shots ❨ ykookgi ❩

By daeguyz

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By daeguyz

“cuando te lastimas, ¿quién te cura a ti, sanador?”
› magic au
› pt 2

Lo que pasó a la mañana siguiente lo hizo sentir tan desconcertado, como emocionado.

Pues cuando salió a cuidar su huerto, se encontró con Mistral pastando fuera de su cerca, justo frente a su cabaña, como si hubiese pertenecido siempre ahí. Más no miró a Jeongguk por ningún lado.

Curioso y confundido, se acercó a ella para darle los buenos días con algunas caricias gentiles, rascando su grueso pelaje gris y disfrutando de tan agradable sorpresa. Realmente no había esperado volver a verla, pero no estaba disgustado con el hecho. Tal vez más, intrigado. Si la yegua pastaba cerca de su cabaña, significaba que Jeongguk lo estaba también, y eso lo hizo cuestionarse de qué se trataba ésta vez.

Trató con todas sus fuerzas de que las posibilidades no le ensombrecieran el juicio. No tenía porqué ser algo malo ¿o si?

—No todo es malo siempre... — Murmuró mientras recargaba su frente contra la cabeza de la yegua, mirándola con adoración y tratando de convencerse de sus propias palabras, de inundarse de la sensación de un ánimo artificial, solo porque estaba cansado de siempre generar opciones negativas. —No debe serlo, ¿no es así, Mistral?

—Si sigues charlando con la yegua voy a comenzar a pensar que tienes problemas...

Esa voz de nuevo. Yoongi la escuchó alta y colorida, ideal para despertar una mañana en el bosque. Ni siquiera logró sentirse del todo asustado o sorprendido, parecía que tenía una clase de talento para quedar en ridículo frente al viajero. Aún así...

— ¿Qué se supone que haces aquí?

—Sí, buenos días para ti también... Mistral, ¿a éste descortés sujeto querías visitar?... — Jeongguk habló con gracia, mostrando una sonrisa encantadora pero burlesca. Yoongi lo miró andando con el bastón que había improvisado el día anterior, hasta acercarse a la cerca de madera y poder recargarse en ella. No parecía que le costara trabajo caminar, aún así Yoongi se inquietó.

—Es que no deberías caminar, debes guardar el mayor reposo posible...

—Te lo dije, no puedo estar quieto durante mucho tiempo.

Yoongi negó con un suspiro. No lo conocía de nada, pero podía estar convencido de que era terco como mula, y de que fácilmente conseguía lo que quería, o se salía con la suya. Él exactamente lucía como esa clase de hombre, Yoongi lo intuía. Además, estaba seguro de que para el resto de las personas les resultaba fácil ceder ante él, si sonreía como lo hacía.

Todo eso no era particularmente malo, pensó Yoongi. Solo que no estaba nada acostumbrado a alguien así, especialmente porque él es todo lo contrario. No le costó mucho trabajo deducirlo, ellos eran opuestos.

—Bueno, entonces deberías permanecer en la aldea. El bosque es peligroso. — Objetó ésta vez. No tenía una idea clara de qué podría estar buscando ahora de él aquel hombre, pero no quería mostrarse muy emocionado por ello. ¿Emocionado era la palabra correcta? Quizá debería estar asustado, ¿no es así?

— ¿Y por qué vives aquí?

—Aquí nací, sé cómo cuidarme. Tu eres un viajero malherido, deberías tener mayor sentido de supervivencia.

—También sé defenderme, incluso en un pie podría hacerlo. — Jeongguk levantó su pierna herida y dio unos cuantos brincos en su lugar, manteniendo el equilibrio perfectamente y robando una risa de Yoongi ante su necedad.

"Tan infantil" Yoongi podría fácilmente recordar a Yohan diciendo algo como eso para alardear de sus habilidades. Solo que ahora le resultaba gracioso ver a un hombre de la magnitud de Jeongguk actuando similar.

Yoongi estaba seguro de ello, por alguna razón. Entendió que no tenía ninguna forma de ganar ante el hombre, por lo que solo atinó a suspirar y volver su vista a Mistral. No estaba seguro de cómo continuar, pero si de algo más. Y es que no terminaba de sentirse incómodo por la presencia de Jeongguk. No sabía si se trataba de su innato impulso de ingenuidad, o de algo más. Pero verlo no resultaba tan aterrador, tampoco el hablarle.

—Sobre lo de ayer... — Jeongguk comenzó a hablar de nuevo para llamar su atención. Yoongi no iba a decir que la tenía totalmente, incluso cuando trataba de disimular con la ayuda de Mistral. —Había escuchado antes, que en Bormur le temen mucho a la brujería... — Prosiguió, su voz calmada trato de contrarrestar la tensión que abordó inmediatamente a Yoongi ante aquella mención. —En Ileom también hay, cómo llamarlos... Curanderos, allá hay gente como tu, con conocimientos sobre los bosques, los océanos, la tierra y cosas que hacen bien... — Se apresuró a explicar, esperando que sus palabras no fueran mal interpretadas. —Aún así, nunca había conocido a uno que sanara animales. Si eres capaz de salvarle la vida a un lobo aún sabiendo que podría matarte cuando sane, es porque eres muy valiente.

