La tarde fue divertida y amena, todos jugaron, rieron y comieron dulces. Así que cuando llegó la hora de separarse, estaban satisfechos con aquella salida y se despidieron entre sí, para luego tomar cada uno un camino distinto. Excepto que Scarlett se ofreció a llevar a Kimizuki consigo hasta su hogar.
En el camino, Yoichi se durmió, así que ella acariciaba su cabeza mientras él estaba recostado en su regazo.
—Shiho, quiero preguntarte algo y espero que no te enojes si estoy equivocada —dijo de la nada. Se había mantenido en silencio desde que partieron del salón de juegos.
—Es raro que te pongas tan seria, ¿qué pasa? —preguntó confundido.
—¿Acaso a ti te gusta Yoi-chan?
Kimizuki sintió que alguien le robó todo el aire en ese corto instante. Se puso pálido sin poder evitarlo y sus manos empezaron a temblar notoriamente. ¿Ella lo había descubierto? No podía creerlo, no quería hacerlo. Y lo peor es que debía responderle o parecería más sospechoso aún, mas no estaba seguro de poder hablar por los nervios siquiera.
—No te voy a hacer nada si me dices que sí, solo quiero estar segura —aclaró, notando el evidente susto por el que estaba pasando su amigo.
—Y-Yo no...
—Hay muchas cosas que aún no entiendo sobre las relaciones de humanos e híbridos, pero supongo que amor es amor, ¿y quién soy yo para decidir lo que está bien o no? —le interrumpió—. Ni siquiera estoy segura de lo que yo siento, así que no soy quien para juzgarte, Shiho —continuó, y se giró a verlo directamente a los ojos—. Así que quiero la verdad.
Por unos largos, largos segundos, él calló. Y cuando encontró el valor suficiente para enfrentarla, habló:
—Sí... Me gusta...
—Ya veo —suspiró—. No sé cómo harás que funcione eso, Shiho.
—Yo tampoco lo sé, pero... Gracias... —le sonrió—. Por no juzgarme, quiero decir.
—Oye, ya te dije que no soy quién para hacerlo —rió—. Además, no seré yo quien decida si le gustas a Yoi-chan o no.
Se había quitado un enorme peso de encima. Pero aunque podía respirar mejor, había una gran incertidumbre en su corazón, ya que lo que Scarlett había dicho era muy cierto; por mucho que le gustase y adorase al castaño híbrido, el mundo en que vivían era un lugar cruel y frívolo.
Regresando a su hogar también, Yuu se durmió y Mika lo cargó para bajarlo del auto y subir a su habitación. Saludó a su nana y le dijo que necesitaba hablar con ella después; de modo que dejó al moreno en la cama, le quitó los zapatos, lo cobijó con cuidado y bajó a la cocina.
—¿Qué quieres decirme, cariño?
—Nana, ¿tú crees que si le digo a mis padres sobre mi relación con Yuu-chan, ellos nos apoyen? —inquirió quedo. La oyó suspirar y tenderle una taza de té.
—No voy a mentirte, Mikaela —advirtió. Él sabía que la respuesta sería negativa, solo quiso una segunda opinión para no tener que creerlo—. Este camino que tú has escogido está lleno de dificultades y obstáculos, por eso te dije que debías ser muy fuerte.
—¿Tú crees...? —tomó aire, jugando con la taza—. ¿Tú crees que si ellos lo saben... podrían echarnos de la casa...?
Marie se mantuvo en silencio. Por supuesto que lo harían, quizá no en primera instancia, pero viendo que su amado niño defendería al híbrido sin importarle nada, entonces sí. Sin embargo, decirle algo tan cruel no le sabía bien.
—Nana, quiero estar preparado —murmuró sin esperar respuesta. Muy en el fondo ya lo sabía. El enfrentamiento de hoy entre su madre y Yuu solo se lo había recordado—. ¿Puedes ir con nosotros mañana al banco?
—¿Al banco? ¿por qué?
—Quiero abrirle una cuenta de ahorros a Yuu-chan —explicó—. Sé que yo tengo una, pero está llena del dinero de mis padres, así que si quisiera usarla, no estoy seguro de que me dejen hacerlo. En cambio, Yuu-chan no tiene.
—Oh, quieres usar eso a tu favor —concluyó sorprendida.
Pensó que su querido niño estaría más dolido por todo aquello, pero estaba resultando ser mucho más valiente de lo que creyó. Es decir, sabía que era un jovencito estupendo, pero saber que el rechazo era algo inminente y estarlo sobrellevando tan bien le resultaba sorprendente. Consideró que debía llevarlos con un psicólogo cuando eso sucediera.
—Está bien, iremos mañana después de la escuela, ¿te parece?
—Sí. Gracias, nana —le sonrió y tomó sus manos—. Eres la mejor.
Marie rió y luego le dijo que acabara su té y se fuera a dormir, ya que tenía escuela, y que si quería algo de cenar que le avisara; sin embargo, como habían comido tantos dulces antes, se negó y se despidió.
Subió las escaleras pensando en formas de hacer dinero que le permitieran ahorrar lo suficiente como para subsistir en caso de que tuviera que irse de su casa. No le gustaba pensar en que eso podría pasar, pero no era tonto y la actitud de su madre... Ah, lo último que quería era que ella lastimara a Yuu. La amaba mucho, tanto como podía amar a quien le dio la vida, pero si le obligaba a elegir entre ella y su adorado híbrido, saldría perdedora.
Suspiró tratando de alejar aquellos pensamientos por un instante antes de abrir la puerta de su habitación y una vez lo hizo, entró en silencio. Observó a Yuu dormitando en la cama y sonrió.
Rebuscó en el closet para encontrar las pijamas del azabache y se acercó a él para sacarle la ropa. Pasó saliva viendo su pecho y le puso la camisa tan rápido como pudo. Luego prosiguió con los pantalones y repitió la acción antes de hacer alguna locura. No era la primera vez que tenía pensamientos impuros viéndolo.
Una vez vestido, le dio un beso en la frente y se encerró en el baño por un rato. Yuu despertó minutos después escuchando el sonido del agua correr y al tocar a su costado y que estuviera vacío. Quiso entrar al baño, pero tenía pestillo, así que tocó la puerta y esperó.
—Dame un momento —le dijo Mika desde adentro.
Le vio salir con el cabello mojado y con su pijama bien puesta.
—¿Por qué te bañaste ahora? Hace frío...
—No es nada —aseguró—. Pero ¿por qué te levantaste? Ya estaba por dormir también.
—Es que... tú no estabas allí...
¿Por qué era tan tierno? Mika cubrió su rostro con su mano, derritiéndose por la dulzura que le mostraba. Le sonrió lleno de renovada energía gracias a él.
—Déjame secarme el cabello y voy a la cama —pidió.
Yuu sonrió y le tomó de la mano, obligándole a sentarse en el suelo y acomodándose él en la cama para poder secarle el cabello. Hacía un tiempo que no lo hacía por el rubio, siempre era al revés y aunque se sentía bien, le gustaba mimarle un poco también.
Jelou a todos uwu
Una disculpa por la inactividad del libro xD, han pasado muchas cosas y pos no les wa aburrir con eso xD, el caso es que estoy intentando retomar todos mis fics uwu
En fin, espero les haya gustado el cap y les agradezco su paciencia <3
Bye!