CAPÍTULO LVIII

570 132 82
                                    

Abro los ojos debido al portazo que John provocó al salir de casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro los ojos debido al portazo que John provocó al salir de casa. Y el ambiente se vuelve tan sosegado...

Observo al costado y Thomas se encuentra reposando dulcemente, y para no despertarlo, voy de cuclillas a la ventana para apreciar al dragón dorado totalmente humillado. Al parecer mamá continúa indignada con él.

¿No es eso algo fantástico? Aunque mis ilusiones crezcan al ritmo de la aguja del reloj, soy consciente de que ella nunca podría dejarlo. Después de todo, su corazón continúa junto a él aunque sepa todas las acciones que hace mal.

Tal vez está en su destino corresponder a amores trágicos y repletos de sufrimiento.

Doy media vuelta e inmediatamente vuelvo a recostarme entre mis sábanas, pero mi mente parece que va a corriendo con cada idea que se presenta. Mi cuerpo está completamente quieto mientras las ideas van y vuelven cada minuto que pasa.

Me pregunto si todas pasan por un amor tan desolador.

— ¿Puedes dejar de respirar tan fuerte? — murmura Thomas con la voz ronca.

— Oh, lo siento... no me había dado cuenta.

Exhala para luego darse la vuelta, y quedamos los dos mirándonos en completo silencio.

— ¿Tú me quieres? —  pregunta luego de un bostezo.

¿Qué es esa pregunta tan de repente? ¿Acaso no recibe mi amor a través de la energía que nos rodea? 

Asiento con la cabeza. La verdad es que quiero apreciar todos los sonidos existentes en este momento... tan únicos y tan momentáneos, al igual que nosotros.

— Se siente bien —  agrega al darse cuenta que no respondo — Eres la primera persona que me quiere.

Y mi corazón pausa sus latidos por un instante.

— No creo ser la primera — digo — Eres un ser muy querible, Tom.

— ¿Y por qué mis padres no me quieren?

No sé qué responder a semejante comentario.

No conozco a su madre, pero con el paso de las semanas, pude comprender por qué huyó de ese lugar tan sombrío... pero soy incapaz de entender por qué dejó a su hijo en manos de una bestia.

Una bestia que no sabe amar a nadie más... solamente a él mismo. Y al estatus alto, probablemente.

— Tú mereces un amor infinito e incondicional— expreso con una mano el corazón.

Porque es verdad, nadie más que él merece presenciar a su corazón en una extrema ternura y felicidad.

— ¿Como el tuyo? — indaga con una sonrisa, y noto cómo mis comisuras se levantan inconscientemente.

¿Será mi amor digno de una persona como Thomas? ¿Será suficiente para hacer estallar de alegría su corazón?

Es así que las horas pasan y los dos quedamos rendidos en nuestras camas, hasta que llega el momento donde el sol se vuelve más brillante y pega sobre nuestros rostros, dándonos una nueva bienvenida a este día. Un glorioso e increíble día.

Nos levantamos al mismo tiempo y nos lanzamos sonrisas genuinas, mientras hacemos nuestra rutina de todas las mañanas: observar por nuestra ventana.

Salimos corriendo luego de arreglarnos un poco y en el camino, nos encontramos con aquellos ojos jocundos.

— Buen día, mamá — digo y le doy un fuerte abrazo. De pronto, Thomas se une y nuestras almas dan un respiro.

Debo decir que la energía de mi madre esta mañana es... distinta. Como si fuera una nueva versión de ella, o todos nuestros problemas hubieran desaparecido de un día para el otro.

Mientras Thomas se pone sus zapatos favoritos, ayudo a mi madre con el té.

— ¿La situación con John se encuentra igual? — cuestiono dubitativa, esperando que un salga de su boca, alimentando mis esperanzas de una vida reiniciada.

Mi madre alza sus cejas al mismo tiempo que toma unos platos pequeños de porcelana.

— Ya estamos mejor.

Y mi mundo vuelve a derrumbarse.

Le brindo una sonrisa falsa y dejo las tazas en la mesa con rapidez, tratando de procesar lo que acabo de oír.

— De todas formas — agrega con un tono más alto, para que Tommy también preste atención a lo que tiene que decir — Necesito que los dos vayan a la "Tienda Labrot" hoy.

Thomas abre los ojos bien grandes.

— ¿Por qué? — pregunto antes de que el pequeño lo haga.

— Quiero estar a solas con John. Se quedarán en el almacén hasta el cierre de horario.

Humedezco mis labios mientras asiento con la cabeza. Thomas, por otro lado, se muestra sereno... pero sé perfectamente que la idea de acompañarme al trabajo le revuelve el estómago.

No porque no quiera hacerlo, sino porque debe pasar varias horas al lado de Don Labrot... y probablemente mantener una conversación con él, teniendo en cuenta que el anciano es sumamente curioso y charlatán.

— ¿Puedo jugar allí? — indaga con algo de timidez.

Doy un sorbo de té antes de responder.

— ¡Pues claro, niño! Aunque no me molestaría que tomes mi puesto en la tienda.

Y los dos comienzan a reír mostrando sus perlas al máximo.

¡Qué perfecto es un momento repleto de sonrisas!

¡Qué perfecto es un momento repleto de sonrisas!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Evania: Un rincón del paraíso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora