ENTRE EL SOL Y LA LUNA - (KSJ...

Od LizbethCoven

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Los celos, los engaños y las mentiras llevan a la protagonista por un vaivén de emociones. ¿Se puede amar a d... Více

Capítulo 1: Moon
Capitulo 2: Sunshine
Capitulo 3: Cuarto creciente
Capitulo 4: Sunlight
Capitulo 5: Luna creciente
Capítulo 6: ¡Party, Party!
Capitulo 7: sábado negro
Capitulo 8: La lluvia
Capitulo 9: Tornado
Capítulo 10: Luna llena
Capitulo 12: Realidad o sueño
Capitulo 13: Pesadilla
Capitulo 14: Agonía
Capitulo 15: Los Celos
Capitulo 16: Blood Moon
Capitulo 17: Navidad
Capitulo 18: La Propuesta
Capitulo 19: Reencuentro
Capitulo 20: Mentiras
Capitulo 21: Luna nueva
Capitulo 22: Goldenboy
Capitulo 23: Malos Hábitos
Capitulo 24: Un nuevo comienzo
Capitulo 25: Conejos
Capitulo 26: Singers
Capitulo 27: Chuseok (Acción de Gracia)
Capitulo 28: El regreso
Capitulo 29: Reintentar
30-Fin... o no...

Capitulo 11: Eclipse de Sol

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Od LizbethCoven

Y llegaron los exámenes, fueron un par de semanas extenuantes, entre estudios y trabajos prácticos a presentar.

Ese día, luego de dar el último final que nos quedaba, decidimos ir a tomar algo para festejar, Hana estaba teniendo una especie de relación con el primo de Seokjin así que fuimos los cuatro. Luego del corto festejo, la nueva pareja decidió marcharse para tener otro festejo en solitario.

Jin me propuso ir a su casa a cenar, era viernes y su padre no volvería hasta el domingo, él cocinaría para mí y podríamos ver alguna peli juntos.

Antes de ir a su casa pasamos por un mercado a buscar lo que faltaba y comprar algunos extras, como golosinas, snacks y helado.

Me encantaba ver a Jin cocinando, se desenvolvía con naturalidad, era calmado y se notaba que le gustaba hacerlo porque parecía disfrutar el proceso.

Me senté en la mesada, cerca de donde él estaba picando la verdura en una tabla, robé un bastoncito de zanahoria y empecé a masticarla cuando él vino y robó la mitad de mi boca.

—Deja de robarme los ingredientes, —anteriormente le había robado un tallo de apio— y no te llenes antes de que esté lista la comida.

Haciendo caso omiso tomé otro bastoncito de zanahoria.

Dejó el cuchillo sobre la tabla con aparente enojo y se paró enfrente de mí.

—¡Se acabó, no cocino más! Cómete toda la verdura cruda si quieres —y agarró un bastoncito de zanahoria y empezó a comerlo él también.

Lo atraje hacia mí tomándolo del delantal que se había puesto para proteger su ropa, él quedó apoyado en la mesada, en medio de mis piernas; y le robé la mitad de la zanahoria de su boca.

Él me abrazó por la cintura y me dio dos besos suaves, uno en cada mejilla, luego empezó a dejarme besos cortos en el cuello encendiendo cada fibra de mi cuerpo, finalmente llegó a mi boca y me dio un largo y profundo beso.

Yo enredé mis manos en su cabello para profundizar ese beso, no quería separarme de su boca, me había vuelto adicta a sus labios.

Retrocedió apartándose, se quitó el delantal que dejó a un lado, y me extendió su mano invitándome a bajar de la mesada.

Lo hice, sin soltarme la mano caminó en dirección de la escalera, yo lo seguía sin resistencia. Cuando empezamos a subir sabía cuál era el destino.

Para quitarme un poco los nervios del momento, pregunté:

—¿Y la cena? ¿Vas a dejarme morir de hambre?

—Luego cenamos.

—¿Luego de qué? —no respondió, solo me miró y me sonrió con picardía.

Yo conocía la respuesta, y por eso estaba cada vez más nerviosa a medida que subíamos. Sabía que ese día llegaría, y yo quería que llegue, sin embargo, no contaba con ponerme tan nerviosa.

Obviamente, no era mi primera vez, pero se sentía como si lo fuera.

Sería mi primera vez con Jin, y mi única experiencia previa había sido con Hoseok; en cambio, él había estado con bastantes chicas, por lo que seguían aumentando mis nervios.

