CAPÍTULO LIV

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— ¿Cómo conoce a Laborda y a Lydia? — cuestiono luego de pensarlo bastante, y el joven vuelve a brindarme una expresión confusa

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— ¿Cómo conoce a Laborda y a Lydia? — cuestiono luego de pensarlo bastante, y el joven vuelve a brindarme una expresión confusa. 

¿Por qué le sorprende tanto que indague sobre sus relaciones? 

Posiciona su mano derecha por debajo de su cabeza y solamente se digna a observar el baile de las hojas que se desprenden del árbol más cercano. Noto que se encuentra dubitativo, empero, mi curiosidad se alimenta de aquellas expresiones pensativas.

— Éramos compañeros en la escuela.

Y mi rostro cambia abruptamente. No puede ser posible.

— ¿Usted...? — expreso sorprendida, y Sin Nombre asiente felizmente. 

— Tal vez no lo recuerde debido a que estaba sumergida en sus propias ideas — dice y pongo los ojos en blanco.

Aún puedo oler el aroma de aquella época, y sentir el peso de los libros o incluso el temblor en todo mi cuerpo cuando se trataba de exámenes. A mi maestra... Tal vez era un poco exigente pero siempre tuve en claro que su corazón era tan grande como la misma construcción que nos rodeaba. Lástima que sus ideas eran iguales a las de todo el mundo, tan vacías y limitantes.

¡Fueron tiempos increíbles! Ignorando las burlas, por supuesto. Siempre es increíble aprender y descubrir cosas nuevas, sobre todo cuando todos los días son como unas mini aventuras, comprendiendo cosas que antes estaban repletas de preguntas.

— Es verdad — dice el joven, siguiendo con la conversación — Todavía recuerdo cuando nos daban un descanso y usted se trepaba al árbol más alto para escribir en su cuaderno... o cuando jugaba con Ada y Louisa.

Ada y Louisa... desde que salieron de Cloeville no supe más de ellas. Éramos niñas muy unidas, sobre todo con Ada, hasta el día de hoy puedo afirmar que es parte de mi familia de almas.

Una familia de almas espectacular.

Sostuvimos nuestra relación lo más que pudimos. Apenas se mudó, nos enviamos cartas todas las semanas y dentro de ellas algunas flores. ¡Era una amistad libre y repleta de emociones propias de corazones vivos! Todavía tengo ese sabor amargo en la boca por nuestro distanciamiento, pero mi amor hacia ella continúa presente.

Y siempre estará ahí, aguardando por nuestro reencuentro.

Por parte de Louisa, no puedo decir mucho. No mantuvimos contacto debido a su odio a la demora de entrega de las cartas, ya que siempre fue una persona impaciente. Empero, Ada trataba de actualizarme sobre su vida, debido a que se mudaron a la misma ciudad. Lo único que sé de ella, es que su padre le presentó a un joven siete años mayor y se encontraba muy emocionada al respecto. Quién sabe dónde estará ahora.

— ¿Y cómo sabe eso? — indago sin pensarlo, mientras Sin Nombre continúa observando las nubes.

— Me llamaba la atención su forma de ser, a veces quería trepar ese árbol también — explica con una sonrisa, y noto que sus dientes están más blancos que ayer — Marc no me lo permitía, estaba enamorado de usted. Tal vez aún se siente así.

¿Qué acaba de decir? ¿Marc Laborda... teniendo sentimientos hacia mí? Eso es algo completamente imposible. O eso creo, porque ¿cómo es posible que alguien ame a alguien, pero demuestre todo lo contrario? Es contradictorio y una situación espeluznante. Sea verdad o no, no correspondo a ese sentimiento. Nunca lo haría, nunca me permitiría dejar de ser un espíritu libre.

Los pájaros vuelven a pasar sobre nosotros, y con ellos, se van mis palabras sobre esa situación. No debo gastar mis energías en eso, después de todo, Laborda nunca ganó mi confianza y amistad.

¿Yo, Evania Laborda? Suena ridículo.

Relajo mis facciones y trato de librarme de esa ilusión, fijando mi mirada en el firmamento al igual que Sin Nombre.

¿Cuántas personas estarán observando el cielo ahora? ¿Con cuántas estaré conectando en este momento, sin darme cuenta?

— ¿No le parece extraño que nuestro tiempo sea finito? Es decir, algún día todo esto va a desaparecer y no vamos a poder contemplarlo más — expreso soltando mis reflexiones.

El joven gira su cabeza para observarme, sin embargo, soy incapaz de hacer lo mismo. Estoy fascinada bajo la apariencia de esta bóveda celeste, que nos sumerge en su magnificencia todos los días. A todas horas.

— ¿Le da terror eso?

¿Terror? No es exactamente la palabra que defina mis sentimientos, pero tampoco está errada.

Terror... es una palabra muy grande para ser tan corta. A veces pienso que los términos más diminutos, contienen en realidad, los sentimientos más vehementes.

— Me da terror no llegar a conquistar este mundo — digo al mismo tiempo que extiendo los brazos hacia el cielo. Tal vez de esa forma pueda librarme de todos mis pesares.

— Va a poder, señorita... en realidad, pienso que los dos podemos lograrlo.

¿Dos jóvenes que buscan formas en las nubes, conquistando el mundo? Es encantador, pero...

— ¿Y si no es así?

— Entonces conquistemos el cielo juntos — agrega con una sonrisa brillante, y puedo ver de reojo, cómo sostiene una nube con las puntas de sus dedos — Los dos, saltando de nube en nube.

— Entonces conquistemos el cielo juntos — agrega con una sonrisa brillante, y puedo ver de reojo, cómo sostiene una nube con las puntas de sus dedos — Los dos, saltando de nube en nube

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Evania: Un rincón del paraíso ©Where stories live. Discover now