ENTRE EL SOL Y LA LUNA - (KSJ...

By LizbethCoven

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Los celos, los engaños y las mentiras llevan a la protagonista por un vaivén de emociones. ¿Se puede amar a d... More

Capítulo 1: Moon
Capitulo 2: Sunshine
Capitulo 3: Cuarto creciente
Capitulo 4: Sunlight
Capitulo 5: Luna creciente
Capítulo 6: ¡Party, Party!
Capitulo 7: sábado negro
Capitulo 8: La lluvia
Capitulo 9: Tornado
Capítulo 10: Luna llena
Capitulo 11: Eclipse de Sol
Capitulo 12: Realidad o sueño
Capitulo 13: Pesadilla
Capitulo 14: Agonía
Capitulo 15: Los Celos
Capitulo 16: Blood Moon
Capitulo 17: Navidad
Capitulo 18: La Propuesta
Capitulo 19: Reencuentro
Capitulo 20: Mentiras
Capitulo 21: Luna nueva
Capitulo 22: Goldenboy
Capitulo 23: Malos Hábitos
Capitulo 25: Conejos
Capitulo 26: Singers
Capitulo 27: Chuseok (Acción de Gracia)
Capitulo 28: El regreso
Capitulo 29: Reintentar
30-Fin... o no...

Capitulo 24: Un nuevo comienzo

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By LizbethCoven

Rápidamente, cambié el jogging y la sudadera que llevaba puesta por unos jeans ajustados, un suéter liviano rosa y mis converse rojas. Apenas maquillé mis pestañas y un poco los labios.

Jungkook fue muy puntual y lucía muy bien.

Llevaba un camperón liviano de lluvia negro y debajo unos jeans rotos en las rodillas, remera negra, botas timberland marrones y completaba con un gorro tejido bordó que le sentaba de maravillas.

La verdad es que se veía muy guapo, no le había prestado atención antes porque estaba perdidamente enamorada de Seokjin, pero ahora me daba cuenta por qué era tan popular y las chicas, sobre todo la de los primeros años, venían locas por este chico.

—Wow —dijo al verme— seré muy envidiado hoy.

Fue una forma muy bonita de decirme que estaba linda, acepté el camuflado cumplido con una sonrisa.

—¿Cómo estás? —pregunté sin saber qué decir.

—Todavía caminando por las paredes, no puedo creer que saldrás conmigo —dijo coqueto, con una sonrisa que dejaba ver sus dientes frontales y lo hacían ver como un conejito adorable, y un chico travieso.

—¡No exageres! —Le di una palmada en su hombro para que pare con las cursilerías, se rio y su sonrisa era como la de un niño descubierto en una travesura, imposible no reír al verlo.

—Aish, no me pegues, en serio estoy contento de que tengamos una cita hoy.

—¡No es una cita! —me apuré a responder.

—Oh, entonces... ¿Qué es? —preguntó confundido, riendo.

—Solo saldremos para conocernos un poco. —Me miró y levantó una ceja—. Está bien, si es una cita —tuve que admitir. Él sonrió victorioso—. ¿Y a dónde me llevarás en nuestra "primera cita"?

—Si no comiste podemos empezar yendo a comer, si ya comiste podemos arrancar yendo por unos batidos...

—No comí, pero no me apetece almorzar, tengo el estómago medio mal por la resaca aún, prefiero el plan de los batidos.

Lo observé mientras conducía hasta nuestro destino.

Veía en él una gran contradicción, era alto y atlético, viéndolo de lejos parecía mayor, pero tenía ese rostro aniñado y cuando sonreía parecía tener 15 años, sin embargo, era bastante maduro, y verlo así tan pacífico y concentrado en el tránsito me hacía verlo como alguien de mi edad o poco mayor. 

Creo que no paraba de pensar todas estas cosas por lo incómoda que me ponía nuestra diferencia de edad, pese a que dos años no son nada, me preocupaba verme como su hermana mayor.

Llegamos a un centro comercial, luego de dejar el auto en el estacionamiento, tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos y así fuimos por los batidos. Ambos pedimos gustos simples, él frutilla y yo vainilla.

Mientras disfrutábamos nuestras bebidas, caminábamos mirando las vidrieras de los locales a nuestro alrededor, con nuestras manos entrelazadas.

De improvisto, tiró de mi mano haciéndome girar hacia él y dejó un beso corto en mis labios; quedé paralizada por la sorpresa y sin saber cómo reaccionar, él aprovechó mi confusión, sin soltarme llevo nuestras manos a mi espalda y me atrajo hacia él y volvió a besarme. Esta vez el beso fue más largo, su lengua estaba fría y sabía a frutilla; recordé que la noche anterior cuando lo besé también sabía a frutilla.

Cuando terminó el beso me sonrió, y sentí que me derretiría ahí mismo.

Sería muy fácil enamorarme de Jungkook, pero no estaba segura de querer hacerlo.



Cuando terminamos nuestros batidos fuimos a una sala de juegos, en donde lo sorprendí con mis habilidades, ganándole en los autos de carrera y luchando en un Tekken. Nos divertimos mucho disparando a zombis, encestando en el mini básquet y varios juegos más.

La verdad que fue distinto a cualquier cita que haya tenido antes y la pasé muy bien.

El camino de regreso a casa ya fue otra cosa, él mantenía el volante con su mano izquierda y sostenía la mía con su derecha, cantaba si sonaba alguna canción que le gustaba y me sonreía cada vez que se encontraba con mi mirada.

Mientras en mi cabeza yo me debatía en qué es lo que haría cuando lleguemos: si lo despediría en la puerta, si lo invitaría a pasar y quizás pedir algo para cenar, si terminaríamos durmiendo juntos. El solo hecho de pensarlo hizo que sintiera el calor subir por mis mejillas, él por suerte no lo notó.

Cuando llegamos me puse nerviosa y empezó a latirme un poco más fuerte el corazón.

Él se bajó y vino rápido a abrirme la puerta del auto, pero yo estaba bajando cuando él llegó.

Nota mental: esperarlo la próxima vez.

No hizo amague de acompañarme a la puerta, lo que me hizo sentir aliviada y calmar todos mis pensamientos que iban a 300 km por hora. Me sentí agradecida por eso.

Se apoyó en el auto, me abrazó rodeándome de la cintura y me besó largo y suave.

—Mañana entreno, pero cuando termines tus clases si quieres pasas por el gimnasio a buscarme y cenamos juntos.

—No sé si me siento cómoda que todos nos vean juntos todavía.

—Ya nos vieron juntos en la fiesta de ayer... Además, ¿qué te preocupa si nos ven juntos, no eres mi novia acaso?

—¿Así, tan rápido?

—¿Por qué no?... Me siento bien contigo y quiero seguir así. Que nos vean mañana, pasado o dentro de un mes... igual nos van a ver.

Me gustaba su modo despreocupado y simple.

—Ok. Mañana te busco en el gimnasio.

Tomó mis manos y besó mis nudillos, luego dejó un beso casto en mis labios y se marchó.

Cuando entré a casa llamé a mi amiga para ponerla al corriente de todo lo que había sucedido desde ayer con Jungkook.

Él era casi perfecto, era tierno, estaba que se partía de bueno, era inteligente y congeniábamos muy bien. Pero a mí me tenía incómoda la diferencia de edad y además estaba negada a enamorarme otra vez, creo que me asustaba volver a pasarla mal por un chico.

Hana también era mayor que Tae y se llevaban de maravilla.

Quizás debía relajarme y dejar que todo fluya.


Necesitaba que el lunes se sienta menos lunes con un buen café, así que me pedí el tamaño más grande y un rico cupcake de frutos rojos, que disfrutaba tranquila mientras miraba un poco mis redes sociales. De repente tenía a Hoseok sentado al frente mío.