— ¿Cuál ha sido tu intención al regresar? — Yoongi preguntó finalmente, atacado por la curiosidad que todas esas palabras le causaron. Decidió que definitivamente no eran maliciosas. Jeongguk no parecía estar mintiendo, él mismo creía que Ileom funcionaba de una forma muy distinta al anticuado Bormur, pero no terminaba de entender porqué le decía todo eso.

—Un hombre me contó sobre la historia de tu familia ayer en la taberna...

El corazón de Yoongi se detuvo por un segundo. Un nudo formándose en la boca de su estómago lo hizo sentir un escalofrío por todo el cuerpo. Ahí estaba, su pasado de nuevo atormentando su mente. Siempre que creía encontrar un alivio de él, volvía a abrazarlo apresuradamente, recordándole su lugar.

—Te pedí que no hablaras de mi... — Reclamó. No estuvo seguro de dónde provino la fuerza en su voz, pero el temblor de sus manos no fue una exageración, sintió sus ojos calientes, y la visión pronto se le cristalizó. De nuevo ahí. Sintiendo un huracán de miedo en su mente y un terror en el corazón. De nuevo, de nuevo... Siempre volvía.

—No dije nada que te pusiera en peligro, o al niño. Solo era un hombre borracho contando historias, pero supe que se refería a ti y...

—Vete. — Yoongi tomó la brida de la yegua, y como el día anterior, la guió hasta donde estaba su dueño, para que la tomara. Trató de que sus manos no temblaran tanto cuando se la tendió, y que sus ojos se mantuvieran totalmente ajenos a los de Jeongguk.

Si estaba suplicando, si lo estaba ordenando... Le daba igual. Solo quería que esa sensación se esfumara. Se había sentido tan cómodo a lado de alguien que no sabía de su vida, que hasta él mismo se olvidó de ella por un breve instante. Pero ahí estaba de nuevo, acechando. Nunca se iría y el peligro era constante. Lo único que quería era que nadie en la aldea tomara el valor de acusarlo públicamente, de darle fuerza a sus rumores, de hacerlo quemar de una vez.

Jeongguk aceptó de nuevo la brida que le era ofrecida, sin ser capaz de decir algo más. Y en cuanto Yoongi vio la oportunidad, simplemente dio media vuelta para correr de regreso a su cabaña y cerrar la puerta, asegurándola con afán, con el temor de que en cualquier momento alguien fuese a buscarlo.

Su mente rápidamente maquinó reprimendas. Iluso. Tonto. Ingenuo. No quería llorar tan temprano por la mañana, aún tenía muchas cosas que hacer. Pero sus piernas temblando no lo dejaban moverse. Él sabía que estaba hecho mierda por dentro en su mente, pero nunca terminaba de acostumbrarse a cuánto.

Solo pasaría. Ese extraño, apuesto y gentil ser, simplemente continuaría su camino montado en su bella yegua, y desaparecerían de su vida por siempre. Entonces todo volvería a la normalidad. Él no podía permitirse abrumarse tanto por un esporádico pero reconfortante encuentro.

Mientras trataba de regular su respiración y salir de ese enfermizo trance de nervios, se propuso no salir por el resto del día. Se atrasaría con algunas tareas, pero no se sentía con el ánimo de estar expuesto. Decidió distraerse y comenzar con otras labores, cualquier cosa que pudiese mantener su mente ocupada. Pero su plan no funcionó correctamente, ya que mientras limpiaba, cocinaba y ordenaba, sus ideas no podían dejar de maquinar en torno a Jeongguk y su inusual llegada.

Quería saber aún, a donde quería llegar con todo aquello que le dijo sobre los sanadores de su ciudad. La ilusión y la curiosidad instalándose. ¿Qué tenía que ver todo eso con él? Y además, mencionó su dedicación a sanar animales, ¿era eso tan extraño? A él no le parecía así. De cualquier forma, de que servía esa información con él.

Todo junto le tenían la mente cansada y el corazón lastimado. Se había sentido tan ilusionado por tener una clase de compañero nuevo, por Mistral, por la sencillez de la confianza instaurándose; que ahora tenía que recuperarse.

Al atardecer de nuevo algo inusual. Un golpe en su puerta y de nuevo el pánico invadiéndolo. Se apresuró a buscar un objeto con el cual defenderse en caso de ser necesario, pero la voz de Jeongguk lo frenó por un momento.

— ¡Yoongi! Perdóname por lo de esta mañana. No era mi intención incomodarte, yo... — Un silencio prolongado y entonces el pelinegro mantuvo atento su oído al otro lado de la puerta. — ¿Puedes abrirme? Traje algo de comer, y pensé que tal vez... — La voz de hombre se escuchó diferente, Yoongi trató de leerla aún cuando no tenía idea de cómo lucía Jeongguk en ese momento, tal vez un poco tímido.

—Jeongguk, no debías regresar.

Su voz fue fina pero clara a través de la madera áspera. Después de hablar, ambos mantuvieron el silencio durante unos segundos. Yoongi esperaba que eso fuese suficiente, que Jeongguk tuviera la excusa exacta para dar media vuelta y olvidarse de que se habían conocido, de que toda esa situación extraña había pasado.

—Sí, sí, lo sé. Me lo dijiste antes, pero... Es que, de verdad no creo que seas tan malo como piensas. Es decir, como piensan todos en el pueblo. Y le agradas a Mistral. — Agregó el hombre una vez que obtuvo respuesta del contrario. Esperaba poder convencerlo, y que dejara esa insistencia de querer esconderse. —Si me dieras la oportunidad de hablar contigo, y explicarte lo que trate de decirte hoy, sé que fui un poco brusco, tal vez, ya que no me conoces y... Bueno, lo siento de verdad. Tu... ¿podrías cenar conmigo?

Yoongi cerró sus ojos con fuerza, tratando de afrontar el remolino de emociones que lo abordó, un nudo de algo extraño y emocionante haciéndose en su estómago ante la simple pregunta dirigida a él. De verdad luchó contra ello, contra el impulso de responder a todo eso, porque lo deseaba, de verdad quería que Jeongguk permaneciera y darle a ambos esa oportunidad.

—Lo haré, solo si después guardas reposo de una vez... — Murmuró, aunque lo suficientemente alto para que traspasara su voz por la puerta. Escuchó una clase de suspiro liberador, y casi pudo jurar que Jeongguk estaba sonriéndole al otro lado.

— ¡Claro! Sí, puedo hacerlo.

Yoongi sonrió también al escuchar el tinte animoso en aquella respuesta. Una cena no parecía una mala idea después de todo, incluso cuando se había estado tratando de convencer de que no era así. Estaba cansado de lo que se suponía siempre debía pasar, ¿por qué no intentarlo esta vez?

Se apartó un poco de la puerta y entonces pasó sus manos por sus mechones oscuros y revueltos, no contaba con un espejo al alcance pero hizo un intento de acomodar un poco su apariencia, no estaba lo más presentable que se esperaba, pero tampoco quería irse a los extremos. De cualquier forma, no sabía de dónde provenía ahora esa novedosa necesidad de lucir bien frente a alguien, frente a Jeongguk específicamente.

Su corazón agitado le recordó que el viajero aún estaba esperando por él detrás de la puerta y que debía atender lo inevitable. Con las manos un tanto sudadas por los nervios, se dispuso a abrir de una vez la vieja puerta y encontrarse finalmente. Jeongguk sonrió amable sin despegar sus labios rosados, sostenía una canasta entre sus manos y a decir verdad, la luz del atardecer a sus espaldas lo hacía incluso lucir más atractivo a su parecer.

Dejó de lado tales divagaciones y le indicó que entrara, mostrándole el camino hacia su pequeño comedor, que si bien no era amplio, era correcto para que dos personas pudieran tener una comida decente y conversar. Yoongi lo ayudó con la canasta que cargaba y ambos comenzaron a servir lo que dentro había.

—Visité una panadería cuando llegué el primer día, es el pan más delicioso que he probado, ojalá lo hiciéramos así en Ileom... — Habló Jeongguk primero, mientras colocaba en la mesa una manta que envolvía dos trozos grandes de pan. —Y había una fonda, donde probé un guiso maravilloso, pensé que podría gustarte...

—Realmente no debías hacer esto... — Yoongi se escuchó a sí mismo más desanimado de lo que pretendía. Y es que, no entendía por qué alguien como Jeongguk estaría buscando compartir algo así con él. Sonaba irreal, y no cabía aún en su cabeza la idea de que fuese posible y creíble.

— ¿No debía? Yo quería hacerlo. — Argumentó, dirigiendo su atención a Yoongi, dejando de lado la comida por un momento. —Sé que estás muy desconfiado de mí, y que no comenzamos, con el pie derecho exactamente... Pero quería tratar de arreglarlo, y que sepas que no tienes porqué temer de mi.

Yoongi no contestó al instante, continuó colocando la mesa y sirviendo la comida que Jeongguk había traído. No fue porque no supiera qué decir, era más que no sabía si debía decirlo. Una vez estuvo todo listo, ambos tomaron asiento en la mesa y comenzaron a cenar. El sonido de los cubiertos se instauró y entonces Yoongi pudo sentirse cómodo de una nueva manera ante la presencia de Jeongguk; el agradable sazón de la comida, la suavidad del pan y hombre sentado frente a él parecía lo más natural del mundo, lo que debiera ser siempre. Ésta vez se permitió disfrutar de la sensación y no asustarse, como lo había estado haciendo todo este tiempo.

—Es complicado para mí. — Comenzó a hablar después de comer un trozo de pan. Jeongguk levantó la mirada de su plato y le prestó atención, aún cuando Yoongi parecía muy concentrado en el aspecto de su comida y en evitar levantar la mirada. —Confiar y tener este tipo de encuentros con la gente. Como sabrás ya, no tengo una buena reputación en el pueblo. Es por eso que te traté de esa forma, creo que debería disculparme, ya que tú sólo has sido amable conmigo, aún así es por instinto que lo hago, me gustaría ser diferente pero...

—Entiendo. — Aceptó el pelinegro, sin permitir que Yoongi se sobreexigiera a sí mismo respecto al tema, no tenía porqué disculparse. Él estaba al tanto de la situación, y no había llegado ahí buscando una disculpa por parte de Yoongi. —Discúlpame tú a mí. Yo debí ser muy insistente, y te hice angustiar. Esa no era mi intención, solo que no sabía cómo acercarme.

Yoongi asintió, guardando sus propios comentarios respecto a todos lo que había escuchado. La suavidad del pan en su boca, la vista de un contento hombre alimentándose en su mesa, la sensación hogareña de su cabaña y la cascada de nuevas emociones fluyendo en su interior, todo junto lo tenían en una clase de trance. Uno que no quería atravesar.

— ¿Y cuál es tu intención?

La pregunta le pareció invasiva incluso a él mismo, pero no se retractó, quería respuestas, especialmente que podía sentir ahora que había oportunidad de depositar su confianza en Jeongguk.

—Escucha, no deseo asustarte... Pero te diré la verdad de todas formas. — Comenzó a hablar. —Un buen amigo mío viajó una vez aquí y al regresar me contó sobre cómo salvaste la vida de su caballo, si el animal hubiera caído lastimado en Ileom, es probable que hubiera sido sacrificado, por más fino que fuese. No hay aún remedios totalmente efectivos para salvarlos, o no tenemos personas que los conozcan. Tú has sido el único. Eres capaz de salvarle la vida a los animales, y eso es realmente asombroso.

Yoongi sintió sus mejillas calientes por alguna extraña razón. Ni siquiera estaba recibiendo un cumplido directamente, pero podía sentirse cohibido por la mirada reluciente de Jeongguk al expresarse, casi como si estuviese maravillado siquiera de hablar sobre él. Nadie jamás había tenido esa mirada al referirse a él.

Salió de su momento de ilusión y al instante recordó al corcel de Ileom. Aquel viajero castaño, debía ser él, ha sido la única persona procedente del reino de Jeongguk, además de él, en acercarse a su cabaña en medio del bosque.

—Aurel... — Trajo el nombre de aquel corcel. Jeongguk asintió.

—Sí, y mi amigo es Taehyung. Él ha sido el que me contó sobre ti al llegar.— Agregó entusiasmado. Yoongi asintió, entendiendo un poco la situación. Así que se trataba de eso, la insistencia de Jeongguk no estaba mal infundada y eso definitivamente lo hizo suspirar de tranquilidad. Después de todo, no tenía porqué temer de verdad. —Debo confesar que al principio yo estaba un poco escéptico, no creía del todo que fuese capaz pero decidí creer y venir a buscarte. Ahora que te conozco, estoy totalmente seguro.

—Pero si no me has visto sanar a un corcel. — Yoongi sonrió divertido ante sus palabras. Lo único que había hecho era ayudarlo con una herida superficial, cómo podía estar tan seguro de sus habilidades.

—Bueno, supongo que tomé en cuenta algunas cuestiones más.

— ¿Como cuáles? — La curiosidad de Yoongi fue natural, y la sonrisa coqueta de Jeongguk también.

—Déjalo solo en que me inspiras confianza. No pareces capaz de mentir.

—No tengo porqué hacerlo. — Yoongi se encogió de hombros. Si bien esa era una afirmación muy arriesgada, él no iba a desmentirla. Mentir sería la principal razón porque la que podría ir a la hoguera, acusado de brujería, por lo que no quería saber nada de engaños ni tapujos. Él era sincero y transparente, no le gustaba el misterio y prefería la claridad. Aunque le diese miedo levantar el rostro ante ella. —Entonces, si tu viajaste solo para conocerme... — Yoongi guardó silencio un segundo, porque no imaginó que decirlo en voz alta lo avergonzaría y lo hiciera bajar la mirada, pero continuó. —Ahora que lo has hecho, ¿qué es lo que obtienes de ello?

Jeongguk sonrió, como si esa pregunta hubiese sido todo lo que estaba esperando. Sin embargo, se mantuvo pensativo un momento, mientras terminaba las últimas porciones de su plato. Yoongi fue paciente y también se tomó el tiempo de terminar su comida, tratando de disimular a la vez su expresión, deseando que no pudiesen reflejarse en ella las mariposas que en su estómago saltaban.

—Te lo diré mañana al anochecer.

La respuesta lo tomó por sorpresa, por lo que levantó la mirada y dejó todo de lado. Lo miró, tratando de descifrar si estaba perdiéndose de algo, pero Jeongguk solo le sonrió suavemente.

— ¿En la noche?...

—Sí, vendré con Mistral por ti. Daremos un paseo y entonces te diré.

Una parte de Yoongi aún quería convencerse de que huir era siempre su mejor opción, pero realmente le fue imposible hacerlo, debido a la encantadora forma en la que Jeongguk le sonreía.

Al día siguiente, Yoongi pasó más tiempo mordiendo sus uñas que haciendo sus tareas diarias. Y es que no podía dejar de pensar en Jeongguk.

La revelación incluso lo hizo sentir apenado de estar sintiéndose así solo por un hombre que lo había tratado amablemente, pero no podía hacer nada contra ello. La idea de un paseo por el bosque con él y Mistral le había rondado la mente durante toda la noche. No podía negar también su curiosidad, pero a este punto, estaba más emocionado por su compañía que por saber la verdad. Le daba igual lo que Jeongguk estuviese buscando en Bormur, si estaba relacionado con él, o si no, si solo era una clase de juego o algo así, él estaba feliz de haberlo conocido.

Cuando llegó el atardecer él había comenzado a prepararse. Incluso se sintió un tonto por estar buscando sus prendas menos gastadas y más suaves entre sus cosas, las que tenía reservadas para ocasiones especiales, aunque tenía muy pocas en las que podía usarlas. Usó un poco de jugo de arándanos como bálsamo, solo porque pensó que se miraría bien con sus labios un poco más coloreados. Alisó su cabello negro, aunque de igual forma terminó formándose en mechones rebeldes ondulados sobre su cabeza, lo cuál lo hizo suspirar rendido frente al espejo. Finalmente él esparció sobre su cuello, clavículas y antebrazos una fragancia de flores que él mismo había elaborado. Le gustaba mucho el aroma natural, además de que cuando su madre y su abuela vivían con él ellas lo utilizaban también, esperaba que fuese agradable para Jeongguk.

Cuando terminó de arreglarse se miró al espejo con ilusión. Tenía un tiempo sin tomar cuidado de sí mismo. Se sentía bien tratándose bien, especialmente porque no tomaba muchas ocasiones para hacerlo. Se dió cuenta de la sonrisa boba que había en sus labios delgados, y se sonrojó furiosamente cuando la imagen de Jeongguk apareció en su mente. Pensar que estaba haciendo todo ese esfuerzo por lucir bien, solo para su encuentro, lo hizo sentir un apretón de vergüenza en el estómago, pero no fue desagradable, simplemente novedoso.

Finalmente, cuando escuchó un golpe en su puerta, él se alarmó, mirando a su alrededor con prisa, como si buscara algo esencial pero no sabía el qué. Eran los nervios actuando por él, no sabía porqué se sentía de esa forma, solo vería a Jeongguk pero por alguna razón sus pálpitos estaban tan acelerados por ello.

En busca de salir de su ola de nervios, tomó de su tocador un pequeño broche para cabello, con una hermosa flor color rosa palo. La colocó en su cabello, sujetando un mechón cerca de su oreja y dio una última mirada al espejo. Salió de la habitación antes de permitirse sentirse más apenado por su actitud de niña enamorada y fue directo a abrir.

—Hola... — Jeongguk saludó primero, un tanto ido por la sorpresa de un Yoongi particularmente lindo esa noche. Una sonrisa amplia y sincera acompañando su saludo, incapaz de apartar sus ojos del chico al que tenía frente a él.

—Hola. — Contestó el pelinegro, su voz sonando con un suspiro nervioso y la sonrisa tambaleándose sobre sus labios, sentía que sus manos no podían estar quietas, y solo movía sus dedos bajo su vientre.

A Jeongguk lo atacó su curiosidad y sin poder evitarlo, levantó una de sus manos hasta dejar una caricia suave sobre una de las mejillas de Yoongi, subiendo el movimiento hasta tocar con cuidado el broche en su cabello. Yoongi lo miró sorprendido, primero por el toque gentil, pero él no se apartó, cautivado por la sensación de ser tocado de esa forma amable; lo miró a los ojos mientras Jeongguk detallaba el broche, y se encontró sonrojándose por su cercanía y el pensamiento innegable de que lucía tan atractivo así, tan cerca de él.

—No sabía que te gustaba decorar tu cabello con flores. — Jeongguk dijo después de retirar su mano del accesorio, dejando a un anonadado chico que parpadeó repetidas veces para calmar sus nervios.

—Ah, yo... Pensé que se vería bien, y... — Yoongi movió nerviosamente sus manos, el calor intensificandose en sus pómulos, se quitó el broche en medio de su vergüenza y bajo la cabeza. Quizá había exagerado las cosas, y no era necesario que él se esforzara en lucir mejor. La sensación lo hizo sentir tonto.

—No he dicho que no lo haga, Yoon. — Le contestó sincero, tomando de entre sus manos el accesorio. Lo sujetó para volverlo a colocar en el cabello oscuro del más bajo, justo donde estaba con anterioridad. —Te ves hermoso ésta noche.

Yoongi estaba seguro de que su cara estaba toda pintada de rojo, Jeongguk al parecer no tomaba en cuenta el impacto que tan sencillas palabras podían causarle. Y es que se descubrió disfrutando escuchar algo como eso; había pasado tanto tiempo escuchando cosas malas, que recibir un halago le dió un toque cálido en el pecho.

—Gracias. ¿Y Mistral? Ella también luce bien hoy. — Yoongi rápidamente trató de quitar la atención de sí mismo, ya que la mirada de Jeongguk lo estaba atendiendo más de lo que estaba acostumbrado, y a pesar de que la emoción estaba presente, él aún no sabía cómo manejarlo totalmente.

—Por supuesto. Ella siempre luce bien.

— ¿Ah sí? Puedo verlo...

—Pero dice que tú luces mejor que ella ésta vez. Ojo, solo ésta vez.

Yoongi rió levemente.

Se acercó a la yegua y murmuró un par de palabras amables para saludarla, sus manos la acicalaron y confió en Jeongguk cuando lo ayudó a subirse a la silla. Se sujetó con fuerza y tembló un poco ante el cambio de altura, su corazón golpeó fuerte en contra de su pecho, pero en todo momento sintió las manos de Jeongguk cerca, manteniéndolo seguro. Una sonrisa temblorosa se levantó sobre sus labios finos, ante la plena sensación de la vivencia.

—Yo... Nunca antes había subido a un caballo. — Confesó airado. A pesar de que la yegua estaba quieta y tranquila, él aún no podía dejar de apretar la silla bajo él con mucha fuerza. Aún ante su emoción, sentía que un torpe movimiento de su parte lo haría caer.

Jeongguk no contestó inmediatamente, pero sonrió frente a su nuca. Sentía con claridad la tensión de su cuerpo frente a él, la inseguridad de cada uno de sus movimientos, temeroso del desplome.

—Aprenderás con el tiempo. Tienes buen tacto con el animal, será fácil que ganes su confianza. Y no dejaré que caigas.

—Lo dices como si fuese a subir a uno de nuevo. — Yoongi dejó que sus palabras desilusionadas se perdieran junto al sonido de los cascos en el suelo, mientras avanzaban por su paseo en el bosque.

Aunque ese momento lo tuviera lleno de felicidad, sabía que no podía durar para siempre. Incluso cuando ya había decidido confiar en Jeongguk y aceptar algo tan precipitado como un paseo al anochecer, sabía que no podría tenerlo para siempre. Momentos así, en los que estaba satisfecho siendo acompañado sin miedo a nada.

— ¿Por qué no lo harías? En Ileom hay muchísimos caballos, de muchas razas y colores diferentes, tu podrías elegir al que más quisieras.

Yoongi tragó saliva ante la andanza de tales pensamientos. Jeongguk sonaba como un orador presumiendo de los encantos de sus tierras para que los viajeros las visitaran. Sin embargo, Yoongi no era uno.

—Yo no puedo irme de aquí, Jeongguk.

Sus palabras quedaron suspendidas en medio de la noche. El ambiente sereno y del bosque oscuro podría haberlo asustado en cualquier otra circunstancia, pero justo en ese momento, se sentía bien, se sentía cómodo escuchando la respiración de Jeongguk a su espalda, y sus brazos firmes rodeándolo mientras montaba. Escuchaba el cantar de algunas aves nocturnas a la distancia, como si todas se hubieran puesto de acuerdo esa noche para acompañarlos.

— ¿Por qué, Yoongi? — La duda de Jeongguk fue genuina. — ¿Por qué no podrías venir conmigo a Ileom?... — Jeongguk murmuró en su oído, logrando que los ojos de Yoongi se cerraran instintivamente al sentir la caricia de su voz.

Quería eso, aunque constantemente se lo negara. Quería algo como, huir. Pero parecía tan peligroso, alejarse tan de repente de todo lo que conocía en la vida, de lo único que tenía en sus manos y empezar de cero, sin conocer a nadie y sin tener idea de qué hacer. Él había pensado en eso antes, tantas veces antes lo deseó. Pero nunca ha sido lo suficientemente valiente.

Yoongi meditó su respuesta, siendo consciente de lo mucho que lo lastimaba. abrió los ojos finalmente y miró hacía dónde habían llegado. El lago del bosque, ese lugar que tan bien conocía. La luna llena sobre ellos lo iluminaba todo, mezclándose con la penumbra engañosa pero protectora del bosque. Podía ver con claridad cómo las estrellas estaban tan brillantes y cerca de él, reflejadas en la serenidad del agua. La vista hizo que su corazón se apretara en contemplación.

—Es porque tengo miedo. Siempre lo he tenido. — Dijo su verdad. Ahora le daba igual decirlo en voz alta, era incluso reconfortante hacerlo. Estaba cansado.

— ¿Porque has estado solo por tanto tiempo?

—Sí. Y porque no sé cómo hacerlo... — Yoongi agradeció las palabras de Jeongguk completando sus pensamientos, como si pudiese entenderlo. —Si dejo este lugar, todo será tan terrorífico...

—Pero éste lugar también te da miedo, ¿no es así? Aquí siempre has tenido miedo...

—Suena incluso más miserable si eres tú quien lo dice... — Yoongi fingió una sonrisa. Sintió el cuerpo de Jeongguk moviéndose tras él y entonces bajó de Mistral, ofreciendo sus brazos para ayudarlo a que también lo hiciera.

Justo cuando estaba por sentirse confundido sobre el rumbo al que estaba yendo su velada, Jeongguk lo tomó de las manos y lo guío hasta la orilla del lago, lo siguiente que presenció, lo hizo pestañear repetidas veces, porque no sabía si estaba imaginándolo o perdiendo la cordura.

—Eres más valiente de lo que crees, Yoon. Lo has sido durante todo este tiempo, por tu cuenta y sin que nadie te ayudara. Realmente deberías creer más en tí mismo, en lo que eres capaz y en lo que puedes lograr.

Los ojos de Jeongguk brillaban en un intenso color ámbar, Yoongi no pudo apartar su mirada de ellos, aún cuando no tenía idea de lo que estaba pasando. ¿Magia? ¿un hechizo? ¿un truco?... Todas las opciones pasaban por su mente mientras que a su alrededor, tras un movimiento sutil de la mano de Jeongguk a su costado, luciérnagas comienzan a despertar sus brillos y vuelan por encima del lago y junto a ellos, creando una mágica atmósfera que lo hizo quedarse sin aliento, una escena salida de los cuentos de hadas que hacía años había escuchado y jamás creyó realidad.

—Jeongguk... — Las manos de Yoongi temblaban mientras Jeongguk las sostenía, sus ojos también se aguaron, presa de una nueva clase de sensación, en la que era valiente, pero no solo por temor, sino por anhelo. —E-esto... Tu... ¿Eres un brujo?

—Es así como algunos nos dicen. Tú lo sabes bien.

Jeongguk lo miró con ternura, cuando la primer lágrima cayó por la mejilla de Yoongi. Sabía lo difícil que podía ser para él, asimilar lo que estaba pasando.

—Mi abuela... ¿Mi abuela era?...

—No lo sé, Yoon. — Jeongguk levantó su mano, soltando la de Yoongi, para así sostener su rostro y acariciar su mejilla, brindándole un toque reconfortante en medio de sus agitados descubrimientos. —Me hubiera gustado conocerla, para saber si tenía la misma clase de magia que tú.

—Yo no.... Yo no tengo algo así, Jeongguk. Mi abuela no era... ¿Entonces todos han tenido razón siempre? ¿Por qué has tenido que decírmelo? Mi abuela no hizo daño a nadie nunca...

—Yoongi. Respira. — Jeongguk sujetó el rostro de Yoongi entre ambas manos al fin, buscando su asustada mirada, finalmente encontrándose, perdiéndose en esos ojos acuosos. —Tranquilo.

Yoongi detuvo sus pensamientos por un instante, el instante en el que logró concentrarse puramente en Jeongguk. No sabía cómo, pero el incesante color oro de sus ojos lo tenía hipnotizado, el aura a su alrededor, como si un ser inalcanzable y eterno hubiera tomado el lugar del viajero que lo había cautivado. Yoongi no sabía nada de magia y toda su vida se había obligado a no creer en todas esas historias de fantasía y criaturas mitológicas, pero si Jeongguk era una clase de ser mágico, estaba seguro de que era el más hermoso de todos.

— ¿Puedo explicártelo?... — Jeongguk fue cuidadoso y sereno, las luciérnagas a su alrededor lo hacían billar incluso más, y a Yoongi le fue imposible no confiar en él de nuevo.

—Por favor... — Yoongi suplicó.

—Puedes llamarnos brujos, si así lo deseas... Pero sabes lo desagradable que es esa palabra, y lo peligrosa que puede ser. — Yoongi asintió, comprendiendo que esa palabra no le sentaba nada bien realmente, y no quería tener que referirse a Jeongguk así, por su propio bien. —Otros nos dicen magos, hechiceros, incluso hadas. — Jeongguk sonrió un poco, logrando que Yoongi se sintiera un poco más cómodo conforme lo escuchaba. Eso definitivamente sonaba mejor. —En Ileom preferimos llamarnos portadores. Portadores del don de nuestra madre naturaleza. No somos seres malignos por tener habilidades especiales, ni siquiera lo tendríamos que considerar como una clase de magia. Es simplemente la fuerza de la tierra conectada a nosotros, lo que somos y a lo que nos debemos, hacia donde iremos al morir. Todos somos capaz de sentirla, pero solo se refleja en unos cuantos.

— ¿Qué eres capaz de hacer?... — La curiosidad de Yoongi fue imposible de detener ante la confesión. Todo eso, sonaba como algo fascinante, él era capaz de llamarle magia. Pero no podía terminar de entender por qué algo que se escuchaba tan bueno, fue capaz de condenar a su familia.

