Contra Corriente

By esmoisesarias

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¿Qué esconde un amor imposible? Dicen que lo inalcanzable suele ser atractivo para todos. Ir contra corriente... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Dedicatoria
Agradecimientos
Capítulo extra

Capítulo 11

219 30 12
By esmoisesarias

El mensaje


Era momento de volver a casa. Yo no quería volver, pero mis dos amigas pensaban que era lo que debía hacer ahora, así que después de haberme negado rotundamente al menos unas cinco veces, Ariadna y Marian me hicieron subir al carro a regañadientes. Ariadna iba en el piloto, Marian en el copiloto y yo iba tirada en la parte de atrás del auto.

El ambiente era casi silencioso, siendo interrumpido por las chicas, que susurraban cosas que desde mi posición no alcanzaba a entender muy bien. Las ignoré por un rato, pero la curiosidad me ganó no me quedó de otra que enderezar mi columna para acercarme a ellas y tratar de comprender lo que estaban hablando.

-No será buena idea -susurró Ariadna, sin apartar su mirada de la carretera.

-¿Qué no es buena idea? -pregunté, y miré a Ari por el retrovisor.

-Que... Ehmm... ¿Qué? ¿De qué hablas? -sus palabras entrecortadas me daban a entender que estaba nerviosa.

-Se suponía que estabas durmiendo -soltó Marian.

-Se suponía... -hablé con ironía-. Esperen,¿a dónde vamos? -miré extrañada por las ventanas, sin poder reconocer el lugar por donde el auto andaba.

-Solo disfruta el viaje -Marian se giró para sonreírme de manera extraña.

-¡Ariadna! ¿A dónde me llevan? -golpeé su asiento con mi mano.

-Nada de esto es mi idea -miró directo a los ojos de Marian.

-¿Qué locura tienes en esa cabeza? -penetré los ojos de Mariancon mi mirada-Esa salida a la disco, no fue la mejor. Resulté en la casa de un extraño, en su cama y usando su camiseta. ¿Ahora a dónde me llevas? -comenzaba a alterarme.

Marian no respondió a ninguna de las preguntas que continué haciendo, simplemente se acomodó en su asiento de cuero negro, llevó su mirada a la hermosa panorámica que se dibujaba en el parabrisas, subió el volumen del mp3 conectado al radio del auto y me ignoró.

Me crucé de brazos y renegué un poco, ya que ninguna de las dos quería decirme a dónde íbamos ¿Qué podía pasar si me decían, me lanzaría del auto o qué? Claro que no, ya estaba en movimiento y sería inútil que me lanzara a la carretera, prefiero un amargo momento a estar bajo tierra.

Simplemente me tiré de nuevo en el asiento. La radio comenzó a reproducir "Sexy Bitch". Me dejé llevar por la melodía que inundaba mis oídos, comencé a llevar el ritmo con mi pie derecho. Marian se giró, y al verme soltó una risita y negó con la cabeza.

-¡Sabía que esto te prendería de inmediato! -dio dos aplausos mientas sacudía su cabellera.

-¿Me dirán a dónde vamos?

-No. Tírate en el asiento y deja que este par de amigas arreglen todo -dijo Marian y siguió con su movimiento de cabello.

(...)

El auto comenzaba a detenerse. Acomodé mi cabello, retomé mi posición erguida, y me acomodé la camisa que traía de Marian. Al sentarme, observé que avanzábamos por un camino de tierra con campos verdes a ambos lados. A nuestras espaldas, un hombre cerraba una gran reja negra, que hacía de puerta.

Luego de unos cuantos metros, nos detuvimos frente a una gran casa.

-¿Llegamos? -pregunté a Ariadna.

-Así es, un lindo fin de semana nos espera.

«¿Un fin de semana?»pregunté para mis adentros.

Bajé del auto y lo rodeé hasta llegar al lado de Ariadna, quien ya estaba de pie junto a la puerta del piloto. Segundos después llegó Marian.

-Vamos chicas, alégrense -nos di una par de cosquillas en el abdomen. De pronto, mi mirada se posó en una piscina en medio de los prados verdes-¡No tengo traje de baño!

-Tranquila, Ariadna y yo organizamos todo para ti, ¿verdad, Ari? -Marian miró a los ojos a Ariadna pero de inmediato llevó de nuevo la vista al frente.

-¡Sí, claro! -pronunció Ariadna, un poco insegura.

