Capítulo 94

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El área médica se encontraba ante una maravillosa incógnita, pues parecía que la joven realmente había logrado recuperar sus poderes por sí misma, mas había algo que preocupaba, y era que su lesión parecía estar en la misma situación. Los doctores se encargaban de analizar por completo a la pelinegra, pero las radiografías apuntaban a que sus dos vertebras se encontraban iguales. Steve sentía su corazón latir con fuerza al pensar que probablemente todo regresaría a la normalidad, pero algo dentro suyo le pedía que no se emocionara demasiado.

Fuera de la torre el cielo rugía sin cesar, las personas de Nueva York se encontraban totalmente confundidas ante la repentina tormenta, pero algo en el ambiente mostraba que era una bienvenida. Mientras tanto, los vengadores se encontraban en la sala del pent-house en la espera del capitán, pues habían optado por no ir, dado que no sabían cuál sería la reacción de la joven.

Las horas pasaron y los médicos dejaron que el capitán entrara a ver a la pelinegra, quien comenzaba a despertar. Era evidente su confusión, pero al ver al rubio a su lado se tranquilizó. Steve le decía que todo estaría bien, pero ella se sentía extraña. De pronto, de sus manos comenzaron a aparecer ligeras chispas de energía, lo que les indicaba que su cuerpo intentaba adaptarse nuevamente.

-Me duele...-murmuró la ojiazul.

-¿Qué cosa?-preguntó el capitán, intentando parecer calmado.

-La cabeza... siento que explotará-respondió, pero de pronto comenzó a escuchar cientos de voces, por lo que se tapó los oídos.

-¿Qué sucede?-Steve comenzaba a asustarse al verla tan desesperada, intentando callar lo que escuchaba.

Las voces iban y venían; eran tantas que comenzaba a desquiciarla. Estaba reviviendo el momento en que su telepatía había llegado, pero ahora era más fuerte. Intentó tranquilizarse, pero cuando comenzaba a respirar pausadamente, las voces parecían gritar. Gaia sabía que tenía que volver a tomar control sobre su mente, pero se sentía tan bloqueada que no sabía qué hacer.

-Gaia, mírame-le pidió el rubio, tomándola del rostro-ya has pasado por esto, sé que puedes-la joven negaba, mientras sentía que todo comenzaba a dar vueltas.

-No puedo...-el alcance de su poder era tal que lograba escuchar a las personas que se encontraban fuera de la torre-Dios...-Steve no sabía qué hacer, pero no podía dejarla sola, se reusaba a hacerlo-llévame... a la sala... de entrenamiento-pidió la ojiazul en un hilo de voz.

-No puedo sacarte de aquí-respondió el rubio, pero el grito desesperado de la ojiazul lo obligó a hacer lo que le pedía.

Desconectó todos los aparatos que la revisaban, además de la intravenosa, para después tomarla en brazos y correr fuera del lugar. Algunos doctores le gritaban que tenía que regresar a la habitación, pero él estaba decidido a hacer lo que ella le pedía. Gaia sentía el infierno dentro de sí misma, todos sus poderes surgían a la vez dentro suyo, lo que podía ocasionar una catástrofe si no lograba controlarse. Al llegar a la sala, la pelinegra le pidió al capitán que la dejara en el suelo y saliera rápidamente de ahí. En un inicio, Steve se negó a abandonarla, pero terminó cediendo al verla tan alterada.

Al salir el capitán, la joven le pidió a Jarvis que sellara las puertas, tenía que evitar que las cosas se salieran de control. Tras informarle la inteligencia que todo se encontraba como ella lo pidió, la pelinegra pudo liberarse. Gritó de la manera que nunca había hecho. Varios pisos superiores pudieron sentir el efecto de aquel grito, además de que las luces comenzaron a tintinear. Aquella sala comenzó a intentar frenar todos los poderes que la joven dejó salir de su cuerpo. El lugar estaba cubierto de la energía índigo, además de una enorme llamarada que la cubría completo.

Mystic: The little AvengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora