No Soy Esa Chica

By Isabella-Cardenas

437K 28.7K 6.7K

[LIBRO UNO DE LA DUOLOGÍA "SOY"] Para Carla Lee, enamorarse es una gran ilusión. Sueña con tener una de esas... More

CARTA DE LA AUTORA
PRÓLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPÍTULO VEINTIDOS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS

CAPÍTULO VEINTIOCHO

6.6K 432 116
By Isabella-Cardenas

Carla

¿Ya mencioné lo sexy que se ve Nicolás conduciendo? ¿Sí? ¿No? De igual forma deben de saberlo. Se ve jodidamente sexy.

Justo ahora vamos en su auto, alejándonos de casa, de la ciudad y todos esos problemas, discusiones y líos familiares que nos estrellan las mentes.

No vamos a escaparnos al estilo Romeo y Julieta (dejando en claro que eso nunca funcionó).

Nosotros, cegados por querer sentir un poco de libertad y dejar toda la pesadez de nuestras vidas atrás, tomamos carretera hacia la playa más cercana de la ciudad, una playa que a estas horas de la noche debe de estar muy callada, fría y solitaria. Pero no nos importa, al contrario, es perfecto. Buscamos salir, despejarnos un poco y liberar todo el estrés que puede llegar a ocasionar los dilemas y las discusiones, porque, aunque por ahora no se ven muy claros, sí que los hay. Y ahora pasaré a enumerarlos:

Principalmente está Nicolás.

Desde la "primera vez que lo vi " en su cena de bienvenida, se había comportado muy diferente a como muestra ser ahora, sobre todo por lo que pasó en el comedor. Aún no puedo olvidar la forma en la que trató a su padre, la cual me causa mucha confusión e intriga y hace que siempre ronde la misma pregunta por mi cabeza: ¿Si quiere tanto a su padre para defenderlo frente a todos en la cena, por qué cuando él trataba de calmarlo Nicolás le pedía que se alejara, que no lo quería en su vida?

¿No es extraño? Pues para mí sí lo es, pero pretendo hacer preguntas y, por ende, buscar sus respuestas, las cuales planeo encontrar esta noche.

Ahora, otra cosa que me tiene loca de la cabeza: Mi padre.

Debemos de admitir que lo que pasó es extraño, muy extraño en realidad.

Todo iba perfecto y de un momento a otro... ¡Bum!, discusión. Y todo por el simple hecho de hablar sobre el trabajo de mi padre.

Pero lo que más me enloquece de todo esto, son las palabras que salieron de la boca de Nicolás: "Si ya sabes quién soy... Entonces supongo que ya sabes por qué estoy aquí."

¿Por qué dijo eso? ¿Por qué está aquí? ¿A qué se refiere? No lo comprendo.

En fin, decido dejar esos pensamientos atrás por ahora y enfocarme en este increíble momento, este momento en el que, de alguna forma, estamos escapando, ¿De qué? Pues... De todo ¿No?

Discusiones.

Enfados.

Familias.

Todo.

Todo lo que nos agobia justo ahora, y no solo a él, sino también a mí.

Especialmente hacemos este viaje para eso; liberarnos, aunque sea solo un rato.

Miro por la ventanilla que está a mi lado, apoyando mi cabeza en el puño de mi mano, observando el paisaje, pero la verdad es que después de tanto tiempo empiezo a impacientarme. No me gustan mucho los viajes en carretera, menos si son tan largos.

Por ahora llevamos tan solo la mitad del camino, por ende, solo una hora recorrida. En cierto punto Nicolás y yo paramos en una de esas tiendas de carretera donde venden un poco de todo. Decidimos hacerlo para comprar aperitivos, como papas fritas, refrescos y por supuesto, chocolate con maní.

Digamos que en ese tipo de tiendas no se encuentra mucha variedad de comida saludable, solo envueltos y frituras, lo cual no me molesta. Nunca he sido del tipo de chicas que siguen dietas estrictas o simplemente come saludable. Yo como de todo.

Dejo de mirar hacia la ventanilla y desplazo la vista de esta a la perfección hecha hombre que es Nicolás. Y sé que soy exagerada, pero justo ahora no lo estoy siendo.

¿Cómo describir a Nicolás?

Sencillo: demasiado alto, obviamente más de metro ochenta, rostro perfectamente perfilado, mandíbula marcada, sonrisa demoníaca, a la vez angelical y totalmente perfecta, capaz de atraer a cualquier chica sin problema alguno, labios rosas que inspiran pasión, cabello negro que suelta peligro y misterio, ojos grises con destellos verdes capaces de derretir a cualquiera y simplemente él... Todo él es en extremo atrayente.

—Cuando termines de comerme con la mirada, avísame —dice Nicolás, soltando una risa burlona estando al volante.

—Bueno, resulta que empiezo a aburrirme, pero ver tu perfecto rostro hace que cambie eso por completo —le aclaro, sin miedo a mostrarme sincera, esperando su respuesta engreída, como ya lo había hecho antes.

—Es normal que te pierdas en el resplandor de mi abundante belleza —volteo los ojos—. Es más entretenido que ver por la ventanilla, ¿No es así?

—Eres un idiota engreído, ¿Ya lo sabías? —le encaro por su comentario.

—Un idiota engreído que te gusta —dice, con un leve encogimiento de hombros, como si fuera algo muy obvio.

—No. Un idiota engreído que soporto porque me gusta.

Es oficial, ya lo sabe, sabe que me gusta, acabo de decírselo y no hay vuelta atrás. Empiezo a temblar.

—Es prácticamente lo mismo —dice, desviando un poco la vista desde la carretera hacia mí, intercalándola, con una sonrisa ladina en su rostro—. Me soportas porque te gusto... Vaya, le gusto a la loca obsesionada con las mesas de Starbucks —suelta una leve risa negando con la cabeza—. Sí que estoy jodido.

Ladeo la cabeza, curiosa.

—Y ¿Qué hay de ti? —enarco una de mis cejas—. ¿Le gusto al loco asesor insolente?

Nicolás centra su mirada a la carretera ya que empezamos a pasar por curvas, pero aún así, mantiene su sonrisa ladina, y suelta un resoplido burlón.

—Con que loco asesor insolente, ¿Eh?

—Es lo que eres —digo, pero de inmediato me corta.

—Es lo que fui —me corrige—. Y es lo que no volveré a ser —deja en claro.

—En fin... —hablo mientras decido quitarme mis zapatos. Apoyo mi espalda en la puerta y estiro mis piernas hasta el regazo de Nicolás, cruzándolas. A él no parece incomodarle. —. ¿Te gusto o no? —tuve el valor de preguntar.

Nicolás suelta una de sus manos del volante y la desplaza hacia su cabello para pasar sus dedos en él y alborotarlo un poco, lo que hace que adopte una postura más relajada. Baja la mano de su cabellera negra y la pone en uno de mis pies, lo levanta, aproximándolo a sus labios y deposita un beso en la planta de este. Mientras lo hace posa su mirada medio entornada en mí.

Sus labios descienden de la planta de mis pies a mi tobillo y la respiración que sale de su nariz empieza a hacerme cosquillas, entonces me estremezco un poco y retiro mi pie de su mano mientras suelto una leve risa. Él también se ríe.

—¿Crees que si no me gustaras besaría tus pies así? —indaga.

—Que forma tan... Peculiar de hacerme saber que te gusto —declaro. La verdad es que si fue raro... Pero tierno, de algún modo—. Vaya, le gusto al loco asesor insolente —digo, imitando lo que me dijo hace poco, e incluso, hago los mismos gestos que él hizo: suelto una leve risa y niego con la cabeza—. Sí que estoy jodida.

Se nos fue inevitable soltar una carcajada, ambos reímos.

La carretera está sola, el cielo está oscuro y a parte de nuestra risa, (que poco tiempo después se detuvo) lo único que se escucha es el sonido producido por las llantas del auto al rodar sobre el pavimento y también el sigilo del viento y un leve, pero muy leve canto de grillos.

Vuelvo a reacomodar mis piernas sobre el regazo de Nicolás, ya que había retirado una de ellas, las cruzo y apoyo mi cabeza en el ventanal, inclinándola hacia atrás, cerrando mis ojos mientras espero con ansias llegar a nuestro lugar de destino y tiempo después, sin darme cuenta, me quedo dormida.

*

—Llegamos loca, despierta —me llama Nicolás, haciéndome leves cosquillas en las plantas de mis pies con su mano para que me levante y lo logra.

No sé en qué momento me quede dormida, y despierto aun medio adormilada, con mis ojos pesados. Me reacomodo sentándome derecha en mi asiento y paso mis manos por mi rostro, en especial en mis ojos, frotándolos un poco para despertarme.

—¿Loca? —cuestiono mientras me estiro.

—Sí, eres mi loca —dice mientras procede a abrir la puerta. Yo enarco una ceja y él se baja para dar la vuelta y abrir la mía.

—¿Por qué soy tu loca? —indago una vez llega a mi lado, volteándolo a ver.

—¿Ya olvidaste la conversación que tuvimos hace poco? —pregunta, algo ofendido. La verdad, si la recuerdo, pero quiero saber que me va a decir—. Eres mi loca porque a pesar de que me comporté como un idiota contigo desde el principio, tratándote como no es debido, accediste aquella noche en mi apartamento a perdonarme y empezar algo —empieza a enumerar con sus dedos. Yo me quedo atenta, escuchándolo—. Eres mi loca porque a pesar de que estabas castigada me dejaste entrar por tu ventana, no solo una, sino demasiadas veces sin importar si tu padre nos veía y te regañaba, eres mi loca porque no pusiste resistencia alguna a tener este repentino viaje, no pediste permiso y no te importa si llegas muy tarde a casa, solo por estar conmigo. Por eso eres mi loca. Solo una loca como tú está dispuesta a pasar tiempo con un loco como yo.

Sus palabras me dejan estupefacta, totalmente sorprendida y sin aliento. Lo que dijo fue algo hermoso y no puedo negarlo. Es la primera vez que alguien me llama loca y me agrada por completo; ahora sé que cada vez que Nicolás utilice ese sobrenombre para mi será algo tierno y lindo de su parte. Llamarme loca ahora se volvió la forma perfecta de mostrarme lo que siente.

Una sonrisa de oreja a oreja se forma en mi rostro, y estoy segura de que mis mejillas ya se tornaron carmesí.

—Eso te vuelve mi loco —decido decir, aún sonriente—. Eres mi loco por aceptar todo lo que hago y seguir mis locuras. Solo alguien como tú se atrevería a correr el riesgo de lastimarse escalando hacia una ventana, únicamente para verme.

Nicolás también sonríe.

—Supongo que ambos somos unos locos.

—Ambos somos unos locos —confirmo.

Seguimos sonriendo como idiotas. Nicolás se aparta un poco para darme el paso y bajo del vehículo, al hacerlo, mi sonrisa se desvanece, pero no por algo malo, al contrario, por algo increíble. Mi sonrisa cambió por una enorme "o" de sorpresa. La playa es mucho más hermosa de noche.

Como lo había predicho; no hay nadie, está solitaria.

La luna llena es lo único que ilumina el lugar, el sonido de las olas es lo más relajante que he escuchado, y se pone aún mejor cuando el viento sopla y hace que las hojas de las palmeras se golpeen, dando esa sensación de serenidad y paz que tanto buscábamos.

Sin contenerme, salgo corriendo de ahí. Ya me había quitado mis zapatos en el auto así que estoy descalza. Llego y una vez mis pies tocan la arena soy la más feliz del mundo. La sensación es sumamente deliciosa y placentera, sentir los granitos de arena pasar por tus dedos da cierta relajación.

Nicolás no tarda mucho en llegar, también se ha quitado los zapatos y trae en sus manos las bolsas de bocadillos que compramos en el camino.

—¿Quieres que nos sentemos a contemplar la vista o prefieres caminar por la orilla del mar? —cuestiona cuando llega a mi lado.

—Caminar —digo—. Quiero caminar.

—Bien, déjame poner esto por aquí —dice, refiriéndose a las bolsas que trae en su mano. La playa está sola así que no les pasará nada. Nicolás se agacha un poco y las deja en la arena. Antes de levantarse me hace una pregunta—. ¿Quieres llevar tu chocolatina?

—Uhum, gracias.

La saca de la bolsa, para luego entregármela y con gusto la recibo.

—Me darás un poquito de eso, ¿No? —interroga. En eso, abro el paquete y saco unos cuadritos.

—Ni un poco —le hago saber, mostrándole el delicioso trozo que tengo entre mis manos para alardear.

—Eso es... Injusto y cruel —reclama, poniéndose de pie—. ¡Yo te la compré!

Ignoro su comentario y con un leve encogimiento de hombros me llevo los cuadritos que saqué de la barra de chocolate a mi boca, sin meterlos por completo, para antojarlo más y que sepa que no pienso darle ni un poco.

Pero entonces hizo lo que menos esperaba.

Una de sus manos me tomó del rostro de forma rápida e inesperada. Se aproxima a mi boca y yo quedo inmóvil por la cercanía, sin poder comer por completo el resto de chocolate que aún sobresale de esta. Él toma exactamente ese pedazo y lo arrebata de mis labios con los suyos, sin tocarlos, después, se aparta de inmediato.

Eso dolió, en específico por dos razones:

La primera: adiós a mi trozo de chocolate con maní, ahora tengo menos.

La segunda: no nos tocamos, en realidad, nuestros labios fueron los que no se tocaron. ¡¿Cómo estando tan cerca no pasó?!, creo que en serio muero por besarlo. Lastimosamente no me animo a dar el primer paso.

Yo aún sigo inmóvil, sí, como una tonta. Eso fue tan rápido que apenas si logré procesarlo. No había visto a Nicolás venir, de ser así, me hubiera alejado.

Algo que detesto es dar de mi chocolate, eso es sagrado. Pero que se lo roben es otra cosa, ahí ya no puedo hacer nada.

Nicolás avanza sin mí y se aproxima a la orilla. Ya había dejado las bolsas en el suelo, y yo me había quedado junto a ellas, estática.

—¿Te vas a quedar ahí parada o vas a venir? —inquiere, dándose media vuelta para verme, en eso se pasa su dedo pulgar por su labio inferior y me guiña el ojo—. Por cierto, el chocolate estaba delicioso.

Y como dije anteriormente...

Sí que estoy jodida. 


Continue Reading

You'll Also Like

395K 39.1K 21
Thea viaja a la otra punta del país como estudiante de intercambio y la familia que se ofrece a acogerla es una que ella conoce bien. Erik, el único...
47.7M 2.2M 117
Señorita Isabella Mariet Moore acepta como esposo al señor James Alexander Harrison- me quedo en silencio es un debate en mi mente en este mismo inst...
63.4K 5.5K 26
Becky llega a la Universidad con su novia friend Y le toca sentarse con freen Qué es una chica interosexual Y tiene fama De usar a las chicas pero po...
46.2K 1.7K 26
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...