Un giro inesperado

By MariaPadilla_

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Los caminos de Alice y Nicholas no estaban destinados a coincidir... o eso creía ella. Todo en ellos era dist... More

Sinopsis
Antes de leer
1. Amigo de un famoso
2. ¿Quieres ser monja?
3. Nicholas Blake
4. Primera sonrisa
5. La chica del capitán
6. ¿Prefieres el soccer?
7. Eres hermosa
8. ¿Has jugado Beer Pong?
10. Cultura general
11. Siempre serás mi Lissie
12. Curaré tus heridas
13. ¿Te quedas a dormir?
14. Serás mi perdición
15. Necesito un abrazo
16. Prometo portarme bien
17. Diversión con alcohol
18. Precioso tormento
19. Gracias por ser tú
Especial: El secreto
20. Piano en miniatura
21. Te quiero mucho
Especial II: La chica del bar
22. Rendido por ti
Especial III: Clases de química
23. Me aterra arruinarlo
24. Te deseo
25. No quiero que te detengas
26. Jamás seré capaz de olvidarte
27. Primer baile contigo
28. La última c
29. Te retendría toda una vida
30. Siempre podrás refugiarte en mí
31. Eres una piedra
32. No me dejes

9. Podría besarte

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By MariaPadilla_

16 de noviembre, 2018.

—Le gustas a Nicholas.

—Por Dios, Stella, ya para de decir eso.

Tan solo meditar la posibilidad hacía que mis rodillas temblasen. Y eso no debería suceder. Creer que podía gustarle a un chico así era absurdo. Me atraía, lo admitía, pero estábamos hablando de Nicholas; un árbol podía sentirse atraído hacia él. No estaba dispuesta a dejarme influenciar por eso. Quería ser su amiga.

—¡Es la verdad! Antes de que me lo presentaras en la fiesta de ayer los vi jugar desde la pista. Su mirada en ti no podía ser más evidente.

Avanzamos en la corta fila de la cafetería. Hoy servían uno de los mejores muffins de chocolate que había probado. Solo venía por ellos.

—Estás viendo cosas dónde no las hay.

—Y el discursito de que eres hermosa y no hay nada malo en ti, ¿qué me dices de eso? —Elevó una ceja—. Solo acéptalo, pequeño saltamontes, no pasa nada, es solo un chico más que nota lo asombrosa que eres.

No respondí.

Mi forma de recibir cumplidos era contradiciéndolos porque nunca estaba de acuerdo con ellos. Y llegué a un punto en el que comencé a callar o a evadirlos porque estaba cansada de escuchar el clásico «deberías mejorar tu autoestima» que venía después, como si fuese tan sencillo lograrlo.

Tomamos asiento en una de las pocas mesas vacías luego de comprar dos muffins y un par de sodas.

—Como la buena amiga que soy, estuve investigando un poco sobre él.

—¿De qué estás...?

—Casi lo expulsaron ¡dos veces! Todavía no descubro las razones, pero lo haré. ¡Y es un rompecorazones! Bueno, lo era, me enteré de que cambió mucho el año pasado, pero en su primer año fue muy... promiscuo. Supongo que esa aura de chico perfecto lo ayudó mucho. Incluso hubo una chica que...

—Basta —la detuve, frunciendo el ceño ante lo rápido que llegó la información.

¿Rompecorazones? ¿Qué había hecho para que casi los expulsaran dos veces? La duda me carcomía, pero escuchar todo aquello, sin que él mismo me lo haya dicho, no se sentía del todo correcto.

—¿Qué sucede? —preguntó, extrañada.

—Todo eso suena muy... interesante, pero preferiría enterarme de una forma más íntegra. —Hice una mueca.

Stella gruñó.

—Odio cuando te pones moralista —se quejó.

Mi cuerpo se tensó un poco cuando unos brazos rodearon mi cintura desde atrás.

—¿Quién se está poniendo moralista? —El rostro de Lucas descansó en mi hombro.

(...)

—Déjame ver si entendí —interrumpí a Olivia en medio de su balbuceo—. ¿Tú serás Caperucita Roja y Jack el Lobo feroz en su obra escolar de fin de año?

—¡Sí! —Su evidente entusiasmo me hizo reír.

—Serás la mejor Caperucita de la historia, Ollie. —Revolví su cabello, haciéndola reír también.

—¿Dónde está Nick? ¡También quiero contárselo! —fue lo que dijo cuando nos adentramos en la casa.

—Llegará más tarde. —Recordé verlo marcharse junto a aquella chica de la fiesta luego de despedirse de mí al finalizar el día—. Sube a dejar tus cosas y luego baja a comer, ¿sí?

—Mandona —murmuró, corriendo hacia las escaleras.

—¡No corras por las escaleras!

Aligeró el paso, esta vez manifestando el «mandona» en voz alta. Rodé los ojos y me dirigí a la cocina. Necesitaba hornear la pasta que había dejado lista la noche anterior en el refrigerador.

No me gustaba estar demasiado tiempo sola. La falta de ruido me hacía pensar en mi madre y eso cambiaba mi humor en un santiamén; ella me enseñó a disfrutar de la paz que podías hallar en el silencio.

Una tarde, cuando tenía diez años, sin razón aparente, hizo que nos acostáramos en el suelo de mi habitación, con la única tarea y propósito de escuchar nuestras respiraciones durante horas. Antes de levantarnos, me preguntó:

—¿Ya lo entendiste?

—¿Qué cosa? —dudé.

—El ruido te distancia de ti misma.

Era muy joven para comprenderlo en ese entonces, pero enseñarme a hacer una pausa de escuchar a los demás, para escucharme a mí misma, fue una de las mejores cosas que aprendí de ella.

La voz quejumbrosa de Olivia me sacó de mis pensamientos. Al mirarla, casi suelto una carcajada.

Estaba tratando de subirse a una de las sillas altas del desayunador. No le estaba resultando mucho. Nicholas era quien la ayudaba a sentarse porque era muy pequeña para alcanzarla.

—¿Necesitas ayuda? —Comencé a acercarme.

—¡No! Yo puedo sola. —Y lo siguió intentando.

Me detuve a esperar a que se rindiera, pero para mi sorpresa, consiguió subirse. No sabía cómo demonios, pero ahí estaba, sentada cómodamente frente a la barra.

—¿Ves? —Me regaló una sonrisa victoriosa.

—Lo veo. —Sonreí también.

Volví a posicionarme cerca del horno para no despistar la pasta. No tenía mucha paciencia, por eso siempre intentaba entretenerme con algo mientras la esperaba y... me olvidaba de ella. Pero esta vez no quería que se quemara.

—Oye, Allie...

—¿Sí? —respondí, distraída.

—¿Qué es estar enamorado?

Agrandé los ojos, dejando de comprobar la pasta para mirar su rostro confundido. ¿Había escuchado mal?

—¿Estar enamorado?

Asintió tímidamente.

—Es que... Escuché a Maddie decir que Jack está enamorado de Sofía y... No sé qué es eso.

Reconocí los nombres de sus amigas de la escuela. Fruncí un poco el ceño. ¿Cómo se le explicaba eso a una niña de cinco años?

—Oh, uhm... Estar enamorado es... —Toqueteé mi barbilla, sopesándolo—. Amar cada centímetro de otra persona. Es querer hacer esta cosa que dices que da asco cuando las ves en las películas...

—¿Besarse? —En efecto, hizo una mueca de asco.

—Eso. Es querer besar a otra persona todo el tiempo y que al hacerlo, sientas que el mundo se detiene y que hay algo ardiendo en tu vientre.

—¿Ardiendo? —se alarmó.

—No literal —aclaré, riendo—. Es estar feliz porque esa persona lo es o estar triste porque lo está. Es una clase de amor distinto al que sentimos una por la otra o al que sentimos por papá. Es como el de... Anna y Kristoff, los de Frozen —intenté con un ejemplo que conocía a la perfección.

Olivia lo meditó por varios minutos.

—Entonces... ¿Maddie quiso decir que Jack siente esa clase de amor por Sofía? —preguntó, un tanto insegura.

