Buscando el Paraiso (+21)

By girl_blue_666

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San Francisco y el mundo entero era un caos, Hanna liderando uno de los mayores negocios ilegales, la fama de... More

ANTES DE LEER
PERSONAJES
⚠ ADVERTENCIA ⚠
PRAESAGIUM
Capítulo 1 (Parte 1)
Capítulo 1 (Parte 2)
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (Parte 1)
Capítulo 40 (Parte 2)
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46 //FINAL//
Epílogo
PRAESAGIUM
⚠NOTICIA IMPORTANTE⚠
CONTINUACIÓN

Capítulo 37

310 31 16
By girl_blue_666


Hanna

Gritos.

Se supone que el día veinticinco es relajado, tranquilo y sirve para comer las sobras del día anterior, y te levantas tarde porque ya no das más en la cama, pero este veinticinco fue diferentes.

Gritos de mierda me despertaron.

No me hubiese sorprendido tanto de haber sido unos días antes, Adrien se levanta más temprano para hacer ejercicio y mi abuelo lo regaña por cualquier cosa, sin embargo, este día era diferente, eran gritos en inglés.

Me siento algo adolorida y al no poder levantarme giro mi rostro confundida hacia la muñeca que me obliga a permanecer en cama. Una sonrisa se desliza por mis labios y tomo la llave de las esposas sobre el velador junto a la cama.

El mejor regalo que he dado fue esa maldita caja.

A pesar de que fuimos silenciosos porque es la casa de mis abuelos, Adrien me rompió el coño una vez más.

Tomo la bata y las pantuflas y mi malhumor vuelve cuando los gritos no cesan. Salgo del cuarto avanzando por el pasillo, y a medida que me acerco más a la sala, más fuerte se hacen los gritos. La curiosidad me llama y cuando abro la puerta que separa el pasillo con la sala me congelo.

Los cuatro hombres me miran y yo los miro a ellos.

— Primero que nada, buenos días.

Mis palabras los callan y lentamente comienzo a fruncir el ceño cruzando mis brazos.

»— ¿Qué son? ¿Animales? ¿Monos? ¿Qué clase de persona civilizada se pone a gritar a las diez de la mañana a todo pulmón?

— Ah... Son las una de la tarde. — El del arma me corrige y lo callo con mi mirada.

— La hora que sea, esta no es su puta casa, asique no tienen el maldito derecho para gritar como si les estuvieran cortando las putas bolas. Asique los cuatro salen de aquí y piensan en la idiotez que hacían.

Se miran entre ellos sin moverse y no es hasta que atravieso el lugar molesta y les abro la puerta que salen. Mi abuelo se señala a si mismo confundido y luego la salida, termino echándolo igual.

Mi abuela que bebía un té tranquila en la mesa me mira curiosa. Me siento junto a ella y tomo la taza que me ofrece con agua humeante. Suspiro tomando una de las bolsas de té.

— Hombres... sino fuera porque tienen penes y los necesitamos para reproducirnos, felizmente, se hubiesen extinguido hace siglos.

Mi abuela se ríe negando y le da un trago a su taza.

— No digas eso, si se hubiesen exigido no tendrías a Adrien.

— Abu, no te confundas, yo solo quiero lo que tiene entre las piernas y nada más.

La anciana se ríe levantándose y acaricia mi cabello.

— Si claro, esa mentira ya ni tú te la crees.

Al rato salgo de la cabaña ya duchada y vestida y me apoyo junto a la puerta viendo a los cuatro hombres que siguen fuera como se los ordene. Mi abuelo esta cruzado de brazos e indignado porque lo eche de su propia casa; Adrien está más alejado de los otros tres y me mira receloso; Gerald solo mira la situación con las manos tomadas atrás de su espalda; y Abel me mira fijamente sin expresión alguna.

Tiene un nuevo tatuaje en la cara.

El saber lo que significan me tensa y trago saliva.

¿Él mato a John?

— Abu, Adrien, pueden entrar a casa. — Digo en ingles, pero señalo la puerta abierta para que mi abuelo entienda. Ambos me miran molestos porque los trato como niños, pero entran de todas formas. Adrien se demora más y me mira fijamente.

