CAPITULO 7

306 33 2
                                    

♫On the Ground-Rosé♫

—esto debe ser una broma—miré con ironía a la rubia.

Resulta que a rastras se acercó a la puerta con la bolsa de dormir a medio cuerpo.

¡¡salvé a una loca!!

—espera... ¿qué crees que haces? —le dije despectivamente, la tipa ya tenía su mano en las aldabas de la puerta.

No respondió.

Debe de haber una razón para que esté como gusano junto a la puerta; respiré hondo, realmente tiene algo y sospecho que lamentaré averiguar qué es, más al ver los restos del radio en mi mano.

No esperé más y me levate—espera, espera...—traté de acercarme a la desconocida.

—¡no te acerques! —reacción.
Yo tenía la mirada aterrada por lo que llevaba en la mano izquierda.

—pero ¡qué haces con ese cuchillo! —ahora si me asusté, la rubia loca me estaba apuntando con un cuchillo.

—¡no te acerques por que no dudaré en usarlo! ¡¡retrocede!! —ordenó.

—¡qué demonios te pasa!, ¡baja eso¡—me estaba acercando lentamente.

—¡retrocedeeeee!—gritó.

—por que actúas así, yo solo quiero ayudarte...

—no lo volveré a repetir, ¡te lo lanzaré, tengo buena puntería!—dijo alzando el brazo— ¡QUE RETROCEDAS!

—¡está bien!, ¡solo cálmate! Mira ya estoy retrocediendo...

Amo mi hermoso cuerpo, lo último que quiero, es que me lo desfiguren, mi nariz ya estaba hinchado, pero eso es algo que, con hielo y presión  desaparece, ¿un corte? no gracias, Mi ayuda tiene un límite y no pienso arriesgar ni un corte por una chiflada.

Al parecer se arrastró hasta los cajones de los utensilios que están al costado del lavadero y sacó un cuchillo de cocina.

No pensaba comprobar el filo del utensilio ahora convertido en arma.

—¡retrocede más! —siguió ordenando la rubia.

—¿aquí está bien? —como si se tratase de un asalto, tenía las manos levantadas, al ver la distancia entre ambas me senté en la cama.

Una parte de mí realmente quería ver lo que va ha hacer fuera de la cabaña.

Cuando me senté en la cama, vi la escena. La rubia a duras penas se apoyó en su rodilla derecha para poder girar la aldaba rústica que tenía la cabaña.

La temperatura aquí realmente estaba caliente, como un horno, esa era mi percepción comparada a la temperatura de afuera, lo que me dio más curiosidad fue verla en la puerta obviando este detalle; la rubia quizás sea la mujer de hielo o tal vez la mujer más bruta, sobre todo por no darse cuenta que aún seguía en ropa interior.

Y sucedió lo que imaginé...

Abrió la puerta a rastras y un ola de viento, literal helado, la hizo caer para luego gritar groserías.

—¡Ja, Ja, Ja, Ja, Ja JA! —reí, no pude evitar evitarlo.

—shh...N-no ..N-no ... T-t..N-no te acer-rquees!—dijo temblando de frío.

—¡no me moví! —le dije.

¡Rayos! ahí tiene su merecido dije en mis adentros.

Mi pregunta es ¿cuánto más soportará el viento helado para pedir ayuda? o será tan orgullosa y bruta de no hacerlo...

Mi rostro se llenó de asombro al ver ese cuerpo flaco en ropa interior, seguir arrastrándose fuera de la cabaña, claro solo avanzó medio metro, ya que la tormenta ya había comenzado y el viento estaba empezando a ser fuerte, el clima no ayudaba en nada a la payasada que estaba haciendo la rubia.

—bien es suficiente—ahora sí me acerqué ella ni podía responder o seguir amenazando, se retorcía y temblaba por demás.

—T-th...T-th...—no podía hablar, así que le quité el cuchillo, mi cara se llenó de escarcha por el viento helado que estaba combinado con un poco de nieve.

—¡Shhh! no trates de hablar—le dije. Suspiré hondo y la cargué, la llevé al costado de la chimenea, tenía que calentarla de la misma manera que el día anterior. Fue cuando me di cuenta que su pierna estaba inflamada y de otro color.

Cambié de dirección y la llevé a la cama, aunque la verdad ella no ayudaba mucho que digamos, se seguía moviendo como cuando agarras a un gusano entre tus dedos, se movía de un lado para el otro, la recosté lentamente, para rápidamente taparla con las cobijas.

El calor de la casa ahora estaba frío, dejé mucho tiempo que haga su payasada.

—¡Mierda la puerta! —tan pronto cerré la puerta sonó mi estómago—calma, calma primero son los primeros auxilios—le dije sobandolo.

Desglosé la bolsa de dormir y busqué mas mantas en el armario y en conjunto los llevé para recuperarle el calor a la rubia, no me importó lanzarlo encima de ella. Cuando me dirigí a la chimenea a poner mas leña, giré mi cabeza y no pude evitar sonreír por lo que mis ojos estaban viendo.

La rubia estaba como capullo con diez o quizá once mantas encima de ella y lo más chistoso fue ver que la cama junto con ella seguía en movimiento por su tembladera.

—No fotografío a personas...pero tu eres lo mas parecido a un animal—le dije capturando la escena.

Aproveché que la rubia no estaba molestando mis oídos con sus gritos para preparar algo, no sin antes poner mas leña a la chimenea, de tanto burlarme yo también empecé a temblar de frío.

Me demoré como media hora hervir algunas patatas, y calentar la lata de guiso de carne que tenía en la despensa; preferí comer primero, por que algo me decía que iba a pelear con la rubia.

Tengo muchas preguntas, dudas y arrepentimientos sobre la rubia...

ACCIDENTE FORTUITO [corrigiendo]Where stories live. Discover now