Buscando el Paraiso (+21)

De girl_blue_666

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San Francisco y el mundo entero era un caos, Hanna liderando uno de los mayores negocios ilegales, la fama de... Mais

ANTES DE LEER
PERSONAJES
⚠ ADVERTENCIA ⚠
PRAESAGIUM
Capítulo 1 (Parte 1)
Capítulo 1 (Parte 2)
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (Parte 1)
Capítulo 40 (Parte 2)
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46 //FINAL//
Epílogo
PRAESAGIUM
⚠NOTICIA IMPORTANTE⚠
CONTINUACIÓN

Capítulo 20

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De girl_blue_666


Adrien

No entendía por qué seguía haciéndolo.

Odiaba verla y escuchar sobre ella, pero de cuatro a seis de la tarde, venía a este departamento, entraba al estudio donde las paredes eran de vidrio, y la tallaba en mármol.

No rompimos el mármol juntos, lo hice solo, y me sirvió con mi estrés. Viendo los grandes trozos de piedra caer al suelo quería seguir, romper los tres metros de roca, y entonces vi la escultura de arcilla y no pude.

Todas esas tardes juntos, donde ella posó para mi mientras le pregunte todo lo que cruzaba por mi mente, donde ella se desnudó más allá de lo físico frente a mí, donde ella me demostró que su deseo por alguien era igual de intenso que el amor, todas y cada una de esas tardes, me lo impidieron.

Su estatua era la prueba de que si teníamos algo juntos.

— Señor Volkov, es usted muy talentoso. — Me halaga la mujer y me giro con una sonrisa ladeada.

— ¿Tú crees? ¿Me dejarían ponerla en algún museo?

— ¡Uff sí! ¡Solo mire cómo está quedando ese pie! — Señala lo que talle la semana pasada y rio un poco cuando Katalina realmente mira fascinada la escultura. — Debería ser igual de famoso que Miguel Ángel.

— ¿Hablas de Michelangelo? — Voy hacía la mesa donde me dejo una limonada y ella asiente con euforia haciendome reir una vez más. — No creo estar a la altura de él, pero muchas gracias por creer en mi.

Ella se levanta con una sonrisa y toma la bandeja de la mesa.

— Señor Volkov, no le baje calidad a su esfuerzo, usted es realmente bueno. Yo no soy una crítica calificada ni nada por el estilo, pero estoy segurísima de que si uno viniera y viera esas pantorrillas, se pondría a llorar. — Ríe viendo hacía la escultura otra vez. — Ya sabe, esos suelen ser así de exagerados.

»— Solo espero que cuando se haga famoso, siga siendo así de humilde y no haga cómo si no me conociera cuando me vea por la calle.

Rio y rodeo los hombros de la mujer con cuidado viendo hacía mi trabajo.

— No podría hacerle eso a mí fan número uno.

Ambos reímos y ella avanza hacía las puertas de madera. Se gira y me sonríe ligeramente.

— Y creo que ella también lloraría viendo sus pantorrillas talladas.

Trago saliva tomando uno de los cigarrillos en mi pantalón.

— ¿No ha venido al apartamento?

Niega y siento una punzada en el pecho.

— Si ha venido, pero no entra aquí, solo va al cuarto. ¿Ha entrado? ¡Tiene un montón de esos papelitos amarillos en el techo! — Sale negando y me quedo escuchando sus pasos por el pasillo.

Fumo el cigarrillo bebiéndome la limonada, y al rato vuelve a entrar Katalina diciendo que ya se va. Sostengo el cigarrillo en mis labios tomando el cincel de doce, dispuesto a seguir con mi trabajo, pero no puedo.

La curiosidad me llama.

"¡Tiene un montón de esos papelitos amarillos en el techo!"

Dejo el cincel en el suelo apagando mi cigarrillo y motivado por saber el estado de la habitación camino hasta ella. La puerta está cerrada, tomo la perilla helada y la giro con cuidado. Rápidamente mi mirada va hacia arriba pero no encuentro nada.

Avanzo hacía la cama y recojo uno de los papeles amarillos qué menciono Katalina. Estaba boca abajo, había caído del techo. Lo giré y no pude evitar sonreír al leerlo.

"Yo desnuda con un tigre"

Eran ideas para el dibujo.

Me subí sobre la cama y tomé otro al mismo tiempo que pegaba el anterior.

"Mi trasero como montañas con rayos del sol saliendo de mi ano"

Rio tomando otro, y otro, y otro, la mayoría eran idioteces, aunque algunos se veían muy calientes en mi cabeza. La imaginaba escribiendo estas notas con una sonrisa maliciosa, saltando en la cama hasta pegarlos en el techo e incluso la imaginaba recostada sobre las sabanas pensando en cual sería mejor, si rayos de sol saliendo de su ano, o ella con alas de ángel y una aureola en su cabeza.

Todo era risa mientras los leía. Hasta que llegue a la nota del medio. La tome pensando en qué otra tontería escribiría ahora, pero simplemente me congele cuando la leí.

No era obscena ni ridícula cómo la mayoría, tampoco demasiado exagerada. La imagen que vi mientras me recostaba al medio de la cama, me gustaba. Los colores, los trazos, los tamaños, si... ese era el dibujo perfecto.

Esas veces que me pidió que pensara en algo, siempre pensé en algo parecido al dibujo en el Penthouse, pero solo era la réplica, y no una réplica buena. Pero leyendo ese papel me di cuenta que nunca fue mi deber buscar el dibujo del techo.

Sin importar lo qué significara este departamento para nosotros, era su dibujo, su mente representando su guerra interna en el mundo físico.

Cerré los ojos imaginándolo, y se me hacía maravilloso.

No pude evitar pensar en una versión de la rubia más joven, la cual hizo lo mismo con el techo del Penthouse, y un día, encontró el dibujo correcto. ¿Cómo lo hizo? ¿Pensó en distintos escenarios y al no decidirse los mezclo todos? ¿O siempre fue su intención la historia detrás de los colores?

Las palabras que me dijo hace dos días atrás vienen a mi mente.

"No fuiste un juego para mí."

🚬🚬🚬🚬

Murmullos.

Escucho murmullos, no los de una conversación, sino los de una sola persona. No logro identificarla y no le doy importancia volviendo a dormir.

— No entiendo cómo haces para verte tan bien, sucio y dormido, hijo de tu gran puta madre.

La reconozco y mantengo mis ojos cerrados para escuchar que otro insulto tiene para mi persona. Sus pasos son suaves sobre el suelo alfombrado y la cama se hunde a mi lado.

Se mantiene en silencio y me mantengo en mi papel más fácilmente de lo que esperaba.

»— Te he extrañado tanto, mi príncipe azul. — Susurra y siento sus dedos tibios quitar los mechones sobre mi frente. Se recuesta, lo noto porque su muslo choca suavemente con mi pierna y luego siento su cabeza sobre mi hombro presionada ligeramente, sin intención alguna de despertarme.

»— Estas semanas... me ha hecho falta tu buena polla. 

Ruedo los ojos mentalmente y ella ríe de forma baja antes de acariciar el dorso de mi mano y tomar mi pulgar entre sus dedos.

»— Y tu psicólogo interior, y tu versión de príncipe azul, tu versión de oso gigante cariñoso... ha sido tan difícil mantenerme alejada de ti, incluso estando todo este tiempo fuera de San Francisco. Te veo en todas partes, te escucho en todas partes... es tan raro.

»— Y entendible. Es cómo los primeros meses lejos de la cocaína, al mínimo descuido volvía a pensarte y me lo permitía, porque está necesidad que tengo por ti es tan jodidamente enorme...

»— Pensé en llamarte, en decirte que era una idiota y mil mierdas más, pensé en pedirte disculpas de rodillas, para que dejáramos de estar alejados... y me llego una notificación de Instagram; "Tani_Lop_22 ha publicado una foto". — Habla con voz asqueada y reprimo una sonrisa.

Si siente celos.

»— Y la vi, estaban los dos en ese estúpido restaurante donde comenzó todo lo suyo, celebrando cuatro meses de noviazgo, y lancé el maldito móvil por la ventana. Por eso no pude llamarte.

»— Me enojé, no quería que estuvieran celebrando una mierda que no existía, porque tú eras mío, solo mío, aun cuando te dejaba seguir con Tania, y luego comencé a reír. Los guardias creyeron que estaba perdiendo la cabeza, yo igual lo pensé.

»— Esos debíamos ser nosotros, porque nosotros si teníamos algo real, y recordé todas esas veces, exactamente todas, en las que te dije que no eras mi novio, en que no éramos novios... Y lo entendí.

Fruncí el ceño.

— ¿Qué entendiste?

Ella no se sorprendió al notar que estaba despierto, solo soltó mi mano.

Me sentí abandonado...

— No fue en ese momento, fue cuando me senté y vi el cadáver de un hombre. No podía arrastrarte a eso, a que al final del día, cuando habláramos sobre las cosas que hicimos tú me dijeras; "Alguien hizo algo estúpido en mi piso" y cuando me preguntaras, yo te dijera; "Bueno, pues fue algo estresante, mate a dos tipos, pero el segundo era más duro, literalmente, el cuchillo se atoro a la mitad de su barriga y tuve que sacarlo y volver a enterrarlo. Creo que me dañe el brazo haciéndolo. ¿Me haces un masaje en el brazo con el que asesine?"

— ¿Eso hacías todo este tiempo? — Me tenso.

— Eso es lo mío con Abel, con Sean son las charlas cósmicas sobre realidades alternas, con Ryder las orgias, y con Abel, abrir el torso de las personas.

Me inquietaba la calma con la que hablaba.

— ¿Él te obliga a hacerlo?

Hanna se sienta negando.

— No hagas eso, no seas cómo papá y Derryl que creen que soy una santa que cuando Abel se aleje, dejara de matar. Soy una maldita asesina, matare personas con Abel a mi lado o sin él.

Niego y ella ríe sin gracia viendo hacía el techo.

»— Cuando hice mi plan contra los cuatro, Abel no estaba.

— Pero tenías una razón para matarlos, ellos te habían hecho daño. A ti no te gusta matar.

Me mira frunciendo el ceño.

— No me conoces, asique no hables cómo si lo hicieras.

— Te conozco, te guste o no, lo hago. — Me siento frunciendo el ceño. — Veo en tus ojos que esas muertes te pesan, puede que no lo creas, que solo estas cansada físicamente por lo que has hecho, pero estas cansada mentalmente, porque no te gusta matar, te gusta el poder, pero no tanto como para decidir quien vive y quien muere.

Ríe con cinismo inclinándose hacía mí.

— ¿No me gusta decidir quien vive y quien muere?

Niego y ella se levanta.

— Matare a Katalina.

— ¿Qué? — La miro aterrado.

— Qué matare a Katalina, si me gusta decidir quien vive o quien muere, y te lo voy a demostrar ahora. — Toma su bolso del sofá blanco junto a la puerta y saca su móvil junto a una pistola dorada. Se lleva el móvil al oído y me mira mientras verifica cuantas balas tiene.

»— Hola Katalina, ¿Puedes venir a mi departamento? — Vuelve a cargar el arma y luego sonríe. — Bien, te espero.

— No puedes matarla. — Me levanto siguiéndola por el pasillo y se gira frunciendo el ceño.

— Si puedo, puedo matar a quien me dé la puta gana, ¿Entiendes? Me gusta decidir quien vive y quien muere. Asique no me mires a los ojos, y trates de hacerme creer qué no es así.

— ¿Te estas escuchando? Bien, Ryan, ¿Vive o muere?

— Vive.

Sigue avanzando dándome la espalda.

— ¿Thomas?

— Vive.

— ¿Tania?

— Muere.

— ¿Por qué? — Frunzo el ceño.

— Porque yo decido, y si me apetece que se muera, se muere.

La sigo por el pasillo con el corazón acelerado.

— ¿Yo?

Se detiene, su silencio se expande por el departamento completo y gira su rostro sobre su hombro uniendo nuestras miradas. No abre la boca y el qué se demore tanto en dar una respuesta me revuelve el estómago. Se escuchan llaves en la cerradura de la puerta principal y sigue avanzando dándome la espalda.

La veo alzar uno de sus brazos con el arma en su mano, y tomo sus muñecas juntándolas tras su espalda con fuerza impidiendo que pueda dispararle a la mujer que entra con una sonrisa.

— Señorita Morgan y Señor Volkov, veo que ya arreglaron las cosas entre ustedes. ¿Para qué me necesitan?

Hanna trata de mover sus manos y la sujeto con más fuerza acercándome más a ella para que Katalina no vea el arma.

— Hanna quería que le derritieras chocolate. — Le sonrió.

La mujer asiente yendo a la cocina y Hanna trata de darme un cabezazo que esquivo con rapidez.

— Suéltame y déjame enseñarte que no me conoces.

Niego y sujeto su cabello con una mano para que no vuelva a intentar golpearme. Su cuello queda expuesto y siento ese olor a rosa negra una vez más.

— No te dejare matar a Katalina solo porque te da la maldita gana. — Susurro a su oído.

— ¿Por qué no? ¿No quieres aceptar que amas a una asesina?

Niego y tiro más de su cabello mirando sus ojos.

— Si eres una asesina, mátame.

Hanna ríe y tiro más mirándola fijamente.

— Hazlo, si soy tu maldita cocaína, sabes qué debes hacerlo, ¿O quieres necesitarme cada segundo de tu vida?

Trago saliva cuando deja de luchar y solo me mira. Lentamente suelto su cabello.

— No les queda chocolate para derretir, bajare por el mío, no me demoro. — Katalina ni se molesta en mirarnos y sale otra vez por la puerta cerrando atrás de sí.

Suelto las manos de Hanna y ella se gira apuntándome con su arma. Frunce el ceño apuñándome de mil maneras y suspiró aliviado.

Lo sabía, ella no es...

Y entonces dispara.

Me congelo en mi lugar sintiendo que pierdo rápidamente temperatura y ella avanza hacía mi dejando el arma sobre uno de los muebles.

— Nunca, en tu vida, vuelvas a decir que me conoces. — Murmura molesta y veo su pecho subir y bajar con su respiración agitada. — No soy una maldita santa, asique bájame del pedestal en el qué me tienes, porque cuando te enteres del cáncer que soy realmente, mi pedestal va a aplastarte.

Palmea el lugar al que disparo, y luego avanza hacía el cuarto. Se lo impido tomando su mano con fuerza, tiro de ella tomando su mentón, y la beso con desesperación apretándola contra mi cuerpo tenso.

Primero se niega a seguirme el beso y lucha contra mí. Su pierna se alza con la intención de darme un rodillazo y empleo el entrenamiento de Derryl apartando su pierna con mi mano. La empujo contra la pared del pasillo y separo sus piernas con mi pie al mismo tiempo que tomo sus muñecas alzándolas sobre su cabeza.

Sigo lamiendo y mordiendo sus labios peleando con su boca, y sonrió cuando deja de resistirse y me sigue el beso buscando mi boca con rapidez.

Tomo su cintura deslizando mis manos hacía sus caderas, y la alzo avanzando hacía la habitación. Cierro la puerta de una patada y recuesto a la rubia sobre la cama quitándole la blusa ajustada.

Su boca vuelve a la mía con insistencia y sus manos bajan al borde de mi camiseta, y tira de ella quitándola con desesperación.

El resto de prendas no se demoran en caer al suelo y rodamos sobre la cama besándonos sin ganas de volver a separarnos. Lo sentía en cada toque de su lengua e inclinación de sus caderas hacía las mías, no había sido solo yo el que necesitaba el cuerpo del otro.

Cuando me disparo me di cuenta que nunca había tenido intenciones de matar a Katalina, solo iba a disparar, girarse hacía mí y decir; "¿Ves? Yo decido que viva". Pero cuando le dije que me disparara a mí, vi en sus ojos qué no le gustaba la idea de perderme.

El sentimiento era mutuo.

Aun así, decidió darme un gran susto, porque odia que alguien le diga que la conoce.

Hanna tenía miedo, tenía miedo de sentir tanto por mí, temía que eso la cambiara, que si llegaba a ver una versión oscura de ella, me alejara cómo Aarón. Temía entregarse por completo a mí, y que yo luego la dejara cómo hizo su primer novio.

Y tenía que decírselo, tenía qué decirle que yo nunca iba a irme, de la única forma que logramos entendernos, teniendo sexo.

Éramos nuestra versión más honesta entre capas de sudor, jadeos, gemidos y movimientos bruscos.

Y si debía recurrir a su deseo para hacerla entender, encantado lo haría.

Su cuerpo se abrazaba al mío, sus dedos se enterraban en mis glúteos pidiendo más profundidad, y su boca no se apartaba de la mía aun cuando necesitábamos aire.

— Mírame. — Pedí tomando su mentón mientras embestía con más fuerza, escuchando el choque de nuestros cuerpos de fondo.

Sus ojos subieron a los míos y sonreí al ver qué extrañaba ese momento tanto cómo yo.

»— No voy a dejarte nunca, cielo. Te amo demasiado.

Sus ojos brillan y su cuerpo entero se tensa mientras sus uñas suben a mi espalda baja deslizándose con dureza, provocando ardor a su paso.

Segundos después me vine dentro de ella, sintiendo cómo su interior se cerraba reclamando hasta la última gota. Me deje caer con cuidado sobre su cuerpo y ella aparto mi cabello de mis ojos mirándome con una sonrisa orgásmica.

— Oh mierda, sí que te extrañe.


🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬🚬

Solo dire... 

Nadie:

Katalina llegando al departamento con el chocolate: 👁👄👁

JAJSJAJ 

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