Estamos en el auto Ares, ambos cantando la canción que sonaba en la radio. Llegamos a su casa y Ares estaciono donde siempre. Ambos bajamos con nuestras mochilas y entramos a su casa.
—Hola. —saludo Claudia con una sonrisa.
—Hola, Clau. —le di un abrazo.
—Hola, Nath. Hace tiempo no venias por estos lados, pensé que ya no me querías. —bromeó.
—Ay, claro que no. Eres mi mejor amiga, sabes que te amo. —planté un beso en su frente.
—Aw, que linda. Gracias, también te amo. —me dio un beso en la mejilla.
—Oye, si Artemis no te quiere como novia, yo sí. —bromeé.
—Cuando quieras. —me guiñó el ojo.
—Bueno, dejemos a Claudia seguir con lo suyo. —tomó mi mochila para comenzar a arrastrarme.
Escuché la risita de Claudia.
—Chao, Clau. —me despido tirandole un beso.
—Chao, mi vida. —me devolvió en beso.
—Camina. —me ordenó Ares.
—Ey ey, cuidado. —casi me caigo—, me rompes, me pagas. —intente seguirle el paso.
Ares me ignoraba y seguía caminando. Llegamos a las escaleras y casi me caigo más de una vez.
Mis piernas se enredaban y yo intentaba mantener el equilibrio con mis manos ya que Ares me arrastraba de espaldas.
Llegamos a su habitación, me soltó y cerró la puerta.
—¡Ey! Yo quería saludar a Lolo. —me quejé.
—Apolo no está en casa.
—¿En serio? ¿Y por qué lo miré cuándo pasamos por su cuarto? —pregunté mirándolo con mis brazos cruzados, mi pie dandole pequeños golpes al piso y una ceja alzada.
—Ese... ese era Artemis. —rascó su nuca.
—Mm-Mhm. —dije con mis labios unidos.
Alguien tocó la puerta. —¿Ares?
Se escuchó la voz de Apolo. —Tienes que mejorar tus mentiras. —negué con la cabeza mientras me acercaba a la puerta para abrirla.
—Hola, Nath. —me abrazó Apolo.
—Hola, pequeño Dios Griego. —le devolví el abrazo.
—¿Por qué pasaste enfrente de mi cuarto y no me saludaste? —me reclamó mientras nos separábamos del abrazo.
—Buena pregunta. —me giré para ver a Ares—, ¿Ares? —lo miré con una ceja alzada y los brazos cruzados.
—¿Qué? —arrugó sus cejas—, Tengo que estudiar. —se encogió de hombros.
—¿Tu último año del colegio y aún necesitas ayuda para estudiar? ¿Quién eres? ¿Los hermanos de Natalie? —preguntó Lolo.
—Oye oye, mi hermanitos estudian solos. —reclame—. No los compares con Ares.
—Natalie tiene cosas que hacer por la tarde, ¿empezamos o qué? —intentó zafarse.
—No te salvas.
—Apolo, ve y dile a Claudia que le prepare algo de comer a Natalie y también que me pase unas vitaminas y un jugo de Naranja, por favor. —pidió Ares.
—Claro. —Apolo se fue.
—No es necesario que le pidas eso a Claudia, no tienes que molestarla por mi.
—¿Podemos comenzar a estudiar? Tenemos 1 hora o poco menos. —Ignoró todo lo que le dije.
—No sé que hago aquí, acordamos estudiar en mi casa después de las 6. —suspiré.
—Ahorita iniciaremos con los más fácil, luego iré a tu casa y estudiaremos un poco más, ya sabes, las cosas difíciles. —explicó.
—Claro, pero tenemos como 40 minutos para todo eso, bueno, como 30, considerando que me tienes que ir a dejar a mi casa.
—Bueno, ¿empezamos? —se sentó en su escritorio.
—Bien...
Comenzamos a estudiar y, luego de un tiempo, Claudia me preparo algo muy pero muy delicioso y también me dio algunas vitaminas al igual que un batido de proteínas, el cual no tenía un muy buen sabor, pero, era de ayuda.
Pasamos estudiando aunque Ares se desconcentraba demasiado, al final le quite el teléfono.
Era hora de irme así que Ares me fue a dejar a mi casa. El camino fue normal, algo de silencio, algo de charla y música.
—Te veo en la escuela. —se despidió Ares mientras me bajaba del auto.
—Claro. Adiós, Dios Griego. —me despedí con la mano
—Adiós, Bruja. —se despidió con una torcida sonrisa y luego se fue.
—ahora los mellizos... —suspiré.
[...]
Eran las 6 y por fin, ¡Por fin! Se terminaron las clases de piano de los mellizos.
Ahorita estoy al volante con mis hermanos en el asiento trasero; peleando, como siempre.
—¡Suficiente los dos! —grité desesperada—, Ambos llegaran a casa, tomaran un baño, bajaran a cenar y se irán directo a la cama. —ordené.
—Tú no eres mi madre, no me dirás que hacer. —me desafió.
Miré a mi hermano por el retrovisor.
—Ohh, you gon' get it. —dijo mi hermanita burlándose de su mellizo.
—Austin, mañana no tendrás televisión después de clases. —volví mi vista a la carretera.
—¿Qué ¡¿Por qué?! —preguntó enfadado.
—Cause you gon' get it. —explicó Audrey.
El "You gon' get it" es la expresión que ocupo con mis hermanos cada vez que los voy a regañar/ castigar. Y ellos lo saben muy bien.
La verdad, creo que eso lo saque de "Raven's House" pero, funciona a la perfección con mis hermanos.
—Y que te quede de lección no volver a retarme.
El resto del camino fue silencioso.
Llegamos a casa y los mellizos hicieron lo que les dije, subieron a sus habitaciones y tomaron una ducha.
Ambos bajaron y ya les tenía la cena preparada: Brócoli hervido, un sándwich de queso mozzarella, un vaso de jugo de manzana y sus vitaminas.
—¿brócoli? Ugh. —Audrey hizo cara de asco.
—¡Brócoli! —exclamó Austin felizmente.
—No quiero Brócoli. —dijo Audrey.
—Y yo no quiero estudiar, la vida es injusta, supéralo . —la puerta sonó—, regresó en cinco segundos, si le das tu Brócoli a tu hermano, no irás al cumpleaños de tu amiguita. —la miré con los ojos entrecerrados y ella empezó a comer.
Me acerqué a la puerta para abrirla rápidamente.
—Apúrate que tengo niños que supervisar. —me aleje de la puerta sin ver quien era.
—Uy. —Ares cerró la puerta y camino detrás de mi.
Llegué al comedor y me paré un poco más atrás para ver que todos comieran.
—¡Que onda! —Ares se acercó a ellos y les dio los Cinco.
—No. les. Hables. Hasta. Que. Coman. —me acerqué a Ares y lo tomé del cuello de la camisa en un intento de llevarlo a otro lado.
—Ey, tranquila. —me miró y luego a los niños—, ¿Brócoli? Yo quiero. —le quitó un arbolito de brócoli a Audrey y se lo llevó a la boca para comenzar a masticarlo.
Era el último brócoli de Audrey.
—Eres un hijo de... —suspiré—, bien. Tengo que ver que ambos terminen de comer para poder ayudarte a estudiar. —solté el cuello de su cabeza.
—Podemos comer solos. —dijo Austin con la boca llena.
—Lo sé pero prefiero no tener que llamar al 911 porque ustedes de ahogaron con su sándwich o algo.
—¿Dónde están tus vitaminas? —preguntó Ares.
—Segundo cajón de la isla a la izquierda. —explique sin quitar mi mirada de los niños.
Ares se fue y volvió con mis pastillas, pastillas de hierro, vitamina A, vitamina D, vitamina C, vitaminas suplementarias etc. Y un vaso de agua.
Créanlo o no, en algún memento tuve que tomar todo eso, bueno, aún tengo que técnicamente.
Ares me entrego todo y me baje pastilla por pastilla con el agua.