Diario de una Campesina

By Chelitart

7.2K 679 20

Una mujer siempre ha querido tener un final feliz y casarse con su "Príncipe azul", y yo no soy la excepción... More

Prólogo
Fiesta Anual de la Risa
Antonio de Roma 1
Antonio de Roma 2
Noche en el bosque
Cumpleaños 1
Cumpleaños 2
El festival de las flores
Cena
Plática de hombres
Fiesta de las flores rojas
¿Qué es el amor?
Besos
Paseo
Mi cumpleaños
Huída
Camino y llegada
Organizando las cosas
Vida marital
La escuela
Feliz Primer Mes
La carpintería
El médico
Regreso
Sótano
Hijos
Entrega
El Palacio
Savannah
Encuentro
Rávena
Inconsciente
Charla
Por los orígenes
Bendición
Familia
Regina
¿Aceptarías?
Llamado
El juicio
Sorpresas
Muerte
Soledad
Caída
Epílogo I: Coronación
Epílogo II: Boda
Epílogo III: Siglo XXI

Soldados

133 14 2
By Chelitart

Se cumplía un mes desde que empezaba a dar clases, los niños han estado aprendiendo demasiado y con mucha rapidez, pueden leer inclusive mejor que yo. En una semana cumpliré dos meses de estar casada con mi amado, Francisco, el cual tiene dos semanas trabajando en nuestra carpintería. Me gusta que es su propio jefe, trabaja cuando y como quiera.

-¿Enserio no quieres nada para el segundo mes?- preguntó mi esposo al saber que a mí no me importaba si hacíamos algo o no para celebrar nuestro segundo mes de casados.

-Con tal de estar a tu lado, estando en la casa o en otro lado, soy feliz. No me importan los lujos, lo sabes bien...- le contesté -... No me interesa nada, solo estar ahí para tí -los besé mientras estaba haciendo el desayuno.

Hace dos meses Francisco me propuso matrimonio en aquel lugar en la zona de la clase alta, él hizo posible que mi cumpleaños tenga otro significado. Cuando pienso en esa fecha, recuerdo a Francisco arrodillado frente a mi con el anillo de oro que traigo puesto, la muerte de mi madre también está, pero los recuerdos son menores. Hace dos meses, se suponía que Antonio de Roma se iría de Rávena para siempre porque Fran se iba a casar con Aurora, no se iba a llevar a Savannah a Roma y casarse con ella allá. A veces las cosas no salen como planeas, a veces eso es bueno, como en este caso.

-Entonces nos quedaremos en la cama todo el día- me abrazó con más firmeza, yo solo sonreí -te amo, ¿lo sabes, no?

-Claro que sí, cariño, si no, no me hubieras propuesto matrimonio- lo besé -terminaré de hacer el desayuno, mientras puedes acomodar los platos en la mesa- dije al ver qué quería ayudarme. Eso hizo. Tomó algunos platos y los puso en la mesa, tomó lo que terminé de cocinar y también lo llevó. Me senté en una silla, él se sentó frente a mí -gracias por ayudarme, amor- tomé su mano, como lo hacíamos cuando éramos amigos.

-¿Sabes algo?, me estoy dando cuenta que me tratabas mejor cuando pretendía ser tu pretendiente, ahora solo palabras y besos. Extraño que toques mi cara...- dijo de la nada mientras comíamos.

-¿Por qué dices eso?- pregunté con duda.

-Hasta antes de casarnos, eras más cariñosa conmigo. No digo que ahora no lo seas, pero lo eres en menor medida...- comió -... Sé que hay momentos en que me seduces y terminamos en la cama por tu culpa pero la mayoría de veces soy yo el culpable- me miró -¿Hice algo malo?- preguntó.

-¿Qué!- me asombré y me reí, nunca pensé que a Francisco le preocuparan esas cosas. Desde que éramos amigos, sabía que él ocultaba un lado suyo, ahora veo que es este. Me causó ternura su acción. Tomé sus mejillas -No hiciste nada, mi amor- dije con una sonrisa -eres lo mejor que me ha pasado- lo besé -puede que no te de cariño como antes, pero entiende que es porque cocino y limpio la casa. Hago trabajos en donde antes Amara me ayudaba, ahora soy solo yo. Es mucho, el único tiempo libre que tengo son dos horas después del desayuno, cuatro horas después de la comida y depende si quieres cenar o no, el tiempo que sobra se alarga o se acorta. Mis cariñoso y caricias te los doy cuando dormimos.

-¿Entonces no es porque me dejas de quererme con forme pasan los días?- preguntó asustado mientras le aplastaba sus cachetes, me reí y me levanté, caminé hacia él.

-¡Ay, no!- dije entre risas, separé la mesa que él hizo de él y me senté en sus piernas -cada día que pasa, me enamoro más de tí- lo abracé -puede que mi amor no lo expreso mucho con acciones, pero te amo, nunca olvides eso.- besé sus hermoso labios.

-Es que hay veces en las que me pongo a pensar y me doy cuenta que, por las acciones, pareciera que tú me quieres pero no me amas. Yo te quiero y te amo.

-Querer, amar, ¿qué diferencia hay?- le pregunté -bueno, hay una diferencia grande, eso lo sé, pero en nuestro caso, amar y querer va de la mano, ¿no crees?, si no te amara, no dejaría que me toques como lo estás tratando de hacer ahorita- se puso rojo.

-¿Cómo sabes que estoy tratando de tocarte si me estás viendo a la cara y no ves mi mano que está a tu espalda?- preguntó con los ojos abiertos, quería sorprenderme con su movida.

-Te conozco, he aprendido más de ti en estos casi dos meses que en toda mi vida- besé su cuello con ternura, Fran se estremeció en un buen sentido -te amo- seguí besando su cuello.

-Savannah, ¿quieres que..?- preguntaba nervioso, lo interrumpí.

-No quiero que hagas nada, solo te estoy dando las caricias y cariños que necesitas- empecé a tocarlo por debajo de su playera -Si esto llega a otra cosa, no lo apresures. Que venga solo, así disfrutaremos más rato- fue en este momento en donde hice todo lo que quise con él, él se dejó y me tocaba, lo dejé. Terminamos en la cama como ya se sospechaba -Te amo, ¿lo sabes, verdad?- hablé estando en la cama después de hacer lo que los casados hacen.

-Sí- fue lo único que dijo para acercarme más a su cuerpo -también te amo, te deseo y te desearé aunque en el futuro seamos unos viejitos arrugados- dijo antes de reírse.

-Serás el único viejito al que quisiera tocar- reí con él. Pasamos un rato más platicando y él se levantó, se vistió y salió a terminar un encargo que le habían pedido sin antes besarme suavemente. Me levanté de la cama y me vestí, fui a limpiar la cocina. En medio de la limpieza que hacía, escuché gritos en la calle.

-¡Es él!- gritó un hombre, por la voz, diría que es un hombre de 40 años, la voz no se escuchaba como la de los vecinos. No hice caso a lo que gritaban.

-Sí, es él. El Príncipe Francisco está aquí- se escuchó decir. Quedé paralizada, mi corazón latía a una rapidez que nunca había experimentado, estaba aterrada. Me asomé por la ventana para ver quién le hablaba a mi esposo. Eran dos soldados del Rey Teodoro. Se acercaron a la carpintería.

-¿Qué dicen?, no soy él- contestó Francisco.

-Claro que lo eres, el Rey se enteró que usted salía por las noches con el sobrenombre de Antonio de Roma. Preguntamos y nos enteramos que salía un una campesina- dijeron mientras uno trataba de asomarse por la casa, me puse pálida y me escondí, sabía que me iban a buscar y a matar.

-Sí, la hija mayor del anterior primer soldado- habló el otro -a él lo tenemos preso, según no sabía nada. A sus hijos los estamos buscando porque escaparon- comencé a llorar en mi escondite. ¿Mi padre está preso por mi culpa?, conociéndolo, se entregó o se dejó atrapar para darle tiempo a mis hermanos de que huyeran. El primer soldado que habló se empezó a reír.

-Nunca creímos que usted se viniera directamente a Roma, pensábamos que era el más inteligente entre sus hermanos- ambos se reían con carcajadas fuertes -es hora de regresar, casarse con la Princesa Aurora y ser castigado, su Alteza- escuché sonidos mate, era de golpes y quejidos de Fran, salí corriendo.

Al ver la escena me desesperé, ambos hombres estaban golpeando a mi esposo: uno lo detenía mientras el otro intentaba golpearlo hasta dejarlo inconsciente para poderlo llevárselo rápido. Salté encima del que lo golpeaba sin pensarlo, ellos llevaban armas, yo no, solo lo defendía con varios golpes -¡déjalo en paz!- trataba de meterle mis dedos en sus ojos para lastimarlo y que no viera nada.

-Conque la prostituta está aquí- habló el que tenía agarrado a Francisco, lo empujó al suelo -Boris, trata de no lastimarla, podemos usarla para después- le habló a su compañero quién trataba de lastimarme con su espada. Él otro se acercó y me tomó con un brazo, su agarre hacia que quedara completamente inmóvil, pues me abrazaba atrapando mis brazos.

-No le hagas nada, bestia- habló Francisco, estaba en el suelo con sangre saliendo de su boca, un ojo morado y una gran cantidad de sangre recorriendo su rostro que venía de su cráneo, apenas podía hablar por el dolor de los golpes -¡déjala!, la obligué a hacer esto, no es prostituta, es...- trataba de defenderme pero lo callaron dándole una patada haciendo que su intento de levantarse fuera en vano.

-¡Cállate, sabandija!- habló el segundo soldado, a quien yo atacaba -el Rey está tan enojado contigo que no le interesa el estado en el que te entreguemos, sólo quiere que respires, con eso le basta- lo pateó en el abdomen varias veces más mientras se reía, yo lloraba, Francisco empezó a escupir sangre

-¡Qué mujer tan llorona! se ve que no eres prostituta, pero te convertiremos en una- habló el soldado que me tenía en sus brazos. Trató de tocarme, pero le escupí y le pide el pie. Me tiró al suelo de enojo, el golpe tan fue fuerte que me salió un gemido de dolor. Quería levantarme pero no podía, me dolía mi vientre. Las vecinas vinieron a verme y los vecinos fueron a dónde estaba Francisco, lo defendieron.

-Señora Savannah- me llamaron las vecinas -¿estás bien?- preguntó una.

-Debo ir por Antonio- traté de levantarme pero el dolor era más fuerte, empecé a sangrar por mi entrepierna, me espanté.

-¡Ay no!- dijo una - no vayas a moverte, puedes perder a tu bebé- abrí los ojos, ¿cómo que bebé?, ¿estoy embarazada? Lloré más fuerte, el llanto era de dolor por el golpe, alegría por el bebé y de tristeza porque lo podía perder -le pediré a mi esposo que te lleve dentro de tu casa, te atenderemos entre todas- terminó de decir la mujer para ir por su marido. Éste vino por mí, entró a la casa y me dejó en mi cama. No dejaba de pensar en mi esposo.

-Tengo que ir a verlo- decía entre llanto y dolor -Quiero ver a Francisco- las vecinas me tomaron para evitar que me moviera. Segundos después me di cuenta que había revelado el verdadero nombre de mi esposo, pero no me importaba, su vida corría peligro.

-No, Savannah. Este momento es crítico, el más mínimo movimiento puede hacer que aborte- contestó otra.

-Antonio, o Francisco, como sea que se llame su esposo, él está bien. Los hombres ya no lo golpean, nuestros esposos los acaban de ahullentar- dijo una vecina que venía de ver lo que sucedía afuera -En un momento lo traen- habló para irse. Se escuchó que abrieron la puerta y la cerraron. Unos segundos después aparecieron dos hombres cargando al mío, lo pusieron alado de mí. Me puse a llorar por su estado, le tomé la mano.

-Está herido, no es de gravedad pero si necesita ser cuidado algunos días- habló uno de los dos hombres antes de retirarse.

-Nosotras nos retiramos, más al rato vengo con sopa para darles- habló la madre de Bianca que aproximadamente tenía mi edad, era más grande que yo por unos años. Se fueron todas las personas dejándonos solos para que mi esposo y yo habláramos. Lloré a mares. Francisco me vio y se sentó para abrazarme, se veía que le dolía todo el cuerpo, hacía muecas de dolor de forma involuntaria. Los soldados le habían golpeado el abdomen y su rostro. Mi amado tenía un ojo morado, la nariz rota, la boca ensangrentada y un camino de sangre le baja de la cabeza, sus ropas estaban rotas y, por lo que se podía ver de piel, su abdomen estaba lleno de moretones.

