El Siberiano de Génova ©

By autumn-may

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Millennia Blassone es una joven que cultiva flores. Un día conoce a Amos Valentini sin saber que será su futu... More

Advertencia
Herbario de Millennia
🐺Epígrafe🐺
🐺Sinopsis🐺
Prólogo 🐺 El comienzo de una nueva generación
1 🐺 Tratos y Pactos
2 🐺 El Siberiano
3 🐺 El encuentro inesperado
4 🐺 Acechos
5 🐺 Una realidad difícil de aceptar
6 🐺 Sueño
7 🐺 Engaños
8 🐺 Cara a cara
9 🐺 Comprensión
10 🐺 Confesión
11 🐺 La verdad salió a la luz
12 🐺 Cambios
13 🐺 Millennia: La Poderosa
14 🐺 Convivencia difícil y frenesí
15 🐺 Controlando el poder
16 🐺 Una visita inesperada
17 🐺 Una drástica decisión
18 🐺 No es el enemigo
19 🐺 Nuevos aliados
20 🐺 Descubriendo a la verdadera enemiga: Adrienna
21 🐺 Tratos y Pactos de las nuevas generaciones
22 🐺 Al borde de la Destrucción
24 🐺 El poder del collar del Lobo Azul
Epílogo 🐺 El comienzo de todo
🐺 Playlist 🐺

23 🐺 El collar del Lobo Azul

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By autumn-may

Finca de los Blassone

Una vez que llegaron allí, había caído el mediodía y apenas entraron a la casa Millennia se dispuso a cocinar algo, y a preparar un té para él, y otro diferente para ella, para que la herida que le había causado Adrienna comenzara a sanarse.

—Deberías avisarle a tu familia que estamos bien.

—Lo haré —le dijo sonriéndole y abrazándola por detrás—, después del almuerzo podemos subir a echarnos una siesta o... comer en la cama.

—Tú siempre aprovechando la ocasión, ¿no, Siberiano? —Lo miró de reojo y con gracia en su voz.

—Hace días que no tenemos intimidad, estoy ardiendo, Mille.

—Pero lo que tuvimos que hacer era necesario y me siento contenta por todo lo bueno que hicimos, Amos. Aunque a ti no te gustó al principio, las cosas salieron bien y la manada de Fabrizio está bien y su amada volvió a ser una humana de nuevo. Y su hermana se recuperó, estoy feliz.

—Lo sé, mi Estrella de Plata —era la primera vez que la llamaba así y la chica se sorprendió—, perdón si te nombro así, me gusta como suena, pero también me gusta Edelweiss.

—Puedes llamarme como más te guste —le sonrió otra vez y le besó la barbilla.

—Sé que estás feliz por los resultados, pero me preocupa Adrienna, esa mujer no descansará hasta vernos destruidos, a nosotros y a cuanta manada conozca o sepa de su existencia y... —hizo una pausa reflexionando sobre la situación—, me sorprende que siendo igual a nosotros actúe así.

—Actúa así por odio, porque no eres su compañero, porque está empecinada a que lo seas de ella, por eso actúa como lo hace, por despecho y resentimiento, y en el proceso daña y es capaz de matar también.

Ante su propia respuesta, la joven se quedó sorprendida y pensativa también. Sobre todo, con lo último que había dicho y Amos la observó un poco preocupado ante la expresión de su rostro.

—¿Te ocurre algo?

—No, nada —movió la cabeza para disipar lo que había pensado y le dio una sonrisa—. ¿Qué me decías?

—Te decía que no dudo que sea capaz de cualquier cosa.

La joven le sirvió una taza de té y se la entregó en las manos.

—Bebe, te hará bien, recuperarás energía y te protegerá también.

—¿El tuyo es diferente? —preguntó viendo la infusión de otro color.

—Sí, es para curar la herida.

—¿Cómo te sientes de eso?

—Bien, creo que se me está curando sola, pero por las dudas me beberé este té.

—¿Se está curando sola? —Abrió más los ojos con asombro.

Ella, dejó sobre la mesa la taza y levantó el suéter para mostrarle dónde la había herido.

—Ahora tienes una línea como si ya se hubiera cicatrizado —levantó la vista para mirarla a los ojos—. Creo que... entiendo lo que podría ser del porqué te curas rápido, la genética de tus antepasados y las veces que estuvimos juntos, puede que hayan tenido un efecto beneficioso en ti.