-¿De quién es todo esto? -pregunté, avanzando unos cuantos pasos, examinando el lugar.

-¿Aaron se llama, no? -dijo Ari.

-¡Te dije que no dijeras nada! -Marian regañó a Ariadna, y se acercó a mí.

-¡Lo siento! -se disculpó Ariadna, caminando hasta nosotras.

-En fin, Aaron viene para aquí... -dijo Marian en voz baja.

Solo me bastó escuchar su nombre para ponerme nerviosa. Creía que, después de nuestro último incidente, no lo volvería a ver hasta después de un largo tiempo ¿Cómo hizo Marian para conseguir su número?

Como si estuviese leyendo mi mente, Marian sacó mi teléfono de su bolsillo y me lo pasó.

-Aquí tienes tu teléfono. Recuerda colocarle contraseña, para así no conseguir los números de tus amiguitos tan fácil -dijo, sonriendo picaronamente.

-Claro, ya lo suponía.

(...)

La casa era grande. La entrada era completamente de cristal, dejando la sala de estar expuesta a las miradas de los visitantes. Al entrar, el olor de la madera te invadía. Los sofás eran de piel, algo cafés, a juego con las sillas del desayunador, y las mesas eran madera negra. La sala de estar y la cocina estaban separadas únicamente por un video de color azul verdoso, que hacía cambiar los tonos de color de los accesorios de cocina. Al pie de las escaleras, unas puertas corredizas dejaban vista a la piscina, rodeada de flores y sillas de bronceo. Fuera se respiraba aire puro, y a lo lejos se divisaba un bosque de pinos.

La planta de arriba era únicamente un ancho pasillo, con habitaciones a ambos lados, y un balcón espacioso, con sillas, mesas y hamacas, sostenidas por palmeras.

Yo estaba sentada en una de las hamacas, balanceándome un poco. Disfrutaba de la hermosa vista que me regalaba el balcón. Intentaba sacar de mis pensamientos a Leandro pero me era imposible, era como una enfermedad sin cura. Por más que quisiera alejarlo de mis pensamientos no lo lograba. Recuerdo que una de las primeras veces que hablamos, me dijo "cuando me conozcas, te obsesionaras conmigo". Pensé que lo decía jugando pero resultó cierto.

Continué meciéndome, viendo el hermoso lugar. A lo lejos, entre los pinos, las aves volaban buscando sus hogares. Me levanté del lugar y caminé hasta el barandal que protegía de caer a la primera planta de la casa. Deslicé mi dedo índice por el grueso barandal de madera fina y reluciente, apoyé mis manos inclinándome de él. Mi vista se topó con la figura de Aaron en la primera planta del lugar, Ariadna y Marian estaba con él.

«Estas chicas están locas», pensé. Mis manos comenzaron a sudar.

Caminé hasta la habitación donde dormiría ese fin de semana, junto con Marian y Ariadna. Por lo menos en ese sentido se habían comportado un poco, no quería perder mi virginidad. ¡Mi virginidad! Recordé el incómodo momento donde estuve a punto de hacerle sexo oral a Aaron. Cerré la puerta y coloqué el seguro para sentirme un poco más segura, pues estaba claro que Aaron subiría para hablar conmigo.

No pasó mucho tiempo cuando escuché unos toques en la puerta. Rodé los ojos. No sabía qué hacer. Caminé hacia la cama, solté una bocanada de aire, soltando mis nervios, y estrellé mis manos contras mis piernas

-¿Elizabeth, estas ahí? -Aaron hablo desde el otro lado de la puerta.

Me senté, apoyé los codos sobre mis piernas y me cubrí el rostro con las manos. No me atrevía a verlo a los ojos. Comencé a hablar conmigo misma.

-Este chico quiere algo más conmigo y yo amo... Espera ¿qué vas a decir, Elizabeth? -me levanté de inmediato de aquella posición, personificando una discusión con mi interior- Ni se te ocurra decir eso. Es más, ni lo pienses -caminé hasta el baño de la habitación-. Él es un chico universitario -me observé en el espejo.

-Pero tu pronto lo serás -mi voz interior me alentaba a pensar que algo podría pasar.

-¡Ni lo creas! -la reprendí. Giré el grifo del lavabo y comencé a acumular agua entre mis manos

-Y sí...

-¡No! Rotundamente ¡NO! -estrellé rápidamente dos veces agua en mi rostro.

