El Rey. | Jenlisa.

By RivenIvy

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Jennie es la princesa de Corona, después de que su padre se rehúse a pagar sus deudas con Gales estalla la gu... More

001- Orgullo.
002- Oferta.
003- Primera Noche Juntas.
004- Realidad
005- Cuadro.
006- Chocolate.
007- Fuerza.
008- Maquiavelo.
009- Parlamento.
010- Ella.
011- Promesa.
012- Paseo.
013- Servicio.
014- Ilustración.
015- La Lealtad.
017- Pecado.
018- Amanecer.
019- Pureza.
020- Preparativos y pelea.
021- Comienzo de la Celebración.
022- Por verla a ella.
023- Todo por un baile.
024- Al abrir los ojos.
025- El Rey.
La historia nunca deja de escribirse.
ola estoy aburrida

016- Mujer.

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By RivenIvy

Al ver aquella mirada en la joven mujer, Hoshi se sintió verdaderamente feliz por su rey, y aunque solo lo guardara para si, el podía percibir aquella soledad en los ojos del rey, pues la había sentido en primera mano.

Claro que sabía de los sucesos que habían hecho que la platinada estuviera en Gales, y más que ello, sabia de los rumores que corrían entre el pueblo por la llegada de ella, la cual no era del todo bienvenida, y mucho menos se veía con buenos ojos el hecho de que el rey decidiera que la mujer a su lado fuera la nueva soberana del reino, pero al ver la preocupación en aquellas bellas facciones de las que era portadora, le hizo esbozar una sonrisa.

- ¿Quiere ver algo sorprendente? - dijo Hoshi olvidando su nerviosismo anterior.

El desconcierto no dejo contestar a Jennie y antes de darse cuenta, tenía frente suyo un extraño instrumento de metal, era parecido a un telescopio, sin embargo en vez de apuntar al mar, miraba a la mesa, y era un poco mas grueso, con un par de cilindros más.

- Este es un instrumento que usa lentes, como lo haría un telescopio, sin embargo son mas y más gruesos, nos ayuda a ver un mundo mucho mas pequeño que vive entre nosotros.

Aquellas palabras fueron suficientes para hacer que la curiosidad de Jennie se activara, y se acerco con cierto temor a la mirilla que le era ofrecida, sin embargo apenas se las arreglo para que sus pestañas no le nublaran la visión, su sorpresa se dio junto a una audible exclamación, ante sus ojos lo que parecían miles de plantas que nunca había visto, con sus propios animales habitando, era un mundo totalmente nuevo, y ahí estaba justo frente a sus ojos.

- Esta es una muestra de agua del río que baja de las montañas, estamos tratando de entender como es diferente al agua del mar, hasta ahora solo hemos sido capaces de decir lo que ya sabemos, el agua de mar es salada. - Una risa un poco nerviosa escapo de sus labios, pues sus últimas investigaciones solo habían sido conforme a la proyección de luces con el uso de lentes, como lo haría Newton, pero esperaba encontrar un uso mas productivo a su microscopio. - Como sea, si le gusto eso, estoy seguro, le encantará esto.

Con cierto recelo, Jennie se separo de aquel instrumento, quería seguir viendo por el lente para descubrir cuantas cosas son invisibles ante el ojo humano. Sin embargo ante sus ojos fue puesto otro artefacto de metal, apenas más grande que su mano, estaba por hacerle saber al hombre que ella ya había visto en telescopio, pero el ver como esperaba que lo probara, Jennie lo hizo con un ligero suspiro.

Miles de colores de todas las formas posibles se veían por la lente del instrumento.

- Si lo gira, puede ver más combinaciones.