—Escucho.

Jeongguk levantó una sonrisa divertida ante la confusión de Yoongi, estaba por replicar algo más ante la vaga respuesta, pero entonces los ojos de Jeongguk brillaron nuevamente, y de otro movimiento de mano en el aire, brotaron de entre los árboles y arbustos decenas de mariposas amarillas que revolotearon a su alrededor, justo como las luciérnagas lo habían hecho ante el mismo gesto de Jeongguk.

Yoongi no pudo evitar una sonrisa sincera, mirando el espectáculo a su alrededor. Luciérnagas y mariposas danzaban alrededor de ellos, al son de un movimiento de Jeongguk. El descubrimiento de algo tan hermoso lo hizo mirarlo nuevamente, con asombro

—Tu... ¿Hablas con los animales?

—Los entiendo. Trato de escucharlos y protegerlos si así lo necesitan. Trabajo en el equilibrio y la coexistencia entre el ser y las bestias. — Jeongguk dirigió una mirada por sobre el hombro Yoongi, donde Mistral inclinó su cabeza en un suave empujón contra el cuerpo de Yoongi, captando su atención y haciéndolo reír con encanto. —Muchas veces las bestias somos nosotros.

—Sí... — Yoongi acarició a la yegua mansa que buscaba su atención. Su corazón latía rápido mientras asimilaba tales cosas. Jeongguk poseía un poder increíble, su corazón estaba conmovido.

Pronto, el espectáculo de mariposas se disipó por el bosque, por el cielo sobre ellos en el cielo estrellado y el silencio reinó, solo con la luz natural que las luciérnagas les otorgaban.

—Lo que tú haces, Yoongi... No hay nadie así en Ileom.

—Pero Jeongguk, no tengo ninguna clase de magia, yo no hago cosas asombrosas con la naturaleza, ni me comunico con los animales, a veces ni siquiera puedo hacerlo con las personas, yo no soy...

Jeongguk interrumpió las palabras revueltas de Yoongi, lo hizo para que dejara de arrastrar su nombre por el suelo, porque no podía tolerar que lo siguiera haciendo. Su dedo índice se detuvo frente a sus labios después de un tenue chicheo, la angustia era legible en la expresión de Yoongi, quería deshacerse de ella, pero no sabía cómo exactamente, más que explicándole de qué se trataba todo eso.

—Puedo demostrar que te equivocas. — Yoongi lo miró confundido, y entonces, Jeongguk se alejó unos pasos y miró al suelo, moviendo su pierna con facilidad, la que hace tan solo unos días había sido herida.

Yoongi lo recordó, por un momento se había olvidado por completo de que Jeongguk tenía que guardar descanso, y sin embargo montó a caballo y ha estado paseando como si no tuviera una herida curándose en la pantorrilla.

—Tu pierna, cierto... Debías descansar, y usar el ungüento.

—Ha sanado, Yoongi. — Jeongguk omitió réplica de Yoongi y simplemente descubrió su pierna del pantalón, mostrando el lugar en donde antes había una herida enrojecida, ahora había solo una marca cicatrizándose, como si hubiese pasado mucho tiempo. —Es porque he estado cerca tuyo. Si me hubiera mantenido lejos es probable que siguiera abierta. Necesitaba comprobarlo por mi cuenta, es por eso que fui insistente. Incluso cuando tú no sabes que hay magia en ti, ésta actúa por sí sola. Quienes están a tu lado son constantemente curados, es tu naturaleza y el aura de poder que emanas.

Yoongi se permitió sentirse anonadado ante la revelación. Era imposible, y sin embargo, tenía la prueba justo frente a él. Él había visto y tratado la herida, sabía que no fue un engaño o algún truco.

—Esto... Eso no puede ser, Jeongguk...

—Las magias más poderosas son las que más tardan en despertar. Tu no puedes darte cuenta, pero yo lo siento con claridad. Es por eso que vine a buscarte, no solo porque salvaste la vida de Aurel, también me lo han dicho las aves que emigran, los peces que corren por el arroyo, los animales que llevan tu marca, la he podido ver en mi viaje... Tu poder de sanar es una magia superior y sorprendente, tienes que dejar de tenerle miedo a tu don, y no creer en lo que la ignorancia puede causar en el resto de las personas. Sé que te han hecho mucho daño ya, sé que ha sido tan difícil para ti. Pero de ahora en adelante, quiero que me dejes ayudarte, déjame guiarte en ésto y hacer que tu magia despierte. Te juro, Yoongi... No tienes idea de lo valioso que eres.

Los ojos de Yoongi no podían despegarse de los de Jeongguk mientras el caudal de sus lágrimas sinceras se extendía por su rostro. Si esto era un sueño, si estaba imaginándolo todo y ésta no era su oportunidad de por fin ser libre, no podría despertar y al día siguiente continuar jamás.

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