Me retiré de aquel cubículo del terror que me ayudó a crear futuros que no van a pasar. O bueno, yo me estaba dando la idea de que no pasarían. Busqué una camisa para cubrirme, me la puse sobre el traje de baño, caminé a la puerta, tomé la fría perilla entre mis manos, respiré profundo, abrí la puerta e inmediatamente dibujé una línea curva en mis labios.

-¿Te molesto? -ese chico solo pensaba en si me molesta, y yo pensando en otro al que ni siquiera le interesa molestarme.

-Para nada -sonreí débilmente-. Entra, solo estaba recostada en la cama. Me lavé el rostro, no quería que me vieras con la cara de dormida.

-Eres hermosa como sea -dijo Aaron, y me acarició la mejilla con su dedo pulgar-. ¿Olvidas que ya dormimos juntos y te vi despertar?

-Oh eso, claro, tenías que traerlo ahora a la conversación -agaché el rostro, sonrojada.

-Tranquila, eso solo lo sabemos tú y yo -dijo, mirando a los alrededores, revisando que nadie escuchará sus palabras- ¿Ya le has contado a tus amigas?

-No, ¿por qué? ¡¿Les contaste tú?!

-Claro que no -respondió, sonriendo-. Los caballeros no tenemos memoria -guiñó.

De inmediato, unas cuantas imágenes sobre la noche de la fiesta pasaron por mi mente. Sacudí mi cabeza para alejarlas. Aaron me observaba y el silencio se había vuelto incomodo. Estaba pensando qué decir cuando Aaron se envalentonó y habló primero.

-¿Por cierto, quién es la otra chica? La que no es Marian.

-Ah sí, ella es mi amiga de la infancia. Una larga historia de cómo di de nuevo con ella -acomodé mi cabello sobre mi pecho.

-Está bien, ya habrá tiempo para ello. ¿Vamos a la alberca?

-Lo dudo -bajé mi mirada a la camisa que traía puesta. Crucé mis manos sobre mi estómago-. Llevo puesto el traje de baño, pero moriré de pena al mostrar mi abdomen.

Aaron quitó mis manos de mi abdomen, tomó los bordes de mi playera y me la sacó por encima de la cabeza.

-Lo siento, vinimos a divertirnos.

(...)

Ya estaba usando el traje de baño de dos piezas, que Marian y Ari habían preparado para mí. Ajusté los nudos en mis caderas, asegurándolos para que no se aflojaran. No tenía un mal cuerpo, pero no estaba acostumbrada a exhibirlo; resultaba incómodo.

Caminé a la mesa de noche para tomar el bloqueador, para no dejar rastro del sol en mi piel luego de salir de la alberca. El teléfono de Marian estaba al lado del bloqueador. Habíamos prometido no usar teléfonos celulares este fin de semana, así que probablemente por eso estaba ahí.

Me dirige hasta la puerta que Ari había dejado entreabierta al salir. La cerré con mucha delicadeza, esperando no hacer ningún tipo de ruido, y dejé mis pies descalzos, para que las pantuflas no hicieran más ruido del que habían hecho. Regresé a la mesa de noche, tomé el teléfono de Marian, entré a mi red social y escribí los requisitos para que me mostrara mi perfil. La bandeja de mensajes mostraba una notificación. Me emocioné; podría ser de él.

Toqué la pantalla y un largo mensaje estaba escrito de su parte.

De: Leandro

Fecha: 1 abril 2005

Hora: 2:20 a.m.

Al ver la hora me sorprendí, ¿qué estaba pensando para escribirme a esa hora? ¿que le respondiera? No creo.

Alejé las cuestiones de mi mente y comencé a leer.

-Pequeña...





__________________________________________________________________

Luego de este suspenso en que quedó este capítulo, me quiero tomar el tiempo para escribirles esto a ustedes chicos, primeramente mil gracias por el apoyo que he recibido por parte de ustedes, ha sido gratificante. Segundo mil gracias a mi editora @YourDoom quien me ha apoyado el 100% ... 50% de los creditos tambien son para ella... Quiero que lleguen nuevos lectores, quiero que por favor compartan y hagan que esta historia de romance y tragedia sea conocida, pero gracias a ustedes que son mis primeros lectores ¡LOS QUIERO MUCHO A TODOS! Y nos vemos en el próximo capítulo


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