Roulette Of Memories

By KurenaiLukia

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[Levi x Lectora] Los soldados de la Legión de Exploración estaban condenados a morir tarde o temprano. Apegar... More

[Prologo] Bienvenida
Minerva & Marte
Reto al Líder
Cartas del Lance Corporal
Invierno
Diamant D'Hiver
Juntos
Blanco & Negro
Nocturno
Diurno
Veteranos
Novia [+18]
Die Hass
Die Lieben [+18]
El Bosque
Batalla Perdida
Sin Alma
Cigarrillo
Compañía
Süßer Regen [+18]
Jäger
Excentrico
Verano
Guardían
Agridulce
Dánae
Fotografía
Bala Fantasma
Vogel im Käfig [Final]
[Epilogo] Alas y Garras

La Próxima Vez

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By KurenaiLukia


"Para: La Maldita Loca Cuatro Ojos de Mierda, Cerda Asquerosa.

De: Levi.


Nunca he sentido tantas ganas de matar a Erwin en toda mi vida. Son las dos de la mañana y no he hecho más que pensar en formas de hacer su muerte lenta y dolorosa. Castrarlo y meterle las dos cejas por el culo son las mejores ideas que se me han ocurrido hasta ahora, comencé a hacer una lista incluso: Tengo veinte maneras para matarlo. Quiero hacer cuarenta por lo menos.

Si su plan era hacerme volver loco en seis meses, lo ha hecho muy bien. He fumado mas cigarrillos en una noche que una puta presa por tres años, parezco una maldita chimenea, me empiezo a dar asco, toda mi ropa huele a humo y empieza a hacerse difícil quitarle el olor cuando la lavo. Por si fuera poco ya no recuerdo la ultima vez que dormí mas de dos horas seguidas sin despertar sudando por las malditas pesadillas... Espera, ya lo recuerdo, la última vez que dormí más de dos horas fue la última vez que pude dormirme junto a ella.

Hans, comienzo a envidiarte. Tú puedes verla todo el día ahora que es tu subordinada. Tu puedes ayudarla si lo necesita en cualquier instante, la observas sonreír de esa manera en que solo ella lo hace, te desvelas junto a ella en ese laboratorio y recibes su atención porque ahora tu eres su capitana... Ella hace contigo lo que hacía conmigo antes de que ese maldito Erwin me jodiera de la forma en que lo hizo.

Tengo más de una maldita semana sin verla. Mas de un mes sin poder hablar con ella así sea una maldita trivialidad, y no tienes ni la mas puta idea del infierno que paso desde hace casi medio año que no puedo hacerla mi mujer, y tu sabes que yo necesito hacerlo. Las pocas veces que puedo dormir, sueño con ella, mientras estoy despierto no puedo dejar de pensar en ella, me he encontrado a mi mismo esperándola solo para verla entrar o salir de las duchas de mujeres tras los entrenamientos, haciendo como si estuviese allí por casualidad o esperando por Petra cuando en realidad solo deseo poder verla sin que ella lo note (y comienzo a sentirme como un jodido acosador). No he podido concentrarme en todas las expediciones que hemos tenido porque me siento nervioso al no tenerla cerca de donde pueda verla, donde pueda protegerla...

Por amor a todo lo sagrado, extraño besarla, verla avergonzarse por mi culpa, sentirla temblando al tenerme cerca... Y tengo miedo de que ella deje de sentir algo por mí gracias a esta distancia que el maldito cejas puso entre ella y yo en todo este tiempo como castigo. Sé que duda de lo nuestro a menudo y no quiere comprender que no tiene por qué hacerlo, que puede cambiar todo, pero no lo que yo siento hacia ella... Pero es tan terca, niña tonta...

Hans, lo que te pido es muy poco. Solo... déjame pasar un tiempo con ella. Así sea una sola tarde. Dale una orden, dile que venga a ayudarme con algo, cualquier cosa, así sea mentira... Quiero al menos poder verla de cerca, escucharla así sea solo respirando... Estoy jodidamente desesperado (lo suficiente como para escribir esta carta tan infinitamente vergonzosa), y me desespera aun mas darme cuenta de que ella empieza a acostumbrarse a esto, ya no se queda mirando hacia mi dirección en las comidas o entrenamientos como cuando todo esto comenzó... No quiero perderla... No creo ser capaz de mantenerme sereno si llego a perderla, no ahora que la necesito.

Levi.


P.D.: ... Te dejaré estar todo el tiempo que desees sin bañarte por un año entero, sin decirte ni una sola palabra al respecto, si a cambio me haces este favor."

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"¡~~UNA EXCUSA PERFECTA PARA ESTAR CON TU CHICA EN CAMINO~~! ...¿Sientes el perfume de esta carta?

*~Hans Zoë~* <3

R.P.D: ¡Yahoo! ¡Ya no tendré al enano maniático de la limpieza fastidioso detrás de mí!

P.D: Dentro de tres días tendrás tu adorado tiempo compartido con Diamant D'Hiver... Aunque comienzo a sentir lastima por ella."

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-¡MALDITA HAN... HAN... HAAACHU!

Apoyaste tu codo en tu mano izquierda y la mejilla contra la mano derecha, mirando de forma condescendiente al hombre que maldecía desde su cama. Su nariz respingona lucía roja como el borde de sus ojos y sus mejillas, el resto de su piel pálida como la leche. En tus casi cuatro años conociendo a Levi, jamás de los jamases lo habías visto enfermar, ni siquiera un simple resfriado o alergia...

-¡ACHU!

Pero al parecer ni siquiera el Mas Fuerte de la Humanidad se salvaba de los resfriados. 

Miraste hacia el Comandante Erwin Smith que se cruzaba de brazos, luciendo entre incomodo y preocupado mientras miraba en la misma dirección que tu. Luego miraste hacia Hans Zoë, quien intentaba con todas sus fuerzas no partirse de la risa con algo que ni tu ni Erwin sabían que le resultaba tan gracioso de que el Líder de los Soldados estuviese enfermo. No era como si se fuese a morir, pero sin duda eso no era bueno... Mínimo estaría tres días en cama y eso causaría descontrol en las rutinas diarias del Escuadrón de Operaciones Especiales, sin contar que estarían más vulnerables en caso de que ocurriera otro ataque a las murallas.

-... Bueno, tengo cosas que hacer. ¡Recupérate pronto, Levi!- 

Lavándose las manos, el Comandante de la Legión de Exploración soltó una sonrisa radiante hacia ti antes de palmear la cabeza del hombre de cabello negro en la cama, cantando una retirada estratégica -mejor conocida como "Mejor aquí corrió que aquí murió"- antes de prácticamente salir pitando de la habitación, dejándote a ti, a la Capitana Hans y a los nuevos aspirantes al escuadrón de Levi en la estancia. Obviamente, él no se encargaría de atender al hombre convaleciente. 

Tú giraste el rostro hacia Gunther, Auruo, Petra y Erd, quienes ya comenzaban a caminar en retroceso hacia la puerta, sonriendo condescendientemente.

-¡Ustedes...!

-¡Adiós, pequeña .... !

Tan solo dejaron pelos en el aire. Comenzabas a preocuparte cuando te giraste hacia tu Capitana, que soltaba pequeñas risitas mientras miraba a Levi, que a su vez volvía a estornudar sonoramente. No te explicabas como podía estornudar con tal fuerza con un cuerpo tan pequeño. 

-¿Buntaichō?

-¡Es tu día de suerte, Levi! Tendrás a Diamant D'Hiver para ti solíto de tres a cinco días, ¿No es eso genial?- Ella palmeó con demasiada fuerza tu espalda, haciendo retumbar tu pecho antes de darse media vuelta y comenzar a caminar hacia la salida. -¡Cuida bien de él, linda!-

-¡P-Pero, Hans-Buntai-...!

La puerta se cerró, y tu te quedaste con la triste compañía de un hombre en su lecho de gripe. Hundiste las cejas en una expresión entre confundida, cansada y preocupada mientras mirabas a la puerta, sin comprender por qué todos sus camaradas simplemente lo habían abandonado cuando estaba sintiéndose tan mal. Sabías que cuidar de un enfermo no era divertido, pero por Dios, ¡Solo tenía gripe! ¿Qué era lo peor que podía ocurrir?

-Vete de aquí, es una orden.

Ah, se ponía mandón. Ya lo comprendías.

Giraste el rostro hacia Levi, quien tomaba un pañuelo de papel antes de soplarse los mocos con él, volviéndolo una bolita y lanzándolo a la basura cercana a su cama. Ni modo, la responsabilidad de atenderle recaía en ti, así que te acercaste hasta sentarte en el borde de la cama, recibiendo su mirada inyectada con sangre al tener los ojos llorosos. Con ternura acariciaste su pecho por encima de la sabana que lo cubría, sonriéndole conciliadora. 

-Tengo que cuidar de ti, idiota. No puedo irme.

-Tch...- Respondió él mientras intentaba sentarse en la cama. Su voz sonaba nasal por culpa de la congestión, pero a ti te resultaba divertida. -Tan solo lograrás que te contagie, idiota. Ya vete. Puedo arreglármelas sol-... ¡ACHU!-

Te aguantaste otra carcajada; sus estornudos eran los que corresponderían a alguien el doble de alto y fornido que él y resultaba tan cómico verlo casi salir volando de la cama por ellos. Con un ceño fruncido que fingía molestia, lo empujaste tiernamente de nuevo contra la cama, cubriéndolo bien con la sabana. 

-Lo siento, pero aun si te las puedes arreglar solo, me quedare aquí. No voy a dejar que te esfuerces y te sientas peor. Ahora quédate quieto y descansa.

Levi soltó un par de gruñidos incomprensibles en francés, dejándose recostar mientras miraba lejos de ti. 

-Lo que faltaba. Una mocosa dándome ordenes. Todos se aprovechan de que no les puedo patear el culo...- Gruñó al cruzarse de brazos en la cama. 

Tú le mandaste una mirada indignada, tocando su frente; comenzaba a tener fiebre y le respondiste mientras buscabas un pañuelo entre sus ropas, yendo a mojarlo en el baño. -El que se comporta como un mocoso insufrible eres tu. Ya deja de gruñir y deja que me encargue de ti.- 

Exprimiste el paño y regresaste a su lado, peinando los suaves cabellos negros hacia atrás con una mano para poder ponerle el pañuelo en la frente. Él te mandó una mirada de pocos amigos a la cual tu encaraste con una envalentonada, esperando a que te dijera algo mas por un par de segundos antes de que se rindiera, soltando un largo suspiro y algo que sonó como "Esto no era lo que pedí...", pero no pudiste estar segura, lo había dicho en francés y de paso tan bajito que apenas era un susurro, apartando el rostro a un lado y cerrando los ojos. Habías ganado.

-Soy yo quien debería encargarse de cuidar de ti, tonta. Soy el adulto.

-Comienzas a sonar como mi padre, ¿Sabes?- Gruñiste, soltando el pañuelo rojo de tu cuello para doblarlo y meterlo en el bolsillo interno de tu chaqueta, las ventanas estaban cerradas para que el frío de Enero no le llegase al enfermo. -Cumpliré dieciocho este año. Tienes que dejar de tratarme de esa forma.-

-Cumplas la edad que cumplas, seguirás siendo una mocosa ilusa en comparación a mi. Dieciocho años no son nada.- Fue la seca respuesta de tu compañero, acurrucándose mejor entre las sabanas. Tu rodaste los ojos, comprendiendo porque todo el mundo había huido por la derecha cuando se dieron cuenta de que estaba enfermo, ¡Era insufrible!

-¡Hmpt! Pero aun sabiendo eso, llevas ese anillo en tu mano, enano anciano. 

Desde la muerte de Lucius y Magnus habías notado que ya no llevaba aquel anillo negro escondido entre sus ropas sino en su dedo anular, donde todos lo podían ver. Levi no dijo una sola palabra al respecto y cuando te giraste para comprobar que te había escuchado, lo encontraste dándote la espalda, recostado sobre su costado en la cama. Su cuerpo se inflaba suavemente con su respiración a un ritmo lento y supusiste que se había quedado dormido. Bastardo... Te cruzaste de brazos e hiciste un puchero enfurruñado mientras te sentabas en una de las sillas cercana a la cama en la habitación, pensando que si iba a tener esa actitud terca, esos tres días (a cinco dependiendo del sistema inmunológico infectado) iban a ser largos y horrorosos.


  ❄  


-Levi...- Lo agitaste suavemente con una mano, haciendo que abriera los ojos y te mirara aun medio dormido, sangre inyectada en sus corneas. -Es hora de que te tomes la medicina. Despierta por favor.-

El Líder de los Soldados pestañeó un par de veces, soltando un gruñido nasal. Había pasado toda la noche estornudando y apenas había podido dormir (y que no preguntaran por ti, habías decidido pasar la noche en vela). Lo ayudaste a incorporarse en la cama, dándole un par de tabletas que según tu Capitana, ayudarían a recuperarse mas rápido junto a un vaso de agua. De forma automática él se las tomó, te dio el vaso de nuevo y volvió a desplomarse sobre la cama, gimiendo una grosería en voz muy bajita con los ojos cerrados; estaba estremeciéndose y sudando mucho.

-Maldición, ¿Por qué hace tanto frío?- Preguntó, castañeando los dientes. Tú te limitaste a ponerle otra cobija encima de las que ya tenía puestas, sin poder ocultar tu preocupación. Durante la noche la fiebre había aumentado y aunque él sudaba por "frío" tu sudabas por calor, las ventanas y puertas estaban cerradas y tu no estabas acostumbrada a temperaturas tan altas como las que había en esa habitación cerrada. 

Tomaste el pañuelo en su cabeza y lo mojaste con el agua fría que tenías sobre una pequeña cubeta de madera al lado de su cama, exprimiéndolo para regresarlo a su frente, escuchándo a Levi suspirar por ello. Él debía sentirse en verdad mal y apenas era el comienzo del segundo día...

-Aun sigues aquí...- Lo escuchaste susurrar repentinamente, haciendo que lo miraras mientras te estabas sentando de regreso en la silla, un abanico era lo único que no te permitía continuar asándote en ese lugar.

-Te dije que no me iría a ninguna parte.- Respondiste en tono suave, no querías atormentarlo y bien sabías que cuando se estaba con esos malestares, hasta el mas suave ruido causaba dolor de cabeza. -¿Cómo te sientes?-

-Como la mierda.- Respondió con su característico lenguaje sucio. Tenía que respirar por la boca antes de que tomara un pañuelo y se soplara la nariz, botando el papel en la papelera en un tiro acertado. Incluso estando enfermo, seguía siendo talentoso en casi todo lo que hacía. -Siento como si un maldito caballo me hubiese pateado la cara. Quiero quitarme la nariz.-

Tú soltaste una risita desde tu sitio junto a la cama, mirando como algunos cabellos azabaches se pegaban a su rostro perlado por el sudor febril, los ojos apenas abiertos mirando al techo y su respiración irregular y difícil. Resultaba tan extraño ver al Mas Fuerte de la Humanidad luciendo tan débil e indefenso que te partía el corazón en dos, deseando estar en su lugar. Pero por lo menos parecía estárselo tomando con humor.

-¿Tienes hambre?- Preguntaste. Eras las nueve de la mañana y él no había desayunado. Cuando negó con la cabeza, te levantaste como si en realidad hubiese asentido y caminaste hacia la pequeña mesa que había en la habitación, tomando la bandeja de comida que Petra te había traído un par de minutos antes de que él despertara.

-Te digo que no tengo hambre. Déjame dormir, niña.

-Y yo te digo que tienes que comer. Después de que desayunes puedes dormir todo lo que quieras.- Respondiste tercamente, sentándote al borde de la cama con el plato de huevos revueltos en la mano. Levi frunció el ceño al verlo, pareciendo asqueado.

-¿Que clase de trato es ese?- Farfulló malhumorado, sentándose a duras penas contra la cabecera de la cama. Tú rodaste los ojos y dejaste el plato en su regazo, observándolo tomar el tenedor antes de agarrar una porción y metérsela en la boca, masticando y tragando. -¿Acaso es una venganza por lo de la alergia primaveral?-

Ustedes llamaban "Alergia Primaveral" a aquel vergonzoso episodio en donde tu habías terminado bajo el cuidado de Levi la primavera antes de tu cumpleaños numero dieciséis, victima de una fuerte gripe de cambio de estación mezclada con el fuerte polen de las flores, causando que pasaras una semana completa en cama, dependiendo de los cuidados del Líder de los Soldados, quien se había ofrecido "voluntariamente" a cuidarte... Dando pie a muchas situaciones vergonzosas durante toda esa horrible semana.

-No.- Gruñiste, ruborizándote al recordar esa semanita. Tras esos días lo único que pudiste hacer fue prometerle una venganza terrible por toda la vergüenza y atosigamiento al que te había sometido por estar enferma. -No soy tan cruel como para hacerte cosas así. Hasta yo tengo un límite para mis venganzas.-

-Tch...- Con su típico chasquido de lengua, continuó comiendo, acabando con al menos la mitad del plato sin decir mucho mas. Tú te dedicaste a verlo comer, ignorando el hambre voraz que tú también tenías. El pasar la noche en vela causaba que el hambre despertara con mas fuerza, por lo que estaba acumulada de la madrugada y ahora la mañana, más no querías dejar al Levi solo por irte a comer...

GRRRLLL

¿Por qué en los momentos mas incómodos tu cuerpo hacía eso? Cual monstruo gruñón, tú estomago emitió un sonido hueco por el hambre, haciendo que el Líder de los Soldados clavara sus ojos en ti mientras masticaba, curioso. Tu te sujetaste el estomago y chillaste porque se callara mientras tus mejillas enrojecían. 

-¡Maldito estomago...!

-No me digas que no has comido...

Mierda. Un punto para Levi, un punto para tu estomago y cero para ti. Asentiste nerviosamente con la cabeza, recibiendo la mirada reprocharte del hombre. Ya lo veías venir...

