CAPÍTULO XX

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Una vez más, ese cielo que parecía pintado con los tintes más deslumbrantes, se tornó en un gris oscuro, similar a las cenizas que provienen de los volcanes más ardientes del mundo

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Una vez más, ese cielo que parecía pintado con los tintes más deslumbrantes, se tornó en un gris oscuro, similar a las cenizas que provienen de los volcanes más ardientes del mundo. El tiempo queda paralizado y todavía no comprendo la razón.

— ¿Por qué has dicho eso? — pregunta mi madre con los ojos apagados y cejas bailarinas.

Noto cómo su corazón se arruga como una hoja de papel, y el sangrado de sus lamentos es similar a la tinta negra, esa que es explosiva y que con un solo toque logra dibujar un sinfín de emociones.
La incertidumbre corre por mis venas y no dejo de analizar sus expresiones mientras espera una respuesta por parte de John. No tiene el ceño fruncido, pero sus cejas no dejan de moverse de arriba a abajo, al igual que sus labios aterciopelados que se encuentran lejos de estar tranquilos.

Su amado, en cambio, sostiene una mirada desafiante y una sonrisa sumamente expresiva, como si se estuviera divirtiendo, pero sé que no lo hace debido a sus movimientos nerviosos.

— ¿No es esa la verdad? — responde bruscamente y golpea con sus puños la mesada — ¿Piensas que soy tonto, Helena?

Thomas, que permaneció callado todo este tiempo, da un increíble salto y va corriendo a nuestra habitación mientras tapa sus oídos.

— No, solo pienso que estás atolondrado.

Las órbitas de John parecen que van a explotar, y a partir de este momento, vivo todo en cámara lenta. Todavía estoy en la entrada de la casa, pero parece que la invisibilidad llega a mí, ya que ninguno de los dos adultos se percatan de mi presencia.

— ¡¿Atolondrado?! ¡Vi perfectamente cómo coqueteabas con ese infeliz! — grita ofendido, y los ojos de mi madre se llenan de lágrimas — ¿Realmente tengo que explicarte que eres mía?

Como si no fuera consciente de su fuerza, toma a mi madre del brazo y la empuja hacia él de forma violenta. De alguna manera, parece como si un ser maligno lo tuviera hipnotizado y sólo pudiera sentir una furia inmensa creciendo dentro de él.

— ¡Deje a mi madre en paz! — grito como si una bestia saliera de mí.

Lo observo fijamente, tratando de decirle con la mirada que nada de esto tiene sentido. Y parece que me entiende, porque segundos después la suelta groseramente.

Sus ojos expresan odio y desconcierto, hasta que los cierra y se dirige entre resoplos a su habitación. ¿Acaso acabo de presenciar, la transformación más hablada en estos tiempos? ¿Acaso observé un hombre en proceso de descomposición? Porque estoy segura que ese no era John, sino un muerto tratando de volver a su cabeza. Un muerto que quiere tomar el poder, y destruir todo a su paso.

— Madre, ¿estás bien? —  pregunto.

Su brazo se encuentra tan rojo como sus mejillas, ardientes por el sufrimiento que no se atrevió a liberar.
La ayudo a aliviar el dolor presente en su cuerpo... sobre todo en su alma, pero no es suficiente cuando el amor parece tener una pequeña ruptura.

— No entiendo qué le ocurre — expresa en medio de un llanto adolorido, y apoya todo su cuerpo sobre la silla de la sala.

Estas últimas semanas tuve mi corazón bombeando felicidad debido a la llegada de John y Thomas, cada día fue digno de la realeza y de un cuento de hadas. Aunque, en todo cuento de hadas, ocurren hechos que nos aterran o causan sufrimiento... tal vez estamos en esta etapa, al menos hoy ¿verdad?

— Seguramente tuvo un mal día en el trabajo — trata de analizar la situación — Lo mismo ocurrió con el té, ¿recuerdas?

Muerdo mi labio inferior para que mis pensamientos no salgan a la luz, y sonrío falsamente.

— Para conocer la felicidad debemos transitar la angustia — respondo y en mi madre se prende una luz de ilusión, como si dentro de ella habitara una niña que cree en todas las posibilidades existentes.

Thomas continúa prisionero en la habitación, y aún sin los gritos escandalosos, no se atreve a cruzar esa puerta que nos divide.

Me pregunto muy en el fondo, si estas bombas repletas de ira, alguna vez fueron aterrizadas en el territorio de Thomas... o incluso en su madre. Tantos cuestionamientos llegan a mi mente por una simple acción, que empiezo a dudar de ellos.

Tal vez estoy tan acostumbrada a las fantasías rondando por mi mente, que transformo todo en algo dramático y novelesco, cuando la realidad es una completamente diferente.

Tal vez esté exagerando todo, y las cosas vuelvan a ser normales en unas horas... o días.

 o días

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Evania: Un rincón del paraíso ©Where stories live. Discover now