¿Y nuestro final feliz?

By DianaL18V

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Phoebe es nueva en la ciudad y todos sabemos lo que eso significa, conocer personas nuevas, nueva escuela, am... More

ADVERTENCIA.
Prólogo.
Capítulo 1: Solo estoy buscando.
Capítulo 2: Pero a tu lado...
Capítulo 3: No puedo concentrarme ahora.
Capítulo 4: ¿Que te diste por vencido o que continuaste?
Capítulo 5: Quiero estar allí contigo.
Capítulo 6: Sería un líder valiente.
Capítulo 7: Saborear tus palabras, nunca las desperdiciaría.
Capítulo 8: Me gusto más cuando estoy contigo
Capítulo 9: Podría abrazarte por un millón de años.
Capítulo 10: Hay tanto que no podemos explicar.
Capítulo 11: Estoy viendote a los ojos.
Capítulo 12: Cruzar esa línea.
Capítulo 13: ¿Te parece bien si estás en mi cabeza?
Capítulo 14: Estoy cayendo otra vez.
Capítulo 15: Me marcho cuando las cosas están bien.
Capítulo 16: Sigo varado esperando a que ella diga algo.
Capítulo 17: ¿Cómo es que nos alejamos tanto de donde lo dejamos ayer?
Capítulo 18: Estoy aquí, sola, dentro de este hogar roto.
Capítulo 19: El mundo está durmiendo y estoy despierto contigo.
Capítulo 20: Sabiendo que nos tenemos el uno al otro.
Capítulo 21: Ahora te abrazaré.
Capítulo 22: Quizás esta vez, dos errores hagan un acierto.
Capítulo 23: Tal vez siempre estuvimos destinados a conocernos.
Capítulo 24: Solo para tus ojos te enseñaré mi corazón.
Capítulo 25: El primero en tomar un camino como este.
Capítulo 26: Eres tú, cariño.
Capítulo 27: ¿Cómo pude vivir antes?
Capítulo 28: ¿Tuviste suficiente amor?
Capítulo 29: ¿Puedes oír cuando te llamo?
Capítulo 30: No quiero perder la cordura.
Capítulo 31: Hasta que ya no hubo nada.
Capítulo 32: ¿Qué demonios se supone que debo hacer?
Capítulo 33: Está en el pasado esta noche.
Capítulo 35: Por favor no me dejes.
Capítulo 36: Esta vez será para siempre.
Capítulo 37: Sigo siendo tu chico (FINAL).
Epílogo.
Extra: Demasiado drogada como para levantarme.
Extra: Te he amado.
Extra: Cantaría una canción solo nuestra, pero se las he cantado a otro corazón.

Capítulo 34: No puedo salvarnos.

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By DianaL18V

Narrador omnisciente.

El silencio se hizo por unos eternos segundos en el rancho.

Holden sintió una inmensa decepción y tristeza. El hombre al que él consideraba su padre, asesinó y violó a su novia.

Fue como si el único lazo que lo mantenía con vida se hubiera roto. Ya no le quedaba nada.

Pero, sobre todo, el sentimiento de culpa lo invadió por dentro, pues fue él quien presentó a Phoebe con Tayler.

Sophie reacciono antes que todos, estaba terriblemente cansada, pero se puso de pie para acercarse a Liam.

—Suéltalo. Mi papá no hizo ninguna de esas cosas.—exigió, ganándose una mirada de compasión por parte del policía.

—En realidad, hija, deberías callarte y estar agradecida. De no haber sido ella, hubieras sido tú.—rio Tayler avanzando hacia la puerta con alegría.

Ava vio como su mundo se vino abajo. Corrió desesperada para alcanzarlos con su madre y su suegro detrás porque eso era un error. Tenía que ser un error. Su esposo, con quien tenía una hija y quien la había ayudado a salir de la depresión que dejo la muerte de su primer amor y criar a su hijo, no podía haberle causado tanto daño a una joven.

Ella todavía no sabía que en realidad Phoebe había sido la última, no la primera.

—Tayler —le llamo deteniéndose frente a él, quien quito su sonrisa burlona en menos de un segundo al estar viéndola a ella—, dime que es mentira, tú no eres un asesino... ¡Dímelo, Tayler!

Sintió como su corazón se encogía y rompió en llanto cuando él asintió, ¿Con quién había vivido todos estos años?

—Lo hice por nuestra felicidad, Ava. Por tu felicidad.

De alguna manera, eso fue suficiente para hacer que Holden saliera de su impacto.

Se apresuró hacia donde estaba Tayler, justo a un lado de la patrulla, para lanzarse sobre él y tirarlo al piso. Él ya no era el chico fuerte de hace un mes, pero el coraje hizo que pudiera con eso.

Liam habría podido detenerlo sin ningún problema, no obstante, quería ver que alguien le hiciera pagar las atrocidades que cometió.

Holden quedo encima de Tayler, quien no podía defenderse por traer las esposas puestas, y le soltó el primero de muchos puñetazos en la cara, que provoco rápidamente una herida.

—¡¿CÓMO CARAJOS PUDISTE?! —pidió entre sollozos sin dejar de golpear el rostro de su padrastro—. ¡YO LA AMO! ¡LA VIOLASTE, HIJO DE PUTA!

La furia había consumido por completo el alma de Holden, no podía parar de asentar golpe tras golpe que le arrebataban a Tayler gemidos y jadeos de dolor. Quería verlo muerto... No. Quería matarlo él mismo.

Sanders sabía que debía intervenir, sin embargo, empezó a movilizarse tras el tercer golpe.

Era consciente de que Tayler sería golpeado mil veces más en la cárcel, pero él no podría presenciar eso.

Además, sin saberlo, lo que Holden estaba haciendo vendría muy bien a su defensa. Pues uno de los policías que acompañaba a Sanders estaba en realidad analizando cada movimiento corporal de Holden y grabándolo para poder descartarlo como posible cómplice.

Sanders llamo a Liam con la mano para que se acercara a dónde él se encontraba. Los demás oficiales no intervenían porque todos detestaban en la misma medida a Tayler.

—¿Qué necesita, señor?—inquirió Liam tras acercarse con toda la calma del mundo hasta donde se encontraba su supervisor.

—Deberías separarlos.

—Sí, señor. ¿Justo ahora?

Sanders lo pensó por unos segundos, mientras se escuchaban de fondo los sollozos de la familia y los reclamos adoloridos y furiosos de Holden.

—Sí, ¿por qué no?

—¿Debería usar mi arma o algo?

Liam no la usaría ni aunque se lo ordenaran si era para herir a Holden, solo deseaba que alcanzara a darle por lo menos un golpe más.

—No... Creo que puedes encargarte tú solo.

—¿Es una orden, señor?

—Sí.

—De acuerdo.

Podía levantarlo sin ayuda, pero llamo a dos de sus compañeros y apartaron a Holden en medio de patadas, reclamos e insultos.

Holden sintió una terrible derrota en su cuerpo. A pesar de lo que todos creían, él no se había ido a hacer los estudios para confirmar el estado de su corazón, tampoco se tomaba los antidepresivos ni hacía nada para contrarrestar la anemia que cada vez era más grave.

Estaba derrotado y se suicidaba de una manera lenta, sin siquiera ser del todo consciente de ello.

Levantaron bruscamente a Tayler del piso, se dobló sobre sí mismo al sentir el dolor agudo en su cuerpo. Tenía sangre escurriéndole por todo el rostro y no podía abrir el ojo. Además de un fuerte dolor en la entrepierna por la patada con la que Holden se despidió.

Sanders decidió apresurar todo, los policías se subieron a las camionetas en las que llegaron, dejando a una familia, que en cierto momento se sintió perfecta, totalmente desolada y desorientada.

-------------

El detective Sanders no era precisamente reconocido por ser una persona paciente.Sabía que, sin importar nada, tenía suficientes evidencias para hundir a Tayler en la cárcel con las pruebas de su autopsia y el ADN que se encontró en una parte muy oculta del bosque. Pero su confesión podría ahorrarles un largo y desgastante juicio.

Se reacomodó en la silla, observando al hombre golpeado frente a él y se preguntó: ¿Por qué existen esta clase de escorias en la sociedad?

—Tiene que hablar, señor Fisher.

—Está intimidando a mi cliente.—intervino con nerviosismo el abogado de oficio de Tayler.

Era un joven recién egresado que estaba aterrado por su primer caso.

—Estoy investigando.

—Ya le dije, detective, que solo hablaré cuando Holden este presente. Tráigalo a esta habitación y no podrá ni callarme.

Sanders suspiró con cansancio mientras se acercaba a Liam, quien custodiaba todo desde afuera de la habitación.

Sentía un cariño por ese chico, enterarse de la historia de su violación hizo que un instinto de padre sobre protector orgulloso se desarrollara hacia él. Hasta le dolía pensar que el oficial solo se quedaría hasta terminar el curso escolar actual, a menos que la investigación de Phoebe se alargara y todo parecía indicar que estaban cerca del final.

—Wright, lleva a Gates a la sala de interrogatorios dos, rápido.

Liam asintió dirigiéndose a recepción, donde Holden, su familia, Maddie y los padres de Phoebe esperaban desde hace un buen rato.

Holden se puso de pie en cuanto lo vio, trayendo un mareo que lo desestabilizo por unos segundos. Tenía hielo en la mano, pues sus nudillos habían sangrado. Además de un moretón formándose en su pómulo derecho.

—Holden Gates, el detective Sanders requiere hablar contigo. No es un interrogatorio oficial, por lo que no tendrás presciencia de un abogado a menos que quieras solicitar uno.

Holden solo quería que todo terminara. Asintió y lo siguió por donde le indicaban.

—¿Qué te pasó en la cara?

—Peter me golpeó porque dice que la muerte de Phoebe es mi culpa por haberla llevado a mi casa... Tiene razón.

No le creyó a Liam cuando le dijo que eso no era verdad. 

Tras una breve conversación con el detective, se colocó del otro lado de la ventana unidireccional. No era lo que Tayler había pedido, pero se conformó.

—Ahora sí, señor, ¿Va a decirnos lo que pasó con Phoebe Blanchard?

—Sí. Pero voy a contarles una historia primero.—sonrió.

El cuerpo de Holden no paraba de temblar, sentía un dolor inmenso e incluso ganas de vomitar otra vez.

La persona a quien consideraba su padre, violó y asesinó a su novia.

 En su cabeza, se repetía a sí mismo una y otra vez que era porque él se la había presentado.

—Dos chicos eran mejores amigos de toda la vida, uno de ellos sentía que lo tenía todo al estar con él. No hablo de una manera romántica, sino como almas gemelas. Las chicas nunca habían sido un problema, ambos tenían gustos diferentes en putas.—contó Tayler con calma.

—No entiendo que tiene que ver eso con la muerte de Phoebe Blanchard.

—Si se calla lo hará. Uno de ellos conoció a una mujer preciosa, la mujer de su vida. La siguió por meses sin atreverse a pedirle su número siquiera, solo viéndola. Su amigo era más atractivo, así que no le contó nada.

Holden se dio cuenta de que hablaba de sus padres, pero no entendía qué mierdas tenían que ver ellos con lo que le hizo a Phoebe.

—Un día, el amigo del chico enamorado llego a decirle que había tenido sexo con una desconocida y que ahora ella estaba embarazada. Él estaba asustado, pero entusiasmado porque siempre había querido ser padre —ríe acomodándose en la silla—. Si su cerebro no es tan lento como sus investigaciones, ya debe de suponer que esa mujer embarazada es la misma que el otro llevaba más de un año siguiendo y que yo soy el amigo traicionado.

- - La madre de Holden se embarazó de mi mejor amigo y comenzaron a vivir un asqueroso romance cliché en el que incluso se casaron. Yo no dije nada, me dediqué a sonreírles. Ese maldito bebé vino a arruinar mis planes, mi vida —su voz comienza a subir el volumen—. ¡Tu maldito padre me robo a la mujer de mi vida, Holden!

Miró, de alguna manera, los ojos de Holden al decirlo.

Nadie podía creer que sintiera tanto odio hacia él.

—Abogado, ¿cuánto tiempo pasaré en la cárcel por lo que le hice a la pelirroja?—dice sonriente al sujeto sentado a su lado.

—No debería...

—Te hice una pregunta, no te pedí opiniones.—lo corta enseguida.

—Al menos treinta años, eso si tiene suerte.—se adelanta Sanders.

Levantó sus asquerosos dedos haciendo cuentas y luego solo encogió los hombros.

Cada vez que Holden lo veía, se imaginaba el dolor que Phoebe debió pasar al ser violada. 

Cuando ellos tenían sexo, Holden siempre se preocupaba por hacerla sentir bien, que lo disfrutara tanto como él y, como fue la primera persona con quien tuvo relaciones sexuales, que descubriera su cuerpo, lo que le gustaba y lo que no.

Y luego viene ese idiota de mierda a violarla.

—Igual ya no salgo —murmuro regresando la vista al detective—. Me llenaba de celos cada que veía en su estómago el hijo del idiota de mi mejor amigo y no el mío. Él la besaba cuando ese era mi trabajo. Así que, cuando estaba en lo alto de una construcción, me acerque y le di un empujón —regresa de nuevo su vista a Holden—. Así es, hijo, tu papi no se murió. Yo lo mate.

El cuerpo de Holden falló por completo. Liam lo sostuvo desde atrás para que no cayera al piso y le pidió a alguien que le traiga una silla obteniendola enseguida.

—Mató a mi papá.—masculló entre lágrimas.

—Holden, si quieres dejar de escuchar esto, puedo sacarte de aquí —ofreció arrodillado a lado de la silla—. Él no se dará cuenta y seguirá declarando.

Quería decir que sí, ya no volver a verle la cara ni escuchar nada.

Pero necesitaba seguir escuchando, como si de un acto masoquista se tratara.

Negó volviendo a ver la sala de interrogaciones.

—Tras casarme con mi bella esposa, no encontraba la manera de deshacerme del niño. No era mío y no quería que lo fuera, pero ella se aferraba a él como si lo quisiera más que a mí —bufa—. Intente muchas cosas, al principio era para matarlo, pero luego solo lo hacía por el placer de verlo llorar: le daba víboras para que lo mordieran, escondía animales entre su ropa, lo ponía a montar el caballo agresivo, incendie el sótano a lado de su habitación, fingía ser el monstruo en su armario, maté a su conejo para luego inculpar a su mejor amigo, le pague a su exnovia con drogas para que le fuera infiel —suelta una ruidosa carcajada—. Era divertido, pero extrañaba la adrenalina que tuve al matar a mi mejor amigo.

- - Maté a unas cuantas chicas más aparte de Phoebe... Estoy de buen humor así que te diré los nombres, anotalos para que no lo olvides: Sarah O'Connor, Elizabeth Torrez y Sierra Jones... Eres tan malo en tu trabajo que solo me descubriste cuando yo lo quise así. Deje que me atraparas porque sé que a Holden le dolerá aún más saber que a quien llamaba papá lo hizo todo.

Toda persona que estuviera escuchando tales declaraciones, sentía coraje y ganas de asesinar a Tayler. 

—¿Dónde están esos cuerpos?—pregunto el detective.

