The cold of your heart | Jels...

By JelsatrueloveOk

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¿Qué harías si el Espíritu del Invierno llegara a tu puerta a decirte que fue asignado como tu Guardián? ¿Que... More

El Principio
El primer día
El segundo día
El baile
Detrás del baile
El día después
Ten Cuidado con lo que le deseas a la Luna
Una nueva oportunidad
A causa del destino
Cada vez más cerca
Un pequeño cambio
Sin invitación
Una larga noche
Hora de la fiesta
¿Tú me amas?
Un acto de amor verdadero
¿Se acabó?
La Oscuridad se aproxima
Recuerdos
Yo te cuidaré
La última cita
Oscuridad
Amor verdadero
Congelada en el tiempo
Si la Luna te lo ha dicho, debes creer.
Entonces me iré
Lo prometiste
Gritándole a la Luna
En el bosque
Aventura
Reunión
El lado Oscuro de la Luna
Equipo
Un día cualquiera
Gánate mi corazón
Tomando el control
Competencia
Game over
Sopa de cumpleaños y otras sorpresas
Por siempre
Hogar, visitas y un milagro
Tinieblas
Adiós
El Final
Epílogo

El Sol siempre sale después de la tormenta

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By JelsatrueloveOk

Capítulo 7. "El Sol siempre sale luego de la tormenta"


La luz del Sol que anunciaba un nuevo día atravesaba los cristales de hielo que cubrían el palacio de Elsa en las afueras de Arendelle. 8 días habían pasado desde aquel accidente, más bien aquel suceso del destino que impidió que dos corazones fríos y desolados compartieran su amor mutuo.

La Reina de las nieves continuaba en su castillo de aislamiento y soledad. Ella misma había hecho de tal magnifico lugar su prisión. Por otro lado, Jack también continuaba encerrado y atrapado en el Polo Norte, sin deseo alguno de permanecer allí. Lo único que él deseaba era poder volver a estar cerca de Elsa, pero la suerte y el destino no estaban de su lado.

Los Guardianes, a su vez trataban de tranquilizarlo y animarlo. Nada era de mucha ayuda. Una vez que el corazón se rompe no hay marcha atrás, como si un cristal se cayera de una repisa y se rompiera en mil pedazos. Pero Jack Frost no es un muchacho que se rinde tan fácil, y más aún si se trata de amor verdadero. Si se trata de recuperar a Elsa.

—¡Lo tengo! ¡Volaré y daré la vuelta al mundo hasta llegar a Arendelle para ir a favor del viento y así llegaré al palacio de Elsa! Claro, me tomará unas semanas pero el tiempo no existe cuando estás enamorado, ¿no?— Dijo Jack, sonando entusiasmado y con cierta esperanza por la idea que se le había ocurrido.

—Jack eso ya lo intentaste hace 2 días y no funcionó.— Lo interrumpió el Hada de los Dientes sin ánimo alguno y arruinándole la pobre ilusión del muchacho.

Sandyman (el Guardián de los sueños) sacudió la cabeza a favor de lo que dijo el Hada. Todos en la habitación habían perdido la esperanza de que algún día Jack pudiese rencontrarse con la chica a la que ama, incluyéndolo a él...

—Chico, yo creo que deberías olvidarte de esto, mírate, estas destruido. Todos aquí sabemos que la amas más que a nada en este mundo...— dijo Norte.

El Hada de los Dientes no pudo evitar morderse los labios y desviar los ojos.—Pero creo que es tiempo de dejarla ir. — continuó. —Tienes toda una eternidad por delante, estoy seguro que encontraras a otra joven muchacha que te robe el corazón como Elsa lo hizo.

—Y no olvidemos que ella no es inmortal y tú si... — interrumpió el Hada de los Dientes sin siquiera meditar sus palabras. Cuando entró en razón de lo que había dicho y de la situación en la que se encontraba, cerró la boca y se dirigió a un costado de la conversación.

Todos la miraron con cara extraña, este no era el mejor momento para resaltar esos pequeños defectos de su relación. Pero aún así, refiriéndose a las palabras de Norte, Jack siguió:

—Norte, no es tan fácil, ¿de acuerdo? Obviamente estoy destruido, pero no descansaré hasta volver a estar con ella. Nunca he sentido esto por alguien. Necesito estar con ella, la amo, y amar es un sentimiento tan hermoso y terrorífico a la vez. Siento que con ella lo tengo todo y no quiero nada más, pero también tengo miedo de perderla, como lo estoy haciendo ahora. Por ello, no bajaré los brazos, debo hacer algo por ella, pero no se qué...