—Uhm... no lo creo. Maddie no lo sabe, pero deben tener más de cinco años para sentir esa clase de amor hacia otra persona. —Hice una mueca extraña para que riera y lo hizo.

Pasados unos minutos, su siguiente pregunta me dejó helada:

—¿Tú te has enamorado?

¿Por qué no me preguntaba cómo multiplicar o dividir?

Con el paso del tiempo la curiosidad de Olivia aumentaba y aumentaba. No estaba mal, de esa forma los niños comenzaban a conocer y explorar el mundo en el que vivían, pero aún así esta clase de dudas me descomponían. Meneé un poco la cabeza antes de contestar.

—He sentido algo parecido.

Ella me miró raro.

—¿Parecido?

—¿Recuerdas a Daniel? —Olivia asintió—. Lo que sentí por él estuvo muy cerca de convertirse en eso.

—¿Entonces por qué dejó de venir? —Ladeó la cabeza, confundida.

—Es algo difícil de contestar, pequeña. A veces ese amor no es suficiente. No funcionó para nosotros.

Olivia reflexionó mi respuesta.

—¿Por eso tardaste tanto tiempo triste y sin hacerme galletas?

Cielos. Pagaría por borrar de nuestras memorias ese lapso de tiempo. Me limité a asentir.

—Entonces estar enamorado es malo —fue su conclusión.

Sonreí de soslayo. Me incliné sobre la barra, uniendo una de sus pequeñas manos con la mía.

—Estar enamorado nunca será malo, Ollie. —Ella arrugó la frente, más confundida que antes—. Estar enamorado es bueno, es muy bueno. Es solo que... Hay que encontrar a la persona correcta y tal vez antes de encontrarla tropezaremos con algunas piedras que nos dificultarán el camino.

—Entonces... ¿Daniel fue una piedra?

—Tendremos que buscar una mejor metáfora, pero sí, algo así.

—¿Qué es una metáfora? —Volvió a fruncir el ceño.

Justo cuando iba a contestar, una risa que difícilmente confundiría se escuchó detrás de nosotras.

Nicholas.

—Siento interrumpir tan interesante conversación. —Depositó un sonoro beso en la mejilla de Olivia y a mí me dedicó una sonrisa, me había visto hace poco.

—Creí que llegarías más tarde. —Sin poder evitarlo, pensé en la rubia que lo esperaba en la salida.

—Decidí venir antes. —Se encogió de hombros.

Me dediqué a escuchar su explicación de metáfora mientras sacaba la pasta del horno. Escuchando a Olivia parlotear sobre cómo su maestra la eligió protagonista de la obra, comimos sin apuros. Al terminar, ella subió a ducharse para comenzar con sus tareas de la escuela. Yo me dispuse a recoger los platos.

—Te ayudo. —Nicholas removió las vajillas de mis manos.

—No era nece...

—Lo era —me interrumpió—. Tu cocinaste, preciosa. Lo justo es que yo haga lo demás.

Era la séptima vez que me llamaba así (sí, las conté) y pese a eso no era capaz de retener el sonrojo de mis mejillas cuando lo escuchaba. Quizá para él era algo normal llamar a las chicas de esa forma, pero yo... Nunca podría acostumbrarme a esa clase de apodos, mucho menos de su parte.

—No tenía problemas en hacerlo —desaprobé.

Me ignoró, colocando los platos en el lavavajillas. Terminada su acción, se giró a verme con una expresión satisfecha.

—Necesito decirte algo.

Recostó la cadera en la encimera, cruzándose de brazos. La leve inclinación hizo que su camisa negra se levantara un poco y una franja de abdomen se revelara. Apenas mostraba algo, pero la ligera sombra de una línea v hizo de mi respiración un desastre.

—T-te escucho.

—Mañana vendrán algunos amigos. —Hizo una mueca—. No estoy muy seguro de qué tan cómoda podrías sentirte con ellos. Si te molesta puedo...

—Oh, no pasa nada, está bien. —Le obsequié una pequeña sonrisa—. Es tu casa, Nicholas, puedes hacer lo que te plazca en ella.

En todo caso, yo tendría que preguntarle a él si le molestaría que trajera amigos, no al revés.

—También es la tuya durante estos meses. —Se enderezó, dando un corto paso en mi dirección—. No me gustaría saber que te incomoda alguna cosa que haga. ¿Estás segura de que no te molestaría? —Enarcó una ceja—. James y Jared suelen ser algo revoltosos.

Que estrechara la distancia que nos separaba me distrajo de sus palabras por un segundo.

—Lo... Lo estoy.

—Dilo en una oración completa —indicó, divertido—. No quiero arrepentimientos luego.

Me crucé de brazos, divertida. Ellos no podían ser tan malos, ¿o sí?

—No me molestaría que tus amigos vinieran, Nicholas.

—Bien. —Los latidos de mi corazón reaccionaron ante el siguiente paso que dio. La sombra de una sonrisa atravesó sus labios—. Ahora necesito que disipes una de mis dudas.

—Estoy llegando a pensar que eres demasiado curio...

—¿Por qué me llamas Nicholas?

Arrugué la frente.

—Es... Es tu nombre.

Él dio otro paso. Mis manos sostuvieron la encimera a mi espalda; no podía retroceder.

—Creo haber mencionado que podías llamarme Nick.

—Lo hiciste, pero yo... prefiero Nicholas.

—¿Por qué? —Una pequeña arruga se formó en su frente. Me aclaré la garganta, sintiendo mi pulso acelerarse.

—Estos días te he estudiado un poco.

—¿Ah, sí?

Asentí con lentitud.

—Tienes muchas cualidades. —Luché para que mi voz no mostrara lo nerviosa que me encontraba—. Por ahora destacaré que eres... divertido, atento y... comprensivo. Desde el primer día lo has demostrado, pero por alguna razón no lo exteriorizas con todos; lo que me hace concluir que eres selectivo porque no hay una pizca de timidez en ti.

»En... En la universidad, en tus entrenamientos y en la fiesta de ayer no te molestaste en romper el aura imponente y seria que te rodea. Y n-no lo sé... creo que a alguien con esas características no le sienta demasiado el apodo.

Mi respiración se ralentizó cuando un último paso eliminó un poco más de la distancia entre ambos. Su pecho casi rozaba el mío. ¿Por qué no me estaba alejando?

—Tenemos un problema, Alice.

Seguí el movimiento de sus manos. Me quedé sin aliento cuando se inclinó un poco y las posó en la barra detrás mío, a cada lado de mis caderas. Podía oler su perfume a la perfección y eso no era bueno; era tan agradable que casi me sentía bajo los efectos de una droga.

—¿Utilizar tu nombre tal cual es supone un problema? —dudé.

—Joder, viniendo de ti sí.

Parpadeé, desconcertada.

—S-Si te molesta que te llame de esa forma, puedo...

—No se trata de eso. —Suspiró.

—¿Entonces...?

Noté que su pecho ascendía y descendía con más rapidez que antes.

—Es más difícil controlarme cuando lo haces.

Los latidos del órgano en mi pecho se volvieron fuertes y apresurados. Podía distinguir el veloz bombeo resonando en mis oídos.

—¿Controlarte... en qué sentido?

Negó con la cabeza.

—No estoy seguro de que quieras saberlo.

—Quiero saberlo, Nicholas —dije su nombre, a propósito.

Él apretó la mandíbula y cerró los ojos por un breve momento. Un segundo más tarde, ya no había un centímetro de distancia separándonos. Mi cuerpo entero se estremeció al sentir cómo su frente se apoyó en la mía y una de sus manos ascendió a mi mejilla.

—Podría besarte, Alice —murmuró, delineando el borde de mi barbilla—. Y desconfío de mi resistencia para detener lo que suceda después.

Mi corazón se detuvo.

Podía sentir su respiración mezclarse con la mía, que ahora estaba más acelerada que antes. Todo mi cuerpo estaba más acelerado que antes. La cercanía de sus labios hizo que algo cosquilleara en mi estómago. Él quería... ¿besarme? Debía estar soñando.

—¿Lo... Lo que suceda después?

Sus labios se desviaron a mi mejilla, rozándola un poco antes de depositar un suave y cálido beso que me hizo suspirar.

—Sabes perfectamente a qué me refiero.

No, no supe a qué se refería porque apenas pude pensar cuando sus labios empezaron a trazar un lento y tortuoso camino hacia los mí...

—¡Ya me duché! —La voz cantarina de Olivia resonó en la estancia, sobresaltándonos.

Y cómo si el que estuviéramos cerca ahora fuese un delito, nos separamos con rapidez (yo con un poco más de apuro).

Mi pecho exhaló todo el aire que no supe en qué momento retuvo mientras un nuevo sentimiento se extendía en mi interior. Lo conocía a la perfección.

Miedo.

Sacudí la cabeza y casi en automático, me acerqué hacia una Olivia sonriente en la entrada de la cocina. No había visto nada, por lo que tampoco hizo preguntas al respecto cuando minutos más tarde, me senté junto a ella en el piso del salón para ayudarla a completar sus tareas. Esa noche mis ojos evitaron volver a mirar a Nicholas.

Solo una cosa podía explicar que mi mente detuviera sus labores y me viera tan eclipsada por la escena siendo que había evitado esa clase de acercamientos con un chico desde hace tiempo.

Él me gustaba.

Y mierda, me aterraba la idea.

Eso no era nada bueno. No viviendo bajo un mismo techo en el que si algo malo llegara a suceder entre nosotros las cosas se volverían incómodas y sería imposible alejarse. Un pensamiento pesimista, lo sabía, pero era inevitable no considerar esa parte cuando eres consciente de todo lo que conlleva una posible relación de cualquier clase.

¡Ostras! Y aquí estaba yo pensando en relaciones cuando Nicholas dijo recientemente que nunca se había interesado en tener una. No, era peor, aquí estaba yo pensando en relaciones cuando apenas tenía un mes conociéndolo.

NICHOLAS

Si dieran premios por ser idiota, yo me los ganaría todos.

Resoplé, desordenando mi cabello.

Ve despacio, Nick.

Permite que te conozca.

Sé su amigo.

No seas imbécil y permitas que tus instintos cavernícolas te dominen al tenerla cerca.

¿Qué estaba pasando por mi cabeza cuando decidí ignorar los pensamientos que tanto me repetía para no asustarla e ir a su propio tiempo? No tenía una jodida idea.

Tal vez, ese fue el problema; no estaba pensando. Y ahora me daba cuenta de lo estúpido que fue no hacerlo. La asusté, maldición. Lo supe por su respiración entrecortada al alejarse, lo rápido que se marchó y la manera en que evadió mi mirada.

No pude detener el impulso de tocarla, de acercarme lo suficiente para sentir la calidez que desprendía su cuerpo o de casi besarla. No cuando segundos antes admitió que me había estudiado, ¡que me prestó atención, joder! Eso más su suave voz pronunciando mi nombre pudo con mi resistencia de mierda. De no ser por Olivia, el cómo sabían sus labios ya no sería un misterio para mí.

Si era honesto, de haberse tratado de otra chica, algo cómo lo anterior no habría despertado nada en mí, pero viniendo de ella...

Alice Cooper no tenía idea de lo que causaba en mi desde que la vi por primera vez en aquel bar.

Era tan hermosa que ese día Jared se burló de mi diciendo que parecía un acosador observándola tanto y que podría denunciarme si se daba cuenta.

Mentí un poco al decirle que nunca la había visto la noche que regresé de Miami. Bien, mentí mucho, pero no iba a decirle algo como aquello la primera vez que cruzáramos palabras.

Las constantes notificaciones de mi teléfono interrumpieron mis pensamientos. Fatigado por la molesta vibración, me apoyé en la encimera y lo saqué de mi bolsillo.

Bufé al ver a qué se debían: El grupo que tenía con mis mejores amigos.

Los 4 fantásticos

Copia idiota: ¿Ya le dijiste?

Copia estúpida: ¿Ya le dije qué a quién?

Copia idiota era Jared, la estúpida era James.

Copia idiota: A ti no, estúpido, a Nick. ¿Ya le dijiste?

Hazel: ¿Ya le dijo qué a quién?

Copia idiota: Hazel, eres preciosa e inteligente, pero a veces eso último se te olvida. Nick dijo que nos avisaría si su querida Alice no tendría problemas en que la conozcamos mañana.

Hazel: ¿Me estás diciendo tonta?

Copia estúpida: Y preciosa, no olvides eso.

Hazel: ¡Tonta tu abuela, Jared!

Copia estúpida: ¡Oye! Es mi abuela también :(

Hazel: No me importa.

Copia idiota: Hazel, no todo es sobre ti siempre. Estábamos hablando de Nick. Entonces, mi Nicki Tricki, ¿ya le dijiste?

Hazel: Es el apodo más horrible que he leído.

Copia idiota: Nadie te preguntó.

Antes de que Hazel contestara y comenzaran otra de sus clásicas discusiones, escribí rápido una respuesta.

Nicholas: No los invité a conocerla, solo los invité a casa.

Copia idiota: Ella estará ahí, ¿No? Es lo mismo

Nicholas: No lo es.

Copia estúpida: ¿Por qué debías decirle en un principio? Es tu casa, ¿no?

Copia idiota: Porque Nick es un blandengue cuando se trata de su querida Alice.

Nicholas: No es mi querida Alice, Jared.

Copia idiota: Pero eso quieres.

Hazel: Uhh, no negó ser un blandengue cuando se trata de ella. ¡Ya quiero conocerla! Sus ojos no dejan de darme envidia.

La sonrisa fue difícil de retener al pensar en sus ojos turquesa. Eran preciosos, igual que todo en ella.

Copia estúpida: Es que lo es, no puede negar lo evidente.

Copia idiota: Aww, mi Nicki Tricki enamorado. ¿Quién lo diría?

Fruncí el ceño.

Nicholas: No estoy enamorado.

Hazel: Pero lo estarás.

Nicholas: Ustedes no saben eso.

Copia estúpida: Si siguen viviendo juntos sí lo estarás, Nicki Tricki.

Copia idiota: Búscate tu propio apodo, James. E incluso si no vivieran juntos, mi Nicki Tricki se enamoraría. ¿Acaso olvidan el acosador que parecía cada vez que íbamos al bar meses atrás?

Nicholas: James, te daré cien dólares si le quitas el móvil a tu hermano.

No me sabía bien que bromeara con eso, yo estaba lejos de cumplir con las características reales de uno. No la perseguía, no la vigilaba o espiaba a escondidas y no invadía su espacio personal o privacidad. Solo... llamaba más mi atención que cualquier otra chica cuando la veía por casualidad en aquel bar que mis compañeros de equipo me obligaban a visitar después de un partido o cuando me la cruzaba en los pasillos de la universidad.

Hazel: ¿Y lo celoso que estuvo al ver a Lucas abrazándola en la cafetería esta mañana? Dios, pagaría por ver eso de nuevo.

Nicholas: No estaba celoso.

Hazel: Ajá.

Copia idiota: Ajá.

Copia estúpida: Ajá.

Hazel: Solo acéptalo, Nicki Tricki.

Copia idiota: ¡Dejen de robar mi apodo! ¿No que era horrible, Hazel?

Hazel: También es ridículo, pero es pegadizo.

Nicholas: Ya basta de llamarme así, con Jared tengo más que suficiente.

Copia idiota: ¿Lo ven? Solo yo lo tengo permitido.

Copia estúpida: Siempre supimos que tenías preferencia, Nick :(

Hazel: Es cierto :(

Cansado de leer sus mensajes, terminé por ignorarlos y guardé el móvil en mi bolsillo delantero.

Despacio caminé hacia el living y me apoyé en el marco de la entrada, observando cómo Alice ayudaba con su tarea a mi pequeña cómplice.

Sonreí un poco.

Si tan solo supieras, preciosa...

•••

Estado: recuperándome del infarto que me iba a causar esa TENSIÓN. El martes actualizo <3

Pueden encontrarme en Instagram y en Twitter como: @cuerpolector 🤍

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