-Idiota. ¿Que no entiendes que tienes que comer tres jodidas veces al día?- Te reclamó como una madre que le reclama a su hijo, tomando una porción de su plato y metiéndotela sin permiso en la boca como si una bebé fueras, frunciéndote el ceño siniestramente al ver que no comenzabas a masticar. Aterrorizada, moviste la mandíbula tan rápido que apenas y masticaste bien, tragando a duras penas. -No te cuidas ni tu misma. ¿Y así piensas cuidarme a mí? Mocosa imbécil.-

Te metió otro enorme bocado en la boca, ignorando tus chillidos para que detuviese eso tan vergonzoso que hacías. Más no se detuvo hasta que el plato se hubo terminado por completo y tú terminaste con la boca llena de comida y las mejillas rojas de vergüenza. ¡Ese maldito enano loco! ¡¿Insultándote mientras te daba comida en la boca?! ¡Debía estar delirando con la fiebr-!... 

Un fuerte tosido de parte de Levi te hizo salir de tus insultos entre pensamientos, mirando preocupada como ese era seguido por otros. Tomaste el vaso de jugo de naranja que habías dejado sobre el buró y se lo entregaste, aprovechando el líquido para ahogar la tos que le aquejaba. 

"Su pecho retumba muy fuerte" Pensaste, mirando su camiseta blanca con creciente preocupación.

-Oye...- Lentamente él volvió a recostarse sobre la cama, mirándote aun de esa forma reprocharte en que los niños miraban a los padres cuando no los complacen. -Tampoco me estoy muriendo, no pongas esa cara. Es solo un resfriado.-

Le mandaste una mirada fastidiada, dejando el plato de comida de nuevo sobre el buró. Petra dijo que dentro de pronto mandaría a Auruo a buscarlo. -Habla el que no me quería dejar ir a una expedición solo por la alergia primaveral...-

-Tch. Di lo que quieras, no iba a dejar que corrieras el doble de riesgo sintiéndote tan mal.- El de cabello negro respondió cerrando los ojos como si estuviese cansado.

-Era un simple resfriado. Que empeorara un poco con el polen no era nada. Estabas exagerando... 

Estabas tomando las sabanas de su cama y te disponías a arroparlo con ellas cuando soltó esas frases que él soltaba así, repentinamente.

-... Para mi nunca es demasiado si se trata de ti.

Tu corazón saltó repentinamente en tu pecho, abriendo los ojos un poco para mirarle, pero él seguía con los ojos cerrados. Tus mejillas se encendieron en carmín mientras te obligabas a continuar con tu acción y fingirte inconmovible. 

-D-Decir esas cosas tan repentinamente... Debes estar delirando.

-No estoy tan mal. Estoy enfermo, no loco.- Levi te aseguró mientras se acurrucaba entre las pesadas cobijas. -Y no es que me sienta a gusto diciendo en voz alta lo que tú ya deberías saber, pero parece ser que necesitas que te lo recuerde de vez en cuando...-

-¿Insinúas que dudo de tu amor hacia mi?- Preguntaste ocultando tu indignación bajo un tono calmado. Uno de los ojos azulados se abrió para fijarse en ti.

-¿Me vas a decir que nunca has dudado de ello?

-Tch.- Apartaste el rostro lejos de él, cruzándote de brazos al soltar un chasquido casi idéntico al de él. -Ya no soy tan insegura. He crecido.-

-Cuando comenzamos parecías dudarlo mucho.

-¿Qué parte de que nunca había estado enamorada o atraída hacia alguien antes de ti no entiendes?- Preguntaste avergonzada, cruzándote de brazos. Él lo sabía muy bien, no por nada él había sido el primero en más de un sentido... 

No conocías más de lo que él te había enseñado y aun te enseñaba, y la verdad era que no te interesaba conocer nada más. Estabas totalmente feliz viendo el mundo a través de esos hermosos ojos suyos.

-Dijiste que tenías miedo... No creías en mi ni en lo que te decía, y si lo creías, apenas pasaba algún tiempo lejos de ti, volvías a dudarlo.

-Era una niña.- Intentaste defenderte. Ya no sentías eso, pasara el tiempo que pasara, hubiera la distancia que hubiera, sabías que él no iba a dejar de sentir lo mismo que sentías hacia él, no mientras siguiese mirándote como si fuese una polilla que volaba hacia la luz.

-Eres una niña...- Levi reafirmó con su terquedad, haciéndote suspirar y bajar la cabeza.

-Pero he crecido, ¿Comprendes? Ya no tengo dudas, ni miedo.

-Tch.- Él casi se burló ante tus palabras. -Diecisiete años no son nada. Tendrás mucho para dudar a lo largo de la vida que has elegido... Aun te falta mucho por ver...-

-Serán dieciocho años dentro de poco tiempo. Y nunca dije que lo he visto todo...- Giraste el rostro hacia la ventana cerrada de su habitación, mirando la nieve caer lentamente desde el cielo a través del vidrio. -Se que hay mucho mas que ver de ahora en adelante...-

Mucha más tragedia, solo por decir algo. En esos seis meses que habías estado en el escuadrón de Hans, habías visto morir compañeros como si no fuesen más que flores que eran pisoteadas por los pies de los titanes. Habías aprendido que no había tiempo de llorar por los caídos... Que la función debía continuar si es que querías llegar hasta el final con vida, que las revoluciones y las peleas no podían ser ganadas sin sacrificar nada y sin que sangre inocente se derramara. Al igual que tus antiguos amigos, de un momento a otro las personas que estaban a tu alrededor podrían no estar mas allí...

-Ah...- Levi soltó un suspiro suave, casi frustrado, mientras se frotaba los ojos con el dorso de la mano antes de cubrírselos con el brazo. -A veces me pregunto la razón por la que te uniste a la Legión en vez de la Policía Militar... Estoy seguro que no hubieses pasado por tanta mierda.-

Soltaste una risa ante sus palabras, pues habías escuchado esa frase antes. Nadie jamás entendió el motivo principal por el que habías decidido unirte a la Legión de Exploración, entregarle tu vida a la humanidad de ser necesario cuando tenías la oportunidad de ser recibida con los brazos abiertos en la Policía Militar, donde tendrías una vida cómoda, segura y tranquila, donde podías darle la oportunidad a tus amigos y hermanos de salir de ese pueblo y vivir una vida feliz.