Le mantengo la mirada y una vez más me gustaría saber que pasa por su cabeza cuando me mira así. No logo leer su cara de póker y eso me desespera, ¿Qué piensa?

Cierra la puerta atrás de su cuerpo y me giro hacia los otros dos hombres.

— Que estén aquí no son buenas noticias. — Suspiro y camino con ellos hacia el auto estacionado a unos metros. Gerald me abre la puerta trasera y entro allí junto a Abel mirando su tatuaje.

Esta sobre su pómulo, es un Kanji japonés no muy grande, que no sé que mierda dice, quizás debí aprender Kanjis en lugar de aprender a tocar el chelo en el instituto.

Y no voy a mentir, se le ve sexy.

Me lamo los labios y cruzo mis piernas.

— Al grano, ¿Qué haces aquí?

Abel se acomoda a mi lado y mantiene su mirada sobre mí.

— Encontré a John, nadie se dio cuenta de que fui yo. — Miro su tatuaje. — No, no fue él, fue el guardia que lo cuidaba, tuve que ensuciarme las manos de todas formas.

Asiento aliviada y miro hacia adelante viendo la nieve que se derrite sobre la cerca.

— ¿Está en Argentina? — Lo veo sacudir la cabeza de reojo. — Bien, entonces el plan saldrá aún mejor, el seis iré con Andrea y luego iremos a Tokyo.

— Hablando de Tokyo, Amanda ya hablo con el señor Mizake.

Miro a Gerald.

— ¿Y qué dijo Touma?

— Dijo exactamente; No tengo problemas con que se presente en mi ciudad, por favor, que venga cuando tenga tiempo y así hablamos de los negocios en persona, como se debe.

Sonrió.

— Perfecto en ese caso.

Todo sale tan jodidamente bien cada vez que lo planeo yo, es que no entiendo cómo puedo ser tan perfecta carajo.

— Gerald déjanos solos, por favor. — Abel le pide a mi jefe de guardias y el hombre baja asintiendo. Camina hacia la cerca y se apoya en ella fumando un cigarrillo. Siento la mirada del tatuado sobre mi mientras miro al guardia.

»— Hanna, ¿Qué tienes planeado? No creo que sea buena idea involucrarte con los Yakuza.

Lo hago callar sonriendo y pongo mi índice sobre sus labios.

— Abel, no me digas lo que creas mejor o no, tu solo haz lo sabes hacer y déjame a mi hacer lo que yo sé. Tú matas y yo te digo a quien, ¿Entendido?

Su mandíbula se tensa.

— No soy tu matón ni uno de tus hombres, asique cuidado con cómo me hablas, Hanna.

— ¿Disculpa? Tú cuida como me hablas, yo soy la Morgan. — Sujeto su mentón con fuerza mirando sus ojos. — Y ambos sabemos que no hace falta que te pague o firmes con sangre en un libro, mataras por mi cada vez que te lo pida, porque por eso volviste a mi vida, porque te encanta que te domine, al igual como te dominaba en el sexo. Te encanta ser mi puta, Abel.

— Ya no tenemos sexo, asique no te creas la gran mierda. — Aparta mi mano con algo de brusquedad y se gira para abrir la puerta del auto.

— Soy Hanna Morgan, quieras o no, soy la puta gran mierda. Asique deja de fingir que te puedes resistir a mí, nadie puede.

Abel suspira y sé que se está conteniendo, porque lo único que ronda por su cabeza en este momento es girarse, callarme con su boca sobre la mía y follarme como yo le ordeno. Pero no lo hará, uno porque es de día y todos nos pueden ver dentro del auto, y dos, porque no voy a dejarlo tocarme.

Asique sale del auto cerrando con fuerza y camina hacia la cabaña. Lo veo hacerlo y escucho como Gerald sube una vez más en el asiento del conductor.

— ¿Sabe algo? A veces me da miedo, no por sus planes o por las cosas que ha hecho, sino por como manipula a tantos hombres.

Rio y lo miro por el retrovisor.

— ¿Por qué te da miedo eso?

— Porque tarde o temprano, pobremente más tarde que temprano, se irán, sus planes no pueden depender siempre de hombres que manipula psicológicamente. Y me da miedo que, sin ellos, se desmorone.

