39. Piensa en ti.

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La soledad es peligrosa. Es adictiva. Una vez que te das cuenta de cuanta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente. Nunca estuvo solo, siempre estuvo acompañado de sus padres o amigos; algunos podrían decir que era por hipocresía pero nunca se puso a pensar en ello.

Ben decidió salir a pasear un rato quería estar solo y sentir paz. Así monto su caballo y tomo camino al prado, un lugar maravilloso lleno de tanta naturaleza que te hace sentir en total relajación. El sol lo golpeaba y eso le gusta ya que en esas paredes gruesas de su oficina no podía respirar tanto aire fresco. Se había acostumbrado a la luz de un bombillo y el aire acondicionado.

Cambio de ruta y se dispuso a visitar un acantilado cerca del palacio. Solía visitarlo con su mejor amigo cuando eran niños, seguía siendo solo y refrescante. Daba una vista clara de la isla de los perdidos cuya finalidad nunca comprendió ya que no podías considerar bueno encerrar a una persona que cometía un solo error, sus padres nunca aceptaron su pensar y luego hizo su proclama de hace dos años con los hijos de villanos, creyó que ellos no debían cumplir una condena por culpa de sus padres y no se arrepentía.

El ruido del agua chocando con las piedras le causaba paz y el cantar de los pájaros lo hacían sentir vivo.
Siguió observando la isla, su isla porque también era parte de Auradon, su pueblo.

Solía pensar en las demás personas antes que el, siempre le enseñaron eso ya que te hace un rey bondadoso. Todo siempre tiene que ser perfecto.

Reflexionó de su vida un rato. Bajo del caballo y se acostó en la grama pensando tal vez en que su vida era muy aburrida y en qué mejorar.
Pasaba tanto tiempo en el palacio y firmando proclamas que poco tiempo pasaba con su novia, sabía sus cosas por Lumiere quien le contaba cada paso que daba la dama de la corte.

Su padre solía llamarle la atención cuando Mal hacia algo indebido, como divertirse con sus amigos en la isla o plasmar sus sentimientos y emociones en las paredes de la ciudad cosa que él jamás había hecho puesto que siempre cumplió reglas para llegar a donde estaba ahora.

Paso su vida como quisieron sus progenitores y eso no era justo, piensa que lo trataban como marioneta cuando optaba por hacer lo que su padre le aconsejaba a la final siempre él tenía la razón.

Sintió una fuerte brisa y los árboles se comenzaron a mover. Alzó la vista y vio un dragón morado con ojos intensos.
Era ella, su novia.

Se levantó y le quedó mirando mientras daba vueltas en el cielo despejado. Se veía feliz cuando paso por la isla y miró su viejo hogar.

Mal solía hacerlo una vez por semana a pesar de las cosas que le decía su suegra y su mejor amiga. Estaba siendo ella, una dragona libre y contenta. Descendió hasta donde estaba su novio y corrió a abrazarlo.

— Hola amor - saludo el rey abrazando el cuerpo cálido de la joven

— Hola su majestad - bromeó moviendo su corona pesada — ¿Que haces por aquí?

— Tomaba aire fresco - indico sentándose en el verde suelo
— ¿Que tal el cielo? Espero que ningún avión o pájaro saliera herido
- río

Mal le siguió la sonrisa y aseguró que no habían heridos. Lo acompañó bastante tiempo observando la isla.

— ¿Puedo pedirte un consejo? - pregunto un tanto apenado

La pelimorada asintió — Por supuesto.

— Crees que quizás esta mal hacer siempre todo bien - observó el azul mar — Digo, puede que para algunas personas no sea bueno - cambio su vista a la isla

Bestia odiaba que la isla fuera abierta siempre que Mal quería y dijo a su hijo que tenía que ser cerrada para siempre. Tenía muchos planes en ese lugar y no podía asegurar que su padre lo decía por hacer un bien; según corría riesgo de que algún villano como Úrsula siguiera a su hija y escapara para hacer daño al pueblo.
Ben no pensaba que fuera para tanto, tenía entendido que los villanos estaban al final de la isla y que varios cambiaron de bando.
Quería salvarlos o hasta mejorar su calidad de vida pero tenía que pensar en su pueblo o hasta en su familia primero.

— Haz lo que un rey debe hacer - repitió Mal las palabras que Bestia dijo a su hijo en la mañana. Ella estaba al tanto de todo —. Debería de aconsejarte algo para tu bien ¿No? Pues no. - miro su hogar — De ahí vengo y ahí volveré en cualquier momento - susurro palabras que su madre dijo hace días cuando la fue a visitar — Eres un chico increíble y te lo digo como amiga no como tu novia o dama de la corte. Haz lo que quieras, una sola vez.

— Pondré en riesgo a ... - comenzaría a hablar pero Mal no había terminado

— ¿Cuando ha hecho algo bueno por ti? Algo que enserio te haga feliz, sin reglas absurdas - sus manos se toparon — Preocúpate por ti.

— Pero si cometo un error no soportaría que algo te pasará a ti o al pueblo - sostuvo su mano con fuerza — Ahí la culpa sería mía,  solo quiero que todos estén a salvo.

— Yo estaré bien y no dejaré que nada te pase - junto su frente con la de el
— Estamos juntos en esto.

Ambos soltaron una leve sonrisa.
— Shan Yu decía que en las cosas buenas siempre hay algo malo - nombró Mal volviendo su vista al mar
— El emperador de china decía algo parecido - recordó Ben el día de su coronación — En las cosas malas siempre hay algo bueno - se detuvo a apreciar los ojos de su novia — Y tenía razón.

Siempre se habían amado, eran el uno para el otro y se veían en un futuro juntos a pesar de todos los obstáculos que habían vivido; sus padres y la presión de cambiar drásticamente de personalidad es duro para cualquier persona, aún así pudieron superarlo.

Ben rodeo a Mal en un abrazo y siguieron disfrutando de la compañía del otro. Al final solo necesitas la presencia de una persona, aquella que amas y te hace sentir bien.

FIN



El Principe Y La Villana | One-Shots BealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora