Al menos así se sentía después de todo este tiempo. Pensé que quizá ni siquiera el mismísimo infierno sería peor que esto. Había sido el inconmensurable dolor de todas las mentiras, de todas las veces que rogué que no me hiriera de la forma en la que de todas maneras siempre elegía hacerlo. Lo que había hecho que todo se cayera a pedazos. Nunca pareció importarle, nunca en realidad le importo. Y aun eso quedo intacto, el saber que verdaderamente nunc a le había causado remordimiento alguno, ahora lo sé. Las palabras no son hechos, ni siquiera los sentimientos lo son.
Ahora observando el cielo a través de mi ventana, sabía que él nunca regresaría por mí. Nunca lucho verdaderamente por quedarse. Ahora, al fin podía comprenderlo. El fin, no había valido los medios tan atroces. No por lo menos el que yo deseaba.
Y, ninguna de nuestras canciones iba a volver a sonar de la misma manera. Pero yo había sido su cómplice voluntariamente, no me detuve, en ninguna de las señales rojas que sobrepasé creyendo total impunidad. No estaba notando que estaba acercándome a caída. Pero no pude darme cuenta hasta que noté que ya no podía respirar. Y, que cada parte de mi estaban derramada sobre el suelo en miles de fragmentos de esquirlas esparcidas por doquier
Fue como ese fragmento de una canción: "Con ojos inocentes mientras me enterrabas, un corazón se rompió, y cuatro manos se llenaron de sangre, las cosas que hice, solo para poder llamarte mío. Es agridulce pensar en el daño que hicimos, porque me estaba hundiendo, pero lo estaba haciendo contigo, todas las cosas que hice, solo para poder llamarte mío."
Por dentro podía sentir como ya no iba a poder volver a ser la misma nuevamente.