CAPÍTULO 21

7 2 0
                                    

LILIAN KANE

Si estuviera en mis cinco sentidos me habría dado cuenta que la cocina está diferente, me hubiera dado cuenta que en el salón las flores han sido cambiadas. Pero nada de eso pasa por mi mente cuando salgo a toda prisa y con la infusión que me mostró Isabella en la mano.

No me ha quedado igual que a ella, no sé, siento que le falta el toque dulzón de siempre, pero llevo varios días algo ausente en el trabajo e Isabella no va a estar cada rato preparándome infusiones. Además, creo que ya me siento algo mejor.

***
—Shepard, lleve estos documentos a la central.—es lo primero que escucho al llegar a comisaría.—No, he dicho que esto no se toca.—me lleva unos segundos percatarme que el que está dando ls órdenes es Morrison y me quedo estupefacta por como lo hace.

Hay gente corriendo de un lado a otro con grandes carpetas en mano, las centralitas están abarrotadas de llamadas entrantes y, mientras todo eso ocurre, Morrison es el que se encuentra en medio de todo dando indicaciones aún con la chaqueta puesta y una expresión resuelta.

—¿Qué está pasando aquí?—no puedo evitar el tono acusatorio al sentirme fuera de lugar en mi propio trabajo.—¿Hay algo que deba saber? Porque si es así, más vale que me lo diga ya, Morrison.—llego hasta él cruzándome de brazos lanzándole una dura mirada.

Aquí la autoridad soy yo y detesto esta impresión de vacío. No me he pasado años haciendo el trabajo sucio de mis superiores para que ahora, un don nadie me quite mis méritos.

—Tranquila, no se preocupe.—habla despreocupado haciendo un gesto extraño con la mano.—He sido yo el que ha llegado más temprano y quería asegurarme que todo estaba en orden cuando usted llegara.—me ofrece una relajante sonrisa o, al menos, eso es lo que pretende hacer creer porque sus ojeras y arrugan en la frente lo delatan.

Llevamos trabajando juntos hace ya unos meses y poco a a poco he ido conociendo sus vicios y las apariencias que intenta esconder de los demás. Y esta es una de ellas, hacerse el fuerte aún cuando no le quedan fuerzas.

Debo decir que admiro su capacidad para anteponer su trabajo a su vida personas. No muchas personas son capaces de hacerlo, pero, por mucho que me niegue y no lo muestre, he llegado a empatizar con él y no me gusta verlo así.

Agarrándole del brazo y sin decir nada más, lo arrastro hasta mi despecho y voy directa al grano.

—No sé ha qué te refieres, estoy mejor que nunca.—cada vez me lo creo menos y mi expresión lo demuestra.—¿Podemos centrarnos en el caso? Eres la primera en exigir profesionalidad, ¿no? Entonces hagamos nuestro trabajo y todos felices.—espeto más alterado de lo usual. Es por eso que decido pasar por alto su comentario mordaz y opto por mantener la calma. Uno de los debe hacerlo.

—Lo primero para ser eficiente es tener una cierta estabilidad emocional y ahora estoy viendo de todo menos eso.—rebato dando tres pasos en su dirección y provocando que aleje su mirada de la mía.—Así que, ¿me dirás de una buena vez qué es eso que te tiene tan mal?—sigue reticente y yo sigo insistente.—Porque sí, no hace falta tener un diploma en psicología para advertir que tu cara ha envejecido veinte años en menos de cuatro meses.—no se me dan bien las bromas ni consolar a nadie, pero de algo me ha servido tener que lidiar con ser la portadora de malas noticias.

Finalmente y gracias a dios, se pasa la mano temblorosa por el pelo y toma asiento en uno de los sillones del rincón del despacho. Retuerce los dedos en su regazo e, inconscientemente, comienza a mover la pierna izquierda.
—Hace unos días tuve un encontronazo con Elias, bueno, realmente lo seguí hasta la clínica y la cosa no acabó nada bien.—se corrige torciendo los labios en una mueca rascándose la cabeza.—Lo único que he querido siempre es hacerle ver que puede ser feliz siendo él mismo, pero ahora, cuando voy a su casa, su hermana se interpone en la puerta y no me deja ni hablar con él. Dice que lo mejor es queda desaparezca de su vida.—a penas logro escucharlo, es como si temiera decirlo en voz alta y su expresión decaída refleja como realmente se siente.

Testigo CriminalWhere stories live. Discover now