—Pero seguiré siendo una humana normal.

—Mi madre es humana.

—Tú sabes bien a lo que me refiero —le respondió con seriedad.

—La marca —se apretó el puente de su nariz y cerró los ojos, resignado—. Si no tienes la marca, también te proporciona la misma cantidad de años que los de mi especie el collar que usaba mi madre.

—Ese collar está perdido y ninguno de ustedes lo pudo encontrar a través de los siglos.

—Más adelante veremos este tema, Edelweiss, no es momento ahora para esta clase de discusión.

—Nunca tocaremos este tema si es por ti.

—En realidad no —le clavó los ojos en los de la muchacha—. Porque no sabes el dolor que causa una mordida.

—¿Acaso tú se la hiciste a alguien? —Levantó la ceja con sarcasmo.

—No, pero sé por mi padre que mi madre la pasó mal, gritaba y le ardía. Y no voy a ponerte en esa situación por un capricho tuyo. Bastante sufriste con un embarazo que no pudo ser.

Su respuesta la dejó sorprendida y trató de evitar una confrontación con él sobre ese tema, pero su lengua larga pudo más que quedarse callada.

—Si tuviera el collar tampoco podría tener un embarazo normal.

—Exacto, porque solo lo tendrías si tienes la marca, aunque ya este tema lo discutimos antes, que ninguno de los dos sabe si teniendo la marca igual puedes pasarla mal en el embarazo por lo que eres, Millennia, eres humana, pero no una humana común y corriente —intentó hacerle entender de nuevo la situación—, y te lo dije antes también, yo no te quise y ni te quiero para procrear. Tú estás empecinada en que piensas que quiero un hijo.

—¿Y no lo quieres? —Lo miró con atención.

—No. No si tenerlo conlleva que tú sufras o que me dejes solo con el bebé.

La joven apartó la comida de la hornilla encendida y se puso en puntas de pie para abrazarlo por el cuello y darle un beso en la barbilla, él agachó la cabeza con la intención de que lo besara. Y lo hizo, lo besó y Amos profundizó de tal manera el beso que ella casi flaqueó con lo que estaba comenzando a sentir de nuevo, deseo. Un deseo tan ardiente que no iba a poder frenarlo hasta que no estuviera satisfecha. Y comprobó que su marido estaba igual que ella, sus ojos cambiaron de color y los caninos se alargaron un poco. La abrazó por la cintura y la sentó sobre la mesa para continuar con una sesión de sexo que los dejó exhaustos después de una hora.

Decidieron almorzar dentro de la cama y posterior a eso, volver a amarse, al terminar quedaron abrazados y durmieron con tranquilidad.


🐺 🐺 🐺


Un mes después...

Millennia desde hacía varios días había comenzado a tener sueños entorno al collar perdido de la familia Valentini y estaba más que segura que pronto se dejaría ver en alguna parte, porque de otra manera no se lo podía explicar y dicho sueño se lo contó a Amos para que estuviera atento a lo que posiblemente iría a pasar a su alrededor.

—¿No crees que si lo he soñado es porque en algún momento se dejará ver? Digo, hace siglos que ustedes lo están buscando y creo que el collar quiere que sea encontrado.

—¿Eso crees? —Arqueó una ceja mirándola.

—No le encuentro otra explicación, no lo sé, me parece extraño a mí también que desde hace más de una semana esté teniendo esta clase de sueños relacionados al collar de tu familia y me hace creer que pronto lo veremos o sabremos del mismo.

—De acuerdo, te creo, sé que tienes sueños que te dejan ver cosas del pasado y al parecer del futuro cercano también.

—Hasta yo misma me sorprendí cuando lo vi en el sueño, es precioso.

—Me dijeron que lo era.

—Es un lobo azul echado.

—Así es, es un zafiro trabajado en forma de lobo con una cinta de terciopelo azul también.

—Hermoso y estoy completamente segura de que en poco tiempo lo veremos de nuevo.

—¿Has podido ver algo más en el sueño? En dónde se encuentra, algún lugar.

—No, nada, solo vi el collar, pero no sé nada más.

—Será cuestión de esperar, si me dices que en cualquier momento lo veremos, pues no nos quedará otra más que esperar a que él mismo se deje ver de nuevo después de tantos siglos. —Respondió terminando de desayunar—. Iré a la oficina, ¿estarás bien si te dejo sola?

—Sí, Amos. Tranquilo, la villa es segura, así que puedes ir a trabajar sin problemas. Estaré bien, no te preocupes por mí —le sonrió.

—Me preocupo porque sigue suelta Adrienna —expresó con un atisbo de nerviosismo en su voz mientras le ponía el pelo hacia atrás y le besaba el cuello.

—No creo que se atreva a aparecerte por aquí, sabe que soy capaz de destruirla si se pasa de la raya.

—Lo sé bien, Millennia, pero no quiero que agotes tu energía, o que no puedas controlarte, porque te conozco bien y sé que cuando comienzas no puedes frenarte.

—La rabia me enceguece cuando se trata de ella.

—También lo sé, Estrella de Plata, por eso, debes controlarte.

—Está en mi naturaleza, no siempre puedo controlarme y menos cuando hacen daño a personas que aprecio.

—¿Aprecias a Fabrizio y su familia? —Le preguntó muy sorprendido mirándola fijamente a los ojos.

—Con el tiempo aprendí a quererlos, hemos pasado más de una semana con ellos, es imposible no terminar tomándoles cariño, más cuando las cosas entre tu familia y la suya se arreglaron, y ambos hicieron un trato, ayudarse mutuamente.

—Eso fue decisión tuya.

—Sí, pero tanto él como tú estuvieron de acuerdo y dudo mucho que ustedes falten a esa palabra y su familia no lo hará tampoco. Estoy muy segura de que se ayudarán en todo lo que puedan.

—Más cuando le salvaste la vida a los hermanos y le diste a Onice su aspecto original, el de humana.

—Así es y me alegro mucho por todo lo que pudimos hacer, Amos —le expresó con honestidad y dándole un beso en sus labios mientras lo abrazaba por el cuello.

El Siberiano se fue de la villa hacia su trabajo y Millennia se quedó sola.


🐺 🐺 🐺


Dentro de la oficina, Amos trabajaba sin frenos y escuchó el sonido de un nuevo correo electrónico, miró de reojo la pantalla y se giró en su asiento para abrirlo. Era una invitación a una subasta de objetos y joyas antiguas. Fue deslizando hacia abajo para ver lo que contenía y se quedó petrificado con lo que vio. El collar. Llamó de inmediato a Millennia. Esta lo atendió al segundo tono.

—Hola, ¿qué pasó? —cuestionó preocupada ante la llamada inesperada de su marido.

—Hola, nada, no te preocupes. Quería preguntarte algo, ¿te gustaría ir a una subasta?

—¿Una subasta? —insistió, pero de repente supo de qué se trataba—, encontraste el collar —afirmó.

—Sí, lo subastarán.

—Imposible, ¿por qué lo subastarían? —Su voz sonó muy angustiada.

—Porque al haberse perdido en esa batalla hace mil veintiún años atrás, quienes se dedican a explorar lo habrán encontrado y puesto en subasta.

—Pero... ¿cómo vas a comprarlo?

—Hemos vivido tantos siglos y tantas vidas que por el dinero no deberías preocuparte, mi preocupación es otra cosa.

—¿Qué te preocupa? —Quiso saber con interés.

—La clase de historia que contarán entorno a ese collar, no todos saben que nuestra leyenda existe, más bien, mi leyenda y los únicos que lo saben son quienes son como nosotros o algún que otro humano normal que tiene el privilegio de conocernos.

—Entiendo. Pero tú mismo lo dijiste, es una leyenda y no todos creen en las leyendas.

—Eso es cierto, pero quien sabe. Será cuestión de ir y ver, ¿no?

—Yo creo que sí. ¿Y cuándo es?

—Este sábado a las siete de la tarde, luego habrá un cóctel.

—De acuerdo. Iremos.

—Confirmaré la asistencia entonces.

—Me parece bien, nos vemos después. Un beso.

—Otro para ti.

La pareja estuvo separada durante gran parte del día y cuando él regresó a la villa, la encontró dentro de la casita que él le había construido dentro del territorio donde vivían, preparando bálsamos, cremas y plantando nuevas flores y plantas. Él la ayudó también mientras recibía instrucciones de ella de cómo tenía que poner cada cosa.

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