—Nah, muy tarde. Mis cerdos se las comieron enteras —rodó los ojos—. El caso es que, aunque aparté a Holden de mí al enviarlo a Portland, seguía yendo a fastidiarme la existencia. Busque el punto que más le doliera para herirlo. En un inicio era su hermana, me di cuenta de que no sentía nada diferente al pensar en follármela a ella o a cualquier desconocida... Pero le dio cáncer —suspira con tristeza—. Se terminaría muriendo de todos modos y así yo no le provocaría dolor a Holden.

Sanders ya no quería escuchar más, con eso lo encarcelarían de por vida, pero su trabajo consistía en dejarlo terminar.

—Hasta me planteé perdonarlo por arruinarme mi perfecta historia de amor con su madre. Pero entonces Ava me quitó la herencia que yo me gané para dársela a la pelirroja y él me quito un terreno para irse a estudiar también con la pelirroja —su voz sube de tono—. ¡Así que la mate para ya no lidiar con el idiota de mi hijastro enamorado y recuperar la herencia que la zorra me arebató!

Holden no pudo resistirse más, con la vista totalmente empañada, abrió la puerta que los separaba y Liam no fue lo suficientemente rápido para detenerlo cuando se abalanzó sobre Tayler para darle algunos cuantos golpes más.

Ahora había cámaras vigilándolos, así que entre Sanders y Liam se apresuraron a quitárselo de encima.

—¡¿POR QUÉ NO ME MATASTE A MÍ! —chillo Holden sin dejar de removerse entre los brazos de Liam— ¡Si lo que querías era mi herencia, dañarme y hacerme sufrir! ¡¿POR QUÉ MIERDAS NO ME ASESINASTE A MÍ?!

Sin dudarlo, él hubiera preferido eso.

Tayler soltó una risa burlona, nadie jamás lo había visto tan feliz.

—Porque el mayor sufrimiento de una persona no está en las experiencias que viva por su cuenta, sino en las que viven sus seres queridos, ya que el dolor e impotencia de verlos volverse locos, morirse, o cualquier otra cosa, siempre termina por romper el alma —sonrió de una manera que aumentó el llanto de Holden—. Cómo yo lo hice con la tuya.

—Sácalo de aquí, Wright.—ordenó Sanders con firmeza.

Liam hizo lo propio por retirarlo, pero, a pesar de que fuerza no le faltaba, Holden ya se había desvanecido por completo.

Su corazón se había roto otra vez.

-------------

Holden.

Sé que si mi familia no estuviera sumergida en la desesperación y tristeza de haber encarcelado al imbécil de Tayler, ya me hubieran regañado.

Intento comer, pero voy de a poco. La cosa es que no tengo miedo a engordar o algo como eso, soy honesto al decir que sencillamente no puedo comer.

Ahora tengo medicamento para controlar el ritmo de mi corazón, mi abuelo solo sale de su habitación para supervisar que esas sí me las tome, luego vuelve a encerrarse para culparse por no haber sabido educar a Tayler.

No es su culpa, pero por más que se lo decimos todos, incluso mi abuela, no lo entiende.

Mis antidepresivos siguen intactos, el psicólogo dijo que tengo una depresión muy severa e incluso recomendó internarme en una clínica, pero me negué y mi madre está sumergida en lo propio como para preocuparse por mí.

Creo que la depresión es una de las cosas que solo lo entiendes hasta que lo vives, porque puedes llegar a ser empático o comprensible, pero en realidad no puedes ponerte verdaderamente en los zapatos de quien lo está viviendo, especialmente porque esa persona tampoco está segura de que sucede.

Yo solía creer que la depresión era solo tener muchas ganas de llorar todo el tiempo hasta que Phoebe intentó explicármelo.

Tener depresión no es solo un poco de tristeza, no es algo que vaya a solucionar un abrazo, un echale ganas, o un pensamiento positivo.

Porque sencillamente no puedes tener pensamientos positivos.

Porque a la más mínima voz alentadora que suene en tu cerebro, mil voces crudas se encargarán de callarlo.

Y es imposible no preguntarte, ¿Cómo me paso a mí?

La depresión, de alguna manera, se encarga de robar partes de ti, partes que solías amar y que ahora ya no volverás a ver.

Y lo hace de una manera tan lenta y sigilosa, que no te das cuenta hasta que no puedes sentir.

Sentir esperanza.

Confianza.

Seguridad

Paz.

Alegría

Pero lo que dejas de sentir son las cosas que antes te hacían feliz, porque se las ingenia para hacerte sentir muchas otras cosas que antes no estaban.

Como la culpa, coraje, frustración, y desesperanza.

Así que no, la depresión no es solo estar triste todo el día, es tener esta maldita incapacidad de sentir todo y nada a la vez.

Hay un peso extra en mi cama, estoy por bufar y correr a quien sea que se adentrara a mi habitación cuando me doy cuenta de que es Sophie.

Una inmensa pena por ella me embarga. Su papá le dijo que quería violarla y asesinarla. Eso no se supera nunca.

—Hey, Willy.—dice quitándose el gorro.

Mi madre intenta hacernos creer a todos que no pasó nada, que no le duele saber quien mató a mi padre o como era la persona con quien se casó, así que sigue una rutina. Llevar a Sophie a sus consultas y mantener el rancho de pie es lo que hace todo el día.

—Sophie.

Ambos estamos sufriendo demasiado. Me doy la vuelta para no darle la espalda y solo nos quedamos en silencio con la vista al frente.

—Estamos en verdad jodidos, ¿cierto?

Me gustaría decirle que no piense de ese modo, que debe tener esperanza, pero yo mismo no la tengo.

—Sí.

—¿Crees que alguna vez esto termine de doler?

No, sé que viviré lo que me reste de vida sintiéndome de esta manera porque tendré que vivir sin la chica que amo.

—Sí.—me obligo a responderle para que ella no pierda la esperanza.

Entonces recarga la cabeza en mi hombro y ambos nos soltamos a llorar.

-----------

Madison había ido a verme un par de veces a la granja, llorábamos juntos y luego intentaba darme noticias de aquí.

Pintaba todo tan bonito que creí que así estaba.

Faltan solo un par de días para la graduación, así que ya fui a recoger mis cosas al departamento que compartía con Justin. Afortunadamente, él estaba en clases porque no quiero ver a nadie, solo vine porque mi madre me obligó.

Pero lo que no esperaba es seguir viendo su foto pegada en todas las paredes de la ciudad. Ella ya no está, pero mire por donde mire, su esencia sigue ahí.

En cada lugar que ella y yo visitamos, puedo ver la sombra de lo que fuimos. 

He llorado mucho hoy y mi madre no para de disculparse por obligarme a venir.

Siento deseo de ir a ver a April para recoger a Pollito porque al final del día es mío y para cumplir mi promesa con Phoebe. Sin embargo, a pesar de que ella intervino cuando Peter me lanzo un puñetazo, no creo ser bienvenido a su casa.

Y sé que me merecía el puñetazo. Me merezco muchas cosas peores por haber llevado a mi dulce Phoebe a su muerte.

Quizá merezca la propia.

Si no es así, al menos la deseo.

---------------

Ya no puedo más.

Sencillamente, ya lo di todo.

Recorro con la vista una última vez mi granja, en la que le pedí a Phoebe que fuera mi novia, donde nos conocimos aún más. Siento un nudo en mi estómago, pero, curiosamente, no tengo miedo. 

Bajo del cerro donde conseguimos señal para ir directo a mi casa. Por lo general todos están en sus cuartos, encerrados, así que nadie me ve pasar con la botella de whisky por la mitad.

Me paseo por toda la casa sin dejar de llorar ni de beber, despidiéndome de cada recuerdo que me dejo Phoebe aquí.

Como la sala donde dormimos juntos por primera vez. Estaba nervioso y creí que ella también, pero cayó rendida en menos de dos minutos. Después empezó a hablar dormida sobre unas aves que comían tierra. También pensé que al despertar estaríamos sorprendentemente abrazados, pero en su lugar tenía los pies helados de ella en mi cara, aunque no se lo dije para no incomodarla, además de que me hizo reír mucho.

Subo a mi habitación y me siento en el suelo para sacar nuestra caja.

Me permito repasar por última vez cada detalle, son bastantes: La primera nota que intercambiamos en clase. La sudadera que ya no huele a ella, pero que me dio a guardar la primera vez que fue a verme jugar. Todos los boletos de las veces que fuimos al cine. El dibujo en el que retrató todos los verdes de mis ojos. La nota en que dice que no quiere ser solo mi amiga. El dibujo con el que me pidió ir al baile... Hay miles de detalles más y los veo uno por uno sin dejar la botella por mucho rato y sin parar de llorar.

El primer dibujo sigue enmarcado en mi pared.

Encima de todas las cosas, está el anillo de promesa que jamás pude darle.

Lo tomo entre mis dados y me tiro en posición fetal en el piso de mi habitación.

—Lo lamento, Pheebs... Debí decirte cuanto te amo y protegerte... Lo siento, lo siento...—sollozo por un buen rato.

También escucho por milésima vez la única nota de voz que tengo de ella, solo para poder recordar su voz porque comienzo a olvidar como era:

"—Granjerito, ¿asustarme con eso? Por favor —bufa—. Si esperabas que eso me hiciera alejarme de ti, no podías estar más equivocado... Yo pensé lo mismo cuando me vi en el espejo. Me visualicé con exactamente este vestido, tomada del brazo de Peter y caminando por un pasillo lleno de pétalos blancos. Todo hermosamente mágico y especial. Sobre todo porque tus preciosos ojos verdes me estarían esperando al otro lado del altar. Sé que somos jóvenes, que si alguien nos escucha hablar sobre esto creerán que no sabemos nada de la vida, pero yo que he vivido más cosas que una persona de cuarenta años, puedo asegurarte que sé lo que quiero en mi futuro. Y se resume a una sencilla palabra: Tú."

Tú también eras todo mi futuro, Abú.—susurro en mis adentros.

Al final no suelto el anillo, solo me pongo de pie y arranco una hoja de mi cuaderno para escribir mi nota de suicidio:

"Esto sí es lo que creen.

Lo lamento mucho, persona que la hayas encontrado. Lo lamento aún más, persona que encontró mi cadáver...

Pero esto es todo para mí... Ya no puedo.

Espero que algún día puedan perdonarme, no quiero herirlos, es solo que no sé como continuar sabiéndo todo el daño que Tayler provocó por mi culpa, y sobre todo, sin Phoebe.

Quizá si ella se hubiera muerto de otra manera, como por una enfermedad o porque no se puso el cinturón de seguridad, me dolería menos. Pero me mata saber que ella no está porque le presenté a mi padrastro.

Porque la amo.

Tayler dijo que la mató porque yo la amo, y me asesinó a mí también con ella.

Siento que ya no queda nada bueno en mí.

¿Alguna vez hubo algo bueno en mí?

He escuchado que todos tenemos una clase de misión en esta vida, que estamos aquí para algo, pero yo no veo cómo podría ser útil siendo el desastre que soy.

¿Y si solo me rindo?

No soy lo suficiente bueno para nadie.

Siento que cada día me quita un pedazo de mi, y ojalá fueran la gran parte asquerosa de mi personalidad, pero no, solo...

Me quita esperanza.

Me quita ganas.

Me quita fuerza.

Me quita vida

Y yo ya no puedo resistir una perdida más.

No tengo herencia y no voy a esperar a tramitar una, así que solo hagan esto: Entierren el anillo que estará en mi dedo conmigo y también la caja que está debajo de mi cama. Alguien rompa mi guitarra con la que le dedique más de una canción a Phoebe. Sophie se queda con el 45% del dinero de lo que había obtenido para la universidad, Madison 35%, Pollito 10% y Gus Gus 10%. La primera parte de mis terrenos es para Malcom, el resto para mi mamá. Con el dinero en mi cartera le compran un televisor a cada uno de los abuelos para que dejen de pelearse. Justin es rico, pero denle mi camioneta.

