Un giro inesperado

By MariaPadilla_

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Los caminos de Alice y Nicholas no estaban destinados a coincidir... o eso creía ella. Todo en ellos era dist... More

Sinopsis
Antes de leer
1. Amigo de un famoso
2. ¿Quieres ser monja?
3. Nicholas Blake
4. Primera sonrisa
5. La chica del capitán
6. ¿Prefieres el soccer?
7. Eres hermosa
8. ¿Has jugado Beer Pong?
9. Podría besarte
10. Cultura general
11. Siempre serás mi Lissie
12. Curaré tus heridas
14. Serás mi perdición
15. Necesito un abrazo
16. Prometo portarme bien
17. Diversión con alcohol
18. Precioso tormento
19. Gracias por ser tú
Especial: El secreto
20. Piano en miniatura
21. Te quiero mucho
Especial II: La chica del bar
22. Rendido por ti
Especial III: Clases de química
23. Me aterra arruinarlo
24. Te deseo
25. No quiero que te detengas
26. Jamás seré capaz de olvidarte
27. Primer baile contigo
28. La última c
29. Te retendría toda una vida
30. Siempre podrás refugiarte en mí
31. Eres una piedra
32. No me dejes

13. ¿Te quedas a dormir?

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By MariaPadilla_

Voy a confesarles algo: Había tenido sueños en los que Nicholas me besaba y otros en los que hacía... un poco más que eso.

En esas fantasías, los besos que recibí de él fueron... dulces, pausados y con caricias tiernas de por medio.

Suerte que la realidad es muy distinta a los sueños.

Porque el hecho era, que este beso de dulce no tenía nada —a menos que el sabor de sus labios cuente— y yo, que hace no más de cinco minutos lanzaba humo de las orejas, devolvía gustosa el demandante beso que exigía de mi en este momento.

Nunca, en mis casi diecinueve años de vida, un beso se sintió tan intenso, excepcional y... correcto.

En un comienzo, estaba tan asombrada por la repentina e intensa acción, que me costó ponerme al día y devolvérselo con el mismo entusiasmo. Cuando su lengua trazó mi labio inferior, aunque mis piernas flaquearon, dejé atrás la timidez y no dudé en entreabrir mis labios para recibirlo con devoción.

Sus labios se movían con destreza sobre los míos, evidenciando la experiencia que ha de tener este chico en esta clase de besos arrolladores. Cada succión y roce de su lengua con la mía me hacía ver las estrellas. Una de las manos que sostenía mi rostro, se deslizó lento hacia abajo, delineando la curvatura de mi pecho, pasando de largo por mi abdomen y deteniéndose en mi cintura, donde no tardó en envolver su brazo para pegarme aún más a él si es que eso era posible.

Jesús bendito, esto me gustaba. Corrección: me encantaba la sensación de que no existía nadie más que nosotros dos en este instante.

Mi pulso parecía estar en una carrera de fórmula uno y mis manos no tardaron en buscar el camino hacia su cuello para terminar navegando en esa oscura cabellera que hace tiempo quería sentir entre mis dedos.

Nos besamos tan profundo que no pude evitar preguntarme si alguien alguna vez será capaz de superar las emociones y vivacidad de este beso.

Incluso cuando nos quedamos sin aire y nos vimos con la necesidad de separarnos, no pareció gustarle mucho la idea y de inmediato comenzó a repartir besos húmedos por todo mi cuello. Mis ojos seguían cerrados para ese punto y jadee, disfrutándolo, sintiendo como toda mi piel se erizaba y el deseo de volver a tener sus labios sobre los míos aumentaba.

Gracias al cielo, no tuve que esperar mucho, pues una vez mi respiración fue menos errática, su rostro ascendió para unirnos en un beso más suave que el anterior.

No me opuse. Por supuesto que no lo hice. Estaba en una nube de deseo en la que obtenía demasiado y no lo suficiente de él.

Lastimosamente, todo tiene un final, y esta vez fue cuando aquella molesta voz en mi cabeza anunció que los dos solos en una habitación, luego de descubrir lo bien que nuestros labios podían encajar, pronto querríamos saber qué otras partes de nosotros también podrían acoplarse de esa manera.