Sonrió y tomo su hombro.

— Gerald tú no estabas, pero comencé en la mafia vendiendo la droga que Sasha me obligo, y antes de que les contara a mis amigos, ya tenía lazos formados con las bandas más amplias de la ciudad. No me subestimes, nunca más vuelvas a pensar que sin mis hombres no soy nada, porque la magia de ser yo, es que sin ayuda de nadie, puede gobernar el puto mundo si me nace del culo.

🚬🚬🚬🚬

Lo más chistoso de que Abel y Gerald se presentaran en el campo de mis abuelos, no fue que Adrien y Abel compitieran entre ellos para demostrar quién me conocía más, sino que ambos competían por llevarse bien con el abuelo, y Abel tenía la ventaja en eso.

Ya es treinta y uno de diciembre, y el día de navidad, el abuelo le pidió a Abel que no se fuera, que pasara las fiestas con nosotros, y el desgraciado acepto solo para molestar a Adrien.

Estos siete días, he estado durmiendo con la abuela, ya que, por orden del abuelo, no iba a dormir entre tres hombres en el cuarto de invitados. Y déjenme decirles que hizo bien, de haber dormido con esos tres hombres en el mismo cuarto, mando todo a la mierda, cierro la puerta con seguro y me los cojo a los tres.

Adrien ha estado más irritable, no solo por lo bien que se lleva Abel con mi abuelo o por como el anciano lo molesta cada vez que tiene tiempo, oh y claro, o porque Abel también habla alemán y ambos se burlan del ruso sin que él pueda entenderlos. Mi príncipe azul esta irritable porque no hemos tenido sexo.

Creo que se nos hizo costumbre follar cada noche o casi cada noche, y el qué ahora llevemos una semana sin hacerlo, le tiene las bolas hinchadas.

Yo por otro lado, a pesar de ser una ninfómana, puedo aguantar sin sexo bastante bien. Lo que no puedo hacer, es aguantar sin orgasmos.

Asique sí, me masturbo en la ducha, y es divertido, porque cuando salgo, Abel y Adrien dirigen sus miradas hacia mí. Con ambos pase el tiempo suficiente para que supieran como luzco luego de un orgasmo.

Debe ser una tortura para ambos pasar las noches en la misma habitación.

— Lo disfruta, ¿Verdad? — El guardia me mira acomodando los cubiertos sobre la mesa y rio sirviendo el vino en las copas.

Alzo mi mirada una vez más hacia los dos hombres que se pelean por ayudar a la anciana en la cocina, la cual luce encantada con la atención de ambos hombres.

Ya veo de donde saque lo lascivo.

— ¿La verdad? Si, son todo un espectáculo. — Rio y le extiendo una copa con vino y niega tomándola.

Lo miro de pies a cabeza y me concentro en como bebe de su copa.

»— ¿Por qué no tienes familia?

— Si tengo, tengo padres, una hermana...

— Sabes a lo que me refiero, ¿Es por qué trabajas conmigo?

Ladea ligeramente su rostro y deja la copa en la mesa.

— Paso la mayor parte en el departamento bajo el penthouse, mi trabajo me necesita veinticuatro siete, y no es que tenga tiempo para citas precisamente.

— Ya, pero tienes sexo con Scarlett y se quedan hablando luego de hacerlo.

El hombre me mira sorprendido.

— ¿Cómo sabe eso?

— Cuando no estoy follando en el turno de Scarlett, hablamos. Asique dime, ¿No te interesa formar una familia?

Mira hacia la cocina y ya no mira al par de idiotas que pelea, sino que a la pareja de ancianos que se ayuda.

— Usted sabe mejor que nadie que en este mundo los niños no son bienvenidos, hay tanta maldad... ¿Y si en algún momento me pasara lo mismo que a Wilson y secuestraran a mis hijos para tenderle una trampa? Yo no creo que pudiera elegirla a usted...

Asiento lentamente.

— Pronto habrá menos maldad, pronto...

— De corazón espero que sus planes funcionen. — Suspira y le da otro trago a su copa.

— Prométeme algo Gerald, cuando Scarlett quede embarazada y decida seguir adelante con ese bebe, ambos van a dejar esto, y van a vivir vidas normales. Tendrá trabajos aburridos y le darán la mejor vida a ese pequeño, ¿Bien?

Gerald asiente mirándome.

— Bien.

Asiento y él toma mi hombro apretándolo suavemente.

— Siempre supe que tenia un corazón blando bajo todo ese manto de frialdad.

Sonrió con cinismo.

— Te lo digo, porque si llegan a tener un bebe, y lo eligen sobre mí, yo voy a matarlo lentamente frente a sus ojos, y luego los dejare vivir con ese dolor.

Le guiño un ojo quitando su mano de mi hombro y tomo una copa de vino avanzando hacia el árbol de navidad que sigue armado y miro como cambian las luces mientras le doy un trago a mi copa.

La cena avanzo como la de días anteriores y a pesar de ser la última del año a nadie pareció molestarle que Abel y Adrien se insultaran en sus idiomas natales. Yo por otro lado solo cruce mis piernas maravillándome con sus acentos tan calientes, pensando una vez más como sería un trio con ambos.

Cuando dieron las once con cincuenta y ocho minutos, todos nos levantamos y salimos de la cabaña y comimos las doce uvas con un cronometro para no pasarnos. Empezó la cuenta regresiva y mi abuelo comenzó a agitar la champaña que tenía mientras cada uno gritaba los números en su idioma natal sin poder evitarlo.

El reloj marco las doce, el corcho de la botella salió volando y la champaña nos empapó a todos mientras poníamos nuestras copas entre risas recibiendo el trago. Mi abuela fue la primera en darme el abrazo besando mi mejilla con cariño, le siguió mi abuelo y mientras lo abrazaba veía a Adrien y Abel abrazarse.

Fue algo que en la vida se volvería a repetir.

Gerald fue el tercero en darme el abrazo, ya que apenas Edwin me soltó, tiro de mi muñeca apretándome entre sus brazos

— Feliz año Hanna Morgan, que todos sus planes resulten.

Sonrió y dejo un beso en su mejilla.

— Feliz año Gerald, prometo que así será y el mundo será un mejor lugar para ese hijo que todavía no creas.

Ambos reímos y me soltó para luego abrazar a mi abuela. Mire hacia los dos idiotas y alce una ceja divertida cuando ninguno de los dos sabían quien podía abrazarme primero.

Avance hacia ellos y tire de su camisa rodeando su cuello y deje un suave beso sobre su mejilla sintiendo su aroma delicioso. Sus ojos se mantienen sobre los míos y todos los recuerdos de nuestro tiempo juntos me hacen sonreírle.

— Feliz año nuevo, espero que este si me superes.

— Ja, ja, ja. — Sonrió divertido y acaricio mi cintura recorriendo mi rostro con su mirada verdosa. Sentí un escalofrió cuando su mano rozo la piel de mis nalgas. — Feliz año nuevo, muñeca. Espero pasemos este año igual de unidos que esta semana.

Abel dejo un beso en mi frente y volvió a abrazarme, y mientras lo hacía mire sobre su hombro al ruso atrás de él.

Me solté del tatuado con cuidado y fue él el qué avanzo hacia mi mientras Abel se alejó. Estaba por abrir la boca, pero él negó y dejo su dedo sobre mis labios inclinándose hacia mí.

— No hace falta que digas nada. — Susurro.

Tiro de mi mentón con cuidado y junto nuestros labios con lentitud, tratamos de que fuera un beso lento, uno de esos de películas románticas, donde solo hay besos y succiones, pero nosotros éramos más de películas porno y terminamos envolviendo nuestras lenguas mutuamente antes de que me apartara con la respiración agitada mordiendo su labio inferior.

Deje mi frente contra su mejilla y acaricie su pecho con los ojos cerrados. Todavía recuerdo lo cálido que se sentía estar contra su cuerpo durante la fría noche de ese año nuevo. Recuerdo como se sentía su corazón latir contra la palma de mi mano.

— Te amo Adrien D. Volkov.

Su corazón salto dentro de su pecho y eso me hizo sentir viva, porque el mío estaba igual.

— No sabes cuánto espero escuchar eso el próximo año nuevo.

Próximo año nuevo...  Hoy me rio cada vez que recuerdo sus palabras esa noche.



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