-Es una historia demasiado "horrible". Tal vez... Cuando seas un poco mayor, te la contaré.- Le respondiste, imitando su voz. Levi te miró por el rabillo del ojo y soltó otro bufido, negando con la cabeza antes de darse la vuelta en la cama, soltando un "Idiota" antes de dedicarse a descansar.


  ❄  


-... abel... ny...

Continuaste leyendo en silencio, intentando ignorar la preocupación en el centro de tu pecho. Levi se encontraba bañado en sudor en su cama, apenas si había despertado para almorzar y darse un baño, su fiebre estaba muy alta y decía sentirse "Como la mierda" cuando se le preguntaba. Hablaba incoherencias entre delirios febriles y sueños que sonaban mas como pesadillas, pero no te atrevías a despertarlo, sabías que se sentía débil y querías que descansara...

-.... ...

Lo escuchaste susurrar tu nombre y levantaste la vista. Levi te miraba con los ojos entrecerrados, su respiración agitada tras lo que parecía ser un mal sueño. Dejaste el libro en la silla y prácticamente saltaste hacia él, inclinándote hacia su rostro para que te observara entre los ojos llorosos.

-Aun estás aquí...- Susurró como si se sorprendiera por ello y tú le frunciste el ceño. Aun estaba delirando.

-Por enésima vez, deja de lucir tan sorprendido. Ya te dije que no me iría a ningún lado. ¿Qué no lo entiendes?

-... ¿Pasarás toda la noche aquí?- Preguntó entonces, habiendo notado la obscuridad del cielo a través de la ventana. Tú asentiste con la cabeza. -¿Dónde demonios estás durmiendo?-

-No he dormido. Y de todas maneras tampoco pienso hacerlo. Tu fiebre está peor.- Susurraste quitando el pañuelo en su frente y sumergiéndolo de nuevo en el agua por un rato.

-Idiota... Tienes que dormir.- Él gruñó en respuesta, frunciéndote el ceño con irritación. -Seguro estás cayéndote ahora mismo de sueño.-

-Ni por asomo.- Respondiste restándole importancia con una mano para dedicarte a exprimir el pañuelo. -Desde que estoy fuera de tu equipo, no he podido dormir bien o estoy ocupada ayudando a Hans-Buntaichō. Ya estoy acostumbrada.-

Los ojos azulados te miraron entre sorprendidos y cansados, soltando él un chasquido de lengua. -Así que no eres la única...- 

Soltó un suave gemido de dolor cuando se removió entre las sabanas, probablemente por el malestar que debía estarle invadiendo todo el cuerpo. Luego le observaste llevar una mano a la camisa de su pijama, poniendo una expresión asqueada al ver como la tela se le estaba pegando en el cuerpo sudoroso. 

-Mierda, estoy asqueroso...- Dejaste el pañuelo en el buró de la cama al escucharlo, observando como se sentaba, habiendo notado ya su estado. 

-¿Quieres darte un baño?- Le preguntaste tímidamente, pues sabías que no podías ofrecerle mucho mas a esas horas de la madrugada.

Él asintió apenas con la cabeza y tú saliste disparada a su baño, quitándote la chaqueta del uniforme y arremangándote las mangas de la camisa hasta los codos para no mojarte la ropa, llenando la bañera con agua sin jabón. Recordabas bien que tu madre les daba largos baños de agua tibia cuando alguno de tus hermanos o tu enfermaban para así controlar sus fiebres, así que era lo único que se te ocurría hacer por él.

-Con esto es todo. Hey, ¿Necesitas ayuda con la ropa?- Preguntaste mientras te girabas hacia la puerta... Arrepintiéndote al instante.

Completamente desnudo, Levi se levantó de la cama, mandándote una mirada fastidiada cuando notó como te sonrojabas de pies a cabeza y apartabas la mirada lejos de él, dándole la espalda mientras ahogabas un chillido de vergüenza, mirando el suelo del baño como si fuese algo interesantísimo. Cada vez mas tensa lo sentiste acercarse al baño, parándose junto a ti al borde de la bañera mientras tu comenzabas a considerar la opción de subirte al lavamanos en una maniobra ninja para alejarte lo mas posible de aquel hombre al cual no veías desnudo desde mas tiempo del que podías contar.

-¿Agua tibia?- Lo escuchaste preguntarte mientras fingías encargarte de la toalla que usaría al salir.

-S-Si...- Susurraste incomoda, sin siquiera pensar remotamente en la idea girarte a verlo mientras escuchabas como él se hundía en el agua. -Mamá decía que un baño de media hora en agua tibia ayudaba a bajar la fiebre...-

-Ya veo.- Lo escuchaste susurrar mientras seguías jugando con la toalla, dejándola doblada y cerca suyo rápidamente antes de intentar huir de allí aunque fuera por un instante, excusándote para buscarle ropa limpia y tardándote mucho mas de lo necesario para ello. 

Por amor a Dios todas sus pijamas eran casi iguales y no querías hurgar demasiado en su cajón de ropa interior, así que tomaste lo primero que viste y sacaste un pantalón holgado y una camiseta de algodón antes de dejarlo todo sobre la cama, tardando aun mas en hacer eso. Tal vez lograrías hacer que la media hora se te fuera en ello sin tener que volver a acercarte a él en su estado de desnudez...

-¿Diamant D'Hiver?

Escucharlo llamarte de esa manera te causó un escalofrió. Lentamente te acercaste a la puerta del baño, sonriéndole nerviosamente desde allí. -¿S-Si? ¿Qué pasa?-

-¿Piensas dejarme aquí solo por media hora?- Lo escuchaste casi reprocharte sin cambiar su tono tranquilo, mirándote desde la bañera. -Tch. Que fría eres, dejar a un enfermo solo...-

Comenzaste a maldecir mentalmente en los tres idiomas que conocías, fingiendo una sonrisa radiante mientras te crujías lo dedos, aguantando las ganas de ahorcarlo. Mira que llamarte fría cuando él era un jodido cubo de hielo... 