Eso me contrarió, ya que una parte de mi en definitiva quería continuar con esto, mientras la otra; la insegura, no estaba preparada para ir más allá. Sin embargo, lo sorprendente era, que de hecho hubiera una parte de mí que sí lo quisiera, cuando jamás ningún porciento de mí lo había deseado... así de fuerte.

No era virgen, pero digamos que las experiencias anteriores no las anhelé tanto como ahora y tampoco me dejaron con ganas de más cuando el placer que obtuve fue algo mediocre.

Con cuidado, separé mis labios de los suyos, desenvolví las manos de su cabello y finalmente, abrí los ojos, encontrándome con una de las imágenes más sexys que mis afortunados ojos han tenido el placer de ver:

Un Nicholas despeinado, con mirada lujuriosa y labios hinchados por los recientes besos.

Me sonrojé de solo pensar que yo contribuí en su estado e hice el amago de apartarlo, pero lo único que logré fue que afianzara más el agarre en mi cintura.

—Nicho...

—Me gustas —declaró, recargando su frente en la mía—. Mucho, Alice.

Mi pobre corazón, que aún no se había recuperado de los acontecimientos anteriores, comenzó a martillar con fuerza mi pecho y las molestas mariposas comenzaron a revolotear en mi estómago.

Me iba a desmayar.

—Viviremos en la misma casa por mucho tiempo más, Nicholas.

—¿Está mal que la idea me haga sentir como un idiota con suerte?

Contuve la sonrisa que quiso asomarse en mis labios.

—Si algo malo llegara a pasar entre nosotros...

—Lo sé, preciosa, lo tengo claro —intervino, acariciando mi mejilla con sus dedos—. Pero eso solo me hace reflexionar en por qué se supone que detendríamos lo que pasa entre nosotros en el presente, pensando en las posibilidades de un futuro incierto.

¿Resultado de la caricia, más las palabras que acababa de soltar? Una Alice que no tenía idea de qué replicar.

—Se supone que estaba molesta contigo.

—¿Ya no lo estás? —sonrió, feliz.

—Uhm... puede que no.

—¿Puede? ¿Me arriesgué a recibir una bofetada para solo obtener un «puede»? —se hizo el ofendido. Me reí.

—Estamos bien, exagerado, solo bromeaba.

Él entrecerró los ojos.

—Eres mala.

Mis labios se curvaron en una sonrisa.

—Soy buena.

—Eres mala, pero besas como un jodido ángel.

Ladeé la cabeza, rozando mi nariz con la suya.

—¿Eso qué significa?

La risa ronca que brotó de sus labios me aturdió por un instante.

—Que quiero besarte otra vez, pero sé cuan riesgoso puede ser eso en este momento.

Mis rodillas se aflojaron. Él iba a acabar conmigo, a este punto no me quedaban dudas.

—¿Te quedas a dormir? Hoy hace mucho frío, tal vez... —trató de justificarse, pero mi risa lo interrumpió.

—No el suficiente para querer hacerlo.

Ignoré a la vocecita en mi cabeza diciendo que era una mentirosa. Nicholas se encogió de hombros, sonriendo de lado.

—Tenía que intentarlo.

Yo negué, aún riendo y él también lo hizo. Luego sus manos dejaron de sostener mi rostro y cintura, para tomar mis manos y llevarme con él mientras retrocedía varios pasos.

Lo miré, desconfiada, hasta que vislumbré como volvió a sentarse en el borde de su enorme cama y devolvía el algodón que había removido de mi mano momentos atrás.

—Continúa, preciosa.

Fruncí el ceño, siendo qué él ya había descubierto que había terminado y agregó que no regresaría a la cama a menos que hiciéramos... otras cosas, pero cuando vi en sus ojos la latente picardía de siempre, me di cuenta: sin necesitar palabras, entendió que no estaba lista para algo más y utilizaba esto como excusa para continuara más tiempo junto a él en su dormitorio.

(...)

19 de noviembre, 2018.

—Y entonces... Nick te besó.

De nuevo, asentí. Era la tercera vez que Stella repetía el resumen de la tarde y noche de ayer; eso incluía los acontecimientos de la pizzería y el beso con Nicholas.

—¿Estás consciente de que me confesaste que me fuiste infiel al devolverle el beso, con una sonrisa en la cara?

Apreté los labios, conteniendo la carcajada que quiso salir de mis labios.

—Si no recuerdo mal, dijiste que nuestra relación era abierta a excepciones.

—¡Lo hice, pero...!

—Ahora no puedes arrepentirte —intervine, cruzándome de brazos—. El delito está hecho, lo siento.

Stella tamborileó sus dedos sobre la mesa. Al igual que muchos a nuestro alrededor, estábamos en una de las cafeterías del campus esperando a que nuestra próxima clase diera inicio.

Nah, no es un delito. Mentiría si dijera que no estoy feliz de saberlo. —Me regaló una sonrisa sincera—. Era cuestión de tiempo, la forma en la que te miraba en la fiesta hablaba por sí sola.

Metí un dulce a mi boca, analizándola. La esposa de Tom nos regalaba cientos de golosinas cuando iba de visita al bar. Era una señora encantadora y nosotras nunca tuvimos la fuerza de voluntad necesaria para rechazar sus gestos. Además, tenía un amor secreto por los caramelos ácidos; no podía resistirme a ellos.

—¿Qué te pasa? —Entrecerré los ojos.

Stella, mi Stella, no reaccionaría así de tranquila a una noticia como la anterior. Y lo confirmé cuando desvió la mirada antes de contestarme.

—Nada.

—Stella...

—Estoy bien, en serio.

—Si no quieres contármelo, lo entiendo, pero no mientas. La Stella que conozco estaría haciendo un baile victorioso de saber que besé a alguien después de ese largo tiempo sin devolverle la mirada a un chico.

—Yo... No se trata de eso.

En silencio, me limité a observarla, intentando recordar lo que había hecho estos último días. Por unos largos segundos, nada sospechoso surcó mi mente, a excepción de...

—¿Por qué no nos acompañaste a la pizzería?

Sus hombros decayeron un poco. Bingo.

—Ya te lo dije, estaba enojada con Lucas por...

—Prometimos nunca mentirnos, Stell, si no quieres hablarlo, solo dilo.

Finalmente, su mirada conectó con la mía.

—Tuve una cita.

Fruncí el ceño. Ella no me ocultaría algo como eso.

—Una cita —repetí, cautelosa.

—Una cita —afirmó.

—¿Por qué no me lo contaste?

—¿Sinceramente? No... no lo sé. —Se aclaró la garganta, reacomodándose en el asiento—. Supongo no quise molestarte con otro de mis problemas amorosos, debes estar cansada de ellos.

¿Cansada de...? Preocupada, me incliné sobre la mesa, viéndola con más atención.

—¿Qué salió mal? ¿Él chico te hizo al...?

—No sucedió nada, no me hizo nada.

—¿Segura?

—Sí. El... El problema soy yo.

Esta vez sí me desconcerté. Era extrañísimo percibir inseguridad en Stella, más aquella decepción en su voz.

—¿Por qué tu serías un problema? ¿Qué sucedió en esa cita?

—Lo mismo de siempre.

—¿Qué es lo mismo de siempre?

—Palabras lindas y coqueteo con el único fin de luego llevarme a su residencia.

Bien, ahora estaba más confundida. Es decir, sí, Stella había tenido muchas de esas citas en las que mandaba al chico a la mierda porque no era lo que buscaba y lo aclaró desde el principio, pero eso nunca la había desanimado; más bien, hacía lo contrario, impulsarla.

—Aún hay muchos chicos que estarían encantados de bajarte la luna y todas las constelaciones, Stell, solo...

—No.

—¿No?

—Supongo que esa última cita fue la gota que derramó mi vaso; estoy cansada, Alice. Ya tomé una decisión.

—¿Tomaste una decisión?

—Sí —respiró hondo—. No me involucraré con ningún chico hasta, al menos, terminar la carrera. Estoy harta de tantos fracasos. Si la única ganancia del amor es decepción, saco mi bandera blanca y me rindo. Ya no lo quiero.

Quería replicar su decisión, pero eso sería hipócrita de mi parte siendo que yo era la misma chica que no había volteado a ver a alguien del género masculino después de mi último fracaso amoroso.

Hasta que apareció Nicholas.

Cállate.

—Esa conclusión del amor podría pecar de falacia por ser algo apresurada, pero voy a ignorarlo y apoyaré la idea si eso te hace sentir mejor.

—Bueno, falacia o no, es lo que haré.

—¿Estás segura?

—Completamente, no más hombres en mi vida hasta nuevo aviso —dictaminó, justo antes de que dos figuras masculinas se plantaran ante nosotras.

—Qué lástima, cielo. Aun podías probar nuevas opciones —una sonrisa seductora adornó sus labios—. Yo, por ejemplo. Soy James, tú debes ser Stella ¿me equivoco?

El pelirrojo la miró con curiosidad, esperando una respuesta que nunca llegó.

Por un segundo, Stella lució embobada; era de esperarse considerando que su gran platónico estaba frente a ella sugiriéndole ¿probarlo? Luego, sacudió la cabeza, retomando su expresión de antes.

Sin necesitar invitación, Nicholas y James tomaron asiento en la mesa. Mis manos empezaron a sudar al notar que unos ojos verdes se detuvieron en mí. Si antes se me dificultaba no actuar nerviosa a su alrededor, ahora lo era el triple. Esta mañana apenas pude mirarlo sin sonrojarme.

—Hola de nuevo. —Nicholas depositó un suave beso en mi mejilla—. Ignora al estúpido de James, Stella, sus padres son primos.

—¡Mis padres no son primos! —replicó él de inmediato.

—Es lo que parece —fue la respuesta de Nicholas.

—¿Qué hacen aquí? ¿No deberían estar entrenando? —Arrugué las cejas.

—El entrenador Hotch se molestó porque no coordinábamos bien algunas jugadas y dijo que no quería ver nuestros rostros hasta que las aprendiéramos —me respondió James.

—Oh. —Reí un poco.

—Sí... —volvió a fijar su vista en Stella—. ¿Tu amiga no habla?

—No empieces, James —masculló Nicholas. El ojiazul levantó las manos en señal de rendición.

—Solo preguntaba, amigo. No discrimino a los mudos.

Nicholas le dio una mirada severa, instándolo a callarse.

—¿Qué? —preguntó James, fingiendo inocencia.

—Cuando Jared no está tú debes cumplir el papel de idiota ¿no es así?

—Quizás.

—Yo... Lo siento, de-debo irme.

Antes de que pudiera detenerla, Stella recogió sus cosas y se marchó. Desconcertada, solo pude seguir con la mirada su camino a la salida. ¿Qué acababa de suceder? Pestañeando, salí del trance y decidí seguirla.

—Nos vemos más tarde, chicos. —Al agarrar mi bolso, Nicholas sostuvo mi mano. La mirada consternada de James fue lo primero que llamó mi atención.

—¿Ella está bien? —preguntó—. Mierda, si la ofendí puedo...

—Está bien, no es tu culpa —lo tranquilicé, luego miré la mano del pelinegro. Necesitaba marcharme—. ¿Nicholas?

Con una sonrisa ladeada, utilizó mi mano para acercarme más a él. Agrandé los ojos cuando noté sus intenciones. ¿Qué iba a...?

Todos mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando unió nuestros labios en un beso breve que me hizo olvidar por un instante el hecho por el que me sorprendí inicialmente:

Nicholas me estaba besando frente a media universidad.

•••

El siguiente capítulo también es de mis favs. No sé cuándo exactamente podré terminar de editarlo (te odio universidad), pero les avisaré y daré adelantos por Instagram. Gracias por llegar hasta aquí <3

Puedes encontrarme en Instagram y Twitter como: @cuerpolector 🤍

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