—¿Viene muy mal tu lunes? —me conocía tanto, un café tan grande y algo dulce indicaba que necesitaba mejorar un mal día.

—Cómo todos los lunes —él rio, y bebió un trago de la Sprite que tenía en su mano.

—¿Puedo ayudar en algo? —negué con la cabeza.

—¿Y tú, que haces por acá? ¿No tienes una cafetería más cerca?

—Sí, pero tú no vas nunca por allí. Tenía ganas de verte —fruncí el ceño intrigada— Solo quería verte, para que mi lunes sea menos lunes.

Sonreí ante sus palabras, y él hizo lo mismo.

—Corté con Yuna —me sorprendió diciendo—, y esta vez es definitivo, no hay marcha atrás.

—No sé qué decir, lo siento.

—No lo sientas, no funcionaba, tú sabes que yo amo a otra —sus ojos se clavaron en los míos, como buscando alguna señal, esos ojos marrones en los que solía perderme con tanta facilidad.

—¡Hola hermosa! —la voz de Jungkook rompió nuestro contacto visual, me giré a mirarlo y le sonreí, había llegado en el momento más oportuno a rescatarme.

Estaba parado al lado de la mesa donde estábamos con Hobi. Se inclinó y me dio un beso corto en los labios y luego extendió la mano y se presentó.

—Soy Jungkook, su novio —me causó gracia la etiqueta, siendo que apenas hacía dos días que habíamos empezado con esta relación.

Hobi me miró inquisitivo, yo esquivé su mirada.

—Hoseok, su exnovio —dijo con un tono socarrón y unasonrisa de lado.

Era una situación incómoda, faltaba Seokjin y ya estábamos todos.

Me puse de pie porque ya era hora de ir a mi clase. Y en ese momento vi que Jin hacía lo mismo en una mesa cercana.

—Te espero por el gimnasio cuando termines —me abrazó por la cintura y me dio un beso un poco más largo que el anterior—. Un gusto —le dijo a Hoseok con una leve inclinación de cabeza, volvió a mirarme, me guiñó un ojo y se marchó.

—¿Novios? —dijo respaldándose hacia atrás para mirarme mejor.

—Sí, eso creo, veremos qué sucede. —Estaba por marcharme cuando me tomó la mano, un escalofrío recorrió toda mi espalda.

—Voy a esperarte, hasta que te des cuenta de que somos el uno para el otro.

—No lo hagas, por favor no me esperes.

—Esperaré lo que sea necesario.

Sin decir más me marché.

Eso era lo que me faltaba para que mi lunes se sienta peor.



Llegué al gimnasio, pero no veía a Jungkook. Pregunté a un chico que iba de salida y me lo señaló en la piscina y a la vez se giró y lo llamó.

—Hey JeyKey tienes visitas —sonrió de lado, me miró de arriba abajo y se marchó.

Me acerqué hasta la piscina, solo un poco para no mojarme. Kooki nadó hasta mí y salió del agua.

Me quedé sin aliento al verlo, era como ver la figura de un Dios griego, uno fuerte y musculoso, como Hércules por ejemplo; aunque Hércules era un semidiós... Si, exacto, eso era Jungkook, un semidiós, seguramente su padre era un dios griego y por eso este chico lucía así de perfecto.

Usaba una malla de natación al cuerpo, pero no esas diminutas, que marcaba sus estrechas caderas que hacían lucir mucho más sus muslos bien trabajados, sus abdominales estaban bien marcados. Sin embargo, no lucía como un fisicoculturista, estaba en la medida justa. Perfecto.

Se me acercó y me dio un beso corto, ahí fue cuando recordé que debía respirar o me desmayaría.

De a poco el lugar iba quedando vacío.

—Voy a ducharme, creo que soy el último, quieres esperarme aquí o vienes conmigo.

—Voy contigo.

Me daba miedo quedarme sola allí, aunque también me daba cosa entrar a la zona de las duchas con él. Me tomó de la mano manteniendo distancia para no mojarme y me llevó hasta el vestuario de hombres.

—Soy el último, tengo la llave para cerrar el gimnasio, no te preocupes que a estas horas ya no viene nadie.

Me senté en un banco junto a los casilleros y él se fue a duchar. Cuando sentí el agua miré en su dirección, las duchas no tenían ni puertas ni cortinas, estaban solamente divididas por una especie de paneles acrílicos blancos, que solo llegaban a cubrir hasta debajo de sus rodillas. Si caminaba un par de pasos hacia él, podría verlo desnudo si quisiera, pero no era el caso. Creo que me puse roja de pensarlo nada más.

Apenas escuché que cerraba el agua, para no verlo salir desnudo me di vuelta quedando de espaldas a él. Lo sentí acercarse, pero tenía miedo de girarme en su dirección.

Sentí su respiración en mi cuello y seguido un beso húmedo que hizo que se me ponga la piel de gallina, seguido de ese vino otro beso en mi nuca y luego otro en el cuello del otro lado. No pude evitar estremecerme y soltar un suspiro. Me levantó y giró hacia él y me besó largo y lento en los labios.

Cuando el beso terminó, yo no quería abrir los ojos, los apretaba fuerte.

—No estoy desnudo si es lo que piensas —dijo riendo al darse cuenta de mi actitud.

Era cierto, llevaba un bóxer negro que no sé en qué momento se había puesto, ya que yo lo escuché cerrar el agua e inmediatamente estaba detrás de mi besándome.

Se dirigió a su casillero y tras colocarse desodorante, empezó a vestirse.

Yo no le sacaba los ojos de encima, era todo una obra de arte; él vio que lo miraba y sonrió con picardía. Me había quedado apoyada en los casilleros cerca del suyo con mis manos en la espalda, vino hacia mí aún sin remera y colocó las suyas una a cada lado de mi cabeza y acercó su cuerpo al mío. Me dio un beso apenas rozando mis labios, luego besó mi mentón y bajó con cortos y cálidos besos por mi cuello.

Empezaba a sentir que me derretiría allí mismo. Volvió a mis labios, pero solo apoyó los suyos en los míos, mientras los recorría con la punta de su lengua. Colgué mis brazos de su cuello por si las piernas me fallaban para no caer al piso, y demandé un beso largo con un profundo juego de lenguas. Bajó sus manos a mis caderas y se apretó más hacia mí, a pesar de su pantalón podía sentir que estaba excitado.

Mi mente me decía que era el momento de retroceder, pero mi sangre bullía y mi cuerpo no quería alejarse ni un milímetro.

Me quitó la campera y besó mis hombros, sus manos apretaron mis pechos y yo aproveché a recorrer con las mías su abdomen y su pecho mientras besaba y mordía sus hombros.

Tras muchas más caricias y besos, terminamos haciéndolo contra el casillero del vestuario, con mis piernas enredadas en sus caderas mientras él me sostenía por los glúteos. La situación no era nada romántica, pero sí muy excitante.

Luego de mi orgasmo, sin soltarme, se sentó en la banca conmigo a horcajadas, para seguir en una posición más cómoda, y así tuve otro orgasmo, y esta vez él me acompañó.

Entrelacé mis dedos en su cabello aún mojado y lo besé apasionada.

Nos vestimos. Él se puso unos pantalones cargo negros con numerosos bolsillos y elastizado en los tobillos, borsegos negros, remera negra, una campera bomber negra y un gorro pescador negro también.

—¿Vas de ninja por ahí? —le pregunté haciendo alusión a su ropa, él rio divertido.

—Aish, casi toda mi ropa es negra —dijo acercándose nuevamente para besarme, y si no fuera que ya nos habíamos vestido, arrancaríamos otro round ahí mismo—. ¿Quieres que en vez de salir a comer pidamos comida a domicilio? —preguntó sobre mis labios.

Me había leído la mente.


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