♫Catch Me - Demi Lovato♫
Estaba tan cómoda entre sus brazos que podía escuchar su corazón, se que se hace la dura, pero creo que es una buena persona...
—¡es suficiente, ya te calentaste! —dijo la rubia.
Carajo, olviden lo que pensé, activó su modo "loca" y me botó de su lado. Fui rápidamente a prender la chimenea, mi molestia se quitó al darme cuenta que usé por demás la leña. Se supone que solo estaría en las noches prendida, por eso no pedí mas. pero con la ardilla lo usamos sin medir. Fuera nos quedaba provisión para uno o dos días quizá.
Que pase la tormenta y voy con Smith para que se lleve a esta demente y aprovecho para que me abastezcan con más leña...El sonido de mis cajones me distrajo, ahí va de nuevo, ¿que pretende revolviendo mi ropa?
Pues después de tanta discusión la "Ardilla demente" me hizo preparar la ducha, y ahora estoy sujetándola mientras tengo los ojos vendados, mi cabeza me está doliendo a consecuencia que apretó demasiado la venda.
¡Mierda! No podía controlar el calor de mis manos, no es la primera vez que toco a una mujer desnuda,pero sí la primera vez vendada. El agua que bajaba, mientras ella se movía y temblaba, no pude evitar ponerme nerviosa y ya imagino mi cara, como tomate chancado.
De pronto escucho un tarareo departe de ella, así que es de las que cantan mientras se ducha...
—agarra fuerte los jabones porque no pienso recogértelos si se resbalan de tus manos—le dije. No quería que nada se complique, y le advertí para no empeorar esta situación embarazosa.
—¡Silencio!, no soy una niña, yo sé ducharme.
—indiot...
—¡shhh!.
No dije nada más, ella continuó con su tarareo...
Seguía sujetándola sintiendo cómo bajaba y atravesaba el agua, que ahora se combinaba con los jabones, salpicaba gotas en mi piel pero nada de otro mundo.
—suéltame por un momento, me apoyaré de tu brazo—dijo la rubia. Yo hice caso, entendía que, con mis brazos en su cintura, le era difícil llegar a las zonas de abajo.
—agárrate fuerte, ten cuidado de resbalar—cuando dije esto, me apretó más el brazo izquierdo. Me agarré del marco de la puerta con mi mano libre y tenía las piernas abiertas para no perder el equilibrio.
—mierda esto es complicado...—se quejaba.
Sentí como la melodía de su tarareo volvía arriba, quería poner atención a la melodía para saber que canción era, pero no la reconocía y como si supiera mis intenciones de un momento a otro dejó de tararear.
—¿Lisa? ¿Tú me estas tocando... el hombro? — dijo con una voz temblorosa.
—¡que! —respondí.
—entonces...que... mierd!
—¡Ahh!... "¡¡AHHHHHHH!!"—sentí de pronto todo el peso de la rubia en mi cuerpo,sus piernas rodeando mi cintura, mientras con todo su aliento soltaba gritos de espanto—¡ARAÑA!
Pude sostenerla con mi brazo izquierdo que estaba libre, rodeando sus glúteos con esta mano,a la par sentí un tirón en mi brazo derecho, que hizo la fuerza para agarrarme del marco de la puerta, evitando una caída al piso.
—¡Quítamela, quítamela!—se movía sin control.
—¡Donde! ¡donde! — seguía a ciegas, no evitó que la sola idea que estuviera caminando en mi cuerpo me aterrara, como respuesta, mi cuerpo se movía como gelatina, pensando que así me libraría del arácnido. Todo esto lo hacía sin dejar mi agarre de la puerta y sin soltar a la rubia.
—¡ahí! —sentí como me quitaba las vendas abruptamente.
—¡auch! —la luz venía nuevamente a mi vista y la imagen borrosa de mi alrededor se hacía más clara.
Sentí como las manos de la rubia me tomaban el rostro.
—por favor no mires—miré su rostro mojado tiras de cabello tapaban en líneas sus ojos. Yo asentí con mi cabeza.
—¿Dónde? —le dije. Ambas respirábamos rápido.
—cayo cerca a la puerta—me dijo abrazándome mas fuerte, mi brazo derecho lo llevé debajo del izquierdo y así la cargué mejor.
—¡Mátala!
—Ahí está.
—¡Mátala!—dijo de nuevo.
No era de matar animalitos, que no tienen la culpa...siempre las retiraba de donde dormía o acampaba. Pero sacarla por la puerta no era una opción, y si la dejaba escapar por el mini desagüe podía regresar. Y ahí quien moriría asesinada por la rubia sería yo...
—¡Mátala Lisa por favor! —ahora más que una orden era una suplica de parte de la rubia.
Estaba huyendo, pero con el agua que caía se le dificultaba caminar, ingresé al ambiente y la pisé.
—ya lo hice—le dije a la rubia.
Por fin pudimos suspirar.
Ella se movió para mirar al suelo sin dejar mi cuello, mientras yo miraba hacía arriba para ver de donde vino la araña. Ahí estaba, en la esquina de la pequeña habitación en lo alto había toda una red de telas de araña con pequeños insectos atrapados.
Nuestras miradas se encontraron agitadas, el agua ya me había empapado.
—No fumigaron bien—le dije viéndola a los ojos.
—ya me di cuenta—me respondió.
Ambas soltamos una sonrisa de oreja a oreja, mientras caía mas agua a parte de mi rostro haciendo que mis ojos cerraran para evitar que entre agua en ellos. Me moví un poco para evitar el agua encima de mi y la rubia amablemente limpiaba mi cara para que pudiese abrirlos nuevamente, cosa que no hice.
—ya está a salvo ardilla chillona—le dije apretando mis ojos.
—¡shhh! Aún queda un nido ahí arriba—me susurró al oído, sentí su aliento cada vez más cerca. Lo que provocó que mi estomago se contrajera y mi corazón se acelerara.
Con mi vista cerrada, mis otros sentidos estaban al cien por ciento, su olor, oír nuestras respiraciones, sentir nuestros corazones bombeando al compás y sobre todo sentir su trasero desnudo en mis brazos. Estaba al borde de un colapso.
Poco a poco ambos rostros chocaron frente y mejillas, acariciándose, frotándose.
Besé su mejilla, su nariz, sentía como alejaba y acercaba su rostro jugando con el mío. No quería abrir los ojos, hasta que sentí un beso cerca a mis labios, que acabaron con la fuerza de voluntad que tenía de no seguir viéndola.
Quería concluir lo que ella inició, necesitaba ver sus ojos para tener su permiso. Ahí estaba ella viendo mis labios y yo viendo los suyos, estiré mi rostro hacia ella, y ella no retrocedió, pero el agua dejó de caer lo que provocó que ambas miráramos a la bolsa de ducha totalmente vacía.
—estoy mojada—dije, cualquier cosa que se me vino a la mente, y justo fué eso.
—yo también—respondió en un susurro—se acercó a mi oído y terminó con la frase—llévame a la cama.
Mi cuerpo sintió que mil rayos atravesaron mi pecho y recorieron todo mi ser.
—necesitamos cambiarnos rápido, dijiste que tenías hambre y podemos resfriar—añadió la rubia.
—S-si...E-eso dije. ¡hm! ¡hm! —aclaré la garganta—¿alcanzas las toallas?
—si, ahora si me puedes bajar, solo será una vez mas hasta que me ponga la toalla.
—no te preocupes—entendí y cerré nuevamente los ojos.
Mierda, sentí como se despegaba mis brazos de su cuerpo desnudo, mientras mi estomago quemaba.
—ya está ábrelos—dijo. Yo abrí al instante mis ojos y ella ya estaba envuelta con la toalla.
—te dejé la otra para ti—ese tono con el que me hablaba, era tan amable.
—oficialmente hoy es nuestra noche de bodas—la tomé por las piernas y espalda y la cargué en dirección a la cama.
—¡qué dices! —Sonrió extrañada, pero no le molestó mi comentario. La dejé al borde de la cama, ella aún buscaba mi mirada.
—es broma, ardilla—le tinqué la nariz antes de dar media vuelta al ropero— Aun no está aprobado las bodas con animales.
Una sonrisa de burla se me escapó, mientras me caía las almohadas.
—¡eres una idiota! —este comentario si le molestó sobre manera.
Tomé ropa interior y ropa para cambiarme en la ducha.
Al cerrar la puerta, pude dar respiraciones profundas. Joder, no podía creer que solo con rozar su piel desnuda, me hiciera mojar, estaba ahí bien caliente... Necesitaba sacar de mi mente la escena vivida. Levanté el rostro hacia el nido de arañas y lo único que veía era los recuerdos de hace minutos; los pechos de la rubia, eran pequeños, pero bien formados. Sus glúteos y la línea que los dividía, estos los pude ver cuando divisé a la araña intentando huir. Su piel, aunque estaba con marcas por los moretones del accidente, era una piel suave y blanca y para rematar el beso travieso que me dio. Necesitaba tocarme, sentía que si no lo hacía podría morir, así que lentamente mi mano se dirigía a terminar lo que mis recuerdos empezaron, pero un ruido fuerte evitó que continuase.
Abrí la puerta y vi hacía la cama.—¿estas bien?
—¡S-si!... ¡Lisa! ¡se supone que aún no debes salir!
—¡pero aun sigues con la toalla!
—¡y tu con la ropa mojada!
Ambas nos pusimos rojas. Ni una de las dos había comenzado a cambiarse.
—dame diez minutos por favor, yo no puedo cambiarme tan rápido—dijo nerviosa.
—de acuerdo, de acuerdo—cerré nuevamente la puerta y ahora si me empecé a cambiar.
El hambre, la preocupación, el susto...todo se fue, tenía una sonrisita en mi rostro tan grande que me sentía idiota.