The cold of your heart | Jels...

By JelsatrueloveOk

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¿Qué harías si el Espíritu del Invierno llegara a tu puerta a decirte que fue asignado como tu Guardián? ¿Que... More

El Principio
El primer día
El segundo día
El baile
Detrás del baile
El día después
El Sol siempre sale después de la tormenta
Ten Cuidado con lo que le deseas a la Luna
Una nueva oportunidad
A causa del destino
Cada vez más cerca
Un pequeño cambio
Sin invitación
Una larga noche
Hora de la fiesta
¿Tú me amas?
Un acto de amor verdadero
¿Se acabó?
La Oscuridad se aproxima
Recuerdos
Yo te cuidaré
La última cita
Oscuridad
Amor verdadero
Congelada en el tiempo
Si la Luna te lo ha dicho, debes creer.
Entonces me iré
Lo prometiste
En el bosque
Aventura
Reunión
El lado Oscuro de la Luna
Equipo
Un día cualquiera
Gánate mi corazón
Tomando el control
Competencia
Game over
Sopa de cumpleaños y otras sorpresas
Por siempre
Hogar, visitas y un milagro
Tinieblas
Adiós
El Final
Epílogo

Gritándole a la Luna

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By JelsatrueloveOk

parte III

Capítulo 29. "Gritándole a la Luna".

Prólogo:

La mayoría de los aldeanos de Arendelle paseaban por el castillo. Esa noche, la princesa Anna había mandado abrir las puertas del palacio para todo el Reino porque había un importante anuncio que hacer. Pero nunca nos enteramos.

Mi nombre es James Brander Garthf, que significa marcado por el fuego y protector, aunque el último parece ser nombre de niña. Soy más conocido como el hijo del granjero. Mis mil veces tátara abuelos tenían la mejor granja de todo Arendelle hasta que un voraz incendio los dejó en la ruina. Tras generaciones, hemos tratado de recomponer la situación, pero no nos ha ido muy bien. No los aburriré con la triste historia de un pobre joven y su granja. Sigamos.

A penas me enteré por los mensajeros reales que se abrirían las puertas corrí a lo de mi amigo Andrew y luego al palacio. Nunca me perdí una oportunidad de ver a la Reina. He estado encantado por ella desde... bueno desde que recuerdo. Sobre todo ahora que sale más de su hogar.

-Amigo, estás chiflado lo sabes. - me dijo Andy mientras esperábamos entre la muchedumbre.

-Sólo quiero verla, Andy. Nada más.

-Mira, tengo dos opciones para ti, o te atreves y le hablas de frente o dejas de fastidiarme para que te acompañe. - sabía que él no estaba enojado en verdad. Sólo que lo había molestado a la hora de la cena.

-¿Qué le hable? ¿Estás loco? ¡Ella es una Reina! Y yo un simple campesino. Podría ser ilegal, o algo así.

-Lo sé, pero puedes enviarle... no sé, ¿un cerdo?

-Muy gracioso, enamoraré a la bella Reina con un oloroso cerdo.

-No hay que dejar de soñar. - se mofó.

Al cabo de un tiempo, nadie de la corte salió a dar su anuncio. Andrew estaba apurado por volver a casa. Pero en eso, las puertas se abrieron de un golpe, y allí estaba ella...

Tan radiante como siempre, la Reina apareció del otro lado. Aunque parecía preocupada. No pude evitar soltar un "Whoaa".

-Oye, viejo, estas babeando de nuevo.

Y por un segundo, puedo jurar, que la Reina Elsa me miró. Mi corazón daba brincos como un caballo desbocado. Hasta que atravesó el umbral veloz como una flecha y se fue del palacio.

-Se ve preocupada. - comentó Andy al verla pasar a nuestro lado. Nadie la frenaba, por supuesto, pero hasta pude sentir su bello aroma.

-Algo anda mal. ¡Alguien tiene que ir tras ella!

-No exageres, tal vez solo fue a tomar aire.

-No seas tonto, Andy. ¿Qué tal si está en problemas?

-Lo dudo, seguro tuvo otra pelea con su novio.

-¿Novio? -el peso de las palabras me cayó en el pecho.

-¡Claro! ¿Dónde has estado todo este tiempo?

-Trabajando.

-Llevan juntos meses.

-Mhmm, de todas formas alguien tiene que ir a ver cómo está. No veo a ningún novio por aquí.

-Sí, seguro tiene guardias y sirvientes tras ella. No te preocupes. Ahora que ya has visto a tu escurridiza Reina, ¿podemos regresar?

-No. Yo iré tras ella.

-¡¿Estás loco?! - me detuvo al dar dos pasos a las grandes puertas - ¡No irás a ningún lado!

-¿Por qué?

-James, ella es una Reina. Entiéndelo, deja que se vaya, estará bien. Y tú no eres ningún Príncipe de brillante armadura para ir a socorrerla.

-No... Soy James. - me zafé de su agarre y corrí tras de ella. Había un rastro de nieve en el suelo por lo que fue fácil seguirla, pero no alcanzaba. Elsa corría a toda velocidad. La seguí por mucho tiempo.

Ni siquiera lo pensé dos veces, dejé la granja de mi padre atrás para ir a buscarla. Era descabellado, lo sé. ¿Un granjero y una Reina? Imposible. Sin embargo, ella lo valía. Aunque nunca le he hablado, casi siento que nos entendemos. Como una conexión.

La montaña parecía interminable, pero desde mi posición, muy lejos de la cima, a través de las nubes pude ver algo increíble: ¡un castillo hecho de hielo! Elsa debía estar allí, sola. Sin tener con quién contar.

Había pasado un día de la partida de Jack, Elsa seguía en su palacio indispuesta a salir. Sin embargo, las ideas parecían escaparse y alejarse de ella. Estaba muy lejos de la solución. Sin contar que su corazón estaba roto, pero por esta vez, sería fuerte, no andaría por los rincones llorando su pérdida. Lo superaría y principalmente rompería su "maldición".

La joven estaba en la misma posición pensativa desde hacía varias horas. Estaba acalambrada y cansada de pensar ideas que comenzaban a ser absurdas; tampoco esperaba que la solución a sus problemas llegara tocando la puerta.

En ese momento las puertas del palacio en las montañas se abrieron. Elsa, sorprendida, corrió por los pasillos hasta la cima de las escaleras. ¿Quién sería? Acaso... ¿Jack? ¡No! Él dijo que no volvería.

Y no era Jack. Una extraña criatura blanca entró por las puertas.

-¡Hola soy Olaf, y me encantan los abrazos!

-¿¡Qué!? - en principio se asustó. Esa criatura parlante era en verdad un hombre de nieve pero... ¡con vida! Y sobre todo, era idéntico al que solía construir con su hermana de niñas.

-¡Hey, qué tal!

-¡Ew! -chilló Elsa - ¿¿Qué eres??

-Un muñeco de nieve...

- E-eres un muñeco de nieve... ¿Y estas vi-vivo? - Elsa no lo podía creer.

-¡Así es!... Eso creo. - sonrió Olaf.

-¿C-cómo?

-Pues soy producto de tu amor, ¡tú me creaste! ¿Ya no recuerdas?

Sin duda ella no recordaba haber construido a la tierna criatura, pero el asombro y terror desaparecieron de ella. Ya no estaba espeluznada -del todo- por ello. Sino feliz. Había creado algo tan fantástico por sí sola. No era un intruso ni nada, más bien se sentía reconfortante, como un amigo.

-¿Olaf?

-¡Así es!

-¿Qué haces aquí?

-Vine a decir hola. ¡Hola! - Elsa sonrió, apenas un poco.

-¿Y de dónde saliste? - seguía asombrada.

-En verdad, he vivido aquí desde que me creaste hace mucho. Deambulaba por las montañas, incluso una vez he intentado bajar al pueblo pero no había nieve por ningún lado y hacía tanto calor que me derretía. Por eso decidí volver, ¡y te encontré! Espera, todavía no sé tu nombre ¡Espera déjame adivinar! Tu nombre es Sven.

-No, en verdad me llamo Elsa.

-Oh, ese es un nombre lindo también. Es solo que parecía ser que todos aquí se llaman Sven. Cómo sea.

Elsa rio ante el comentario, pero luego entró en pánico.

-¡Espera! ¿Quieres decir que has conocido a Sven? ¿U-un reno?

-¡Sí! También iba con su dueño Sven y su esposa Anna.

No... Ellos estaban tras de mí...

-¡Dónde los viste!

-En las praderas, bajo las montañas. Parecían estar muy dispuestos a subir a la cima. - dijo la inocente criatura sonriente.

-¡Oh, rayos, vienen por mí! - entró en estado de alerta ¿Qué haría ahora?

-¿Huyes de ellos?

-De hecho, sí.

-¿Por qué?

-Necesito tiempo a solas y lejos de mi hermana Anna.

-Oh... eso explica por qué estás aquí solitaria... y triste. - ¿Tan obvio era esto?

-Bueno, eso... Eso es por otra cosa.

-¿Por qué?

-Digamos... digamos que he descubierto que mi corazón está congelado por siempre y que el amor de mi vida se ha ido... Y no volverá. - no pudo evitar entristecerse.

Olaf se quedó callado por un momento, reflexionando, al parecer.

-¿Tu verdadero amor te ha dejado? - increpó del espanto. -¡No lo voy a permitir! Tranquila, Elsa; ¡ya no estarás triste porque te conseguiré otro amor verdadero! -Olaf daba brincos de felicidad.

-No, no tienes que hacerlo. No es-

-Descuida, buscaré por todas partes hasta encontrarlo. Será perfecto y jamás te dejará-

-No, Olaf-

-Tú quédate aquí, ¡no me tardó! - corrió de nuevo y desapareció por dónde llegó, riendo.

Genial, ahora un muñeco de nieve piensa ayudarme con mis problemas amorosos. No debía distraerse, tenía que pensar la solución de su cura. Según había entendido, el Espíritu de la Luna sólo se comunicaba cuando esta estaba llena. La próxima fecha sería al cabo de unas dos semanas aproximadamente. ¿Tendría que esperar hasta entonces para hablar con la Luna? Era posible que ese fuera un modo para pedir que lo revierta. Solo una posibilidad.

Piensa, Elsa. Piensa.

Mientras avanzaba por la densa nieve cumbre arriba, -¿cómo podía haber nieve en primavera? Oh, claro. La Reina de las Nieves. - un pedazo de esta pareció desprenderse y bajar hacia mí a toda velocidad. Cuando llegó a la altura de mis pies, lo que parecía ser una bola de nieve se sacudió y quedó al descubierto un muñeco de nieve.

-Hola, soy Olaf, y me gustan los abrazos.

Creo que mi grito debió haber despertado a los muertos.

En fin, el muñeco de nieve - que terminó siendo amable y hasta encantador - me dijo que estaba buscando a alguien y que yo era perfecto para el trabajo. No entendí ni una sola cosa hasta que me dijo que esa persona era para Elsa. Con su nombre mis sentidos se encendieron y dejé que me guiara hasta el final de la montaña.

El interior del palacio hecho de hielo era indescriptible, ni siquiera sé cómo explicarles. Inmenso, brillante, acogedor, elegante, iluminado, asombroso y congelado es lo único en lo que puedo pensar. Olaf me había dicho que fuese a una habitación en el segundo piso donde la encontraría.

Estaba tan ansioso que por poco resbalo en los escalones de hielo - ¿a quién se le ocurre tener escalones de hielo? Oh, claro -.

Y allí estaba, de espaldas a mí. Llamé su nombre tímidamente. La Reina se giró a verme... Aunque no tuve la visita que esperaba.

Desperté de la oscuridad, tal vez me había dado un golpe en la cabeza. Mis brazos estaban atrapados entre dos bloques de hielo que se desprendían del suelo.

-¿Pero qué ra-?

Había alguien enfrente de mí. Elsa me miraba furiosamente, su mano abierta extendida hacia a mí que parecía brotar chispas.

-¡Elsa! - dije sin aliento - Digo, ¡Mi Reina! Le ruego, no me haga daño-

-¿Quién eres, y qué haces aquí? - rugió. Era la primera vez que oía su voz, y era en verdad divina. Excepto por la parte que me dio miedo.

-Pues... yo... huh. - estaba tan atontado que no sabía qué decir.

-¡¿Has venido a capturarme o algo así?!

-¡QUÉ, NO! Yo solo-

-¡Qué!

Los bloques de hielo se prendían más fuertes a mis brazos.

-¡He venido a ver cómo estaba! - mis palabras la tomaron por sorpresa.

-¿Disculpa?

-La he visto huir del palacio y temí... que tal vez algo malo le pasaba. ¿Está usted bien?

La Reina no respondió por unos instantes, estaba pasmada.

-¿Viniste hasta aquí... para saber cómo estoy? - en su boca, las palabras sonaban un tanto incómodas.

-¿Tan extraño es?

-¡No! - se apresuró en decir. Parecía que toda su furia se había disipado. - Lo siento, no quise decir eso. Es que... no me lo esperaba.

-Lamento haberla molestado de todos modos, su alteza.

-No me has molestado. Lo siento, no sé tu nombre.

-James. Mi nombre es James.

-Encantada, soy-

-Sé quién eres. - sonreí. Ella acomodó su peinado. En todo ese tiempo yo le había sostenido la mirada, y ella trataba de evadirla, hasta que me miró y... Olaf arruinó el momento.

-¡Elsa! ¡Elsa! ¡Encontré a tu nuevo verdadero amor! - entró en la habitación y se giró a verme en mí, bueno, situación - ¡No! Elsa, no congeles a tu nuevo amor. Eso no es educado. - le retó a la Reina.

-¿ESPERA, QUÉ?- dijimos ella y yo a la vez. Elsa continuó.

-Olaf, ya te dije que no quería que lo hicieses. No necesito nada de eso, en verdad estoy bien.

-¿Enserio? - se sorprendió - Oh... me pareció oír distinto.

-Eh... ¿hola? Sigo congelado.

La joven volteó a mí apenada. Se habían olvidado de mí.

-¡Oh! Siento tanto esto. - con su magia, removió por completo los bloques, liberándome. Su ánimo había cambiado al saber que yo no significaba problema alguno.

-Gracias. - dije mientras acomodaba mis viejas ropas.

-¿Quieres que lo regrese de donde lo encontré, Elsa? - preguntó el muñeco, al parecer se refería a mí. No sé por qué no dije nada, quizás quería oír la respuesta de la Reina Si me echaría a patadas o...

-No, deja que se quede.

-¿De veras? - nos sorprendimos. Olaf sonrió, y yo también. La Reina se sonrojó.

-Pues claro... Si James no tiene nada que hacer.

Sacudí mi cabeza, debía estar sonriendo como un idiota, pero no podía borrarla de mí.

-¿James? Qué bueno que no se llama Sven. En fin, los dejaré solos. - Olaf guiñó un ojo y se fue sacudiendo su brazo-ramita.

Elsa y yo nos quedamos petrificados e incómodos por la situación en la que Olaf nos había metido.

La Reina me invitó a sentarme en un banquillo de hielo - ¡sí, en verdad puede hacer eso! - y con curiosidad comenzó a hablar.

-¿Así que James... huh? Cuéntame de dónde eres. - en tan poco tiempo, ella pareció haberse relajado en mi presencia. No parecía una gobernante suprema sino una simple y agradable chica. Aunque ella era más que simple.

-Pues, - comencé, con una sonrisa en los labios - soy de la ciudad agrícola de Arendelle. Mi padre y yo tenemos una vieja granja, que en verdad no produce mucho, pero hacemos lo que podemos.

Ella sonrió, que linda sonrisa.

-¿Tienes hermanos?

-Sí, dos pequeños demonios. Pero mi familia es todo lo que tengo, y mi burro Betty.

A Elsa le pareció divertido, lo que me alegró. Aunque en verdad se llama Betty.

-James, ¿por qué has venido?

-Ya se lo he dicho, para venir a ver cómo estaba.

-No, pero en verdad. Soy una completa extraña para ti, y aun así recorriste kilómetros solo para verme...

-Sería un tonto si no lo hiciera. Me preocupé por usted.

-Eso es muy dulce, ¿sabías?

-No lo había pensado así, pero gracias. - gracias al cielo que su sonrisa seguía plasmada allí -¿Puedo hacerle una pregunta, su majestad?

-Llámame Elsa, sólo Elsa. Y sí.

-Bien, Elsa, ¿qué haces aquí?

-Huh... Bueno, estoy huyendo de casa. - notó mi cara de "es broma verdad" y continuó - ¡Lo sé! Sé que piensas que soy una terrible gobernante por huir tantas veces del Reino-

-No lo pienso. - interrumpí con suavidad.

-De acuerdo, tú no, pero muchos sí. Pero no puedo seguir allí, tengo cosas que resolver por mi cuenta. Y cuanto antes arregle mis problemas, más temprano volveré a casa.

-¿Cuánto tiempo estarás aquí? - atrapada, quise decir. No quería ofenderla.

-Aún no lo sé.

-¿Y qué problemas tiene? Si me permite preguntar.

Mi pregunta debió haber sido muy personal, Elsa me dio la espalda por un momento, se había puesto nerviosa. Intenté disculparme a la brevedad.

-Lo siento, no quise-

-No, está bien... Solo que no estoy segura de decírtelo.

-Entiendo, soy un completo extraño.

Ella asintió lentamente.

-Y... ¿puedo preguntar por su novio o puedo terminar como una paleta helada?

Por suerte mi pregunta le hizo reír. Pheww, salvé la situación.

-No te congelaré, tranquilo. Y él... - suspiró - él ya no está.

-¿Murió? - vociferé sorprendido.

-¡No, no! Él me ha... - supuse cuál sería su respuesta.

-Oh... Lo siento.

-Está bien. Estoy bien, James. - me miró por un largo rato esperando un rato. Entendí su gesto.

-Oh... sí, ya creo que mi trabajo aquí está hecho. Supongo que debería volver. - la timidez se aferró a mí como una pulga a trasero de perro. Tal vez ya había molestado a la Reina demasiado.

-Sí, deberías.

-Sí...

-Te acompaño a la salida.

Ambos caminábamos callados. Yo reprimía las ganas de admirarla, aunque sea de reojo. Sería un poco incómodo para ella. Elsa jugueteaba con sus manos y estrujaba las telas de su vestido color cielo del mediodía.

-Bueno, te agradezco muchísimo tu visita. En verdad necesitaba algo de compañía. Algo más que un... Olaf.

-Sí - compartí su misma cara de extrañeza y con una sonrisa -, no te mentiré; es súper extraño... Como sea, su alteza, ¡digo Elsa! Fue un... fue un placer.

-Lo mismo digo, ten cuidado en el viaje a casa. Y si alguna vez necesitas algo o tu familia, sabes dónde vivo.

Le sonreía en respuesta. Aunque el mero hecho de abandonarla tan pronto me entristecía en el interior.

-Adiós, Elsa.

Comencé a caminar escaleras abajo hasta que la Reina me detuvo.

-Huh, ¿James? Te gustaría... ¿Te gustaría visitarme mañana? Si no tienes trabajo que hacer...

No podía creer lo que mis oídos oían.

-¡Claro! Vendré en cuanto pueda.

-Esperaré con ansias.

-Lo mismo digo.

Lo mismo digo.

Jamás había sonreído tanto en la vida.

Fin del capítulo 29

No se desilucionen que falta mucho por saber! El próximo capítulo hablará de Jack asi que no sufran mis pequeños jelsa-shippers.!

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