—Chocolates, flores, y promesas que no cumplirás... Es lo típico, créeme. Me considero un experto en el amor...— Dijo con arrogancia el Conejo de Pascuas.

—Eso no es de mucha ayuda...— Jack no pudo evitar reír y burlarse del hecho de que Conejo sea un experto en el amor si ni siquiera había tenido pareja.

—Mmm —dijo pensativo Norte — Creo que sé que es lo que necesitas. Acompáñame a mi taller tendremos una charla, a solas. — argumentó mirando a los demás, expresando a su vez que no quería que nadie los interrumpiera ni los acompañara. Nadie.

Ya en el taller, Jack no logró retener su curiosidad a cerca del porqué de su importante conversación a solas.

—Norte, ¿cómo se supone que me ayudarás? ¿Acaso también eres un experto en el amor? — Dijo el joven mofándose.

—Por supuesto que lo soy— le respondió con aire triunfal, sin darle importancia a su burla— a veces creo que me casaría con migo mismo.

Jack rió, pero fue una de esas risas secas, a penas audibles. Ya casi no tenía razones para reír... No sin Elsa.

—Este es un tema serio, muchacho. Estamos hablando de amor. Una de las fuerzas más poderosas de todas.

—¿Y qué se supone que haga entonces? Sabes, eres un experto en decir lo obvio. Deberían darte un título. — espetó Jack sarcásticamente.

—Mmm, a ver, a ver. Dime... ¿Qué sientes cuando estas con Elsa, qué es lo que ves cuando la miras?

—¿Es una broma?— se rió. Jack no creía que los métodos de Norte sirvieran de algo, ¿cómo ayudaría decirle lo que sentía por ella para volver a estar con Elsa y burlar estas extrañas fuerzas mágicas que los separaban?

—No, claro que no. Ahora dime.

—De acuerdo... – suspiró— Cuando estoy con ella... Puedo ser quién soy. Ella me hace sentir cómodo con migo mismo. Me da una razón para sonreír. Siento que es mí deber protegerla, como su Guardián. Al ver esos ojos azules tan hermosos que tiene...— Jack no pudo evitar sonrojarse y sonreír al recordar a Elsa con tanto cariño— Y esa sonrisa... ahhh— Recuerdos tan profundos que parecía que Elsa estaba allí, con él—... Al verla, es como verme a mí mismo. Veo una persona triste, fría, con miedo, aislada, que sólo quiere proteger a los que ama... Pero estando con ella, todas esas cosas desapareen, ya no hay miedo, ni soledad, sólo calidez, y amor...

—¡¡Eso es, Jack!! Tu amor por ella es tan fuerte que estoy seguro que volverán a estar juntos, aunque no sé qué es lo que no te permite estar con ella. El amor es algo muy extraño y poderoso. Sólo debes demostrarle todo lo que me acabas de decir, todo lo que sientes, con un acto de amor verdadero.

—¿Un acto de amor verdadero? ¿Pero cuál?

El Conejo de Pascuas irrumpió en el taller acompañado por los otros guardianes y entrometiéndose en la conversación "privada" de Jack y Norte, dijo.

—Puedes dibujarle una sonrisa en su rostro, llenarle los días de colores, ya sabes, como a un lindo huevo de pascuas— Dijo mientras coloreaba y hacía monigotes muy concentrado a uno de sus huevos de pascuas.

—Elsa no es un huevo de pascuas, Conejote. — añadió Jack con pura amargura en sus palabras.

—O puedes construirle un castillo de hielo, ¡seguro le fascinará! — Agregó Norte.

—Ella ya tiene uno...

—Oh, entonces olvídalo.

El Hada se unió a la conversación diciendo.

—¡Yo sé! ¿Qué tal si le llevas unos cuantos dientes? ¡Si tienen sangre les gustará más estoy segura!

Todos la miraron con cara repulsiva.

—De acuerdo, eso no...

—¿Qué tal un beso de amor verdadero? Es el acto de amor más fuerte y poderoso de todos que conozco. — esta vez fue Norte quién habló. Su expresión era dura pero pensativa mientras se acariciaba la barba con la mano.

—¿Un beso? — Dijo Jack con aire confuso.

—¡Claro, chico, un beso! ¡Abre tus ojos! Pero no un beso cualquiera, ¡si no uno de AMOR VERDADERO!— gritó Norte.

—Pero yo no sé cómo... ¿Espera, cuál es la diferencia?

—Bueno, pues.... Bésala como nunca antes lo has hecho. Deja que tu corazón te guíe.

—Eso suena extremadamente cursi, pero supongo que lo intentaré. — Jack alzó los hombros, aún un poco confuso a cerca del tema del beso.

