook reprimió una sonrisa durante todo el camino fuera de la ciudad. A su lado, Yoongi estaba echando humo, con los brazos cruzados, sus mejillas rojas y la mandíbula alzada. Joder, era tan sexy. Cada vez que Jungkook echaba un vistazo a esa jodida boca, su pene se ponía un poco más duro. Quería hacerles cosas sucias a esos labios. Quería a Yoongi de rodillas para él, dándole un buen uso sus labios afelpados. Quería ver las lágrimas corriendo por sus mejillas mientras lo ahogaba con su polla, haciendo contacto visual mientras la deslizaba por su garganta.

Jungkook respiró hondo y lo dejó salir, ganándose otra furiosa mirada de reojo por parte de Yoongi. Sí, Jungkook tenía que parar sus pensamientos o

pararía el auto y probaría los límites del decoro de ambos, y todo esto era culpa de su padre.

Una parte de él quería perder los estribos solo para que Jicheol pudiera ver el resultado de su intromisión. Entonces, así se daría cuenta de las consecuencias de sus acciones y él le diría: "Esto es lo que pasa cuando me apartas de mi hermano". Su padre seguramente le respondería que el hecho de que Junhoe no estuviera allí, no tenía nada que ver con los actos atroces que Jungkook había terminado cometiendo, pero eso no era cierto. Ni siquiera llevaba un día apartado de su gemelo y Jungkook quería hacerle cosas a Yoongi que probablemente violarían la convención de Ginebra.

Echaba de menos a Junhoe, y ese dolor metafísico solo se profundizaría convirtiéndose en una astilla podrida debajo de su piel. No había forma de saber cuán malo sería el día de mañana. Pero ese era un problema para el Jungkook de mañana. O el problema del Jungkook de más tarde. Yoongi necesitaba dormir. Sus ojos estaban vidriosos, y el moretón en donde su rostro se había golpeado contra el suelo de Jungkook, estaba adquiriendo un color negro purpureo. A este ritmo tendría que llevarlo en brazos. El pensamiento era ciertamente atractivo.

—¿Cómo es que sabes tanto sobre estadísticas de suicidio? — Preguntó Jungkook finalmente, todo para evitar ponerse a fantasear con profanar cada parte del cuerpo de su pasajero.

La cabeza de Yoongi giró hacia él tan rápido que Jungkook se sorprendió de no escuchar el chasquido de su cuello. Las razones de Yoongi eran claramente personales. El dolor y la frustración que sangraban en su mirada miel lo hicieron evidente. Había perdido a alguien que se había suicidado, y estaba enojado con quien lo había llevado a eso, pero también estaba furioso con Jungkook por mencionarlo.

Yoongi era un hombre complicado.

Jungkook no debería encontrar eso tan atractivo. Pero la mayoría de la gente lo aburría. Cuando uno se criaba en un hogar lleno de psicópatas, estar rodeado de personas que la sociedad consideraba normales a menudo era dolor de cabeza. Los psicópatas no tenían tiempo para tonterías y trivialidades. Claro, jugaban un papel para ocultar sus secretos, pero no había tal cosa como conversaciones triviales durante la cena en casa de los Jeon. Se pasaban las papas mientras hablaban de cabezas cercenadas y técnicas de tortura. Comparados con el mundo exterior, eran la maldita familia Addams. Demonios, eran la familia Manson.

¿Qué pensaría Yoongi de los verdaderos Jeon? ¿Lo horrorizarían? Jungkook no lo creía. A pesar de todo el aferramiento a sus perlas, Yoongi había estado de rodillas a un pie de distancia de un cadáver y ni siquiera se había estremecido. No era aprensivo con la muerte, solo con los asesinos. Y a juzgar por lo suave y confuso que se puso su rostro cuando Jungkook lo hizo inclinarse frente a ese espejo hacía unos minutos, incluso el hecho de que Jungkook fuera un asesino no parecía molestar particularmente la polla de Yoongi.

—¿Quién fue? —preguntó Jungkook.

—¿Quién fue quién? —dijo Yoongi con voz apagada, girándose para mirar por la ventana.

M.N. (1-7)Where stories live. Discover now