Epílogo. Jungkook

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—Estás en la clase de Introducción a la Anatomía del Sr. Daniels, ¿Verdad?

Antes de que Jungkook pudiera responder, Yoongi se agachó para liberar las tapas de los vasos de debajo del mostrador, desviando su atención de la chica de pelo rubio. Yoongi podría haberse puesto en cuclillas como solía hacer, pero esta era su forma poco sutil de recordarle a Jungkook por qué no había nada al otro lado de ese mostrador mejor que lo que ya tenía.

Jungkook no necesitaba que se lo recordaran, pero estaba seguro de que apreciaba la forma en que los pantalones caquis de Yoongi abrazaban su trasero tan perfecto.

—Son tres cincuenta —le dijo Jungkook a la chica, distraído, con la mirada todavía clavada en Yoongi.

—Yo...

Jason se subió al mostrador justo delante de la chica.

—Debes ser nueva por aquí, cariño, porque mi hombre aquí está estrictamente interesado en pollas.

—¿Qué? —dijo la chica, sorprendida.

—Sí, chica, es gay. ¿Esa cosita delicada con el culo al aire? Ese es su novio. Parece tierno y adorable, pero si miras a su hombre durante demasiado tiempo, se te echará encima como un mono araña —Jungkook soltó una risita, pero Yoongi apartó a Jason de un manotazo sin mirar. Jason no se dejó intimidar. Giró su gorra de béisbol hacia atrás, inclinándose más cerca—. Yo, en cambio, soy cien por ciento heterosexual.

Jungkook resopló.

—Mentiroso.

Jason lo miró, herido.

—Lo que pasa en la semana de los eventos se queda en la semana de los eventos, maldita sea —Se giró hacia la chica, que ahora parecía entre confundida y divertida—. Eso todavía me hace un noventa y siete por ciento heterosexual, por lo menos. Además, una mujer moderna como tú probablemente quiera a alguien... ¿De mente abierta?

La chica puso los ojos en blanco, pero le entregó su teléfono a Jason para que pusiera sus datos antes de que ambos se retiraran a la cabina de la esquina, donde Jason mantenía la corte con Mandy y los demás.

Mandy se había calmado mucho. En realidad, era mucho más tolerable desde que Yoongi la había puesto en su lugar. Apenas sacaba a relucir su efímera carrera cinematográfica y, si la presionaban, le decía a todo el mundo que ella y Yoongi eran grandes amigos. Yoongi no estaba de acuerdo, pero nadie le preguntaba nunca.

Antes de que Jungkook pudiera indicar al siguiente cliente que estaba listo para ellos, Yoongi se acercó por detrás de él y sus manos se movieron disimuladamente mientras se ponía de puntillas para presionar sus labios contra la oreja de Jungkook.

—Si sigues distrayéndote conmigo, Maggie no nos dejará seguir trabajando juntos, ¿Recuerdas? —canturreó.

Jungkook se acordaba. Maggie los había llevado a los dos a su oficina hacía apenas dos días para, una vez más, decirles que se guardaran las "agarradas de culo" –sus palabras– para cuando estuvieran en casa.

En casa.

Todavía no parecía real que Jungkook se acostara con Yoongi todas las noches y se despertara con él por la mañana. Incluso tenían una mascota, más o menos. Una rata fea como el carajo llamada Scabbers.

¿Quién elegía una rata como mascota?

Yoongi. La había encontrado en la parte trasera, en una de las trampas de Maggie. Se había cerrado en la cola de la rata, haciendo que Yoongi entrara en un ataque de llanto hasta que Jungkook había accedido a llevarla al veterinario y luego a rehabilitarla. Esa rehabilitación se había convertido en una jaula y un nombre, y Jungkook llegaba a casa y veía a Yoongi abrazado a una rata del tamaño de un gatito la mayoría de las noches. Si eso no era amor, Jungkook no sabía qué era.

M.N. (1-7)Where stories live. Discover now