Sin esperar nada mas, comenzó con la tarea de ver cuántas combinaciones podía haber, colores que nunca imaginó pudieran estar juntos, como las figuras le hacían marear, y aun asi no poder alejar el artefacto de su ojo, simplemente era algo completamente nuevo y maravilloso para la joven. Hubiera terminado en el suelo por las náuseas, sin embargo de pronto el color predominante se convirtió en un hermoso color cobre como la llama de una fogata. Al quitar el artefacto de su ojo, su vista se vio nublada, tratando de acostumbrarse nuevamente al mundo que le rodeaba, pero apenas se aclaro su visión, vio frente a si a Lisa con una suave sonrisa en su rostro, mientras la veía.

- ¿te diviertes?

El dolor de sus mejillas por la sonrisa que portaba, solo fue una ligera respuesta a aquella pregunta, asintió con un poco mas de fuerza de la normal, pues nunca había imaginado lo poco que había logrado ver en ese lugar.

- Mira. - Jennie ordeno, olvidándose por completo que en ese lugar no estaban solas, y su tono podria ser malinterpretado.

Pese a su sorpresa inicial, el rey tomo el pequeño artefacto ofrecido, queriendo que el momento pasara lo más desapercibido posible.

Para mala fortuna de Jennie, el rey solo vio por unos segundos, antes de quitarlo de su ojo y tallárselo para tratar de quitar aquella molesta sensación. - Esta cosa me marea.

- Esa es la idea, poder ver todos esos colores, todas esas formas. - Dijo con la mayor seguridad, y cualquiera pudo haberlo creido, mas por el tono de voz usado.

Sin embargo el rey sabia el propósito de aquel artefacto, solo siendo una pequeña muestra de como la luz con ciertos cristales y usando un poco la mecánica podía generar todas aquellas figuras, y se lo haría saber a la mujer frente suyo, pero verla con aquel pequeño ceño fruncido y aún así mostrándose esperanzada de que su conclusión fuera correcta, el rey no pudo sacarla de su error, y vio nuevamente por la mirilla.

- Ya veo. - Jennie sonrío con la respuesta recibida, pero se congelo apenas el rey se quito el artefacto del ojo, viéndola con una gran sonrisa, una sonrisa que nunca le había visto a nadie, y con una gran chispa en sus ojos. - Muy hermosa.

Jennie sintió su rostro arder, incluso sintiendo aquel calor en sus orejas.

El rey sonrío, el mareo valía la pena al ver como la mujer sonreía con cierta vergüenza, como su rostro estaba completamente rojo, pero aun asi no huía de su mirada, como si ella también disfrutara de ese pequeño momento que compartían.

Ninguno de los presentes tuvo el valor de decir ni una palabra, y solo pudieron quedarse expectantes ante aquel bello suceso que sucedía ante ellos.

Después de aquel momento que Jennie no podía ponerle nombre, pero que atesoraría por mucho tiempo, aquella sensación de incomodidad que llego a tener cerca del rey desapareció como si nunca hubiera estado ahí en primer lugar, incluso tomando su brazo entre el suyo, mientras le era mostrado el resto del lugar.

Antes de que se diera cuenta, la luz del sol comenzó a ponerse, pronosticando el ocaso.

- Es hora de irnos. - Dijo el rey, aunque recibió una mirada suplicante por respuesta, miestras que Jennie dejaba ver un motor de aceite funcionar frente suyo. - La universidad no ira a ningún lado, pero tu si, si no comes.

Con un puchero en sus labios, Jennie termino por despedirse de todos, amenazando con volver en poco tiempo.

Tanto Kida como Hoshi veían partir a sus reinas.

Sin embargo cuando Hoshi estaba por regresar para tomar sus cosas y retirarse, noto como su esposa se quedo parada viendo rumbo a la dirección en que habían partido.

- ¿sucede algo? - Pregunto Hoshi con cierta preocupación.

- No, nada, vamos hoy te toca cocinar.

Y aunque no creia en la respuesta recibida, la dejo pasar, pensado que no era tan importante si Kida no le dijo nada, sin embargo, el silencio de ella, se debía mas por aquel mal presentimiento que le nació al ver como su rey miraba a la mujer de cabellera rubia platinada.

.-.-.-.-.- Cambio de escena -.-.-.-.-.

Durante el transcurso de la comida, Jennie apenas se las ingenio para no perder sus modales en la mesa, y poder hablar sobre lo que habían visto en la universidad, con un entusiasmo casi eufórico, y aunque ambas habían visto y escuchado lo mismo, Lisa dejo que la voz de Jennie volviera a transportarla a aquel lugar, como sus mejillas se encontraban un poco mas rojas que de costumbre, como su voz se alzaba en cuanto contaba algo que le emocionaba un poco mas, como se emocionaba por aquellos inventos que le prometieron a su regreso.

-... y luego esa cosa, esa que hacia. - Jennie uso sus manos para tratar de figurar como la imagen se podía ver proyectada con una luz. - Y luego esa... esa ¡Cámara!, ¿Te imaginas que puedas guardar todos tus recuerdos en esos pequeños papeles?

- Pues según se, no tarda mucho para que pueda hacerse, ¿Podrás esperar?

El rey río con el ligero puchero que recibió, sus ojos se clavaron en los contrarios y su respiración quedo atrapada en su pecho, sentía de pronto se habia quedado sin fuerza, sin embargo su mano se movió por sí sola con cierto miedo, como si pidiera permiso de tocarla.

Los ojos de Jennie viajaron de los ojos de la mujer a la mano que se acercaba a su rostro, y de nuevo veía esa mirada y esta vez le hizo dejar de respirar, por la intensidad que reflejaban aquellos hermosos orbes, por un momento estuvo tentada a ser ella la que acortara la distancia que les separaba, necesitando sentir el roce en contra de su piel.

Y lo hubiera hecho, pero un toque en la puerta se escucho en el comedor, y Jennie volteo hacia el frente.

El rey dio un sonoro suspiro. - Pasen.

Por el umbral de la puerta se asomó Jong-in, apenas dio un paso dentro sintió aquella incomodidad en el aire, sumada al hecho de que Jennie parecía más concentrada en ver su plato vacío que en ver quién es el que había entrado, y a su rey viendo con intensidad a la mujer frente suyo.

- Perdonen la interrupción.- dijo contagiándose de la incomodidad del lugar. - Pero la sastre llego.

- Escoltala al vestidor de la reina, en un momento estará ahí.

Por las palabras dichas, Jennie alzo su mirada, buscando respuestas.

- En un par de días comenzara la celebración de mi cumpleaños, necesitas un vestido para la ocasión. - Dijo el rey adelantándose a la pregunta no dicha.

Por un momento Jennie, pensó en refutar la orden implícita, sin embargo antes de que dijera cualquier cosa, el rey se levanto de la mesa antes de que tuviera siquiera la oportunidad de decir algo. Pues una necesidad nació en el rey, y necesitaba encargarse de ella cuanto antes.

Por unos instantes, la mirada de Jennie quedo fija en aquella silla que antes había ocupado el rey. Y aunque tratara de ocultarlo, le había dolido la indiferencia con la que había sido tratada, queriendo ocupar su mente con cualquier otra cosa, decidió hacer lo que se le había "pedido".

Afortunadamente una sirvienta la escoltó al vestidor, que se supone era suyo, aunque en realidad nunca había estado en el.

Apenas entro, vio el cuarto repleto de vestidos, zapatos, y diversos trajes, y accesorios, cada uno había sido pesando en ella, pero en realidad lo que llamo su atención fue una pequeña mujer que la inspeccionaba con la mirada.

- No está mal, nada mal. - la mujer le hizo pasar, aunque su pequeña estatura le sorprendió. - Bonita figura, un bello tono de piel... el rey si que tiene buenos gustos.

- ¿Sabe que estoy aquí? - pregunto con cierta irritación Jennie.

- Lo se, querida, lo se. - dijo distraídamente mientras comenzaba a tomarle las medidas necesarias para porque lo que tenía pensado. - Es una pena que el rey no salga de sus trajes militares, estoy segura podría hacerle un vestido digno de los mismísimos dioses, se vería tan hermosa como su madre, pero no te preocupes te voy a hacer un hermoso vestido, que estoy segura serás el diamante en la fiesta, te lo juro o me dejo de llamar Edna Moda.

La pequeña mujer salió de la habitación mientras que uno de sus ayudantes anotaba todo lo que decía.

La mirada de Jennie viajo a la sirvienta que le había escoltado, exigiendo una respuesta a lo que había sucedido, pero está sonrío con cierta pena.

- Le ruego la disculpe, es un poco excéntrica, pero le aseguro valdrá la pena una vez vea su vestido listo.

El rostro de Jennie mostraba su escepticismo, pero casi de inmediato su mente viajo a algo que había dicho aquella pequeña mujer, y eso era lo dicho sobre el rey.

Sin decir una sola palabra salió del vestidor, no sabia en realidad el porque la necesidad de verla, pero de pronto está nació en su pecho y no podía dejarlo de esa manera, como si fuera una intensa hambre sin que pudiera saciarla.

Después de revisar el despacho del rey, y no verlo, la hambre creció al no saber donde más buscarlo, camino hacia su habitación decaída, pensado que el rey estaba lo suficientemente enojado como para escapar de ella, y haciéndose a la idea de que aquella hambre le quitaría el sueño.

Sin embargo apenas estuvo frente a su puerta escucho un sonido apenas audible, era una respiración, una jadeante y pesada respiración, su curiosidad, hizo que su oreja se pegara a la puerta, queriendo escuchar con mayor claridad, sentía su corazón latir con fuerza, cuando entre los jadeos, escucho apenas audible como se decía su nombre.

"Je...Jennie..." su corazon dio un brinco al escucharlo de esa manera, sintiendo como en su estómago nacía una revolucion.

Sus manos sudaban a mares, y por un momento su mente le exigió correr y hacer como si no hubiera escuchado aquello, pero su cuerpo no le respondía, y no supo en que momento su mano abrió la puerta solo lo suficiente para poder ver lo que sucedía dentro.

Y Jennie comprendió porque la urgencia de buscar a su rey...

Pues su mente constantemente le hacia olvidar que su rey era una mujer, una hermosa y carnal mujer.

Pues lo que veía en la habitación que deberían compartir, en aquella cama en la que había estado durmiendo, la veía a ella.

Los pantalones estaban poco mas abajo de sus rodillas, dejando ver aquellos jugosos muslos cubiertos de pecas, la chaqueta que cubría con recelo la piel del rey, como si de un tesoro se tratase, había sido sacada, la camisa estaba apenas unida por el único botón que la mantenía en su lugar, junto aquella corbata que permanecía en el cuello acariciando la piel sedosa del rey.

Una de las manos del rey acariciaba sus pliegues, anhelado fuera la mujer de sus fantasías, sus ojos se mantenían fuertemente cerrados tratando de no perder aquella imagen de la mujer que le hacia quemar por dentro. Podía sentir sus ojos sobre los suyos, quería sentir sus labios por su piel, su mano desocupada alzo las vendas que ocultaban sus pechos, y apretó con fuerza su pezon, un gemido escapo de sus labios, repitiendo aquel mantra que no desaparecía de su alma.

- Jennie...e.

Sentía el calor de sus pliegues, necesitaba sentirla, quería que no fuera su mano sino la de ella, pero mientras mas se acercaba a su tan anhelado orgasmo, más podía sentir su mirada sobre de ella.

Su pulgar acaricio aquel nervio que hacia su mente nublar, sus dedos fueron mas a fondo, mientras sentía como estaba a punto de alcanzar, ese tan anhelado orgasmo, podía jurar sentir aquella mirada sobre de ella.

Cuando sintió como el calor era liberado, y sus fuerzas eran arrebatadas, abrió los ojos, y su mirada cayo en la de la contaría.

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