-Tranquila, todo saldrá bien- lloré más fuerte mientras lo abracé, no lo quería soltar, sentía que se iba a morir si lo hacía -de cosas malas pueden salir otras inesperadas, ¿no crees?- sonrió -mientras estaba en el suelo escuché que vamos a tener un bebé, eso es bueno- tocó mi vientre con muchísima delicadeza -Seremos padres- besó mi mejilla.

-No quiero que te mueras- le dije - no puedo vivir sin tí- lloré más fuerte -sentí que te perdía, no podía hacer nada, solo atacar con uñas porque no tenía ninguna arma conmigo...

-Tranquila- tomó mi cara con una mano -estoy bien, estaré bien- tomó mi cabello y lo puso detrás de mis orejas -te ves muy bella mientras lloras, pero lo eres más cuando sonríes, mi amor- su sonrisa no cambiaba, puse mi cara en su hombro y lloré con más fuerza. Después de unos minutos el llanto paró. Me acosté para evitar el posible aborto. Francisco se acostó, giramos nuestras cabezas para estar frente a frente. Veía su ojo morado, su nariz con poca sangre y su labio partido, me entristecía. Francisco lo notó y me habló -Deja de pensar en eso, ahora piensa en esto- tocó mi vientre -Seremos padres, mi amor- me besó, sentía la sangre de sus labios pero no me importaba -Nos iremos de Roma antes de que vengan más soldados, nunca pensé que a mi padre se le ocurriría preguntar al pueblo y que éste se acordara de Antonio...- me dijo -quiero ser feliz contigo y que tú lo seas conmigo, y si eso implica huir siempre, es un riesgo que acepto.

-Creo que por ahora no podemos hacer nada- dije -estas herido, tu nariz está rota y apenas puedes sentarte. Además, puede ser que esté en riesgo de abortar, no quiero perder ambas vidas...- hablé. Suspiré al recordar algo que dijo un soldado-... Me preocupa mi padre, está encerrado por mi culpa. Mis hermanos están desaparecidos y no sé si...- me interrumpió

-Entonces vayamos a Rávena- dijo decido.

-Esos soldados y te obligarán a casarte con Aurora, pero no podrás porque estás casado conmigo, irán tras de mí, me matarán y nuestro bebé morirá. Tú estarás encerrado y morirás en el calabozo por las pésimas condiciones en las que estarás...- dije fríamente -no me interesa si muero o no, pero no quiero que el posible bebé y tú mueran- toqué mi vientre, donde Francisco todavía tenía su mano- tú y él son los que me importan.

-Y para mí, lo más importante son ustedes dos- me besó - pero tampoco quiero que tu padre, quién nos apoyó, esté pagando por nosotros.

-Me preocupa mi padre y quiero ir allá a verlo, pero no podemos ir- dije fríamente después de pensar las cosas en mi mente -ahora tú eres mi familia y no quiero que se acabe pronto- hablé egoísta. Tomé una cobija delgada y la desgarré.

-¿Qué haces?- Fran me preguntó intrigado.

-Me dices si te duele- limpié la sangre del rostro de Francisco con suma delicadeza, él se puso rojo, pues con una mano le sostenía su rostro y con la otra la "acariciaba". A veces él hacía muecas de dolor pero eran instantáneas -lo siento- decía. terminé de limpiarlo y le tomé su manos- tengo miedo, Fran, demasiado.

-Todo saldrá bien, ya verás- acariciaba mi mano.

Pasó un tiempo corto de tiempo y vino la madre de Bianca. -Perdón por la tardanza- dijo al entrar, la niña venía con ella -traje a Bianca porque no pude dejarla con mi madre- habló mientras servía la sopa que ella misma preparó en dos platos, nos lo dió con una cuchara. Ayudó a Francisco a sentarse, él se puso comer.

-Maestra- habló Bianca -¿es cierto que espera un bebé?- preguntó alegre. Bianca era una niña con cabello ondulado como Francisco, su color de ojos y piel como los míos. Le tengo cariño porque, al verla, imagino cómo sería la posible hija que tendría con Fran.

