CAPÍTULO LVI

588 135 121
                                    

Desperté anhelando que fuera un mundo distinto, uno donde Cloeville fuera mi lugar infinito

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Desperté anhelando que fuera un mundo distinto, uno donde Cloeville fuera mi lugar infinito. Y a mí rodeada de hojas elípticas... o pétalos de todos los colores existentes; pero infinitos. Momentos infinitos, aromas infinitos. Cloeville infinito.

Mi corazón se encuentra desolado, sin embargo, doy todo de mí para no demostrarlo. Las conversaciones surgen de manera natural y mi madre de vez en cuando me lanza un comentario reconfortante.

— ¡Déjame ponerte una flor! — exclama Thomas detrás de mí.

Y muestro una sonrisa amable.

En cuestión de segundos, el pequeño rostro del niño aparece frente a mí con una alegría avasallante, y en sus manos puedo divisar una flor amarilla. Una perfecta y delicada flor amarilla.

— Y no olvides tu abrigo — agrega mi madre al mismo tiempo que Thomas coloca el capullo sobre mi oreja.

Me guiña un ojo y los dos reímos. ¡Este pequeño aviva mi felicidad como nadie! ¿Qué haría yo sin él?

Tomo mi abrigo favorito y salgo volando de la casa, luego de saludar con un gran abrazo a mis dos almas preferidas.

Recorro el sendero con la misma fluidez de siempre, contemplando la naturaleza y su magia en todas las expresiones posibles. Como siempre, una energía encantadora permanece en cada centímetro de mi cuerpo, y tan solo por unos minutos... todas mis preocupaciones se aíslan.

En las ciudades no tendré la posibilidad de recargar mis fuerzas a través de una caminata, ¡ni siquiera volveré a tomar este sendero hasta la tienda!

De pronto, un joven con tirantes café y cabellos desordenados me hace un gesto gentil con la mano, y yo le brindo una sonrisa capaz de opacar lo que nos rodea. O eso siento cuando me voy acercando con pasos firmes y contentos.

— Buen día, señorita de cabellos dorados — saluda felizmente — Bonita flor.

— Gracias y buen día, señor Hamilton.

Y de repente, mis ojos se posan en la entrada de pino que contemplo hace varios años. Una nota un poco arrugada se encuentra colgada, y la arranco de allí para leerla con mayor atención.

"Buenas tardes, Evania y Eric. Lamento informarles que hoy la tienda permanecerá cerrada por mis cuestiones de salud.

No se preocupen jóvenes, en dos días los espero con energía. Disculpen mi ingratitud.

Saludos."

Y suelto un suspiro.

Mi única distracción dentro de un caos abominable, se dispersa como partículas y me deja completamente sola. Tal vez la soledad quiere pasar un rato conmigo... no debería ser desagradecida con ella ¿verdad?

— Entonces... — dice Sin Nombre y al observarme con mayor cuidado, nota que hay algo mal en mí — ¿Por qué trae los ojos tan perdidos?

Debe ser porque no puedo encontrarme entre tanta intranquilidad.

Evania: Un rincón del paraíso ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang