El Siberiano de Génova ©

By autumn-may

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Millennia Blassone es una joven que cultiva flores. Un día conoce a Amos Valentini sin saber que será su futu... More

Advertencia
Herbario de Millennia
🐺Epígrafe🐺
🐺Sinopsis🐺
Prólogo 🐺 El comienzo de una nueva generación
1 🐺 Tratos y Pactos
2 🐺 El Siberiano
3 🐺 El encuentro inesperado
4 🐺 Acechos
5 🐺 Una realidad difícil de aceptar
6 🐺 Sueño
7 🐺 Engaños
8 🐺 Cara a cara
9 🐺 Comprensión
10 🐺 Confesión
11 🐺 La verdad salió a la luz
12 🐺 Cambios
14 🐺 Convivencia difícil y frenesí
15 🐺 Controlando el poder
16 🐺 Una visita inesperada
17 🐺 Una drástica decisión
18 🐺 No es el enemigo
19 🐺 Nuevos aliados
20 🐺 Descubriendo a la verdadera enemiga: Adrienna
21 🐺 Tratos y Pactos de las nuevas generaciones
22 🐺 Al borde de la Destrucción
23 🐺 El collar del Lobo Azul
24 🐺 El poder del collar del Lobo Azul
Epílogo 🐺 El comienzo de todo
🐺 Playlist 🐺

13 🐺 Millennia: La Poderosa

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By autumn-may

La muchacha se estiró en la cama luego de haber dormido por mucho tiempo, no tenía idea de lo que había pasado después de haber estado con Amos, pero de lo que estaba segura era que se sentía renovada porque desde hacía muchas semanas no dormía como quería.

Salió de la cama yendo hacia el sanitario para darse una ducha no sin antes pasar por el espejo y percatarse de lo que tenía en las puntas de su pelo. Colores. Trago saliva con dificultad, no era normal. Quitó por delante el cabello y se vio entera y desnuda, se dio cuenta que su cuerpo había cambiado, estaba más proporcionada, y con más volumen en la retaguardia y la delantera. Apoyó las manos sobre el vanitory y agachó la cabeza quedándose más desconcertada que antes, no encontraba un porqué del cambio pero sí sabía que había sido luego de estar con Amos.

Giró la cabeza hacia la izquierda y vio el pequeño tatuaje que estaba en su mano, acercó esta a sus ojos para verlo al detalle.

—Una Edelweiss y un lobo... Una Edelweiss y un lobo —emitió con desesperación sin entender lo que significaba—, no entiendo nada —se llevó la mano a la frente y su voz sonó quebrada, y a punto de llorar.

Con su llanto llegó la lluvia también.

Intentó calmarse y respirar hondo y expulsar el aire que había absorbido, la lluvia frenó y ella se metió a la ducha. Su mente iba una y otra vez al tatuaje, y su porqué, sabía que la Edelweiss era una flor de montaña considerada el símbolo de la protección de la naturaleza, la eternidad y la pureza, así como también un símbolo de valor y coraje, pero más que aquello no sabía nada más. Y por algún motivo la había elegido para su ramo de novia junto con la genciana azul. Salió de la ducha y se cubrió con la bata de toalla luego de hacerse un turbante en la cabeza con una toalla.

Amos desde hacía unos minutos atrás estaba fuera de la cama y esperando por ella para saber cómo se sentía.

—Despertaste —le sonrió y fue a darle un beso mientras la sujetaba de las mejillas.

—No te comprendo —admitió desconcertada y mirándolo a los ojos.

—Desde hace dos días que estabas durmiendo.

Millennia casi se carcajeó.

—¿Lo dices en serio?

—Muy en serio. Ni yo supe el porqué, terminamos de estar juntos y caíste en un profundo sueño, no te despertaste durante las dos noches que pasaron, nada. Llegué a tener miedo de que te hubiera pasado algo.

—Entiendo —asintió con la cabeza también—, he notado cambios, cambios que no me explico.

—Ni yo tampoco hasta que leí el libro.

—¿El libro de tu familia? —Frunció el ceño—, solo habla de las mujeres que ayudaron a tu familia y a ti pero nada más.

—No leíste bien entonces. Hay una parte donde habla de las mujeres Estrellas de Plata.

—La Edelweiss —susurró y abrió más los ojos mirando el tatuaje.

—Así es —los ojos de Amos se dirigieron a la mano también.

—¿Soy una de ellas? —cuestionó con intriga, curiosidad y nervios.

—Eres la nueva evolución. La más pura y poderosa.

Millennia quedó confundida y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, el hombre la sujetó de las mejillas de nuevo e hizo que lo mirara.

—Sé que es todo nuevo para ti, pero te acostumbrarás, no has perdido nada, eres Millennia, la joven que conocí en esa finca, tenías ese don desde antes de conocerte y no te diste cuenta hasta que te lo dejé saber. No cambiaste nada, eres la misma muchacha pero con dones más intensos que antes.

—No estaba en mis planes esto, no sé si lo quería —expresó con angustia en su voz.

—Lo siento, no puedo cambiar el rumbo de las cosas pero trataré de protegerte, es mi deber.

El hombre la abrazó y la estrechó contra su pecho mientras ella lloraba, afuera estaba lloviendo, algo inusual pero Amos no le dijo una palabra de lo que estaba pasando a su alrededor y el porqué de la lluvia. El turbante de la cabeza se le había caído y se sostuvo de uno de los brazos masculinos.

—Hueles como el té de vainilla que solía beber.

—¿A vainilla?

—Es mi favorito —confesó mirándolo a los ojos.

Amos le quitó las lágrimas de las mejillas y debajo de sus ojos, y le dio un beso en la comisura superior.

—Vístete y desayunemos en el restaurante porque necesitas comer.

—De acuerdo —asintió con la cabeza y le sonrió—. ¿Qué has hecho en estos dos días que pasaron?

—Comía, me duchaba y dormía, nada más. No pude dejarte sola.

—Gracias por cuidar mis sueños —le dijo con sinceridad y lo besó en los labios.


🐺🐺🐺


Ya estando en el restaurante, desayunaron y charlaron.

—Mis padres me dijeron que Ambarino está con ellos y está bien.

—Ambarino... es alguien de tu círculo, es imposible no darse cuenta de eso, ahora que entiendo más las cosas que están pasando, sé que él llegó a la finca con un propósito.

—Estoy seguro de eso también, pero todavía no puedo identificar quien de todos los nuestros es.

—Supongo que pronto lo sabrás.

Millennia rozó con sus dedos la planta que estaba a su lado derecho y esta se estremeció contra su tacto.

—¿Por qué se mueve? —Quedó atónita.

—Eres un vínculo entre la naturaleza y tú, las plantas y las flores, los frutos, además de la naturaleza y el clima son tus aliados, parte de tu esencia. Lo supe al leer el libro también.

—¿Eso quiere decir que debo tener cuidado al tocar las plantas y tratar de tener un humor tranquilo?

—Si no interpreté mal lo que leí, sí. Tienes que tener cuidado, cuando lleguemos a nuestra casa podrás ser libre. Me gustaría construir para ti una casita como la que tenías en la finca.

—Me gustaba la que tenía en la finca.

—Lo sé, pero por el momento no puedes pisar la zona, ninguno puede pisar el lugar.

—¿Qué es lo que leíste en el libro? —Miró un punto fijo sobre la mesa.

—No hay más, eso es todo lo que está en el libro —respondió omitiendo la parte del enemigo—. No he querido decírtelo pero cuando lloras, llueve.

—Creo que no me tendría que sorprender más ahora sabiendo que controlo por decirlo de alguna manera el clima también.

—Esto es nuevo para mí también, Millennia porque si bien conocí a parte de tus ancestros, no sé nada más, no sé cómo actuarás estando enojada, ni alegre, nerviosa o incluso excitada.

—Lo sé y tengo miedo de no poder controlarlo.

—Lo harás, yo te ayudaré.

Amos le besó el hombro descubierto y ella recargó su cabeza contra el hombro masculino.

—Es demasiado intenso el aroma que desprendes. Literalmente es vainilla y creo que me haré un festín saboreándote.

El hombre sin darse cuenta y raro en él, se ruborizó y la chica lo besó en los labios. Tiempo más tarde bajaron a la playa a través del camino privado que tenía la villa, tomaron sol, y estuvieron un buen tiempo dentro del mar.


🐺🐺🐺


Por la noche pidieron la cena dentro de la villa y Millennia le comentó algo a Amos que se dio cuenta antes, y se había olvidado de decirle.

—Me parece que vamos a tener que comprar un par de tintes de los mismos colores de mis puntas, para que nadie sospeche.

—Bien se podrían tener guardadas como si ya se hubieran usado para no contaminar el lugar.

—Eso puede ser también. No lo había pensado de esa manera.

La joven se levantó de donde estaba sentada y se acercó a él para ponerse sobre su regazo.

—¿Vamos a la cama? —cuestionó rozando sus labios contra los masculinos.

—Te gusta tentarme, ¿verdad?

—Creo que sí y ni siquiera soy experta —se rio por lo bajo.

—No necesitas serlo para darme cuenta que estás intentando seducirme —le dijo dándole un pequeño beso en su boca.

—Cierto, no puedo competir contra un hombre que me lleva mil veintiún años de diferencia, ¿cuántas mujeres tuviste?

—Muchas, pero ninguna compañera hasta que te encontré.

—Más te vale porque ahora que sé, puedo desatar un huracán —contestó riéndose y abrazándolo del cuello para besarlo de nuevo.

Amos pasó el brazo por debajo de sus piernas y se puso de pie para caminar hacia la cama.

—Me parece que esta noche me tocará a mí manejar la situación.

—¿Estás segura?

—Lo intentaré.

Mi caperucita lila —la besó otra vez.

La pareja se desnudó y se metieron en la cama, Amos apagó la luz y allí comenzó el preludio del amor entre ellos para seguir con lo que estaban a punto de hacer y ella quedó encima de él para tener las riendas del acto sexual. A pesar de lo incómoda que estaba y lo intenso que se sentía todo, apoyó las manos sobre el pecho del hombre y fue moviéndose por instinto. El Siberiano disfrutaba de lo que le estaba haciendo pero necesitaba de alguna manera tener el control del acto. Amos la puso debajo de él sin despegar sus cuerpos, el aroma de ambos impregnaba el ambiente, algo que solo ellos podían oler, los dos se consumían ante la intensidad de la intimidad que mantenían y el grito ahogado de Millennia contra el cuello masculino, quebró el silencio de la noche y el grito masculino lo acalló sobre los labios femeninos.

—Lo acabamos de hacer y no tienes idea de lo mucho que quiero hacerlo de nuevo contigo —confesó ardiendo de deseo y golpeando cada palabra contra la boca de ella.

—Me dejarás exhausta. Necesito descansar, por favor.

Amos sonrió contra los labios de la mujer y le dio otro beso.

—Que lo desee no quiere decir que lo debamos hacer ya.

—Bien entonces, me gusta eso. Aunque no durmamos, descansemos y si quieres más tarde podremos continuar —lo abrazó por el cuello y acarició su nariz contra la masculina—, ardes Amos, ardes tanto que pareces febril.

—Se me quitará después de dos coitos.

—¡¿Dos más?! —Abrió más los ojos sorprendida.

El hombre rio a carcajadas.

—No es necesario hacerlo dos veces más, puedo aguantar y respetaré cada vez que no quieras hacerlo, no debes pensar solo en lo que yo quiero o necesito, debes pensar en ti y en tu cuerpo también, Millennia.

—De acuerdo, te tomaré la palabra. A pesar de que estuvimos dos veces juntos, me está gustando la intimidad contigo y no quiero decepcionarte.

—Lo menos que hiciste en estas dos veces fue decepcionarme, Mille. Ni tampoco lo has hecho desde el primer encuentro que tuvimos en la finca.

Amos quedó de costado y muy cerca de su cuerpo, ella se encontraba boca arriba mirando el techo del dosel que era un mosquitero de gasa blanca, pero la poca claridad que entraba no la dejaban ver como quería.

—¿Tienes visión nocturna?

—No.

—¿Cómo se llama el hombre que me persigue? —Cambió de pregunta al instante.

—¿Por qué lo quieres saber?

—Me corresponde saberlo también.

—Fabrizio —se dio vuelta quedando boca arriba y pasando un brazo por debajo de la cabeza.

—¿No crees que tendremos que enfrentarlo en algún momento a ese tal Fabrizio?

—Ni lo sueñes, de enfrentarlo, lo haré yo, tú ni siquiera intentarás acercarte a él. Es peligroso, Millennia. No te expondré a él porque quieres enfrentarlo o porque quieres hablar de forma civilizada con él, su manada y él no son gente racional. Se manejan por instinto, por un instinto salvaje que no pueden controlar, son asesinos.

—Como usted lo prefiera, señor Valentini —dijo con seriedad.

La joven estaba un poco enojada y lo demostró con el viento que soplaba por debajo de la puerta de entrada de la villa y que sacudía en forma remota las plantas que estaban alrededor del lugar.

—No te alteres porque no vas a conseguir nada.

—Mejor duermo —le dio la espalda y se tapó.

—Creo que sería lo ideal —habló tajante también y se puso de espaldas a ella.

Quedaron espalda con espalda y ambos trataron de dormir. El arrepentimiento le llegó al instante a Amos cuando se puso de lado y mirando hacia la muchacha, se acercó más a su cuerpo y la abrazó por la cintura para estrecharla contra su macizo cuerpo.

—Lo siento, pero debes saber que si te lo estoy diciendo es porque corres peligro, tú misma lo comprobaste la noche que se apareció en la finca con el lobo negro.

Millennia abrió los ojos en medio de la oscuridad.

—Supongo que lo percibiste.

—Así es, palpé el peligro que corrías y sentí tu miedo también, por eso es que no quiero que lo enfrentes sola, de hacerlo y si se presenta alguna circunstancia, será cuando esté contigo o junto a mi familia.

—Está bien, sé que tienes razón, me hago la fuerte y superada, pero a veces tengo miedo.

—Eso es normal, caperucita —besó su hombro y recargó la barbilla en este—. Intenta dormir unas horas.

—Tú también.

La pareja quedó de lado y abrazada, y pronto se quedaron dormidos.


🐺🐺🐺


Una semana más tarde, donde la pasaron disfrutando de la playa, el sol, las caminatas bajo las estrellas a la orilla del mar y amándose también, les arruinó la luna de miel el hombre que los perseguía.

Encontró a Millennia caminando sola desde una de las pasarelas que conectaban la villa donde se hospedaban al lugar del spa, ya que volvía de pedir una cita de masajes para ambos.

—Al fin nos encontramos de nuevo y esta vez más de cerca. —Le miró las puntas de su cabello—, veo que te vinculaste de manera íntima con él.

La joven dio un paso atrás.

—Ni siquiera lo intentes —dijo enojada y las hojas de las plantas se sacudieron con vigor.

Fabrizio se dio cuenta del movimiento de la vegetación y la miró.

—Vincularte te dio ese poder.

—No sé de lo que me estás hablando.

—Eres una pluma a mi lado, si quiero te puedo quebrar el cuello aquí mismo o raptarte para que me obedezcas.

Los ojos negros del hombre eran como dos canicas profundas, su mirada daba miedo y estaba llena de odio y rencor.

—Estoy buscando a la bisnieta de quien despreció a mi bisabuelo, es decir, a ti. Eres parte de las mujeres Las Estrellas de Plata, no jodas conmigo.

Millennia se carcajeó para evadir su confesión.

—No te responderé porque me parece que estás loco con lo que me acabas de decir, no sé quién eres, ni tampoco sé de quiénes hablas —arremetió y pasó por su lado.

El pavor que le causó pasar cerca de aquel hombre fue inmenso y percibió también que le haría daño.

Fabrizio la sujetó del pelo y la mujer gritó, una rama se cayó en el medio de ambos, separándolos, ella se giró en sus talones y corrió hacia la villa para chocar con el cuerpo de Amos.

—Está aquí —fueron las únicas dos palabras que le dijo al mirarlo.

—¿Por qué sales sola? —cuestionó enojado.

—Porque ni se me hubiera ocurrido que vendría aquí, por eso salí sola —le habló con el mismo tono que el suyo—. No me hagas enojar más de lo que ya estoy, estoy intentando controlarlo, pero me será imposible si sigues diciéndome algo más —escupió tajante.

Otra rama cayó comprobando la furia que tenía encima la chica.

Amos a pesar de no usar el poder de detener el tiempo, debió hacerlo por el propio bien de Millennia.

—Vamos a la villa y empaquemos las cosas, ya no es más seguro este lugar.

La muchacha vio que todo a su alrededor se había detenido y se molestó más con él.

—Dijiste que perdías energía si usabas tu poder. ¿Cómo vas a recuperarla? No sé dónde podré encontrar la rhodiola para que la bebas —volvió a manifestar su enojo y otra rama más pesada cayó cerca de la villa.

—Millennia, cálmate, destrozarás la villa si no controlas tu temperamento.

—Me molesta que hayas hecho lo que hiciste, usar tu poder para frenar el tiempo, no puedo sostenerte si te debilitas luego de que todo siga su curso y lo peor es que no tengo manera de prepararte una infusión de la planta.

—No te preocupes por mí.

—Me preocupo porque no sé si podrás llegar estable al aeropuerto y subir al avión.

—Puedo aumentar la detención del tiempo o que continúe y volver a frenarlo, en serio, no pasa nada.

—¿Y después? ¿Cuánto te llevará recuperarte? —Quiso saber.

Amos la ignoró y ella se puso frente a él.

—Me contestas, si no quieres que me siga enojando me respondes —lo miró con seriedad.

—Un día —cerró los ojos y le dio la espalda para seguir metiendo sus prendas en la maleta.

Apenas supo aquello, trató de hacer lo más rápido que pudo su valija y tener todo listo. Cuando pasó una hora, estaban en el aeropuerto.

—¿Te encuentras bien?

—Sí.

—¿Seguro?

—Seguro, tú intenta calmarte.

—Lo estoy. No te preocupes por mí. Si no puedes recuperar la energía con la planta, ¿podrías con descanso?

—Sí, pero no es lo mismo.

—Supuse que no, pero espero que puedas, en serio, estoy muy angustiada.

—Tranquila —le sujetó la mano que yacía en su regazo—. Tenemos un poco de ventaja, más si lo dejamos allí —le susurró al oído—. A tu pregunta mental, sí, puedo usarlo las veces que quiera pero a más uso, más debilidad tengo —una vez más le habló bajo en el oído—, claro está que si lo uso, debería volver a utilizarlo en dos días, por ejemplo.

—Se entiende más con la cantidad de energía que pierdes.

—Pronto estaremos en Génova.

—Lamentablemente eso no cambiará nada, Amos. Vamos a tener que enfrentarlo y acabar con esto.

—En algún momento lo haremos, no puedes pensar en eso cuando todavía estamos en nuestra luna de miel.

—La luna de miel se nos acabó cuando este desgraciado apareció. Dijo que estaba buscando a la bisnieta de la mujer que despreció a su bisabuelo, me he hecho la ingenua en negar que sabía algo, pero no es tonto.

—¿Qué más te dijo?

—Que si quería podía quebrarme el cuello o raptarme para que lo obedezca.

Los ojos de Amos se abrieron de golpe y su color comenzó a cambiar ante la furia que estaba sintiendo por dentro.

—Yo le romperé el cuello cuando tenga la oportunidad —su voz sonó gélida y gruñó.

—Y yo creo que no me estás diciendo todo lo que leíste en el libro. Si me dijo eso, fue porque sabe bien lo que puede hacer. ¿Qué sabes tú que me ocultas, Amos?

—No te diré nada, menos ahora.

—Está bien —suspiró—, sé que necesitas descansar.

Por el parlante escucharon que debían abordar el avión con retorno a Italia y Millennia poniendo un poco de su fuerza, lo ayudó a incorporarse del asiento donde estaban sentados y caminar hacia la puerta de embarque. Pocos minutos después estaban sentados en el sector de primera clase. Por telepatía, Amos se comunicó con su padre para avisarle que regresaban a Europa por un inconveniente y este ya estaba enterado de lo que había pasado por haber sentido el problema.

—Trata de dormir unas horas, por favor —le respondió angustiada y le acaricia la mejilla.

Apenas el avión estaba sobrevolando México, el hombre trató de dormir unas horas y ella lo hizo también, pero se encontraba más alerta de él que descansando como hubiera querido.


🐺🐺🐺


Génova, Italia

Unas catorce horas después, llegaron al aeropuerto donde los recibieron los padres de Amos. Millennia lo tenía sujeto de la cintura y procuraba mantenerlo de pie, pero le era imposible con la altura y el peso que tenía.

Martino lo sujetó de la cintura y pasó el brazo por sus hombros y caminaron los cuatro a la salida del aeropuerto. Se metieron a la camioneta y emprendieron el viaje hacia las afueras de Génova, donde El Siberiano había elegido vivir con su esposa.

—Yo los llevaré a la casa que Amos eligió, pero si quieres se quedan unos días en nuestro departamento, hay espacio de sobra —le comentó su suegro mirándola por el espejo retrovisor.

—No, ve directo a la casa —fue Amos quien le habló teniendo la cabeza recargada contra el respaldo y con los ojos cerrados.

—¿Seguro, Amos?

—Sí, seguro.

El hombre solo asintió con la cabeza y condujeron en silencio hasta las afueras de Génova donde una vez allí, el padre ayudó al hijo a entrar a la casa y dirigirse al dormitorio principal para dejarlo acostado.

—Cualquier cosa nos llamas —avisó Giovanna.

—Lo haré y gracias —les dijo la chica.

Apenas se retiraron, ella cerró la puerta con llave y expulsó el aire intentando calmarse de nuevo. Sabiendo que la noche sería larga y preocupante, caminó hacia el cuarto para estar con él por si necesitaba algo.

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