-Así es- toqué mi vientre -bueno, es una suposición, no sabremos si es verdad hasta en uno o dos meses- contesté alegremente.

-Maestra, ¿puedo hacerle una pregunta?- afirmé -¿Por qué esos hombres golpearon al maestro Antonio?

-Deja a Savannah con tus preguntas, Bianca, la maestra necesita descansar- habló su madre, quién estaba esperando a que nosotros termináramos de comer.

-Está bien que pregunte, tarde o temprano todos lo iban a saber- contestó Francisco, estaba comiendo mientras se retorcía del dolor. Miró a la niña y a su madre -Escúchenme, no me llamo Antonio, mi nombre real es Francisco, soy Francisco de Rávena, el tercer hijo del Rey, el Gran Teodoro. Soy un Príncipe- la niña abrió los ojos, la madre también, pero no tanto -puede ser que no me crean, eso es mejor, pero si querían saber la razón por la que me golpearon, era esa- Francisco se acomodó en la cama, se veía que la postura anterior le causa a dolor -Se suponía que hace dos meses me iba a casar con la Princesa, la primogénita de los Francos, pero preferí casarme con ella- tomó mi mano -ella es a la que amo- posó su cabeza en mi hombro -Como mi padre había arreglado el matrimonio desde que era pequeño, quiere que a la fuerza me case con la Princesa Aurora, no le importa el estado en el que me encuentre antes o después de la boda, pero quiere que a la fuerza me case con ella...

-Por eso debemos irnos. Los soldados que vinieron le avisarán al Rey, éste vendrá y me matará para que Francisco quede libre- inconcientemente tomé su mano con más fuerza, no ví su cara pero supuse que era de dolor.

-¿Quieren que los ayude?, sería un placer poder ayudar a los Príncipes- preguntó la madre de Bianca mientras hacía reverencia.

-Por favor, no haga reverencia- habló Francisco -tampoco quiero que me llame Príncipe, tráteme como siempre me ha tratado.

-A mi igual, por favor, no necesitamos tratos especiales- hablé.

-Si usted quiere, nos puede ayudar a conseguir un médico, con eso sería suficiente- Francisco miró fijamente a la mujer -quisiera pedirle un favor, si es tan amable, me gustaría que fuera con los vecinos y que les dijera que mi nombre es Antonio, que los soldados se confundieron. No quiero que más gente se involucre en ésto- terminó de hablar Francisco. La mujer asintió.

-Maestro Francisco, ¿puedo decirle a todos los niños que conozco a un Príncipe y a una Princesa?- preguntó Bianca, sus ojos eran brillosos.

Cuando volvamos a Roma, lo puedes decir- Francisco contestó.

-¿Se van a ir de verdad?- se puso triste -no quiero que se vayan, me gustan las clases- fue a abrazar a Francisco quién estaba más cercano a ella, Fran hizo una mueca de dolor pero la escondió.

-A nosotros también nos gusta enseñarles cosas, pero nuestras vidas corre peligro. Esos hombres pueden venir de nuevo y pueden lastimarnos- contestó. Le entregamos nuestros platos vacíos a la madre de Bianca, nos habíamos acabado la sopa que nos regaló.

-Hija, ven acá, ya nos vamos- tomó los platos -buscaré a un médico y se los traeré, su magestad, digo, vecinos- habló sin vernos a los ojos. Tomó a su hija y salió de la casa -hasta luego- dijo para cerrar la puerta.

Continue Reading

You'll Also Like

329K 18K 69
En inglés: Friendzone. En español: Zona de amigos. En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como alg...
404 252 63
Nicole se encuentra con Peter, un prófugo del Inframundo.
2.5K 354 29
Olivia una joven que ha sufrido desde la muerte de su hermano menor perdiendo su felicidad y su brillo. Sin embargo, allí está Mike quien cambiara s...
1K 130 14
𝄄𝄄🌷¡ 𝐎𝐬𝐚𝐦𝐮 𝐌𝐢𝐲𝐚, 𝐝𝐮𝐞𝐧̃𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐟𝐥𝐨𝐫𝐞𝐫𝐢́𝐚 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞 𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐣𝐨𝐯𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐨́ 𝐪𝐮𝐞 𝐬...