Evania: Un rincón del paraíso ©

CAPÍTULO LV

La noche vuelve a apoderarse del cielo y la luna llena nos visita una vez más. Esta vez, toda la familia se encuentra alrededor de la mesa, junto a una comida exquisita.

Mi estómago logra revolverse cada minuto que pasa, causando una falta de apetito que nunca había sentido dentro de mi ser. Es así que espero a que alguien abra su boca, sin embargo, ninguno toca el tema sorpresa.

— ¡Tenemos una noticia! — exclama mi madre con entusiasmo, y muestro mis galaxias expectantes.

¡Por fin!

— ¿Qué es? — pregunta Thomas con las dos manos sobre la mesa.

John muestra una sonrisa como reacción a la alegría del niño, y luego de un tiempo, puedo ver un sentimiento verdadero y puro en un hombre como él.

— En una semana... ¡Se hará el evento anual de Cloeville!

Y Thomas muestra su sonrisa tan grande como la emoción que siente. Es extraño, teniendo en cuenta que ya lo sabía. Y yo también, ya que la fiesta se hace todos los años.

— Eso es asombroso — digo sonriente, y mamá baja las curvas que forman sus labios, para ser reemplazadas por facciones serenas.

Los bailes siempre fueron algo que atizan una parte de mí... o el conjunto de mis partes. Es una manifestación de todos nuestros sentidos fundidos con la libertad de la música. Es soltar todo lo que nos impide avanzar, para expulsarlos con los pies y danzas impresionantes.

Cualquier forma de expresión es impresionante. Y digna de ser apreciada.

— Es una pena que sea nuestra despedida a este lugar — comenta John y mi madre queda anonadada.

Frunzo el ceño y giro un poco la cabeza para comprender la situación.

— ¿Disculpe? ¿De qué está hablando?

— Oh, claro, usted no lo sabe — agrega con la voz exasperante — Nos mudaremos a Ikerwood.

De pronto, enciendo una luz dentro de mi mente, y puedo sentir cómo ese esplendor se refleja en mis ojos. John y despedida en una sola frase, quién hubiera imaginado que dos palabras en conjunto pudieran provocar una alegría incontrolable dentro de mí.

Y una tristeza en el fondo de mi corazón, al darme cuenta que Tommy también forma parte de esa decisión.

Tal vez mis almas gemelas están destinadas a dejarme en un momento de mi vida. Tal vez las mías son, almas gemelas trágicas.

— ¿Por qué? ¿Acaso su amor no resistió el quebranto...? — indago, empero mi madre me hace una seña con la mano para que me detenga, y le doy la palabra.

— Todos iremos, Vania.

Y mi mundo se desploma como si todo fuera un cuento alicaído. La luz de mis esferas se desvanece en cuestión de segundos, y mi corazón comienza a fracturarse al procesar la información.

Cada segundo se vuelve incapaz de soportar... y totalmente apesadumbrado.

— ¿Todos? — repito para ver si mis oídos fallaron en algún punto de la conversación, o si estaba tan sumergida en mi mundo... que la fantasía simulaba ser la realidad.

Tal vez estoy viviendo una fantasía, un sueño. Una pesadilla, en realidad. Podría ser, ¿verdad?

Mi madre asiente desanimada e inmediatamente pellizco mi hombro para despertar de esta ilusión... y nada cambia a mi alrededor. No puede ser. Observo a John con los ojos pesados y percibo esa sensación de complacencia en él. Ese goce que solamente una persona tétrica puede demostrar frente a dolores ajenos.

Aparto la mirada rápidamente para enfocarme en Thomas... esta vez, los suyos transmiten tristeza. Sé que él se estaba encariñando con Cloeville, con sus paisajes y fragancias, personas, sensaciones...

¿A quién se le ocurriría dejar un espacio tan magnífico como éste?

— Necesito una explicación razonable — digo de manera autoritaria — No podemos irnos de aquí solamente porque él desea alejarnos de todo lo que amamos.

Ese él, es John. Y ya no tengo temor de lo que pueda decir, pensar o hacer. Ya no le tengo miedo, y nunca lo tendré... no luego de esto.

me siento poderosa, ya no le tengo miedo a nada.

— Es algo que decidí yo, hija — explica bajando el tono de voz — John debe quedarse allí debido a sus horas extras de trabajo, tú sabes que lo necesitan mucho allá.

Oh, claro. Él es indispensable en su trabajo, de eso no tengo dudas, pero no podemos amoldarnos a él. No podemos permitir que nuestras vidas giren en torno a él.

— Esto es ridículo — expreso y con mis dos manos sobre la mesa, tomo todo el fervor que me consume para salir de esa situación.

Ahora mismo, soy como un volcán a punto de hacer erupción. Y siento cómo la lava se esparce en mí, rompiendo todo a su paso.

Mis pies se dirigen con firmeza hacia la habitación, y cuando por fin puedo sentir el picaporte entre mis dedos, cierro la puerta. Y todo lo que hay detrás.

¿Cómo haré para sobrevivir sin este lugar? ¿Cómo haré para sobrevivir sin Cloeville?

Tomo una hoja de mi escritorio y comienzo a escribir.

Furibunda, abatida, decepcionada.

Puede ser que a través de letras y haciéndolas ajenas a mí, esas emociones se vayan.