"Ya veo por que nadie quería cuidar de ti, enano mandón y perverti-..."

-¡Achu!

Olvidaste todo tu odio en ese estornudo. Esta vez no había sonado como el estornudo de un macho de pelo en pecho que normalmente salían de él, sino chillón y desafinado por lo repentino, haciendo que pestañeases al ver como el mismo Levi se sorprendía por el sonido que él mismo había emitido, sonrojándose al notar como tu empezabas a reírte mientras te arrodillabas junto a la bañera. Había lucido tan adorable estornudando de esa manera, como un niño pequeño. 

-¡¿D-De que mierda te ríes?! ¡No le veo la puta gracia!

Tu lo ignoraste, sujetándole del hombro para acercar su rostro y besar su mejilla, sintiendo como se calentaba repentinamente bajo tus labios y aun riéndote cuando él te mandó una mirada confundida.

-¿Por qué demonios fue eso?

-¿Qué pasa? ¿No te gusta que te bese?- Le preguntaste, borrando tu sonrisa por su pregunta. Mas él volvió a apartar la mirada, frunciendo el ceño con las mejillas sonrosadas, mirando el agua como si le enojara profundamente.

-No dije eso, idiota...- Murmuró, y no pudiste evitar pensar en él como un gatito gruñendo. -Tsk... Ha pasado ya bastante tiempo desde la última vez que hemos estado solos...-

Tu sonrisa regresó, pero fue más melancólica que feliz, observando el apuesto perfil del Mas Fuerte de la Humanidad tan cerca de ti. 

-...Si. Ha pasado mucho tiempo.- Le diste la razón en un susurro, metiendo una mano en la bañera solo para tomar un poco de agua, echándola sobre sus hombros secos y acariciándolos suavemente con esa mano antes de repetir la acción en el otro hombro una y otra vez con dulzura, mojándole el cabello también hasta que este se hubo pegado a su frente. Lucía aun más adorable al gotear agua, como un niño al cual su madre estaba bañando...

-Tu cabello está creciendo de nuevo...- Observaste una de sus manos húmedas sujetar un mechón de tu cabello, ese que él mismo había cortado. Si antes había estado por encima de la nuca, ahora llegaba a tus hombros pero convertido en una maraña descuidada y sin forma, ni la sombra de la suave y brillante cascada de cabellos que antes habías tenido, esa que Levi adoraba acariciar como hacía en ese instante. -... Aunque ahora mismo parece un nido.-

-Pensaba cortármelo.- Respondiste sin prestar atención a su insulto, observando ausentemente el hueso de su clavícula, marcado bajo la hermosa piel pálida. Él dejó de acariciarlo ante tus palabras. -Está muy dañado. El sol y la lluvia lo han puesto muy reseco y con Hans-Buntaichō y sus cosas, apenas y he tenido tiempo de darme un baño. Menos para cuidarlo apropiadamente.-

El Líder de los Soldados guardó silencio por un segundo. -...Creí que lo habías dejado crecer por tus amigos.-

-¿Aun recuerdas eso?- Preguntaste sorprendida, observando como asentía con la cabeza. Tu apenas recordabas habérselo comentado en aquel viaje a tu pueblo para llevar las cenizas de tus amigos a sus familias, allí frente a aquella fotografía de cuando eran todos solo unos niños que apenas rondaban los diez años. -No es mentira, pero... Ya ellos no están aquí como para verlo. No quiero que vuelva a pasar lo que pasó por tener el cabello tan largo.-

Las orbes grisáceas se quedaron de nuevo fijos en el agua mientras parecía pensar en quien sabe que cosas, tu dedicándote a acariciarle el cabello mientras este goteaba, creando círculos en el agua al caer. No era la primera vez que lo veías poner esa expresión inescrutable, como si algo le molestase o afligiese, pero... Él nunca quería decirte que era lo que pasaba por su cabeza... ¿Tal vez no quería que te cortaras el cabello?

-P-Pero si quieres puedo dejármelo crecer otra vez.- Intentaste salvar la situación, sonriéndole tontamente al recibir su mirada. -Quiero decir... Tal vez lo tuyo son las chicas de cabello largo.- 

-Eso es lo mas estúpido que te he escuchado decir jamás.- Las delgadas cejas negras se fruncieron por ti, en lo que él gruñía con tono fastidiado. - ¿De verdad crees que si te cortas o te dejas crecer el cabello dejaré de encontrarte atractiva o algo así?-

No te dio tiempo de defenderte, pues sujetó tu cabeza con su mano y te hizo inclinarte hacia él, acercando su rostro al tuyo tanto que te hizo estremecer, sus pestañas chocaban contra las tuyas y esas orbes grises y azules parecían poder mirar a través de ti, dejándote paralizada.

-Es por estas cosas que creo que aun eres una mocosa inmadura. No eres capaz de ver lo que hay dentro de ti misma y te preocupas demasiado por lo que otros quieren o esperan de ti.- Susurró con su voz áspera, sus labios rozando los tuyos y tú sentiste que tu rostro se incendiaba. -Estúpida... Lo mio no son las chicas de cabello largo o corto, lo mio eres tú y ya.-

Y se dignó a acortar la distancia, arrancándote un suave jadeo por lo apasionado de su beso mientras te dejabas arrastrar por la sensación. 

Si... en verdad había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que habían estado solos y tu habías estado tan ocupada con tus deberes como soldado que habías olvidado de cierta manera la forma en que ese hombrecito te hacía sentir con solo una mirada o un beso. Tu corazón comenzó a latir contra tu pecho y el deseo enterrado por tantos meses resurgió con fuerza desde lo más profundo de tu cuerpo. Deseaste saltar a la bañera y aferrarte a su cuerpo de dios mitológico sin importarte la ropa que aun llevabas puesta; toda vergüenza o recato pasó a lo ultimo de tus pensamientos, tan solo querías sentir todo aquello que habías olvidado, que te recordara como se sentía ser su mujer...

-ah... AH... ¡ACHU!

Hasta que se separó repentinamente de tus labios solo para apartar el rostro y estornudar tan fuerte que los hizo saltar a ambos. De nuevo los estornudos de oso...

-¡Maldita sea!- Rugió Levi, sorbiéndose la nariz. El agua ya se estaba enfriando y el momento romántico se había ido por el caño. -Ugh... Será mejor que salga de aquí antes de que agarre una jodida neumonía, y allí si la pondremos de fabula.-

No eras capaz de decir una palabra. Así como había surgido ese fuego desde tu interior, surgió el sentimiento de vergüenza al darte cuenta de como con ese simple beso él había encendido todos tus sentidos, habiendo olvidado incluso la situación en la que se encontraban ahora.

"¡Me he convertido en una pervertida!" Chillaste para tus adentros al ver los pensamientos impropios que habían rondado por tu cabeza mientras él te besaba y la frustración terrible tras haberse separado sin haber sido complacidos esos deseos. De nada había valido todo el autocontrol del cual hacías mucha gala durante tus diecisiete años de vida... 

Te levantaste de donde estabas solo para pasarle la toalla a Levi, incapaz de mirarlo siquiera al rostro por la pena mientras él se secaba antes de salir de la bañera, poniéndose la toalla alrededor de la cintura, tu rostro debía estar del color del vino por lo menos, porque hasta él notó tu incomodidad.

-¿Qué pasa?- Craso error girarte a verlo. Cual Adonis, de nuevo tenías a aquel hombre de atractivo magnético semidesnudo y demasiado cerca de ti, algunas gotas de agua aun en sus hombros, pecho y rostro mientras se echaba el cabello hacia atrás con una mano, mirándote con curiosidad mientras se acercaba aun mas e intentaba poner una mano sobre tu hombro, haciendo que tu retrocedieras lejos de su toque como si fuese un monstruo aterrador, enrojeciendo aun mas mientras huías fuera del baño ante la mirada confundida de tu amante.

"¡Fría. Fría. Expresión fría!" Intentaste sonreír, intentaste fingir, pero tus músculos no lograron hacer mas que una mueca al intentar elevar tus labios y tu voz salió como un gemido tembloroso en respuesta a su pregunta, estremeciéndote al notar que sus ojos cambiaban de confusión a compresión en un instante, acortando la distancia entre ambos hasta que tu terminaste chocando las rodillas contra la cama y él estuvo a centímetros de tu cuerpo, aun caliente por el baño y la fiebre...

-...Ah... Ya veo... Quedaste con ganas de más.

-¡No!- Gemiste, cerrando los ojos y cubriéndote el rostro para no mirarlo y esperando el final de tu dignidad, pidiéndole a los cielos porque no se acercase mas a la cama. Si él volvía a besarte como lo había hecho en la bañera... No serías capaz de contenerte de nuevo. No tras tanto tiempo sin tenerlo.

Un suspiro salió entonces desde su dirección tras un largo minuto de silencio, sintiendo entonces como la cama se hundía a tu lado y un ataque de tos resonaba en la habitación. Abriste los ojos y lo observaste terminando de subirse los pantalones; parecía igual de frustrado que tú mientras lo mirabas completamente pérdida. ¿No iba a aprovecharse de ti como lo hacía cada vez que notaba tu vergüenza?

-Yo también quiero mas...- Tu amante susurró, tomando la camisa de algodón y metiendo los brazos en las mangas antes de comenzar a abotonársela, concentrándose en ello mientras continuaba. -Estos jodidos meses han sido un infierno... Pero no podrá ser ahora. No me siento nada bien.-

Tu mente mandó a volar todo con su última frase, abalanzándote prácticamente sobre él para tomarle la temperatura, apoyando tu frente contra la tuya. Mas era la preocupación que todo el meollo sentimental y hormonal que ese hombre te causaba. 

-La fiebre ha bajado un poco. ¿Todavía te sientes muy mal?- Sus parpados se abrieron y se entrecerraron en un segundo ante tu cercanía, sujetándote de los brazos para alejarte de él como si estuvieses hecha de fuego. 

-¡No me refiero a eso, idiota! No me estoy muriendo, es una jodida gripe.- Te gruñó, mostrando incomodidad en una mueca. -Lo que quiero decir es que no me siento lo suficientemente fuerte como para hacerte el amor como se debe. Y definitivamente no me gusta hacer las cosas a medias, menos si es eso.- 

Tus mejillas se encendieron al comprender lo que había detrás de aquel "como se debe". Él definitivamente era un amante devoto, siempre esforzándose por dejarte satisfecha y exhausta en cada encuentro que ambos tenían... 

-Además, no quiero contagiarte también. Ya es suficiente con un soldado enfermo como para que hallan dos...

Rayos, eso tenía sentido. Apartaste la mirada cual perrito regañado, reprendiéndote a ti misma por parecer tan desesperada por ello. Pero es que... era tan rara la oportunidad de estar juntos. -Lo siento... Ha pasado tanto tiempo desde la última vez... Tengo que aprender a controlarme un poco más. Lo siento.-

-Tch. Ya deja de disculparte, idiota. Tan solo haces que quiera callarte a besos.- Lentamente volvió a recostarse en la cama, sin apartar los ojos de ti hasta que estuvo al fin bajo las sabanas mientras tu te encogías en tu sitio. -Además... No es como que no fuese a haber una próxima vez.-

"¿Una... Próxima vez?"

Si algo habías aprendido en tu tiempo en la Legión de Exploración era que, la mayoría de las veces, no habría una próxima vez. La muerte podía llegar en cualquier momento y la paz podría acabarse en cualquier segundo, así que nadie pensaba en "mañana", o "luego", o "la próxima vez"...

-¿Qué tal si no hay una próxima vez?

La pregunta salió sin permiso de tu boca, sorprendiéndolos tanto a ti como a tu compañero, que te miró por un largo minuto mientras tú te mordías la lengua. ¿Qué clase de pregunta era esa? "¡Idiota!"

-La habrá. Yo me encargaré de ello.- Repentinamente Levi respondió a tu pregunta, mirando al techo, pero con seguridad en sus voz, haciendo que lo observaras anonadada. -... Mientras tenga fuerza... Así sea un miserable aliento de vida, para ti siempre habrá una próxima vez. Eso te lo prometo.-

Si había algo a lo que siempre habías temido en todas las expediciones era que, así como había ocurrido con Magnus y Alex, fuera que alguno de tu ex-compañeros o él mismo no estuviesen en el recuento de soldados tras las retiradas... Tu corazón retumbó dentro de tu pecho ante sus palabras, ante la promesa de una próxima vez juntos, creyendo ciegamente en ello... Él era el Soldado Mas Fuerte de la Humanidad después de todo, alguien "milagroso". Y si él lo decía, era porqué en verdad lo haría...

-Entiendo... Tomaré tu palabra entonces, Levi.

-Tch. Suena a que no me crees.- Farfulló amargadamente, acercándose para tomar un pañuelo de papel y soplarse la nariz antes de botarlo. -Sea como sea, prepárate. Ahora solo porqué estoy en estas condiciones de mierda. Pero cuando ocurra esa próxima vez... No voy a tener contemplaciones contigo, Diamant D'Hiver. Haré que no se te olvide nunca. ¿Entendido?-

Tus mejillas se tornaron del color de las rosas ante la sonrisa que recorrió sus labios al decirte aquello, estremeciéndote con solo imaginarte de lo que era capaz... Tragaste duro y apartaste la mirada a su mano izquierda mientras atinabas a sentarte de nuevo en tu silla, tomando el libro que habías estado leyendo antes de que él despertara, enterrando la nariz entre las paginas mientras te atrevías a susurrar un "No quiero que las tengas", escuchándolo soltar una carcajada corta desde la cama mientras tu te ruborizabas aun mas.

Comenzabas a hundirte de lleno en la lectura de tu libro cuando escuchaste su voz volver a elevarse en el aire, lentamente, recitando el titulo del libro que estaba impreso en la portada con letras doradas y elegantes. 

-La Bella y La Bestia... ¡Ese es un cuento de hadas para mocosos!

-¿Acaso lo has leído?- Preguntaste, bajándolo para verle al rostro. Él negó con la cabeza y tú suspiraste. -¿Juzgando al libro por su portada, Heichō?-

-Había escuchado a Petra hablar de él. Lo ha leído contigo según entendí.

Ah, claro. A pesar de lo ocurrido seis meses atrás, Petra seguía tratándote como cuando habías llegado a la Legión. Sin rencores, ella había sido mas madura de lo que tu te imaginabas a aceptar la relación que tu y el Líder de los Soldados habían ocultado por casi tres años, reclamándote tan solo por haberle ocultado aquello en vez de decírselo por completo desde el principio. Una tarde definitivamente extraña que nunca olvidarías... Todos en esa jodida Legión estaban locos.

-¿Quieres que te lo preste? Si es un cuento de hadas, pero no como la mayoría.- Respondiste ofreciéndole el libro, mas él negó de nuevo con la cabeza.

-Léemelo.- Ordenó cerrando los ojos, y te hizo recordar de nuevo a un niño pequeño, mimado y gruñón. -Hace mucho tiempo que no te oigo leer un libro...-

-No he tenido tiempo de hacerlo. Hans-Buntaichō.- Le recordaste, y Levi solo atinó a susurrar un "maldita lentes de mierda" en francés. 

Con una sonrisa, te sentaste junto a él en la cama y apoyaste la espalda en la cabecera mientras lo sentías acurrucarse contra tu cuerpo, cerrando los ojos mientras tu buscabas el inicio del libro, carraspeando suavemente antes de comenzar a leerle "el cuento de hadas para mocosos" al vejestorio ambulante... Tal vez podría dormir sin tener pesadillas si lograba escuchar tu voz contándole una bonita historia de amor.

"Había una vez un mercader muy rico que tenía tres hijas. Y como era hombre de muchos bienes y de vasta cultura, no reparaba en gastos para educarlas y las rodeó de toda suerte de maestros. Las tres hijas eran muy hermosas; pero la más joven despertaba tanta admiración, que de pequeña todos la apodaban "la bella niña", de modo que por fin se le quedó este nombre para envidia de sus hermanas: Bella..."


  ❄  


-¡Bueeeenooooos díiiiiaaaaa-...!

Hans Zoë frenó como una carreta que intenta evitar una colisión al entrar a la habitación y observar la escena en frente de sus ojos. La jovencita de cabellos alborotados que dormía profundamente, un libro cerrado que sujetaba contra su pecho y un hombre de cabello negro recostado a su lado y que acariciaba con suavidad la curva de su mejilla, mirándola con una ternura que ella, en su vida, había visto muy pocas veces.

-Tch. Que escandalosa eres, Lentes de Mierda.- Se quejó en un susurro el Líder de los Soldados, sin siquiera intentar apartar la vista de la muchachita junto a él.

-Oh. Hola Levi. ¿Ya te encuentras mejor?- Ahora con mas cuidado, la científica se acercó a ambos en la cama, notando que ya los ojos azulados no estaban inyectados con sangre y su nariz y mejillas ya no lucían rojas por la fiebre y la congestión.

-Es una jodida gripe, supérenlo. He pasado cosas peores... Pero... Dile a Erwin que solo me quedan dos horas de vida.- Gruñó sorbiéndose un poco la nariz, pero sin estornudar como el primer o segundo día.

-Ah~. Ya era hora. Había pasado demasiado tiempo sin dormir en estos días.- Comentó la de cabello castaño, inclinándose para quitarle el libro de las manos a la muchacha y dejarlo sobre el buró de la cama, leyendo el titulo. -¿La Bella y La Bestia?-

Mas el hombre no dijo ni una sola palabra. Solo continuó acariciando el rostro de su mujer en silencio, mirándola como si quisiera grabar esa imagen por siempre dentro de su cabeza. A Hans no le quedó de otra que simplemente entregarle el desayuno que había traído para ambos, la medicina y luego despedirse para continuar con su trabajo, decidiéndose por decirle a Erwin que Levi aun no se encontraba por completo bien por lo menos por ese día... 

Tras seis meses, que pasara un día junto a su querida era mas bien demasiado poco...

-¿La Bella y La Bestia? Yo más bien diría La Bella y El Enano Amargado de Mierda...


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