Llegamos a su cuarto.

Me tomó de la cintura y empezó a besarme, suave, con besos largos. Bajó por mi cuello y también besó mis hombros. Tomó mi suéter y me lo quitó haciéndome levantar los brazos, lo dejó caer al piso y se sacó su camisa por la cabeza, solo desprendiendo un par de botones, y también la dejó caer. Su torso estaba tan bien formado, sus hombros eran anchos y a pesar de no tener unos abdominales muy marcados, se veía atlético y no había grasa de más.

Volvió a tomarme de la cintura y acercarme a él, yo temblaba.

—Hey, estás temblando —dijo por lo bajo.

—Estoy muy nerviosa, lo siento —dije casi inaudible, bajé la mirada avergonzada y crucé mis brazos cubriéndome lo más que podía.

—No lo sientas, no tenemos que seguir si no estás segura —me abrazó y froto mi espalda con su mano a modo de consuelo. Recogió la ropa del piso, me vistió con tranquilidad y luego se volvió a poner la camisa y me sonrió.

—Lo siento —volví a decir. Me apenaba la situación.

—Shhh —dijo poniendo su dedo índice sobre mis labios— no tienes que disculparte por nada.

Me dio un beso corto, me tomó de la mano y me llevó nuevamente a la cocina.

Yo sentía que había arruinado el momento, mesentía tonta y culpable. A la vez me sentía agradecida por la forma en que élhabía tomado todo, y lo gentil que era conmigo.

Terminó de preparar la comida y cenamos en la mesa ratona de la sala viendo una comedia romántica. Era muy tierno verlo comer y disfrutar de la comida, le dije que me recordaba a un hámster cuando llenan sus cachetitos, así que divertido marcaba el gesto a propósito y yo no podía evitar reír divertida.


Estábamos comiendo helado, mientras terminábamos de ver la peli.

—Quédate a dormir —me dijo con toda naturalidad.

Lo observé con los ojos muy abiertos, me sorprendía la propuesta luego de lo que había sucedido.

—Solo a dormir, prometo que no te tocaré, solo dormiremos juntos —ponía cara de cachorro abandonado mientras me lo decía—. Shunny, por favor.

No necesité pensarlo mucho.

—Ok —dije y besé su frente.

La casa era enorme, seguramente se sentiría muy solo en ella. Además, la idea de estar con él me gustaba.

Terminamos de juntar y lavar los platos y dejar todo acomodado antes de ir a dormir.

Nuevamente, tomó mi mano y me llevó a su habitación, apagando las luces a su paso.

Entró en su guardarropa y me trajo una remera.

—Esta es la más larga que tengo.

Luego me llevó al baño en suite que tenía y debajo del lavabo abrió una puerta de la que sacó un cepillo de dientes nuevo y me lo extendió.

Me señaló un mueble lleno de toallas, acomodadas, intercaladas, azules y blancas, por si necesitaba alguna me dijo.

—¿Tu color favorito es el azul, no?

—No. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque siempre vistes en gama de azules, tu cuarto, las toallas...

—En realidad no, —rio— a mí me gusta el rosado, pero me queda mucho mejor el azul. ¿No crees? —asentí divertida de pensar cómo sería su cuarto, si reemplazaba todo lo azul, como el acolchado, la alfombra, las cortinas y las toallas por otras de color rosa— si toda mi habitación y mi ropa fueran de ese color mi padre se acomplejaría.

Reía divertido y yo me reí con él.

Salió del cuarto de baño dejándome para que yo me cambie, se llevó su cepillo de dientes con un poco de pasta encima.

Me resultaba muy íntima toda la situación, a la vez me gustaba y me sentía cómoda, Jin lograba hacerme sentir así.

La remera era bastante amplia y llegaba apenas un poco más arriba de la rodilla, lo mismo que mis camisones.

Cepillé mis dientes y salí.

Él también se había cambiado, llevaba un pijama que parecía ser de seda o alguna otra tela muy suave y de color azul, para no variar.

Había corrido el cubrecama abriendo la cama del lado izquierdo, para que yo me acueste, lo cual me alegró porque era el mismo lado del que yo dormía habitualmente. 

Todavía estaba cepillando sus dientes, verlo mientras lo hacía y de pijamas me gustó, se sentía como si fuéramos un matrimonio, salvo que no teníamos relaciones aún.