Eso es todo... Por fin es todo...  Los amo y perdónenme por haber causado tanto daño."

Al terminar de escribir, mi mano duele, pero de alguna manera siento un poco de la paz que no había podido sentir en todo este tiempo. No es mucho ni sirve para calmar todo lo demás, lo que me está consumiendo, aunque es algo.

Acomodo la nota en mi mesa, de manera que esté visible para la primera persona que entre.

Doy un trago más a la botella, deseando que se termine pronto y a la vez que no se termine nunca. Odio el sabor al whisky, pero me gusta como me hace sentir, mejor dicho, como me ayuda a dejar de sentir tanto.

Me siento en el borde de la cama y enciendo una última vez mi celular, viendo que no revisé mis notificaciones hace un rato. Todos están publicando fotos de la graduación, ni siquiera recordaba que era hoy, no es que me importe mucho, la verdad.

Tal vez, en otra vida, yo pude haber estado en esas fotos, sonriendo con honestidad y en verdad feliz de haberme graduado.

Vistiendo un incómodo esmoquin, con Phoebe llevando un vestido azul que la haría lucir preciosa como cada cosa que usaba solo por el hecho de estar puesto en ella.

Eso es todo lo que me queda ahora, imaginar otras vidas en las que no vivimos en esta maldita realidad.

Además de todos los ya acostumbrados mensajes de odio por los que creen que fui cómplice de Tayler, reclamo de los que dicen que no hice suficiente, o compasión de quienes entienden lo que pasó, tengo uno de mi mejor amiga, es de hace un par de horas y me encargo de abrirlo.

Madison: Esto es una completa mierda.

Sonrío a medias y no le respondo, no es que vaya a molestarse por ello.

Salgo de mi habitación con la botella casi vacía en la mano. Este lugar, que un día fue tan alegre para mí, hoy está en absoluto silencio. Es uno de esos silencios que en lugar de darte calma, te genera cierta ansiedad y temor.

Esto es suficiente, ya lo es. Sin darle más vueltas al asunto, me dirijo al estudio donde sé que se encuentra.

Escondida, bajo un trozo de piso suelto, está la pistola. No pesa mucho, se siente algo ligera.

No quiero que alguien esté en su propia casa viendo el lugar en el que morí, así que me bebo lo que resta de mi botella, la dejo en el escritorio y tras asegurarme de que la pistola está cargada, salgo al granero.

Un tiempo, cuando era inocente y tenía menos de diez... Un tiempo que ahora me parece totalmente desconocido, creía que las personas que tomaban estas decisiones eran algo débiles, pensaba que no aguantaban lo suficiente o que no se ponían a pensar las cosas desde una perspectiva más grande.

Desde hace mucho ya no lo veo así, porque siento que el suicidarme será la cosa más valiente que he hecho, porque incluso si me aterra más seguir con vida que morir, seguir sintiendo y viviendo todo esto, me estoy dando el descanso que quiero, que necesito... Quizá ahora logre sentirme en paz.

Porque la paz es algo tan subestimado e infravalorado. La paz es simplemente una certeza de que, incluso cuando las cosas se pongan feas, al final todo estará bien.

Pero yo ya nunca tendré un final feliz, no lo quiero y no lo merezco.

No así.

Ya he aguantado demasiado y aunque lo desee, soy incapaz de tener otra perspectiva a mis problemas, a mi vida.

No me di cuenta de cuando llegue hasta este sitio ni de cuando comencé a llorar. Me acuclillo y abrazo mis rodillas entre sollozos por un rato en el que me doy valor, antes de irme a donde está vacío.

—Adiós.—susurro a la nada. 

Con la mano temblorosa y lágrimas escurriendo por mis mejillas, me llevo la pistola a la sien.

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