—Y no olvides abrazarla con uno de esos abrazos calentitos, tú sabes. Créeme, funcionará, como te dije soy un experto en estas cosas. — Conejo simplemente no pudo evitar quedarse callado.

Jack casi estalla a carcajadas por las expresiones del Conejo, sin duda apreciaba la ayuda de sus amigos, pero no estaba seguro que un beso expresara todo el amor incondicional que él sentía por la Reina.

—¿Y ustedes creen que ella me perdonará luego del beso?

—Por supuesto... Haz lo que te dicte tu corazón. Demuéstrale todo lo que sientes. Mira eres un joven muy travieso, y nunca demostraste tener sentimientos por nadie más que por ti mismo. Pero, por una vez en tu eterna vida, Jack, debes abrirte a ella, demuéstrale que la amas. Estoy seguro que ella hará lo mismo. —Terminó por decir Norte

—Chicos, creo que nos estamos olvidando de un pequeño detalle — Dijo el Hada, invitándose a sí misma de nuevo a la charla.—... Jack no puede volver a verla, ¿recuerdan? A menos que la chica lo pida.

—¿Por qué eres tan agua fiestas, Hada? Gritaron todos al unísono volviéndose a donde se encontraba.

Ella volvió a callar.

—Esperen, ella tiene razón... ¿Cómo haré para verla y darle el beso si ni siquiera puedo salir de aquí? — Dijo sin ánimos Jack. El Hada tenía razón, se habían olvidado de ese importante detalle. La desilusión barrió toda esperanza de su cabeza.

Devuelta al problema del principio, se quedaron todos pensando silenciosamente una nueva solución pero alentados por que el beso funcionaría. Había esperanza, después de todo.

Mientras tanto, en el palacio de Elsa...

—Ahí...— dijo al presenciar el glorioso castillo de hielo.

Hans... El hombre que había intentado asesinar a la Reina y a su hermana menor, había regresado de Las Islas del Sur, en busca de algo, más bien, de alguien.

Abrió las puertas de hielo de dos metros del castillo, invitándose a entrar sin invitación alguna.

—¡Elsa! ¿Estás aquí? ¿Hola?

Elsa oyó los ruidos de las puertas abriéndose.

—Esa voz... ¿podría ser?— se dijo así misma. Se encontraba en el segundo piso de su deslumbrante palacio.

Corrió por el ancho pasillo hasta llegar a la cumbre de las escaleras que llevaba al vestíbulo inferior. Mirando por todas partes y llena de alegría, emoción y esperanza que recorría todo su ser, gritó:

—¿Jack? ¿Eres tú?

—Soy yo majestad, el Príncipe Hans de las Islas del Sur.

La mirada de Elsa cambió completamente al oír aquél nombre indeseable. Pesó que era Jack, pero se equivocó.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¡Te ordené que nunca volvieras por estas tierras!— Dijo frunciendo el ceño y preparado sus poderes en caso de que él intentara atacarla o simplemente para alejar al intruso.

—¡No! ¡Espere! No vine para lastimarla... Reina Elsa, vengo para... para disculparme por todo lo sucedido.

—¡¿Vienes a pedirme disculpas?! ¡¿Luego de que quisiste usurpar el trono y matar a mi hermana y a mí?!— Elsa no había bajado la guardia. Por el contrario, el hecho de que este traidor volviera a Arendelle, y aún peor, a su nuevo castillo, la enfurecía más.

—Escuché, por favor. Sé que he cometido errores imperdonables. Pero le juro de todo corazón que lo siento, y no se repetirá. Sólo pido su perdón.

La cara de perrito mojado que Hans hacía al pronunciar sus palabras le causaba sensaciones en Elsa, como si él realmente se arrepintiera de lo que hizo.

—Hans, no...—

—Elsa, por favor. Si tú quieres me marcho en cuanto me lo digas, pero por favor, perdóname. Te juro por mi honor que jamás te lastimaría a ti y a tú hermana, otra vez. Tenía órdenes de mis hermanos de enamorarte a ti y luego matarte, pero hubo cambios de planes, y el objetivo pasó a ser Anna. Pero luego de que sucediera todo, volví a las Islas del Sur cuando usted me exilió de Arendelle. En mis tierras, fui desterrado por mis hermanos también, así que no tenía ningún lugar al que ir. Por eso volví a aquí, ante ti, Elsa. A pedir tu perdón y que me dejes quedarme en tu reino. No tengo a donde ir. Estoy solo y lleno de vergüenza por lo que hice. Como le dije, estaba siguiendo órdenes y estoy muy arrepentido. Solo le pido, perdóneme.

Pero Elsa no estaba muy segura si echarlo o no. Hans era la única persona después de largos días en visitarla, no como otra persona que al parecer se había olvidado de ella , de los momentos que pasaron, del amor que sentían el uno al otro.¿Así que esto era el amor? ¿Sufrimiento, dolor, inseguridad, decepción, extrañeza? Sin duda, Elsa no sabía nada a cerca del amor de verdad.

—De acuerdo, —dijo la Reina en un profundo suspiro— serás perdonado. Pero creo que deberías irte... Quisiera estar sola.

—Su majestad, ¡espere! No es la única razón por la que he vuelto...

—¿A qué te refieres? ¿Cuál es entonces?

—Elsa, todo este tiempo yo... Estuve pensando, meditando y recapacitando, que tú no te merecías lo que te he hecho, eres una persona maravillosa y encantadora. Desde el momento en que me deportaron me hundí en una profunda depresión, porque no podía estar lejos de... de ti. Yo... me di cuenta que... Siento algo por usted, majestad. Y sé que lo que siento es algo no correspondido— La Reina lo interrumpió:

—Espera, ¿qué? ¿Estás diciendo que tú...
— Elsa no podía usar la palabra amor, no con Hans, por lo que hubo una larga pausa— ... por mí?

Una nube de confusión invadió la mente de Elsa. ¿Podría ser que aquél hombre despiadado que intentó matarla a ella y a su hermana y luego quedarse con su trono pudiese sentir... amor por ella? Amor... esa simple palabra le recordaba a Jack. No...Ya estaba dispuesta a dejar ir todo lo que sentía por Jack, él la había traicionado, tal vez no era amor por completo lo que sentía por él. Estaba dispuesta a seguir a delante, y tal vez Hans sería la persona indicada para olvidarse de aquél chico. Tal vez...

—Yo... yo, no sé qué decir...

—Di que sí, di que me aceptas. Por favor, sólo dame una oportunidad.

—Es que... yo... Hans... no puedo. Le he entregado mi corazón a otro. Lo.. lo siento.

—Ya veo... debe ser un chico muy afortunado. — había sarcasmo y rudeza en sus palabras. También, Elsa pudo notar, un poco de dolor.

—No, por favor, no te enfades.

—¡¿Cómo no enfadarme?!— Hans vio la pena que sentía Elsa en sus ojos y se tranquilizó, en un suspiro le dijo— Elsa, ¿eres feliz? Pues no te noto muy feliz por amar... a otro. — Dijo esto último con dificultad.

—No estoy muy segura.... Y no tengo porqué darte explicaciones a ti.

Tantas preguntas a cerca de la persona a la que ella amaba la comenzaban a fastidiar.

—Si me das una oportunidad te mostraré que puedo hacerte feliz, como nadie nunca hizo. Somos el uno para el otro, pero no te das cuenta, porque estas ciega por otro amor que te hace infeliz...

—Dije que te vayas. — le dijo ella con dureza.

—¿Eso es un no?

Qué pesado... Pensó Elsa.

—Márchate, Hans. Ahora.

Lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos. No podía mostrarle ese momento de debilidad a Hans, se cubrió el rostro con las manos, dándole la espalda. Lo último que escuchó fue el ruido de las puertas cerrándose luego de que Hans suspirara y le dijera:

—De acuerdo. Te estaré esperando. No me rendiré.

Elsa cerró los ojos respirando profundamente, abrazándose a sí misma con los brazos.

—¿Qué es lo que estoy haciendo mal? ¿A quién debo darle una oportunidad?... ¿Hans o Jack?

Ambos hicieron cosas malas, pero tal vez con Hans pudiese olvidar al chico a quien en verdad amaba, Jack. El príncipe se había equivocado en el pasado, pero se notaba en verdad apenado y arrepentido. Quizás merecía una oportunidad... Pero, ¿sería fácil olvidarse del primer amor, de Jack?

Elsa pensaba en él todos los días, recordando sus momentos en los que fue realmente feliz, las risas, charlas, paseos, manzanas que compartieron. Al igual que el baile. Al igual que la chica a la que había besado... El dolor del recuerdo siempre volvía a ella. Pidió que él se alejara y dejase de ser su Guardián y por alguna extraña razón él nunca volvió por ella.

Tal vez ya se había olvidado de ella y tiene otra muchacha mucho mejor que ella en su vida, pensó Elsa con tristeza. ¿Y si se enamoraba de Hans y lograba olvidarse de Jack? ¿Era eso lo que quería?

¿Hans o Jack?

Fin del Capítulo 7

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