Fue al baño a enjuagarse, y cuando regresó me dio un corto beso en los labios. Se lo veía feliz, al parecer le gustaba que me haya quedado y a mí me gustaba mucho haberlo hecho.

Se metió en la cama, sentado apoyado en el respaldar y tomó un libro que tenía en su mesa de noche; al ver que yo no me acostaba, golpeó con dos palmaditas el lado donde yo debía dormir, invitándome a acostar.

Me metí en la cama, pero también me quedé sentada y apoyé mi cabeza en su hombro mientras él leía.

—Siempre necesito leer un poco para poder dormirme —dijo y me tomó la mano mientras seguía leyendo.

La cama me parecía enorme a pesar de que éramos dos, me imaginé que si no estuviera con él, en esa cama me sentiría muy sola. Y como un pensamiento lleva a otro...

—¿Cuántas habrán dormido en esta cama? —solté sin más.

—Ninguna —dijo sin inmutarse ni apartarse de la lectura.

—Bueno... no habrán dormido, pero habrán hecho otras cosas —parecía estar celosa de que Jin haya estado con otras mujeres, no podía evitar pensar en eso, y en vez de quedarme callada abrí mi bocota.

Bajó el libro un poco para mirarme, calculo que le debe haber sorprendido mi planteo.

—Nunca traje a ninguna, eres la primera enentrar en mi habitación, así que nadie más estuvo en esta cama tampoco —me lodijo serio, pero sin darle importancia al asunto, y retomó la lectura; pero paramí sí era importante lo que me estaba diciendo. 

En ese momento solo pensaba que quería casarme con él y darle al menos tres hijos.

Corrí un poco las frazadas para liberarme y me senté a horcajadas sobre sus piernas, casi sobre sus rodillas, para no quedar muy cerca de su torso y poder mirarlo a la cara. Me miró sorprendido bajando el libro nuevamente.

—¿Por qué? —pregunté.

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué nunca trajiste a alguien?

—Porque no, no me gusta traer mujeres a mi casa, ninguna me pareció la indicada —o sea que creía que yo sí lo era. Me encantó saber que él opinaba así.

Ya en ese momento quería cinco hijos en vez de tres.

Tomé su rostro con ambas manos y le di un beso suave y largo. Me miró y volvió a cerrar sus ojos y entreabrió sus labios como pidiendo más; volví a besarlo, pero esta vez con más intensidad, jugando con nuestras lenguas de manera profunda.

Siento como el calor sube a mis mejillas y también veo la pálida piel de Jin sonrojada.

Él tenía sus manos a los costados de su cuerpo, había dejado el libro, tenía las manos apoyadas en la cama, solo se dejaba besar.

Mordí suave su labio inferior y me separé apenas para mirarlo, y él dejó escapar un leve gruñido.

—Yo prometí no tocarte, pero me lo estás poniendo muy difícil en este momento —dijo quejándose de una forma casi infantil.

Reí divertida, y rodeé su cuello con mis brazos para decirle al oído casi en susurros:

—Te libero de tu promesa.

Puso sus manos en mi cadera y me atrajo hacia él, y pude sentir que estaba excitado.

Colocó una mano en mi nuca y me besó de forma apasionada, con la otra me acariciaba y mi cuerpo se rendía ante su contacto.

Acarició mis muslos, subió suave por la cintura hasta llegar a mi pecho, lo apretó suave, y jugó con el pezón.

Se me escapó un jadeo, que le indicaba que me gustaba lo que estaba haciendo. Me quitó la remera con prisa y bajó dejando besos húmedos y algunos mordiscos desde mi cuello hasta mis pechos, mientras con habilidad se deshizo de mi sujetador.

Desabroché la camisa del pijama y se la saqué, mientras recorría con besos sus fuertes hombros y su largo cuello. Pude sentir como se aceleraba cada vez más su respiración.

—Odiaría hacerlo... porque te deseo desde mucho antes de lo que te imaginas, pero... si no estás segura todavía... podemos detenernos —me dijo hablando pausado, casi con dificultad.

—Por favor no, no te detengas —rogué pegada a sus labios.

Me tomó fuerte de la cintura, haciéndome girar, dejándome de espaldas en la cama, quedando él encima y entre mis piernas.

Sin dejar de besarme, se deshizo de la poca ropa que le quedaba y me quitó la única prenda que me quedaba a mí.

Mi respiración se detuvo por unos segundos y todo mi cuerpo se estremeció anticipando lo que venía.

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